The Chain - Parte 6

Unas cuerdas se extendieron del dirigible de la Fundación hasta el de Blades. De la misma compuerta donde salieron, unos hombres con gabardinas se acoplaron en las cuerdas y descendieron a toda velocidad hasta llegar sobre el enorme globo.

—Despejado —dijo uno de ellos al aterrizar.

Los otros 20 inspeccionaron el área y luego bajaron por los lados con ayuda de las cuerdas que había. Mientras ellos bajaban, Hall movía los brazos tratando de llamar la atención de los agentes.

—¡Hey! ¡Hey! ¡Por aquí! —exclamó Hall sin ningún resultado.

—Ya está todo oscuro, nadie te va a ver —repuso Juan Gabriel.

—Ellos son los que te van a pagar —dijo Hall.

Rápidamente, Juan Gabriel comenzó a mover los brazos como si su vida dependiera de ello.

En el interior del dirigible de la Fundación estaba Wham junto a Archie y la pequeña Rita. Luego de la llamada con Joseph, este le indicó que un dirigible estaba yendo a rescatarlo, sin embargo, él demoraría en llegar ya que estaba resolviendo unos asuntos en Colombia.

—Así que los sueños con tu abuelo solo eran porque tenías que ir a Colombia. ¿No fuimos a ese país antes que te casaras con Suzie?

—Sí, sí —respondió Joseph—. Es muy complicado hablarlo por teléfono pero parece que tuve un hijo por aquí.

Wham casi se atraganta con su propia lengua, provocando que tosa como asmático en invierno.

—¿Pasa algo Wham? —preguntó Archie acercándose.

—¡Estoy bien! ¡Quédate ahí! —gritó alarmado. Luego volvió con Joseph, hablando en voz baja.

—Explícate, JoJo.

—No sé si te acuerdes de esa chica que conocimos en el carnaval. Recuerdo que me embriagué tanto que solo eso recuerdo, ja, ja, ja. Como sea, me encontré con ella y está al borde de la muerte. La dejé con médicos de la Fundación, pero su pronóstico es reservado. Voy para allá para buscar a mi hijo, espero que esté bien.

—Sí, ¿pero cómo se llama?

—Su nombre es Joe Arroyo —respondió Joseph—. Le puso Joe ya que así me hice llamar cuando la conocí, ja, ja, ja. Es que Joe es una contracción de Joseph. ¿Ingenioso, no?

—Estúpido descerebrado, si los demás miembros de tu familia se enteran provocarás un enorme problema —reclamó Wham—. En fin, el chico no tiene la culpa de nada. Pero porqué vienes a buscarlo acá. ¿Entró a la carrera?

—Sí —respondió Joseph—. Como no tenía dinero, entró por el premio. Y por lo que escuché, lograba buenas posiciones hasta hace un tiempo.

—Hmm... no recuerdo a alguien llamado así. Avísame cuando estés cerca. Tal vez Blades sea un hueso duro de roer.

—Llegaré en algunas horas. Cruzar medio continente no es fácil ja, ja, ja, ja.

Y ya habían pasado varias horas desde entonces.

Wham veía el dirigible de Blades con los brazos cruzados y una mirada afilada, esperando algún movimiento de su oponente.

—Señor Wham... señor Wham... —salió una voz por el intercomunicador.

—¿Qué sucede? —preguntó luego de apretar un botón.

—Encontramos a un hombre pegado sobre el dirigible, está al lado de un ave totalmente oscura —comunicó el agente.

Wham tomó el comunicador enérgicamente.

—¡Conténganlo y súbanlo! Es uno de los secuaces de Blades.

Antes que el agente termine de desatar a Griffin, el dirigible empezó a temblar, tanto que los agentes sentían el desequilibrio.

En el lobby, Chayanne y Redbone advirtieron de la llegada de otro dirigible por la potente luz que desprendía.

—Esto se pone cada vez más interesante —dijo Eminem relamiéndose los labios.

Estiró su brazo y un látigo salió de la palma de su mano, sacando a Rednex de su jaula.

—¡Líberalos a todos, Rednex!

Enredó el látigo alrededor del cuello del famélico hombre y luego lo soltó, haciendolo girar como un torbellino. Eminem desplegó sus alas y salió por la ventana mientras que Rednex soltaba los tatuajes de su cuerpo que tomaban su forma original, liberando a jinetes y caballos encerrados por el stand de Rednex.

—¡Cuidado, Redbone!

Chayanne hizo vibrar la capa de mantequilla que lo cubría hasta romperlo en mil pedazos. Hizo lo mismo con Redbone cuando saltó sobre el apache, cayendo en una esquina donde se resguardaron con el sillón.

El número de jinetes era tanto que la avalancha de gente y animales terminó por repletar todo el dirigible por completo, haciendo que las válvulas de helio lleguen a picos máximos por el exceso de carga.

Alrededor de Blades, los caballos relinchaban mientras que los jinetes soltaban jadeos de dolor por tener el cuerpo entumecido. Pese a lo mal que se veía todo, Blades mostraba una radiante sonrisa.

Eminem subió sobre la superficie del dirigible y atacó a los agentes antes que estos pudieran defenderse. Atravesaba partes de su cuerpo con los aguijones de sus alas, hasta dejarlos desamayados.

—Ahmm... que fresco se siente a estas alturas —dijo babeando por lo que se limpió con el puño de una agente tirada en el piso.

Surfin Bird reaccionó y emprendió vuelo, cogiendo a su usuario de la pierna.

—¡Hasta nunca, imbécil!

Eminem simplemente dejó que se fuera, viendo cómo se alejaba.

Wham también vio al ave, preguntándose sobre lo ocurrido. Tomó sus binoculares, observando a Eminem rodeado de agentes moribundos.

—¿Quién carajos es él? —se preguntó.

Eminem notó la vista de Wham sobre él, volteó a verlo directamente y sonrió. Levantó su brazo, invitándolo a venir.

—«¿Está retándome?» —Wham sentía que algo malo estaba por ocurrir.

De pronto, las luces de los faros del dirigible de la Fundación Speedwagon fueron opacados por una luz proveniente del cielo.

—¡Ay! Tan rápido se pasó la noche. Ya casi amanece —indicó Juan Gabriel.

Unas gotas de sudor frío cayeron por la frente de Hall luego de ver la hora.

—Apenas son las seis de la tarde en este país —miró arriba, con un rostro lleno de preocupación.

Una luz salió de las nubes, iluminando el dirigible de Blades por completo. Todo el cielo se tornó dorado mientras que el resto era una bóveda de oscuridad.

Una figura alada cruzó el cielo. Su sombra no pasó desapercibida para nadie pues casi tapaba toda la luz que provenía del cielo.

Eminem buscó con la mirada, notando algo moverse por detrás de las nubes. Wham también lo vio, asombrándose.

—«¿Qué es lo que está volando? Si no he visto mal, calculo que debe medir un poco más de 80 metros de largo»

De un momento a otro, las nubes se desvanecieron y una enorme ave de alas doradas sobrevoló el espacio.

Sus alas batían tan fuerte el aire que provocaban que los dirigibles tiemblen como en un sismo y las aguas del Titicaca se agiten como si estuvieran en una tormenta en medio del mar.

Hall, Juan Gabriel y los demás se sostuvieron de la balsa, pues las olas que se formaban hacian que pierdan el equilibrio.

En la orilla, Tupay y los demás caporales habían hecho un enorme arpón para llegar hasta el dirigible, pero retrocedieron en sus planes al ver la mística figura de aquel cóndor ancestral.

—Es el Condor Pasa...

Se arrodillaron, agachando la cabeza.

Wham alertó a los agentes, indicándoles que regresen pero no tuvo respuesta.

—Ese malnacido se deshizo de todos —reclamó entre dientes.

Archie abrazó a Rita pues el dirigible no dejaba de temblar.

—No es un stand, la niña pudo verlo —señaló Rita.

—Tal vez sea un stand de escala Korvax visible para todo el mundo —repuso Wham preocupado y con gotas de sudor cayendo por su mejilla.

Las opciones se le acababan y la ayuda estaba muy lejos aún.

El resto de agentes que se encontraban en el dirigible de la Fundación esperaban una nueva orden mientras mantenían la precaución dentro del globo.

—Ah, con que esa cosa es la que tiene el oro. Esperaré unos minutos.

Las alas se desplegaron de su espalda y se lanzó al aire.

Surfin Bird estaba lejos de los dirigibles, pero eso no fue obstáculo para Condor Pasa que abrió su enorme pico y engulló a Surfin Bird y a su usuario.

—¡Aaaahhhhhh! ¡¿Por qué a mí?!

Dentro de las fauces de la divinidad, la oscuridad misma deshizo a Surfin Bird y a Griffin hasta convertirlos en cenizas doradas que se desvanecieron por completo.

Mientras Condor Pasa volaba, agitando todo a su alrededor, Tupay seguía de rodillas, aunque trataba de entender la relación del demonio alado con la aparición del dios alado.

—¡Tupaaaaay! —exclamó Joe cabalgando acompañado de los demas caballos.

—¡Joe Arroyo! ¿Qué haces aquí?

—¡Es aquí! Mi ancestro me dijo que debo ir a ese globo flotador de ahí.

—¿Acaso no ves a ese temible dios condor?

—Sí, pero ya he visto muchas cosas parecidas —respondió Joe con desfachatez—. Mis amigos están en problemas y debo ir a ese dirigible para acabar con el responsable. ¿Sabes de alguna forma para llegar?

—Pues planeaba matar al demonio alado con ese arpón que esta ahí —dijo Tupay señalando el instrumento que había hecho.

Joe examinó el arpón y la lanzadera.

—Ese arpón es casi de mi tamaño, puedo agarrarme de él para subir al dirigible —saltó, colocándose sobre el arpón y cogiendose fuertemente de la punta—. ¡Lánzame!

—Este muchacho me agrada —comentó Tupay—. Tiene muchas agallas y eso que no estamos en el océano. ¡Suelten la cuerda!

Jalaron el arpón, apuntando al dirigible. Joe tomó aire y agarró con fuerza la punta metálica del arpón. Luego de unos segundos con la cuerda tensa, lo cortaron y el arpón salió disparado hacia el cielo.

El frío viento rozaba ferozmente las mejillas de Joe, dejándole unas manchas rosadas.

Estando a veinte metros del dirigible, se soltó del arpón, cogiendo una de las cuerdas que rodeaba el globo de Blades.

Al estar cerca de una ventanilla, pudo ver en el interior un montón de personas y caballos. No entendía lo que pasaba hasta que vio un brazo levantarse en medio de la multitud.

—¡Dame la llave del último sello, oh, poderoso ser místico!

Escuchó la voz de Blades recitando aquellas palabras. Se sorprendió al ver el cuerpo magullado de ese amenazante hombre.

Las miradas de ambos se encontraron, pero Blades solo sonrió mientras que Joe solo puso un gesto ácido.

En cuestión de segundos, el cuerpo de Blades brilló como el oro y haces de luz se dispararon de su cuerpo a todas las direcciones, estirándose y tocando a jinetes y caballos, absorbiéndolos hasta dejarlos como polvo.

Joe tensó la cuerda y subió tan rápido como pudo.

—¡Si me dejo tocar por esa luz, moriré! —decía Joe mientras escalaba.

El interior del dirigible pasó de estar repleto de gente y animales a ser un campo de cenizas. Los jinetes perdían la piel y luego sus órganos cuando los haces los tocaban.

Poco a poco se acercaban al lobby, donde Redbone y Chayanne nadaban en medio de la muchedumbre para llegar a la salida.

—Algo brillante está acercándose por el pasadizo —señaló Chayanne, pateando a un jinete gordinflón para abrirse paso.

Cuando ya habían llegado a la salida, los haces de luz absorbieron a los jinetes y caballos más cercanos, aproximándose a Chayanne y Redbone quienes veían esa escena con espanto.

—¡Date prisa, Redbone! Yo lo detendré.

—¡Estás loco!

Redbone rompió la puerta de una patada y saltó agarrando a Chayanne del cuello, sosteniéndose de una manija en el exterior del dirigible.

—¡Subamos a ese globo! —exclamó Chayanne.

Notó que la luz se acercaba y señaló la parte superior. Rápidamente escalaron como pudieron, evitando ser tocados por los haces de luz que salían del cuerpo de Blades.

—¡Haaa! Esto es maravilloso —decía Blades viendo el fulgor dorado de su cuerpo.

Una voz estruendosa hizo retumbar el cielo, incluso desvaneciendo las nubes.

—Estás a un paso de obtener la Sangre del Sol que recorre las venas de las montañas de extremo a extremo.

Wham se sorprendió al escuchar esa voz potente. Los agentes también se sorprendieron, esperando que no sea una amenaza mayor.

Hall, Juan Gabriel, Mack y Blondie hacían lo posible para que la balsa no se caiga, por lo que remaban hasta llegar a la orilla, sin embargo, las olas lo impedian. Pese a eso, también escucharon la voz de Condor Pasa.

—Aquella moneda que está en tu mano te permitirá acceder. Solo si haces que toque el primer rayo de sol del día de mañana en el pico de una montaña.

Condor Pasa se detuvo en medio del aire, batiendo sus alas mientras veía el dirigible de Blades. A través del pasadizo, Blades pudo ver la enorme figura del ave mística. Sonrió por lo cerca que estaba de su objetivo.

Luego vio una moneda dorada con el rostro del sol de los incas y lo apretó con fuerza.

—Finalmente, un solo paso más...

El enorme cóndor se elevó hasta el cielo, incluso empujando las nubes hasta despejar una circunferencia que permitía ver las estrellas y la luna. El brillo dorado se desvaneció y solamente se notaba la sombra de Condor Pasa que pasó sobre el lago Titicaca hasta desaparecer.

El único brillo que quedó en Blades fue de la moneda hasta que tomó un tono más opaco.

Tomaron un respiro cuando estuvieron sobre el dirigible. Escuchaban el silbido del helio escapando por unos agujeros hasta que vieron la figura de un conocido acercándose.

—¡¿J-JoJo?!

—¡Señor Chayanne! ¡Señor Redbone!

Corrió hasta ellos y los abrazó firmemente, estos también apretaron el cuerpo de Joe con sus fuertes brazos.

A pesar de la oscuridad, podían ver la luz de los emocionados ojos de Joe.

—¡Iba a ir a buscarte luego de esto! ¡Pensé que estabas lastimado o algo peor! —exclamó Chayanne sacudiendo el cabello de Joe con su mano.

—Mi mente estaba concentrada en ti, Joe Arroyo. El destino hizo que nos encontremos aquí luego de ver ese místico evento.

—Gracias por preocuparse, pero lo urgente es que debemos detener a Blades. Él invocó a esa enorme ave de alguna forma. Tal vez tenga que ver con ese tesoro prehispánico que Emmanuel nos contó.

Chayanne dio un respingo.

—Espera un momento. ¿Y Dolton?

Joe se apenó.

—Él está...

Las válvulas de la cámara de helio estaban en rojo, poco a poco salían disparadas pues la presión era demasiado. En la cabina de control, las manecillas temblaban apuntando al lado crítico de los indicadores. Algo que no preocupada a Blades, sin embargo, la molestia se encontraba sentada encima de la consola.

—Un paso más cerca para mí, querrás decir —dijo Eminem deslizándose y poniéndose de pie.

—¡Men at Work! —exclamó Blades lanzando un puñado de pólvora al suelo. El impacto provocó una pequeña llama que creó una sombra en Blades, lo cual hizo que Men at Work se manifieste y corra hacia su hijo.

—Bien, bien —dijo Eminem con The Real Slim Shady—. ¿Sabes que usar cuando estás en un sitio alto? ¡Yo sí!

Juntó sus manos y una luz salió en medio de ellas. Antes que Men at Work rebane a Eminem, una larga y enorme grúa de construcción de edificios apareció, atravesando el dirigible de arriba hasta abajo.

La capa del globo se reventó, lanzando a Joe, Chayanne y Redbone unos metros.

—¿Esa cosa no es una grúa? —señaló Chayanne a la enorme herramienta que tenía a Blades atravesado en la punta.

—¡Está cayendo! —exclamó Tupay.

Los demás caporales vieron una balsa naufragando y fueron a ayudarlos.

Wham estaba preocupado pues las cuerdas seguían atadas al dirigible destrozado.

—¡Corten las cuerdas! ¡De otro modo caere...!

Sin terminar, el dirigible de Blades había jalado al de Wham en su caída, destrozando la parte inferior del vehículo volador.

Los operarios abrieron las válvulas para evitar una caída libre, resistiendo el peso del otro dirigible que rozó el lago, creando una enorme ola.

Blades trataba de salir de esa situación. Men at Work no se veía por ningún lado. Estaba indefenso y herido. Tenía la moneda de Condor Pasa en su mano, pese a todo, seguía aferrándose a ella.

—Ya suelta eso anciano. Tu tiempo ya terminó —repuso Eminem fastidiado flotando a su lado.

—J-Jamás —se negó Blades, metiendo la moneda a su boca y tragándosela.

Eminem hizo un gesto de pesadez.

—Quería acabar esto rápido, pero si tu lo quieres así.

En un parpadeo, se subió sobre la espalda de Blades y colocó sus manos sobre su cabeza, derramando un espesa miel dorada que cubrió el fornido cuerpo de Blades desde la punta de sus cabellos hasta la punta de sus pies.

Redbone, Chayanne y Joe se sostenían del piso destrozado de lo que alguna vez fue el recibidor del dirigible.

—Blades está ahí y el que está a su lado debe ser el demonio volador.

—¿Demonio volador? —preguntó Chayanne.

—Larga historia —contestó Joe.

—Como sea, debemos quitarle la moharra para dársela a la Fundación Speedwagon. Solo así recibiremos la recompensa.

—Entonces bajemos y derrotemos a Blades y al demonio volador —propusó Joe.

—Ese demonio es Emmanuel Blades —dijo Chayanne—. O era. La ira y el rencor lo convirtieron en un ser que se hace llamar Eminem.

—¡Suéltame! —reclamó Blades con miel bajando por la comisura de sus labios.

Eminem se apartó y luego pasó sus manos por su cuerpo, haciendo aparecer un traje impermeable y cerrado con una enorme gafa de plástico.

—Si creíste que ibas a tener un fin épico como un legendario hombre, te equivocaste, Ruben Blades...

Abrió sus manos y comenzaron a salir cientos de avispas y abejas africanas como también hormigas carnívoras voladoras. Las moscas de ojos rojos intensos y cuerpo verde también salieron, sobrevolando el cuerpo de Blades hasta posarse y depositar sus huevecillos llenos de larvas en su piel.

Las abejas y avispas usaron sus orificios para crear panales, destruyendo su cráneo y carne.

—Morirás como una sucia sabandija, sin pena ni gloria. No quedará nada de ti que recordar y solo serás el amargo recuerdo de unas cuantas personas.

Pese al calvario, Blades evitaba abrir la boca, aun con los gritos que su cuerpo lo obligaban a soltar.

Las larvas se hicieron gusanos que rápidamente se convirtieron en moscas, depositando sus huevos en otras partes de Blades. Los gusanos restantes hicieron cavernas dentro del cuerpo de Blades, por donde entraron los demás insectos.

Sus brazos se hicieron menos rígidos y su quijada se debilitó hasta dejarlo babeando. Su sangre perdió la tonalidad roja al igual que su cabello.

Con sus últimas fuerzas, levantó sus ojos perforados por las moscas y abrió su boca solamente para decir:

—Te esperaré en el infierno.

Dichas palabras no afectaron a Eminem, quien solo se reía al ver a Blades retorcerse del dolor hasta que solo quedaron huesos con unos cuantos pedazos de carne pegados. Tomó la moneda del desinflado estómago y lo limpió con agua que sacó de sus manos.

Chasqueó los dedos y los insectos desaparecieron como también su traje.

—Finalmente... he roto la cadena.

Próximo capítulo: The Real Slim Shady vs. Todos - Parte 1

Nombre de usuario: Ruben Blades

Nombre de stand: Men at Work

Stats

Poder destructivo: A
Durabilidad: A
Velocidad: B
Precisión: B
Rango: A
Potencial de aprendizaje: E

Habilidades

Men at Work es un stand que se manifiesta con la sombra de su usuario. Al desprenderse de este, realiza la tarea que este le asigna y no desaparece hasta que la concluya. Se compone de unas enormes cuchillas afiladas en sus manos que le permiten atacar a su oponente. La gabardina y el sombrero le dan un aspecto tenebroso y un tamaño excepcional. Este stand levita por lo cual el rozamiento no es un problema. Como está hecho de sombra puede atravesar orificios y rendijas pequeñas para acabar con su objetivo.

Si el oponente daña a Men at Work, este se puede dividir una y otra vez por cada ataque recibido, incluso hasta formar una colmena donde cada Men at Work conserva la habilidad y fuerza del Men at Work original.

La única manera para defenderse de sus mortales cuchillas es con materiales de extrema dureza como el diamante.

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