Enanitos Verdes - Parte 2
En la fría y oscura calle, Miranda corría, tratando de escapar de los soldados que perseguían a todo aquel que se viera sospechoso. Tenía los ojos rojos y húmedos luego de ver al Gran Maestro asesinar a Rick con un pedazo de madera.
Aunque Rick ayudó a que escape, no pudo ir muy lejos y se ocultó debajo de un tronco, desde donde pudo ver el fatídico final de el chico que la sacó del circo. Mientras trataba de no hacer ruido al llorar, por miedo a que la descubran, recordó las palabras del señor Lafourcade cuando partía con Rick.
—Sabés, no me importa. Puedes irte con cualquiera, además que ya eres adulta.
—Como sea, adiós —dijo Miranda amargamente.
—Antes que te vayas —dijo el señor Lafourcade cuando Miranda estaba por salir de la improvisada oficina—, espero que el pibe ese te trate bien, de otro modo iré y lo moleré a palos.
Miranda se extrañó.
—¿No que no le importaba?
El señor Lafourcade secó su sudorosa papada para luego hablar.
—Mirá, Miranda —pasó saliva antes de seguir hablando—. La razón por la que te dejo ir es porque vos no eres como los demás. Te crié, pero no es como si fueras parte de lo que yo he fundado.
—Ni soy su hija. Me encontró en el río, vos me lo dijo.
—Tampoco es así —volvió a secarse el sudor con un pedazo de tela—. La verdad es que te robe de tus padres.
Miranda enmudeció. Luego de tantos años, sabía la verdad.
—¿Por qué lo hizo? —preguntó enojada.
—Si crees que lo hice porque yo quería, estás equivocada. Tus padres eran demasiado pobres para criarte por lo que te ofrecían por una buena cantidad de dinero. Solían frecuentar a esclavistas y hombres perversos, si no te hubiera sacado de ese tugurio donde vivían, hoy estarías siendo usada por esos hombres de maneras asquerosas.
—¿Vos me salvó? —dijo con la voz quebrada.
—Decilo como quieras, Miranda. Ese día me prometí a mí mismo que te cuidaría. Apenas tenías un par de meses de nacida y no quería que tu vida se arruinara. Aunque mi carácter no es el mejor de todos, creo que te crié lo suficientemente bien para que no permitas que cualquier pelotudo quiera pasarse de listo contigo.
Miranda comenzó a llorar. Las verdades amargas eran más dulces de lo que pensaba.
—Fui severo —continuó el señor Lafourcade—, pero nunca te faltó comida. Cuando racionaba los alimentos era porque quería dárselo a los que necesitaban, ya sea animales o niños. Pero de vez en cuando las emociones se desbordan y ya sabes como me pongo.
—Lo sé —atinó a decir Miranda. El señor Lafourcade le lanzó un pañuelo.
—No te quiero ver llorando, pelotuda. Secate la cara. ¿Enviudaste, acaso? Claro que no. Dejá de llorar y vete de una vez.
Miranda secó sus lágrimas con el pañuelo.
—Gracias señor Lafourcade.
—Miranda —le dijo antes de irse—, cualquier promesa que te hagas a ti misma, es mucho más importante que el que hagas a otros. Si te fallas a ti misma, ¿cómo pretendés ayudar a los demás? —suspiró—. Ahora si vete, ya dije todo lo que tenía que decir.
Esa misma noche Miranda se despidió de sus amigos del circo y se marchó con Rick a su nuevo hogar. Cinco días después de la despedida de Miranda, el señor Lafourcade murió de un paro cardíaco y el circo se disolvió, pero Miranda nunca lo supo.
Unas voces enojadas se acercaban por una esquina. Miranda entró por un callejón y corrió, saliendo por la otra calle, llegando a un lugar conocido. Tocó la puerta varias veces hasta que el encargado de la cantina la vio.
—¿Qué hacés aquí? —le preguntó.
—¿Están aquí, verdad? —preguntó Miranda desesperada.
—Sí, pero los guardias pueden verte.
—Dejáme pasar, por favor.
Al ver el triste rostro de Miranda, se compadeció de ella y la dejó pasar.
—Están en el sótano.
De pronto, unos golpes en la puerta los sorprendió.
—¡Abra la puerta! ¡Vimos a alguien entrar! ¡Abra!
—Ve de una vez.
Miranda corrió lo más rápido posible.
El encargado abrió la puerta, dejando pasar a los uniformados hombres que llevaban sus armas en la mano.
—¿Quién entró? —le preguntaron, apuntándole con el rifle.
—N-Nadie.
—Miente —dijo uno—. Revisen el lugar, si se opone, mátenlo.
Los demás guardias comenzaron la inspección. Rompieron puertas y algunas cajas, buscando a los fugitivos, pero no los hallaron.
—Acá hay un sótano, buscaré por aquí —dijo un guardia y los demás lo siguieron. Con una vela en mano buscaron en el oscuro y húmedo sótano, pero no hallaron nada.
—Vámonos, debe haber sido una ilusión óptica —los demás guardias se fueron, pero uno se quedó. Había visto de reojo algo moverse en la esquina que veía, pero no había nada.
Estiró su mano, lentamente. Recordó que los fugitivos usaban un tipo de magia, por lo que pudieron haberse hecho invisibles. La mano del guardia cogió algo redondo y suave que se amoldó a su mano. Lo apretó fuertemente, reconociendo la forma.
—¿Un seno? —se preguntó, apretando con fuerza.
—¡Aaahh! —gimió Miranda.
JoJo, Cerati y Gabriel quedaron estupefactos y sonrojados.
El guardia cogió la tela que los cubría y los amenazó con el rifle. Sin embargo, los stands fueron más rápido.
—¡Sui Generis! —le asestó un golpe en el rostro.
—¡Soda Stereo! —tomó la manta y lo envolvió alrededor del guardia.
—¡Torre de Babel! —el pequeño stand escribió sobre la manta, ajustando la temperatura y logrando que se duerma.
—Eso estuvo cerca —suspiró Cerati.
—Perdonen, no es mi culpa tener 92 centímetros de pecho —dijo Miranda avergonzada—. Además, hace años que no...
—Pensemos de qué manera nos deshacemos de este tipo —dijo Gabriel.
—¿Qué tal si nos lo comemos? —dijo Cerati riendo, para aliviar la tensión—. Hagamos que pierda oxígeno, de manera que quede igual que un borracho.
—Estoy de acuerdo con ello —replicó JoJo, mirando de reojo a Miranda.
—Es un buen plan, tan bueno como el que estábamos haciendo antes que llegara Miranda.
—¿Qué pasó, Miranda? —preguntó JoJo.
Miranda abrazó a JoJo, colocando su cabeza en su voluminoso pecho varonil. Sus lágrimas mojaron la camisa que llevaba.
—Tal parece que Enrique Bunbury seguía a Rick —concluyó Gabriel luego de la explicación de Miranda—. Si es así, sabe que conocemos las entradas al santuario.
—Eso es una desventaja —dijo Cerati.
—Sí, digámosle adiós al factor sorpresa, pero aún tenemos a Dio.
—¿Dio? —preguntaron JoJo, Cerati y Miranda a la vez.
—El desorden que puede hacer su stand puede ser de utilidad. Si atacamos por un lado, podríamos entrar por el otro y sacar la Piedra Eterna. Así no podrá activar el Bizarre Love Triangle o lo que fuera eso.
—Tienes razón —dijo JoJo—, pero...
—Habrán usuarios de stand —terminó Gabriel—. Es obvio, ahora que no está Cars, su mansión está desprotegida. Pero si logramos alejar la Piedra Eterna de él, habremos ganado.
—¡Sí! —exclamó Cerati emocionado.
—Eres brillante, Gabriel —comentó JoJo, extendiendo su mano al pequeño hombre. Este estrechó la suya y sonrieron.
Cerati y Miranda se dieron los cinco y luego lo hicieron con JoJo.
—Claro, ustedes lo hacen porque son más altos que yo —dijo Gabriel.
—Tomá los cinco —dijo Cerati acercando su mano a Gabriel. JoJo y Miranda hicieron lo mismo. Al final, los cuatro rieron juntos.
—¡Hey, ShoSho! —exclamó Miranda—. ¿Podés continuar usando a Sui Generis?
—Sí, ¿por qué lo preguntas?
—Necesito que mantengas el ritmo por unos segundos —abrazó a JoJo por la espalda, rodeando su abdomen con sus brazos—. Uhmmm... Vos, quieto, ¿de acuerdo?
—¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! —Sui Generis seguía golpeando a los Enanitos Verdes que iban hacia ellos, pero los puños del stand de JoJo hacían que los pequeños stands se desvíen.
—¡Mariposa Tecknicolor!
La piel de ambos presentaron aberturas que liberaron burbujas elásticas que salieron al exterior, rodeándolos.
—¡Salta, JoJo!
Saltaron a la vez y el stand de Miranda pudo crear una burbuja que atrapó a ambos.
—Solo durará unos segundos hasta que perdamos oxígeno. Lo moveré hasta la casa de Cars, así que trata de que esas cosas verdes no rompan la burbuja —dijo Miranda, estática.
—Sí —respondió JoJo. Sui Generis estaba fuera de la burbuja, asegurándose que la burbuja no se rompa.
Mariposa Tecknicolor hizo mucho esfuerzo al levantar la enorme burbuja desde el interior. Una fuerte ventisca los elevó hasta el cielo rápidamente hasta que un ave rompió la burbuja con el pico.
—¡Ah! ¿No te dije que cuidaras? —reclamó Miranda.
—Eso fue sorpresivo —dijo JoJo cayendo en picada—. ¡Sui Generis!
El stand de JoJo se manifestó, tomó la mano de su usuario y se aferró de la terraza de la mansión de Cars.
—¿Estás bien? —preguntó JoJo, tomando la mano de Miranda.
—Sí, ahora subime porque esas cosas parece que vienen por nosotros.
Ambos subieron con ayuda de Sui Generis y pudieron contemplar el panorama.
—Es terrible —comentó Miranda.
Los Enanitos Verdes continuaban expandiéndose por toda la ciudad de Buenos Aires, pero aún no la cubrían por completo.
—¡Wrrryyyyyyyyy!
Un estallido en medio de la marea verde llamó la atención de JoJo y Miranda. Era Dio usando la habilidad de Fabuloso Cadillac para abrirse paso entre los pequeños stands.
—¡Inútiles! ¡Inútiles! ¡Inútiles! ¡Inútiles desperdicios!
Fabuloso Cadillac lanzaba golpes, abriendo camino a su usuario. Este estaba enfurecido y eso lo motivaba a continuar pese al cansancio.
—Necesitamos alcanzar a Cerati y Gabriel antes que Dio o el Gran Maestro lleguen a ellos —indicó JoJo con determinación—. Pero para pasar a los Enanitos Verdes necesitamos de un parapente y eso requiere de mucha tela.
—¡¿Nos vamos a desnudar?! —exclamó Miranda.
—No, para nada —dijo JoJo, aunque en el fondo, esa opción no le sonaba tan descabellada—. Dentro de la casa de Cars debe haber tela, la suficiente para hacer el parapente.
—¿Paraqué?
—Pente, ya verás lo que es.
Ambos entraron por la ventana rápidamente. Mientras Dio continuaba golpeando a los Enanitos Verdes, llegando a la calle principal.
—¡Ah! ¡Inútiles!
Se sacaba a los pequeños enanos que se pegaban a su cuerpo, el resto seguía fluyendo como olas de mar. Fabuloso Cadillac continuaba lanzando golpes a una velocidad descomunal, pero desgastaba a Dio.
—No me queda de otra que intentarlo.
Fabuloso Cadillac dejó de lanzar golpes y preparó su pierna para hacer un barrido circular. Esto hizo que los Enanitos Verdes se alejen formando un círculo, pero rápidamente volvieron a cubrirlo. Sin embargo, fue suficiente para Dio quien estaba en el aire gracias a que Fabuloso Cadillac lo propulsó hasta llegar al techo del edificio.
—Sabía que funcionaría —se dijo a sí mismo.
A lo lejos, vio como un objeto puntiagudo salía de una de las ventanas de la mansión de Cars. Era JoJo y Miranda quienes habían construido un parapente con tela y madera.
—¡Sui Generis, sopla!
El stand de JoJo tomó todo el aire que pudo y resopló fuertemente, elevando el parapente en los aires.
—¡Lo logramos! ¡Estamos sobrevolando! —exclamó Miranda emocionada y un poco asustada.
—Por algo llaman Buenos Aires a esta ciudad —dijo JoJo.
—No. En verdad no.
—Deben estar pensando que estoy debajo de esas cosas verdes —Dio analizaba la situación—. Si dejo que vayan por Cerati y la Piedra Eterna, tendré ambas estrellas en el mismo lugar que la Piedra. Así que yo, Dio, habré ganado.
—¡Fiiiitooooooo! —exclamó Cerati.
Detrás de una pequeña ola de Enanitos Verdes, aparecía el Gran Maestro, manteniendo el equilibrio sobre una larga tabla de madera.
—¡Fito! ¡Fito! ¡Fito! —gritó Páez con lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Llegó muy rápido —indicó Gabriel—. Ni siquiera estamos cerca del mar y él llegó a nosotros.
—¡Lo mataré! —exclamó Cerati a punto de saltar, pero Gabriel lo detuvo.
—Tranquilo, Cerati. Él no puede acercarse a nosotros, si cae, pierde, por lo que debe mantenerse en esa tabla de madera. Aunque no lo notes, él no puede dirigir en su totalidad esa tabla, debe moverse con el movimiento de las olas. Apenas podrá acercar a Bitter Sweet Symphony.
El Gran Maestro hacía lo que Gabriel había descrito. Después de atacar a Fito, una ola de Enanitos Verdes casi lo hace caer por lo que tuvo que moverse a varios metros del coche donde estaban Cerati y el resto.
—Entonces, ¿qué hacemos?
—Detenernos sería un suicidio, pero si logramos mantenerlo a él en su lugar, tendremos tiempo para escapar.
—Estoy aburrido de escapar —reclamó Cerati—. Quiero acabar con él de una vez.
—¡Escucha, Cerati! Es importante mantener la calma. El tipo puede aparecer desde cualquier lado y acabar contigo en un parpadeo. Tú y JoJo tienen stands que le pueden hacer frente. Miranda y yo lo podremos neutralizar momentáneamente, pero tarde o temprano acabará con nosotros.
—Aún tenemos cartuchos de pólvora —indicó Páez con mucho pesar.
—No los necesitaremos —dijo Gabriel, acomodando su sombrero—. Aún no.
Cogió su sombrero y lo sumergió en los Enanitos Verdes, atrapando a dos de ellos.
El Gran Maestro seguía sobre la tabla de madera, logrando acercarse más y más al coche.
—Solo unos metros más y los tengo —dijo, moviéndose sobre una ola de Enanitos Verdes que casi lo empuja lejos.
—¡Oye, Enrique! —exclamó Gabriel, de pie sobre la Piedra Eterna—. Ojalá hubieras traído un abrigo.
Giró su sombrero en el aire, para luego lanzarlo hacia el Gran Maestro. Este lo esquivó sin problemas, pero se fijó en el sombrero. Al verlo, no había nada dentro de este.
—¿Qué hizo?
—¡Soda Stereo! —el stand de Cerati tomó al Enanito Verde y lo lanzó con fuerza, golpeando al Gran Maestro y tumbándolo de su tabla.
—¡Torre de Babel! —el stand de Gabriel escribió sobre el Enanito Verde que había capturado y lo lanzó fuera del coche.
Rápidamente, todos los Enanitos Verdes comenzaron a congelarse. El Gran Maestro al ver esto, activó su habilidad, logrando ponerse de pie sobre la tabla de madera, pero no podía moverse debido a que los Enanitos Verdes se congelaron por completo.
—Tch... Al menos podré ir por ellos a pie. ¡Bitter Sweet Symphony!
Activando su habilidad, logró acercarse al coche, pero no era suficiente.
—Patéenlo con más fuerza —dijo Gabriel a Cerati y Páez quienes hacían rodar a la Piedra a base de patadas.
—¿Este era tu plan? —preguntó Cerati fatigado.
—Quiero saber algo, algo muy importante.
El suelo tembló debajo de ellos. Los Enanitos Verdes comenzaron a moverse y multiplicarse lentamente.
—¡Maldición! —exclamó el Gran Maestro subiéndose al coche.
—Busquemos un lugar alt...
—¡Yaaaaaaaaa-hooooooooooo! —gritaron los Enanitos Verdes cuando comenzaron a moverse normalmente.
—Agárrense de la Piedra —indicó Gabriel. Aunque la Piedra era pesada, no se hundía por alguna extraña razón, pero eso no impidió que algunos Enanitos Verdes se pegaran a sus ropas.
—¿Ya-hoo?
—¡No! —exclamó Cerati mientras que Soda Stereo golpeaba a los escurridizos stands.
—¡Nos van a comer! —exclamó Páez con mucho miedo.
—Gabriel, es momento para atacarlo. No puede usar su stand ya que necesita un terreno estable, si lo usa en un sitio así, sabe que perderá al caer en los Enanitos Verdes.
—Pero entrar en su rango también es riesgoso para nosotros.
—¡Ahí viene! —señaló Páez.
El Gran Maestro movía el coche con la fuerza de su stand. Estaba acercándose a ellos rápidamente.
—¡Ah!... ¡Soda Stereo!
El stand de Cerati logró bloquear el ataque de Bitter Sweet Symphony que venía detrás.
—Eres tan obstinado, Cerati —dijo el Gran Maestro, sobre ellos—. Es una buena cualidad si lo usas en lo correcto.
Lanzó varias patadas, logrando tirar a Gabriel, Cerati y Páez al interior de la corriente de los Enanitos Verdes, mientras que el Gran Maestro se mantuvo de pie sobre la Piedra Eterna.
—¡Aaahh! —exclamó Páez, sintiendo los Enanitos Verdes recorrer su cuerpo.
Soda Stereo hacía su mejor intento al alejar a los stands, pero le era imposible ya que lo tenían rodeado hasta el cuello. Gabriel no quería usar su habilidad ya que eso podría poner en peligro a sus compañeros. Con ayuda de Torre de Babel logró subir hasta la superficie para tomar un poco de aire. El Gran Maestro los estaba rodeando, vigilante ante cualquier movimiento.
—Gabriel Très, me impresiona tu excelente habilidad detectivesca. Lograste obtener mucha información sobre Opus y las entradas al santuario.
—S-Solo fui muy paciente.
—Para recompensar tu brillante diligencia, te ayudaré a ayudar a tus amigos, sin embargo, eso te pondría en riesgo a ti. Si estás dispuesto a sacrificarte, te lo diré.
Gabriel vio como Cerati luchaba por apartar a los Enanitos Verdes mientras que Páez estaba comenzando a ser absorbido por los stands.
—Está bien. ¡Dilo, maldito!
—Come uno de los Enanitos Verdes diciendo "ya-hoo". El resto depende de ti.
—¿Por qué la Piedra Eterna flota? —preguntó Gabriel—. Pesa mucho como para flotar.
—Los Enanitos Verdes le temen a lo que se oculta en esta Piedra. Algo que tú no verás —concluyó el Gran Maestro, con una sonrisa cínica.
Gabriel suspiró, cogió a uno de los Enanitos Verdes que estaba chupando su sangre por una de sus heridas y se lo llevó a la boca.
—Ya-hoo...
Lo masticó y se lo tragó. En ese momento, todos los Enanitos Verdes dejaron de moverse y absorber a sus víctimas. Giraron en dirección a Gabriel y comenzaron a ir tras él.
—¡Ah! ¿Q-Qué hacen?
Los stands se reunían alrededor de él y hacían hoyos, entrando en su interior. Entraban por sus brazos, piernas, estómago, espalda. Por donde fuera posible entrar. El cuerpo de Gabriel se deformaba, pero luego adquiría su forma original. El dolor que sentía era tanto pero lo resistía para salvar a Cerati y Páez.
—¡Gabriel! —exclamó Cerati cayendo al suelo.
Todos los Enanitos Verdes se encontraban dentro de Gabriel. Las cicatrices se extendían por su cuerpo. Eran rojizos y sanguinolentos, expulsando un pus verdoso.
—A-Ahh...
—Te agradezco por contener a Enanitos Verdes dentro de ti, hubiera sido un desperdicio dejarlos en libertad hasta que encuentren un portador desconocido —el Gran Maestro puso su mano sobre la cabeza de Gabriel, moviéndolo como un muñeco—. Me serás de mucha utilidad. Junto a tu stand, podré controlar a esos millones de stands.
—¿C-Crees que voy a dejar que me controles? —un siseo pernicioso alertó al Gran Maestro—. ¡Sorpresa!
Gabriel abrió su chaqueta, mostrando tres cartuchos de pólvora encendidos.
—¡Ahí está Gabriel! —señaló Miranda. JoJo se conmocionó al ver el estado de Gabriel.
—¡Sui Generis! —el stand de JoJo descendió el parapente rápidamente—. ¡Gabriel, noooo!
—¡Bitter Sweet Symp...!
La explosión fue tan fuerte que aventó a JoJo y Miranda hacia la pared. El humo que se produjo se tornó cristalino, con unas chispas que se mezclaban entre el polvo y ascendían al cielo. En medio de ese humo, JoJo identificó una figura.
—G-Gabriel...
—Me alegra haber conocido a un Joestar —dijo Gabriel cálidamente—. Fue una gran aventura, JoJo. Espero tengas una larga vida para que no me olvides.
De los ojos de JoJo brotaron lágrimas que descendieron por sus mejillas y cayeron por su mentón.
—Y para que no me olvides... ¡Toma!
Gabriel lanzó un pedazo de tela. JoJo sabía lo que era. Lo extendió y vio la figura de él, Gabriel, Cerati, Miranda y el mayor García, comiendo plácidamente.
—Nos vemos luego, señor Joestar —acomodó su sombrero y su figura ascendió al estrellado cielo, donde se desvaneció como un polvo de estrellas que viajará por el espacio.
JoJo guardó la tela en su bolsillo y se puso de pie. Cuando el humo se disipó, pudo ver la figura del Gran Maestro, acercándose a lo lejos.
—¡Tú mataste a mi hermano! —exclamó Páez—. ¡Muere!
Jaló el gatillo, o eso pensó, pues otro Gran Maestro estaba detrás de él. Había clavado la estrella dentro de su cabeza y la sangre comenzó a correr.
—Veamos, ¿eres lo suficientemente fuerte de voluntad para adquirir un stand o morirás?
El cuerpo de Páez empezó a deshacerse como lo había hecho Mosca Tse-Tse unos días antes. El Gran Maestro recogió la estrella de entre los restos de Páez que ahora descansaba junto a su hermano.
—¡Desgraciado! —exclamó Cerati, herido y agotado viendo como su último amigo era asesinado.
—No sé si sea voluntad después de todo —comenzó a hablar, viendo la estrella plateada que tenía en la mano—. Tal vez es algo que tiene explicación, solo que no puedo saberlo. La tecnología actual me dificulta continuar con mis investigaciones. Quizás funciona a base de reacciones, como cuando un clavo oxidado entra a nuestro cuerpo. Cuando acabe con ustedes, lo averiguaré.
JoJo y Cerati miraban fijamente al Gran Maestro. Sus ojos estaban llenos de odio y de determinación.
—No más negociaciones, Enrique —dijo JoJo muy enfático.
—No tienes nada que yo quiera, mientras tenga la Piedra Eterna, tendré ventaja —dijo el Gran Maestro. Varios metros detrás de él estaba la Piedra Eterna, intacta.
Bitter Sweet Symphony se manifestó al lado de su usuario. Sui Generis y Soda Stereo hicieron lo mismo. Pero solo el Gran Maestro pudo esquivar la lanza que cayó en su posición, lo que provocó una explosión que mandó a volar a JoJo y a Cerati. Este último cayó en una tienda de botas de cuero.
—J-Justo son de mi t-talla —cogió un par y se las puso.
El Gran Maestro observó a través de sus espejos la ubicación de Dio, pero no lo encontraba. Solo veía una ráfaga oscura moviéndose de un lugar a otro.
—¿Adquirió una nueva habilidad? No lo creo. Es imposible. Eso quiere decir que mis conocimientos sobre las estrellas son minúsculos —se dijo enfurecido. Atravesó el último espejo, apareciendo al lado de los escombros. Tenía a su stand a su lado por si venía otro ataque sorpresa.
—¡Wrryyyyyyyyyyyyyyyy!
El Gran Maestro giró hacia la derecha, por donde venía el grito pero solo vio la punta de una veleta acercándose a él. Lo esquivó, saltando junto a su stand a unos metros. Cuando estaba por activar su habilidad, el puño de Fabuloso Cadillac le voló las ideas de la cabeza.
—¡Puughhhhh!
El golpe fue tan severo que hizo sangrar su nariz y su frente. Cayó de pie gracias a su stand, por lo que activó su habilidad y regresó diez segundos al pasado.
Al llegar, indicó a su yo del futuro que se mueva a otra dirección, viendo que Dio estaba acercándose en la dirección donde tenía pensado moverse en un inicio. No pudo hacer nada con la punta de la veleta, por lo que pasó por alto ese objeto. Sin embargo, Dio se aproximaba junto a Fabuloso Cadillac.
—¡Aún no puedes activar tu habilidad! —indicó Dio—. ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil!
Bitter Sweet Symphony bloqueó los ataques de Fabuloso Cadillac, hasta que Dio se percató de que el otro Bitter Sweet Symphony no se había ido, sino que estaba detrás de él.
—¡Ja, ja, ja, ja! —rió el Gran Maestro—. ¡Perdiste! ¡Aaaaaanswooooooooorrrrd!
Bitter Sweet Symphony lanzó una brutal lluvia de golpes sobre Dio, Fabuloso Cadillac tampoco pudo hacer mucho ya que también recibía los ataques de el otro Bitter Sweet Symphony.
Tanto usuario como stand fueron derrotados. Ambos Bitter Sweet Symphony juntaron sus pies para lanzar una patada final, que lanzó a Dio por los aires hasta caer en la acera.
—Al fin me deshice de ese inútil.
—¡Mariposa Tecknicolor! —el stand de Miranda estiró sus brazos hacia los dos Gran Maestros y sus stands, haciendo que ambos pierdan oxígeno.
—¡Maldita perr...!
Una bota propulsada por un chorro de agua se dirigía velozmente a la cara del Gran Maestro. Mientras uno desaparecía, el otro recibía el impacto.
—¡Bitter Sweet...
—¡Sui Generis! —el stand de JoJo se adelantó por detrás del stand de Enrique y tomando su brazo, aparecieron en el mundo de los espejos.
—¡Maldito Joes... Aahhh!
Al girar la cabeza para ver a JoJo, vio el puño de Sui Generis plantarse brutalmente en su cara, lanzándolo a través de los espejos hasta llegar a un par de segundos antes de irse.
El Gran Maestro recibía el impacto de la bota y desaparecía junto a otro JoJo. Pero el JoJo que aparecía junto al Gran Maestro, le lanzó otro golpe en el estómago, haciendo que este escupa al suelo.
—¿Creíste que me quedaría de brazos cruzados, Enrique? —reclamó JoJo. Cerati llegó a su lado.
—¡Bitter Swe... Aaaahhhh!
Mariposa Tecknicolor volvía a activar su habilidad en el Gran Maestro, esta vez de manera más agresiva.
—¡Sui Generis!
—¡Soda Stereo!
Ambos stands se acercaban furiosamente al Gran Maestro.
—¡Esto es por Gabriel, Fito, Páez y todos aquellos inocentes que mataste por tu demente causa! —gritaron JoJo y Cerati al unísono—. ¡Overdrive Punch!
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La inclemente ráfaga de puños arremetía al Gran Maestro y a su stand como una ametralladora de carne y huesos que impactaban en su avejentado cuerpo.
Sui Generis y Soda Stereo juntaron sus puños y con un feroz grito....
—¡Oraaaaaaaa!
—¡Degaaaaaaa!
...lanzaron el demacrado cuerpo del Gran Maestro por los aires. Fue tan potente el golpe que estuvo cayendo a una distancia de diez metros, cayendo sobre la Piedra Eterna. Su espalda entera soltó un crujido tan grave que resonó en toda la calle. Los brazos y piernas extendidos del Gran Maestro dejaron de mostrar fuerza y vida.
—A-Al fin —dijo Cerati.
—Sí, al fin —replicó JoJo.
—¡E-Es maravilloso! —exclamó Miranda emocionada. Saltó sobre JoJo para abrazarlo, JoJo abrazó a Cerati y los tres se unieron en un fuerte abrazo que duró varios segundos.
—Vayamos por la estrella que tiene Dio, antes que huya —dijo JoJo al cabo de unos segundos.
—Sí.
Dio se encontraba sentado, apoyado en la pared. Cuando los vio venir, no hizo más que reírse.
—Ya sabes lo que te voy a decir, Dio —dijo JoJo.
—Aprovecharon que el Gran Maestro estaba distraído conmigo y lo mataron. Bien hecho, inútiles.
—Sino nos das la estrella, te quitaré el oxígeno hasta que te desmayes —dijo Miranda, manifestando a su stand.
—Y ya sabés lo que haré yo —replicó Cerati, manifestando a Soda Stereo.
Sui Generis se manifestaba por encima de JoJo, mostrando superioridad.
—Después de todo ya perdí, ¿no? Ja, ja, ja —rió Dio débilmente, mientras su mano entraba dentro de su chaqueta, pero sus ojos alertaron una terrible realidad—. No puede ser —pasó sus manos por otros lados de su chaqueta, incluso en los bolsillos del pantalón.
—¿Se te cayó? —preguntó Cerati.
—Seguramente.
—Bien, lo desmayaré —dijo Miranda, pero JoJo la detuvo. Empezó a buscar la estrella pues sentía un mal presentimiento.
—Cerati, ¿no te di la estrella? —preguntó, cuando no encontraba la estrella que tenía.
—Para nada, vos la llevabas. ¿No me digas qué...?
Un murmullo siniestro llamó la atención de los cuatro que voltearon a ver de lo que trataba. Sus ojos se pasmaron cuando vieron al Gran Maestro sentado y apoyado contra la Piedra Eterna. Su rostro estaba ensangrentado al igual que su túnica, sus piernas estaban chuecas por lo que el golpe en la columna lo afectó notoriamente.
—Fue tan fácil —explicó el Gran Maestro—. Usé a Bitter Sweet Symphony en el santuario y tú no te diste cuenta, Jonathan Joestar. Y tampoco tú, Dio Brando, cuando mi stand estuvo detrás de ti.
—Imposible —dijo JoJo—. ¡Sui Generis!
—¡Soda Stereo!
Ambos manifestaron a su stand cuando vieron que el Gran Maestro tenía las tres estrellas en su poder.
—Después de cuarenta largos años... ¡Despertaré finalmente a Astaroth!
Giró sus brazos clavando las estrellas en la Piedra Eterna. Cuando entraron en contacto, la superficie de la piedra comenzó a moverse tragando las estrellas.
—¡Un paso más al Nuevo Orden! —exclamó el Gran Maestro cuando Sui Generis y Soda Stereo estaban a punto de golpear al Gran Maestro, sin embargo, una fuerza descomunal proveniente de la Piedra los empujó de vuelta a sus usuarios.
El vapor que salía de la Piedra invadía toda la calle y el brillo, cegaba a JoJo y Cerati.
—¡No veo nada! —exclamó Miranda, cubriéndose los ojos por la brillante luz.
El vapor y la luz desaparecieron, dejando a la vista a un ser de dos metros, con un cuerpo cadavérico y con tejidos que se mostraban jugosos y vivos. Tenía argollas en los brazos y piernas, como adornos metálicos en partes de su cuerpo.
—Oh, Astaroth, al fin haz despertado...
Pero Astaroth lo ignoró. Su vista se fijó en Miranda y fue rápidamente a ella.
—¡Soda Stereo!
—¡Sui Generis!
JoJo y Cerati lanzaron a sus stands contra Astaroth, pero este saltó en el aire, colocando sus manos en la cabeza de ambos stands, mandándolos de vuelta a sus usuarios, lo que produjo que estos caigan de espaldas contra la pared.
—¡Sagsharaaaaaaaa! —gritó Astaroth al acercarse a Miranda. Esta activó su stand pero no tuvo efecto.
Astaroth tomó a Mariposa Tecknicolor del cuello y la regresó al interior de Miranda, colocándola contra en el suelo. Era ella la que perdía oxígeno ahora al tener la gigante mano de Astaroth alrededor de su cuello.
—Astaroth —dijo Dio, viendo de cerca a Astaroth—. Deja a esa mujer, activemos el Bizarre Love Triangle. Hagamos que los tres seamos solo uno.
Las uñas de Astaroth se habían clavado del cuello de Miranda y comenzaban a succionar su sangre.
—¡J-JoooJooo! ¡C-Cerati!
—Ven, Astaroth —Dio activó a Fabuloso Cadillac frente al monstruo—. Usa a mi stand. Seremos los seres más poderosos de este mundo.
Astaroth observó a Fabuloso Cadilac por unos segundos y luego sacó sus garras del cuello de Miranda. Al haber perdido sangre y oxígeno, Miranda estaba inconsciente.
Dio se acercó a Astaroth, pero este se interesó en Fabuloso Cadillac. Lo tomó del cuello y lo levantó con su cadavérico brazo.
—¡Oh, Astaroth! —exclamó el Gran Maestro, mostrando parte de su espalda—. Observa la marca de Buun-bury, aquel hombre que hizo el trato contigo. Yo soy su descendiente. ¡Ven conmigo!
Al ver la marca de los Bunbury, Astaroth regresó a Fabuloso Cadillac a Dio con tanta fuerza que destruyó toda la pared. El monstruo se inclinó y saltó fuertemente, corriendo como un guepardo hambriento.
—Ese monstruo me debilitó, pero debo evitar que entre en contacto con Enrique —dijo JoJo, poniéndose de pie y manifestando a Sui Generis.
El stand de JoJo se interpuso en el camino de Astaroth, pero este lo ignoró, enviándolo de vuelta a su usuario. Sin embargo, fue JoJo quien se trepó en Astaroth, tumbándolo al suelo con una llave.
—¡Ceraaaatiiiiiii!
—No, no... —imploraba el Gran Maestro sin poder moverse.
—¡Soda Stereo! —el stand de Cerati lanzó un potente golpe que dio de lleno en el pecho de Astaroth. La criatura lanzó un quejido tan gutural que hubiera espantado a una bandada de cuervos a distancia.
—¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega!
Aunque Soda Stereo lo golpeaba, no parecía afectarlo. Astaroth, pese al peso de JoJo, logró ponerse de pie y detener el golpe de Soda Stereo. Su rostro se mostraba enfurecido y quebró el brazo del stand de Cerati, afectando a este último.
—¡Aaahhh!
Empujó al stand de regresó a su usuario y sacó a JoJo de su espalda. Lanzándolo contra Cerati.
—P-Pensé que no sobrevivirías —dijo el Gran Maestro muy emocionado frente a Astaroth. Este ignoró sus palabras y manifestó al stand de Enrique, jalándolo de su cuerpo—. ¿Q-Qué? ¡Aaaahhh!
El grito del Gran Maestro impresionó a JoJo y Dio ya que vieron las garras de Astaroth abrir la espalda de Bitter Sweet Symphony.
—¿Qué hará? —se preguntó Dio.
El Gran Maestro había sentido el dolor del desgarro, pero este desapareció rápidamente. Tomó aire y se mantuvo tranquilo.
—¡Sagsharaaaaaaaa!
Abrió la espalda de Bitter Sweet Symphony con sus dos manos y su cuerpo comenzó a entrar dentro del stand. Sus cadavéricos brazos rellenaron los brazos del stand al igual que sus piernas. En cuestión de segundos, Bitter Sweet Symphony se convirtió en una envoltura que se pegó a la figura de Astaroth, resultando en una monstruosa imagen.
—¡Está completo!
Enrique giró a ver a JoJo y sonrió cínicamente.
Bitter Sweet Symphony-Astaroth comenzó a levitar al igual que su usuario.
—¡Sagsharaaaaaaaa! —con ese grito, su cuerpo entero comenzó a brillar. El Gran Maestro también se vio envuelto en ese destello que alumbró a la ciudad de Buenos aires por completo.
—Ponete de pie, JoJo —dijo Cerati con una rodilla hincada sobre el suelo—. Esto aún no se ha acabado. Debemos detenerlo.
JoJo vio a Miranda y luego vio a Cerati.
—Tienes razón, Cerati —tomó la mano de su amigo y juntos se pusieron de pie para hacerle frente al Gran Maestro.
—¡Fabuloso Cadillac! —Dio corría hacia el Gran Maestro, con una empuñadura en la mano de su stand—. ¡Wrrryyyyyyyyyyy!
Lanzó el objeto al brillo que estaba en los aires, sin embargo, no hubo tal explosión.
—¡Imposible! ¡Imposible! ¡Esto no puede estar pasando!
JoJo, Cerati y Dio observaron como se alzaba una silueta brillante. Alcanzando los cinco metros de largo, los brazos eran largos y parecían ser varios, hasta que se dieron cuenta que los estaba moviendo, dejando reflejos de estos a su paso. En el centro del gigante stand, se encontraba el Gran Maestro, pulcro y con una túnica plateada. Tenía una estrella en la frente y una en cada mano. Tanto usuario como stand hacían una pose que mostraba superioridad ante sus adversarios.
—Llegó el momento de que la humanidad evolucione y nadie podrá detener ese proceso —hablaba con una calma que generaba paz y tranquilidad. Sin embargo, para JoJo, Cerati y Dio no era así.
—¡Sui Generis!
—¡Soda Stereo!
—¡Fabuloso Cadillac!
Los tres stands se dirigieron al enorme stand del Gran Maestro, pero este comenzó a mover sus ocho brazos rápidamente, creando líneas de luz en sus dedos.
—Ahora.
Movió rápidamente las manos hasta que las extendió de golpe. Las líneas que había creado se estiraron a tal velocidad que traspasaron la cabeza de JoJo, Cerati, Dio y Miranda y seguían extendiéndose. En cuestión de segundos había cruzado Argentina, traspasando las cabezas de paraguayos, chilenos, bolivianos, peruanos, colombianos, venezolanos, ecuatorianos. Las líneas seguían extendiéndose, llegando a traspasar las cabezas de los habitantes de Centroamérica diez segundos después de cruzar Argentina. México no se salvó, ni Estados Unidos ni Canadá. Tampoco las islas de la Polinesia ni islas cercanas. Treinta segundos después de cruzar México, Europa entera veía la llegada de las líneas azules y sus habitantes sufrieron el mismos destino. Toda Asia pasó por lo mismo diez segundos después de Europa, al igual que el resto del mundo. Hombres, mujeres. Niños, ancianos. Pobres y ricos. En un solo minuto, la humanidad entera había sido atravesada por las líneas azules del nuevo stand del Gran Maestro.
—He aquí el comienzo de... New Order.
Próximo capítulo: El camino hacia el Nuevo Orden - Parte 1
Nombre del usuario: Nito, Gabriel, el primer usuario es desconocido
Nombre del Stand: Enanitos Verdes
Stats
Poder destructivo: C
Durabilidad: A
Velocidad: A
Precisión: C
Rango: A
Potencial de aprendizaje: E
Habilidades
Enanitos Verdes es un stand de tipo colonial. El tamaño de cada uno de los Enanitos Verdes es de 10 cm de largo, 5 cm de ancho. Su habilidad consiste en multiplicarse de manera infinita cuando el portador del stand desea hacerlo, sin embargo, consumen el cuerpo del usuario hasta desaparecerlo. Para volverse el portador de la colonia de Enanitos Verdes es necesario comer a uno de ellos y decir "ya-hoo". Si ven a alguien con una herida abierta, se pegarán a ella como sanguijuelas hasta absorber todos sus fluidos y matarlo.
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