El más buscado - Parte 1
Una gran multitud empezaba a formarse alrededor del incendio que consumía el club nocturno. Rápidamente, todo el edificio estaba en llamas e iluminaba la calle con un tono naranja y una cálida brisa con olor a hollín.
JoJo saltó hacia adelante, sosteniendo a Miranda entre sus brazos. La ropa de ambos tenían algunas partes chamuscadas mientras que la piel estaba caliente.
Miranda seguía inconsciente. Con rasguños en el rostro y brazos debido a la caída del segundo piso. La palidez de su cuerpo comenzaba a desaparecer, dejando ver un tono rosáceo que sonrojaba sus mejillas.
Caminó unos metros más hasta que el cansancio no le permitió avanzar más. Estaba muy lejos del incendio, en una calle poco concurrida y levemente oscura.
Dejó a Miranda en el suelo y se aseguró que estaba viva. Luego de sentir su respiración por la nariz, tomó un respiro y se sentó al lado de ella.
Con los ojos entrecerrados. JoJo vio en dirección del incendio. El sonido de las llamas hacían que su mente tratase de recordar algo de su pasado pero no podía. Sentía que todo se encontraba atorado en medio de una abertura por la cual todos sus recuerdos no podían pasar. Eso frustraba a JoJo, quien solo cerró los ojos y trató de dormir.
A los pocos minutos, Miranda despertó y vio su alrededor.
—¿En dónde estoy? —Vio a JoJo dormido y recordó lo sucedido hasta la caída del camerino sobre ella. Tocó las heridas que tenía en el brazo y en las piernas para asegurarse que no sean graves. Se puso de pie y llamó a JoJo pero este no despertaba.
—¡Hey! ¡JoJo! ¡Despertá!
«JoJo... JoJo... JoJo»
Dentro de la mente de JoJo, comenzó a escuchar la voz de un hombre mayor que decía su nombre. La misma voz que había escuchado anteriormente pero no podía reconocerla.
«JoJo... JoJo... Te perdono hijo... JoJo»
JoJo se levantó repentinamente. Tenía lágrimas en los ojos que habían mojado sus mejillas.
No había duda. Esa voz era la de su padre. Pero, ¿qué había hecho JoJo como para que su padre lo perdone?
Él no tenía las respuestas. Se llevó las manos a la cabeza y trató de recordar el porqué de esa voz pero no pudo.
Luego de unos segundos se percató que estaba en la habitación de una mujer. Debido a los perfumes que adornaban una mesa larga que se extendía en la misma habitación. Lo extraño de todo era que estaba completamente desnudo.
—P-Pero... ¿qué pasó aquí?
A diez calles de la ubicación de JoJo, Andrés Cerati caminaba en la oscura madrugada con el uniforme mojado por el agua luego de su pelea con Kuryaki Valderrama.
El viento frío que recorrían las calles bonaerenses hacían que tirite de frío. Había caminado por más de dos horas, alejándose de su destruido hogar que le perteneció a su madre. Además, trataba de alejarse del Cuartel de la Milicia, pues el capitán del ejército, Dio Brando, tenía interés en la estrella plateada que Cerati guardaba celosamente en su bolsillo.
El objetivo actual de Cerati era encontrar a JoJo y escapar de Buenos Aires. Del país, si fuera posible.
Pero las cosas se habían complicado luego de la pelea con los Valderrama. Unos usuarios de stand que parecían estar al servicio de Dio Brando.
En el silencio de la madrugada, escuchó el galope de un caballo que se iba acercando por una esquina.
«Espero que no sea ninguno de mis compañeros —pensó Cerati»
Apareció un caballo, llevando un gran tonel que contenía agua. El jinete cabalgaba a toda velocidad en dirección al punto de origen de la gran humareda que había pintado el cielo de gris.
Cerati no se había percatado del humo hasta ese entonces. Por lo que dedujo que un incendio es un buen escenario para una pelea de usuarios de stand donde debía estar JoJo. Se apresuró unos metros cuando se topó con el regordete mayor García.
—¡Cabo Cerati! ¿Qué hace a estas horas de la madrugada en la calle? Recuerde que hoy vuelve al Cuartel y no volverá a casa hasta la próxima semana —dijo el mayor García, moviendo graciosamente el mostacho.
—S-Se... Mayor García... Y-Yo... —balbuceó Cerati.
—Dejá de tartamudear, cabo Cerati. La gran Argentina no admite soldados temerosos sino valientes hombres que pongan su vida ante su patria —dijo el mayor García, solemnemente.
—Lo sé, mayor García.
Cerati quería deshacerse de la presencia del mayor para poder ir al incendio. Además, temía que el mayor García esté colaborando con el capitán Brando, lo que haría que su situación empeore.
—Por cierto Cerati, ¿por qué su ropa está mojada? —dijo el mayor, mirando inquisitivamente los ojos de Cerati.
—¿Eh?... Ah, es que me caí en una fuente de agua al tratar de impedir que un mozuelo robe las monedas que los ciudadanos depositan de buena fe —dijo, tratando de convencer al regordete mayor.
—Ya veo, entonces no sabes nada sobre lo que sucedió en la calle Buenavista, justamente donde está tu casa, Cerati.
El mayor tomó el brazo de Cerati con fuerza, mirándolo directamente a los ojos pese a la oscuridad de la madrugada.
—¿Qué pasó en el despacho del capitán Brando?
—Son asuntos del capitán y yo, vos no debe saberlo —dijo Cerati fríamente.
—Cabo Cerati, estoy tratando de ayudarte pero necesito saber qué es lo que sucede aquí.
En ese momento, Cerati activó a Soda Stereo.
«Si es un usuario de stand, verá el mío y así sabré que está ayudando al capitán —pensó Cerati»
Los ojos del mayor seguían clavados sobre los de Cerati en una tensión que seguía aumentando con cada segundo que pasaba. El mayor dejó el brazo de Cerati y este hizo que Soda Stereo se dirija hacia el mayor para darle durísimo golpe en el rostro. Pero detuvo el puño a pocos centímetros del rostro del mayor García, quien estaba sorprendido por el repentino aire que chocó su rostro, el cual fue producido por el puño del stand de Cerati.
—¿Qué fue eso? —dijo el mayor.
—¿No lo vio? —dijo Cerati—. ¿No vio a mi stand?
—¿Stand? —dijo el mayor—. No sé de qué hablas, muchacho.
—Mayor García, sé que esto le parecerá una locura pero he adquirido un stand, una habilidad que me permite crear puntos de fuga de agua en cualquier superficie. Y parece ser que el capitán Dio Brando también tiene uno por lo que sus intenciones parecen oscuras ya que él quiere obtener esto. —Sacó la estrella plateada de su bolsillo. —Este artefacto otorga stands a la gente, tales stands varían en habilidades inimaginables lo que representa un peligro para la patria argentina.
El mayor García tenía un rostro inmutable mientras escuchaba las palabras de Cerati.
—Por eso —continuó Cerati—, pido que me ayude a encontrar a JoJo, el hombre del desierto, él fue quien trajo esta estrella de cinco puntas. Pero ha olvidado su pasado, por lo que si le ayudamos a recordarlo, podremos saber las intenciones del capitán Brando.
—Todo lo que decís —dijo el mayor—, suenan a las mismas cosas que mi hijo decía antes de...
—¿Su hijo? —dijo Cerati, sorprendido.
—Cabo Cerati, hablar de esas cosas aquí es peligroso. Vayamos a mi casa y te contaré lo que mi hijo me contaba antes de...
—¿Antes de? —preguntó Cerati.
—Antes de ser asesinado por Dio Brando.
Próximo capítulo: El más buscado - Parte 2
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