Bitter Sweet Symphony - Parte 8
[7 minutos antes del reencuentro entre JoJo y Dio]
Con la respiración agitada y con el sudor cayendo por su frente, Dio seguía tras Mosca Tse-Tse entre los pequeños callejones de las casas y edificios. Su única guía era la baba que estaba en su mano y que se expandía cuando se alejaba de Mosca Tse-Tse. La manera en que sabía que estaba cerca de ella, era cuando la expansión se detenía, pero llevaba unos minutos así por lo que la baba ya cubría su mano.
—Por los cambios de dirección que ha hecho, supongo que no puede ir tan lejos. Es posible que sus alas ya no le estén ayudando como antes. ¡Es una ventaja para mí, Dio! —dijo Dio mientras corría.
Sus oídos percibieron un ligero zumbido sobre un edificio de tres pisos. Esto coincidía con el detenimiento de la expansión de la baba.
—Está aquí —dijo Dio y con ayuda de Fabuloso Cadillac, comenzó a escalar por las paredes rápidamente.
Al asomar la cabeza por el piso, pudo ver a Mosca Tse-Tse sobre una chimenea con una ala doblada. Tal parecía que sobreesforzó sus alas al escapar de Vilma Palma. Sigilosamente, subió y caminó hasta la mosca, pero esta, con ayuda de sus innumerables ojos lo observó de reojo y esquivó el manotazo que lanzó Fabuloso Cadillac.
—¡Aaahhhh! —gritó Mosca Tse-Tse.
—¡Dame esa estrella!
—¡Nunca! ¡Pfrumh! —Mosca Tse-Tse expulsó más baba sobre el tórax de Dio y emprendió vuelo, pero su ala doblada le impidió tal acción por lo que cayó al suelo.
Dio, con cara de asco, saltó hacia ella junto a Fabuloso Cadillac, preparando su brazo para aplastarla.
—¡La estrella será para el Gran Maestro! —Mosca Tse-Tse expulsó un hilillo de baba la cual lanzó como un pequeño látigo hacia el rostro de Dio, logrando golpearlo con la dureza del material.
—¡Agh!
Mosca Tse-Tse, usando sus patas y las alas en buen estado que le quedaban, dio saltos hasta el extremo del piso y caer hasta la calle. Dio, pasando su mano por su rostro, se impulsó con Fabuloso Cadillac y la cogió antes que la mosca se lance. Tal acción, hizo que ambos caigan del tercer piso hasta la avenida.
—¡Déjame! ¡Déjame!
—Ahora sí... ¡La estrella es mía!
Dio cogió la estrella mientras que Mosca Tse-Tse se desprendía de los brazos de Fabuloso Cadillac. Aprovechando que Dio estaba emocionado por la estrella, lanzó varios disparos a su cuerpo, cubriéndolo con la pegajosa baba.
—Ya no podrás moverte y el Gran Maestro, vendrá por ti y cuando eso suceda... ¡Pam! Te matará ja, ja, ja, ja.
El rubio trataba de moverse pero la baba cubría las uniones de sus extremidades, por lo que el esfuerzo era en vano. Sin embargo, su rostro cambió de expresión al ver lo que estaba frente a él y que estaba detrás de Mosca Tse-Tse.
—¡Livin' la vida loca!
El stand de Rick rodeó a Mosca Tse-Tse con su cuerpo, impidiendo que este escape.
—¿Eres otro de los lacayos del Gran Maestro? —preguntó Rick.
—Lo era. Estoy seguro que tú también, ¿no es así? —La sonrisa de Dio desapareció al ver que un poco más allá de Rick estaba Cerati y Miranda en el suelo—. ¿Esos no son...?
—Veo que los conoces —dijo Rick suspirando.
—No hay duda de que son un par de inútiles.
—Bueno, amigo. Ellos no están embarrados con baba de mosca —Rick sonrió.
—¡Ah! ¡Cállate! —exclamó.
Rick posó sus ojos sobre la estrella que Dio llevaba en la mano.
—¡La estrella plateada!
—Hmm... —Dio meditó—. Libérame y te daré la estrella —una sonrisa de confianza apareció en el rostro de Dio.
—No le hagas caso —Cerati entró en escena, con el rostro agotado y sudoroso.
—Pensé que estabas muerto —comentó Rick aliviado.
—Por poco, pero al escuchar la voz de este mentiroso no podía seguir acostado —Cerati hablaba con un tono lleno de fastidio.
—¿Qué pasó, Cerati? —preguntó Dio con sorna—. ¿Uno de los perros del Gran Maestro te venció? Déjame adivinar... Fue Cars, ¿no es así? Ja, ja, ja, ja, ja.
—Fue el Gran Maestro —respondió Cerati tajantemente.
La sonrisa de Dio desapareció dando pasó a una mirada que esbozaba pánico.
—¿É-Él está aquí? —dijo Dio—. Ahora entiendo las palabras de esa sucia mosca.
—Parece que su paciencia llegó al límite y está detrás de la estrella —Cerati apuntó el objeto que Dio llevaba en la mano—. ¿No es la estrella del mayor García? ¡¿Qué pasó?!
—Hum... Libérame de esta baba y te lo diré. Sé que sabes la forma de hacerlo ya que ese enano castaño hizo lo mismo con el mayor García.
—No lo haré —respondió Cerati—. Nos moveremos y buscaremos a JoJo y al mayor García.
Rick fue donde Miranda y la cargó en sus brazos. Este llevaba una expresión de tristeza.
—¿Sigue viva, verdad? —preguntó Dio con un extraño ánimo—. Si me liberas, te diré una manera en que podrás salvarle la vida. Hazlo de una vez ya que le queda poco tiempo de vida.
—¡Dejá de decir mentiras! —exclamó Cerati
—¿Crees que mentiría? Estoy arriesgándome en salvar la vida de esa mujer detestable a cambio de que me quites estas cosas. Si no lo haces ahora, es posible que el Gran Maestro y los demás vengan antes de que puedas hacer algo.
—¿Los demás? —intervino Rick.
—El mayor García y ese enano están peleando contra Vilma Palma y Duncan Dhu, sin contar que hay decenas de guardias y soldados alrededor de estas calles. En cualquier momento, vendrán por ustedes y caerán al no tener más aliados.
Cerati se encontraba dubitativo. Tenía por un lado la desconfianza hacia Dio y por el otro, a Miranda agonizando.
—¡Sus latidos cada vez son más débiles! —exclamó Rick al poner su mano en el pecho de Miranda. La respiración estaba desapareciendo poco a poco.
—¡Date prisa, Cerati! —exclamó Dio—. El tiempo no se detendrá para que lo pienses tanto. ¡Debes decidir ahora o nunca!
Cerati presionó los dientes ante tal disyuntiva. Hasta que suspiró y tomó una decisión
—Soda Stereo...
El stand de Cerati dio un golpe en el poste cerca a él y del punto de impacto, un chorro de agua salió disparado hasta Dio, que lo bañó por completo.
—¿Solo agua? —preguntó el rubio.
Cerati llevó su mano a la parte trasera de su pantalón y sacó un pequeño sobre.
—No. Aún falta un ingrediente.
Abrió el sobre y echó todo el contenido en el transcurso del chorro. Era abundante sal que se combinó con el agua cayendo sobre el rubio. Al hacerlo, la baba de Mosca Tse-Tse comenzó a disolverse. Dio estaba asombrado y satisfecho.
El chorro desapareció, dejando un hoyo en el poste. Cerati vio de reojo a Dio, esperando que haga una acción que ayude a Miranda.
—Déjala en el suelo, no será nada bonito lo que vendrá —comentó Dio.
Rick hizo lo que el rubio pidió y se alejó unos pasos para asegurarse de que no la lastime. Cerati se quedó en su lugar, preparado para atacar a Dio por si se pasaba de listo.
El rubio caminó hasta la agonizante Miranda. Tanto Cerati como Rick lo veían con mucha atención. Dio levantó la mano en donde tenía la estrella y la bajó hasta el pecho de Miranda.
—¡¿Qué haces?!
Dio soltó la estrella y saltó hacia atrás mientras que la estrella entraba en el cuerpo de Miranda. Al entrar por completo, Miranda comenzó a retorcerse y un vapor salía de su piel.
—Eso no la matará. En verdad no sé si ayudará en algo, pero a mi sí me funcionó —explicó Dio con despreocupación.
Cerati y Rick veían a Miranda retorcerse en el suelo mientras que su piel seguía expulsando vapor. Este se hizo tan intenso que no podían verla.
—¿Se está quemando? —preguntó Rick con preocupación.
Al cabo de unos segundos, Miranda se quedó quieta y el vapor que expulsaba dejó de salir. Cerati y Rick se llevaron una sorpresa al ver el agujero producido por Bitter Sweet Symphony en la ropa de Miranda mostraba parte de su abdomen, exactamente la parte del ombligo.
—¡La regeneró! —exclamó Cerati. En ese momento, la estrella salió por el mismo lugar por donde había entrado y rodó hacia el suelo.
Rick se acercó a ella y acercó su oído a su pecho.
—¡Está viva! —exclamó emocionado—. Pero sigue inconsciente.
—Tal vez es porque estuvo cerca de morir —explicó Dio.
—¿Ahora qué es lo que querés? —increpó Cerati a Dio.
—Solo quiero la estrella de vuelta —Dio sonrió.
—Eso no —Cerati recogió la estrella y la guardó—. Nos va a ser útil ahora que sabemos que puede regenerar heridas.
—Idiota —reclamó Dio—. Te ayudo y es así cómo me agradeces.
—El trato era liberarte a cambio de que salves a Miranda. Nunca acordamos en que te llevarías la estrella.
Dio mostró una expresión de enojo, pero luego se calmó.
—Okey, okey. Tienes razón, Cerati. Además, la recogiste antes que yo y eso te hace el portador de esa cosa ja, ja, ja.
Cerati lo seguía viendo con cara de pocos amigos.
—Dime, ¿dónde está el mayor García y Gabriel?
—Si me das la estrella, te lo dir...
—¡No te daré nada! —interrumpió Cerati.
Un silencio incómodo se hizo entre los dos. Rick cargó a Miranda en sus brazos.
—Ho... Tú ganas, Cerati —dijo Dio sonriendo de nuevo—. Pero si te lo digo, quiero que me entregues a esa mosca que el stand de ese tipo está encerrando.
—¿Por qué? —interrogó Cerati.
—Es parte de la sociedad del Gran Maestro. Esa mosca es como si fuera los ojos de él, si lo elimino, no le dirá mi ubicación. No lo hago por ti, sino por mí.
Cerati frunció el ceño, para luego mover la cabeza como señal para Rick de que lo libere.
Livin' la vida loca se deshizo en un espesos grumos y Mosca Tse-Tse lanzó un disparo de baba a Cerati. El proyectil cayó en la chaqueta de Cerati y este se la sacó antes que llegue a alguna parte de su cuerpo.
—Gabriel me contó sobre eso, pero no sospeché que era tan asqueroso.
—¡Malditos! ¡La pagaraaaahhhmmm...!
La boca de Mosca Tse-Tse fue cubierta por la gruesa mano de Fabuloso Cadillac, quien lo cogía con fuerza de las alas y parte del cuerpo.
—Bien. Dímelo, Dio Brando —dijo Cerati seriamente.
—Como cambian las cosas, Andrés Cerati. Hasta hace algunos meses yo era tu capitán, a quien tenías que obedecer en todo. Así sea lavar unas sucias letrinas.
—¡Dilo de una vez!
—Está bien —Dio tomó aire mientras secaba su rostro—. Ellos están a cuatro calles al sur. Ten cuidado con los guardias que pueda haber en el camino.
El rubio guiñó el ojo derecho mientras que Cerati y Rick ni se inmutaban.
—Si intentas hacer algo mientras nos vamos, la pagarás —amenazó Cerati apuntándolo con su dedo.
—Vete de una vez —respondió Dio fríamente.
Cerati y Rick dieron la vuelta y fueron hacia la esquina, para luego girar hacia la izquierda e ir rumbo al sur.
Mosca Tse-Tse gimoteaba desesperadamente por la presión ejercida por las manos de Fabuloso Cadillac. Sin embargo, no se esperaba la acción de Dio.
—Te dejaré en libertad, mosca.
—¿Hemmm? —Mosca Tse-Tse dijo un "qué" ahogado por la mano del stand del rubio.
—Si. Quiero que busques a tu amo y dile que Cerati lleva la estrella y que se dirige a cuatro calles al sur. Realmente no sé dónde está el mayor ni Gabriel, pero esa ubicación le será útil al nefasto de tu amo.
—¿Morfe fames emso? —preguntó Mosca Tse-Tse bastante impresionado.
—No lo hago por el Gran Maestro ni por ti. Solo imagina a todos los inútiles que impiden mi camino a la grandeza, enfrentándose en una cruenta batalla hasta morir. Eso es lo que quiero. Que se maten entre ellos. Si Cerati ya se enfrentó al Gran Maestro antes, entonces tiene indicios sobre su habilidad por lo que una próxima batalla podrá vencerlo o al menos dejarlo vulnerable.
Dio soltó una perturbadora sonrisa.
—Hasta este punto el Gran Maestro hará lo que sea por esa estrella y el bando de Cerati también lo hará. Es así como mis enemigos se eliminan entre sí, dejándome el camino libre para tomar el poder de esta ciudad. ¿No te parece fenomenal, mosca?
El rostro de Dio se acercó bastante a la cabeza de Mosca Tse-Tse produciéndole una ansiedad terrible.
—Ujum... —la mosca aceptó.
—Y para que tus palabras sean más creíbles...
Fabuloso Cadillac soltó la boca de Mosca Tse-Tse y jaló una de las patas hasta arrancarlas.
—¡Aaaaaahhhhh!
—Con esto sí creerá que Cerati te atacó ja, ja, ja, ja.
Mosca Tse-Tse estaba aturdido por el dolor. Dio lo vio con asco, ya que literalmente era un insecto gigante.
—Te daré un pequeño impulso ya que tienes una ala quebrada.
Fabuloso Cadillac se inclinó par atrás y lanzo a Mosca Tse-Tse a lo alto del cielo.
—Ahora, solo me queda esperar a que vengan por mí.
Dio recogió la chaqueta de Cerati y lo mojó con un poco de agua salada para disolver la baba de Mosca Tse-Tse. Se acercó a una ventana y sustrajo una maraña de hilos muy finos que tenían la apariencia de cabello.
—Si me visto como Cerati, el mayor García se acercará y lo mataré inmediatamente. Si vienen soldados, me verán y me ayudarán. Si viene JoJo... tal vez él sepa algo sobre el Gran Maestro.
Recordó aquella noche en el Santuario cuando el Gran Maestro pronunció el nombre completo de JoJo.
—Jonathan Joestar... Suena como el nombre de un inútil.
[1 minuto antes del reencuentro de JoJo y Dio]
El Gran Maestro caminaba cómodamente entre las pequeñas calles de la ciudad. No tenía idea de la ubicación de Mosca Tse-Tse, pero se aseguraba de que nadie lo siga o que lo ataquen por sorpresa.
—The Verve... —susurró, poniendo sus manos estiradas frente a él.
En los dedos de la mano izquierda pudo ver su recorrido entre las calles, viendo a ambos lados y arriba para evitar algún ataque sorpresa. Mientras que en los dedos de la mano derecha, pudo ver cómo Mosca Tse-Tse caía desde arriba, golpeándose con unas escaleras de una casa cercana, para luego arrastrarse hacia el Gran Maestro. En los últimos dos dedos observó que la mosca tenía una ala rota y le faltaba una pierna.
—¡Aaaammoooooo!
—Ahí está...
Mosca Tse-Tse planeó por unos segundos, pero no pudo sostenerse en el aire por lo que chocó con unas escaleras de una casa cercana. El impacto hizo que otra de sus alas se quiebre y caiga al suelo, rodando en círculos llegando a unos metros del Gran Maestro.
—A-aaammmoo-o-o-o...
El pequeño stand se arrastró por el suelo hasta los pies del Gran Maestro, este mostraba preocupación en su rostro y se inclinó para cobijar a la deteriorada mosca.
—¿Qué pasó, mi Mosca Tse-Tse?
Pasó su suave mano por la cabeza de la mosca, aliviando su dolor.
—C-Cerati tiene la estrella, está a cuatro calles al sur. D-Debe ir por él...
El Gran Maestro se puso de pie y puso uno sobre el lomo de Mosca Tse-Tse, provocando más dolor en la mosca.
—¡Aahhh!
—¿Estás seguro que cuatro calles? ¿Cómo pudiste saber eso si apenas puedes volar? Y, además, ¿cómo pudiste volar tan alto si te falta una pata y tu ala está rota?
Mosca Tse-Tse estaba nervioso y en silencio.
—¿Me estás mintien...? Hoff...
El Gran Maestro retrocedió y llevó su mano a su pecho.
—¿Qué sucede, mi Gran Maestro?
—He usado a The Verve muchas veces en corto tiempo. Aunque no es una habilidad con gran poder de destrucción, su constante uso hace que las estrellas en mi interior sulfuren mi carne.
Se sacó la camisa con cuello largo y ondulado, quedando solo en su chaqueta blanca y pulcra. La desabotonó rápidamente y dejó apreciar su escultural abdomen y tórax, con músculos tan definidos a pesar de su edad. Sin embargo...
—¿Ves estos dos puntos de aquí?
El Gran Maestro apuntó a dos puntos ubicados encima de su abdomen, en medio de sus pectorales. Tales puntos estaban burbujeando la misma piel y carne.
—¿Q-Qué sucede? —preguntó Mosca Tse-Tse con notoria preocupación.
—El excesivo uso de la habilidad otorgada produce este tipo de cosas, si activaba a The Verve una vez más, podría haber muerto. —Llevó ambas manos a esos puntos y presionó con los índices y pulgares de ambas manos, buscando la punta de ambas estrellas—. Debo sacar con cuidado estas estrellas, si una de ellas sale por un centímetro de ventaja respecto a la otra, sufriré un enorme daño.
Mientras hablaba, sacaba delicadamente las estrellas plateadas. Tales objetos salían inmaculadas, como si hubieran estado dentro de una caja de cristal.
—Al fin... —terminó de sacar las estrellas con un suspiro.
El Gran Maestro mostró ambas estrellas a Mosca Tse-Tse.
—Son hermosas —masculló el dañado stand.
—Eso es cierto.
Llevó ambas estrellas a su bolsillo. A Mosca Tse-Tse se le ocurrió una idea.
—Use una de ellas en mí. A Dio le resultó y pudo recuperarse.
—¿Dio? —preguntó el Gran Maestro bastante asombrado.
—É-Él me torturó y me dejó como me ve —Mosca Tse-Tse se pegó a los pies del anciano hombre—. Lo vi cuando una estrella entró en su cuerpo y recuperó la conciencia. Si hace eso por mí, podría salvarme.
—Entonces, ¿fue Dio quien te dejó así y te obligó a mentirme?
—Sí, pero lo de Cerati no es mentira. Él realmente está yendo a esa ubicación con la estrella.
—Me da curiosidad saber exactamente qué pasó con Dio ja, ja, ja, ja.
—¿No irá por Cerati?
—Si tienen esa estrella, la querrán usar otra vez para recuperarse. Si bien lo hace una vez, no sé si lo hace de nuevo. Lo mismo hice con Duncan Dhu y Sergi hace años, pero una segunda vez...
—G-Gran Maestro —la voz de Mosca Tse-Tse se hacía más aguda—, ellos tienen el diario de George Joestar. Es posible que en ese libro haya más secretos sobre la estrellas.
La expresión del Gran Maestro se hizo más sombría de lo normal.
—¿El diario de George Joestar? —en su voz se notaba su inmenso interés—. ¿Quién lo tiene?
—N-No lo sé, pero lo tienen en su poder.
—Hmmm... Tal vez sea Jonathan Joestar quien lo tenga. Fue mi error no haberlo inspeccionado antes de salir.
—P-Por favor Gran Maestro, sáneme con la estrella.
—Como dije, ya lo usé con Sergi hace muchos años. Y no sé qué resultados tenga en un stand.
—P-Por favor... —imploró Mosca Tse-Tse.
Una gran pena llenó el corazón del Gran Maestro.
—Lo que llegue a pasar, será tú responsabilidad, ¿está claro? —dijo sacando una estrella de su bolsillo.
—Lo acepto, solo por usted mi Gran Maestro.
El hombre de los cabellos blancos manifestó a Bitter Sweet Symphony y, con mucho cuidado, hizo que el stand entierre la estrella en el lomo de Mosca Tse-Tse.
Se alejó unos centímetros mientras que el cuerpo entero de la mosca expulsaba vapor. Pero de pronto, el cuerpo del stand comenzó a hincharse. Primero su cabeza y luego sus ojos, después su lomo y su estómago. Parecía que estaba por reventar.
—G-Gran Maestro-o-o-oggghh... —masculló la mosca.
El cuerpo de Mosca Tse-Tse comenzó a desinflarse mientras expulsaba vapor. Poco a poco, el cuerpo entero se reducía en cenizas y en vapor ligero, hasta que no quedó nada. Solamente la estrella estaba en el suelo.
Las lágrimas recorrieron por el rostro del Gran Maestro y posó su índice por debajo de su ojo derecho, para recoger una lágrima. Luego la dejó caer sobre el lugar donde estaba el cuerpo de Mosca Tse-Tse.
—Esa lágrima va en tu honor, mi más ferviente discípulo.
Recogió la estrella y la guardó nuevamente en su bolsillo.
—Prometí no dejarme llevar por mis emociones, ya que eso es común en los humanos. Pero ahora tengo tantas ganas de aniquilar a Dio Brando, que, por esta vez así será. Y de pasó, haré lo mismo con Jonathan Joestar si se opone en entregarme ese diario. Ya he perdido lo que más quería hoy... ¡Y no permitiré que vuelva a pasar!
El Gran Maestro presionó sus puños, reflejando toda la rabia que sentía.
—¡Bitter Sweet Symphony!
Próximo capítulo: Bitter Sweet Symphony - Parte 9
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