The Chain - Parte 2
Olga Blades no identificaba al apuesto muchacho que tenía frente a ella, hasta que algo en su inconsciente brincó, dándole la respuesta.
—Emmanuel... —dijo confundida.
Eminem extendió los brazos como queriendo recibir un abrazo y eso fue lo que hizo. Abrazó a su madre de forma afectuosa, apoyando su cabeza sobre el hombro de su progenitora.
—Dime Eminem, mamá —corrigió de forma amable.
Pese al afecto que mostraba Eminem, Olga no se molestó en levantar sus brazos. Es más, no tenía la intención de tolerarlo por lo que lo apartó bruscamente.
—¿Qué mierda te pasó? Te ves diferente. Hace un mes apenas y llegabas a mi cuello, ahora me pasas por una cabeza.
Eminem se mostró avergonzado y giró para caminar hacia la puerta destruida. El frío viento corría en la habitación así que levantó sus manos e hizo aparecer una nueva puerta, sellando el agujero que había hecho.
Olga estaba sorprendida, por lo que tomó una cuchara de forma discreta y lo guardó en su bolsillo.
—Activé mi stand, mamá —dijo Eminem luego de reparar la entrada—. Si quieres te lo muestro.
—Claro.
Con su pie, empujó una silla que llegó hasta la ubicacion de Eminem. Este la acomodó frente a ella y se sentó.
—Pero antes, quiero mostrarle algo a mi padre...
La cuchara que había guardado Olga la puso sobre el cuello de su hijo. Con una mirada amenazante, apretaba el utensilio sobre su yugular.
—No sé qué pretendes, mocoso de mierda, pero no dejaré que seas un obstáculo en los planes de tu padre.
Eminem tragó saliva.
—Para nada, mamá. Vengo a traerle algo que estoy seguro que necesitaba.
Indicó la jaula que había lanzado al entrar. Olga pudo notar a un hombre delgado y sucio moviéndose en el interior.
—¿Qué es esa cosa?
—Es Rednex. Trabajaba para Yoshikage Kira antes que este desapareciera. Sobre su cuerpo siguen atrapadas varias personas y caballos. Justamente lo que necesita para obtener ese tesoro.
Olga casi se muerde la lengua al escuchar las palabras de Eminem.
—¿Cómo te enteraste?
La presión que ejercía se hizo más peligrosa cuando la filosa cuchara hizo salir una gota diminuta de sangre.
—Mera observación —respondió Eminem
Hubo un momento de silencio. El tono de voz que había usado Eminem al responder no convenció a Olga. Deslizó rápidamente la cuchara, abriendo el cuello de su hijo y pateó el cuerpo al suelo.
Mientras este se retorcía, la sangre se escapaba de forma abundante de su cuello hasta manchar la mitad del suelo del lobby.
—No pueden haber muchas personas que sepan de ese secreto —dijo Olga girando la cuchara entre sus dedos—. Tu padre será el hombre más rico del mundo. Tendrá un inconmensurable poder en sus manos y un niño estúpido como tu será una vergüenza para su apellido.
Eminem se arrastró por el suelo hasta que dejó de hacerlo. Olga observó la espalda de su hijo, notando que había dejado de respirar.
Puso la cuchara sobre la mesa y se retiró, para dar aviso a su esposo sobre lo sucedido.
Al caminar por el pasadizo, un golpe suave en una de las habitaciones hizo que se detenga. Cerró los ojos para identificar el sonido. Aunque estaba oscuro, sabía el recorrido para salir de ese lugar.
—¿Ruben? —dijo acercándose a la puerta de la habitación más cercana. No se trataba del despacho en donde normalmente estaba, sin embargo, ese ruido repetitivo fastidiaba a Olga.
Al abrir la puerta, encontró una rueda girando sobre un palo de madera que movía unas poleas para que dos zapatos suban y bajen como si caminaran.
—¿Quién diablos...?
Una ráfaga de viento rozó su espalda. Olga se lanzó hacia la rueda, dando una voltereta en el suelo y tomando ambos zapatos para apuntar hacia la puerta.
—Sal de ahí si no quieres que te mate.
No obtuvo respuesta. Lo único que escuchó fue esos golpes repetitivos. Olga apretó los dientes y caminó sigilosamente hasta la puerta, viendo la rueda y los zapatos moverse en el pasadizo.
Olga pateó la rueda. Sin embargo, detrás de ella estaban otras dos ruedas y los respectivos zapatos.
—¿Quién carajos está haciendo esto?
Solo estaban esos golpes en el pasadizo, como si varias personas caminaran sin darle atención.
Olga disparó con los zapatos, destruyendo ambas poleas.
—¿Se te hizo familiar, madre?
Olga giró. Viendo la figura de su hijo imponente al final del pasadizo. No se le veía el rostro, solo el leve brillo de su cabello rubio.
Sin pensarlo, arremetió contra su hijo disparando con ambos zapatos. Antes de que las municiones se acaben, su cara estaba sorprendida pues ningún disparo parecía afectar a Eminem.
—Tienes buena puntería, madre —dijo Eminem, encendiendo un farol e iluminando el pasadizo—. Pero no le diste al blanco.
El cuerpo de Eminem estaba cubierto por unas almohadillas donde las balas estaban incrustadas. Soltó la capa protectora, resonando en el piso como un pequeño sismo.
—Diamantes. Es tan denso que se vuelve impenetrable. Algo pesado pero efectivo —dijo estirándose.
—Yo te maté —respondió Olga.
—¿Ah, sí? Pues para eso hice a ese clon. Solo necesito un fino cabello de una persona para hacerlo —estiró una hebra del mismo tono que Olga llevaba en la cabeza.
Eminem aplastó el cabello con su mano y al separarlas, se formó una masa que tomó la apariencia de la cabeza de su madre.
Olga veía horrorizada aquellla macabra escena.
—Ser o no ser... un maldito hijo de perra —sonrió levantando la cabeza de su madre.
Antes que pueda hacer un movimiento, Olga volvió a disparar. Lo intentó pero no pudo hacerlo por más que apretará los zapatos.
—Es así como funciona tu stand, ¿verdad, madre?
Eminem se acercaba y su madre se alejaba sin darle la espalda. Pese a que tenía miedo, sabía que dar la espalda sería su fin.
—¿Por qué te alejas, mamá? ¿No me darás un abrazo?
Las alas demoniacas de Eminem salieron de su espalda, destruyendo una parte del pasadizo. Olga logró llegar al lobby, saltando para coger la escoba y apuntar a aquel ser que alguna vez estuvo en su vientre por nueve meses.
—¡Dispara! —exclamó Eminem.
Olga no dudó y apretó el gatillo. El proyectil invisible de la escoba recorrió el camino hasta llegar a la cabeza de Eminem. Pudo haberlo perforado si Eminem no hubiera atrapado el proyectil con un pequeño tornado que creó con su mano.
—Casi, casi —el tornado se disipó y el proyectil regresó con Olga, atravesando su hombro izquierdo.
—¡Agh! Eres un m-monstruo.
—¡Exacto! —exclamó Eminem—. Es lo que siempre me decías. Antes de dormir, mientras comía, mientras estudiaba...
Rompió un candelabro de la pared y luego pateó los restos.
—Nunca supe porqué, pero ahora... —sus alas lo cubrieron mientras sonreía—, ahora lo entiendo todo. Realmente soy un monstruo y he venido al mundo a joderte a ti, a mi papá y a todos.
Olga soltó una fuerte carcajada pese al dolor que sentía.
—Te das demasiada importancia, Eminem —siguió riéndose mientras hablaba—. Simplemente fuiste un bebé no deseado. Mi padre era un vendedor de armas con una fábrica que poco a poco se caía a pedazos. Para hacer reflotar a la familia, me entregó a los Blades para casarme con ese estúpido de Ruben.
»"¡No quiero casarme!", dije aquella vez. Mi madre lloró rogándome que ponga una sonrisa en mi rostro mientras me vestían para mi boda. Mi papá fue más directo. Bastó con unas cuantas cachetadas durante semanas para que mis ánimos mejoren hasta el día en que ambos digamos sí. Desde niña quería explorar el mundo, que cientos de hombres admiren mi belleza, pero no. Tuve que encadenarme a un enorme toro y ser la incubadora de sus hijos. Así naciste tú y la belleza que alguna vez tuve se desvaneció. Odíe cada día en que estuviste dentro de mí. Cuando naciste, me venían las ganas de vomitar cada vez que te veía. Tuvieron que contratar niñeras para que te amamanten pues era tal el asco que mi propio cuerpo no producía leche materna. Ruben entendía mis razones. Sabía que no lo amaba y él tampoco a mí. Sin embargo, la ley de este mundo nos obligó a criarte. Por mi parte, debía ser la linda esposa feliz con un matrimonio de ensueño y él, solo ser rudo y fuerte para que su apellido prevalezca.
—Así que ahora lo sabes, Eminem. Jamás fuiste amado ni deseado, hubiera estado feliz si tenía un aborto espontáneo o un caballo me pateaba la barriga. Con tal de jamás tener a un engendro como tú —lo señaló.
Eminem tenía los ojos enrojecidos. Se veía acuosos pero las líneas de expresión de su cara se veían retorcidas, como si aguantarán un enorme peso cada una.
Finalmente, suspiró. Sus alas se replegaron, encogiéndose hacia su espalda hasta desaparecer.
—Entonces, Olga Blades —de su mano expulsó una escoba y un racimo de plátanos verdes y grueso, como también manzanas y piñas—. Mátame —dijo retándola.
Olga estaba incrédula, pues pensaba que era una trampa. No fue hasta que tomó la piña y al ver que era una piña normal, sonrió.
—Si eso quieres... —al lado de Olga se manifestó lo que era una especie de ser humanoide con un casco más grande que el de una cabeza humana. Por delante llevaba un velo hecho de redes que cubría su rostro. El cinturón estaba hecho de balas de metralleta y sus brazos tenían un color metálico como si fuera el metal de armas usadas—, te aniquilaré con Commanding Wife.
Próximo capítulo: The Chain - Parte 3
1. Commanding Wife: el nombre del stand hace referencia a la canción del mismo nombre de la banda Los Rabanes.
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