Rock DJ - Parte 3

El corazón de Joe latía tanto que en cualquier momento saldría de su pecho. Los estruendosos pasos del Pastor acercándose a ellos cada vez eran más potentes. Como martillos golpeando los tímpanos de Joe.

—«¿Qué es lo que debo hacer? Si toco a ese sujeto, me mandará a volar... ¡literalmente!»

El Pastor extendió su mano hacia Christine, quien tenía la mirada sombría.

—Venga conmigo, usted ha sido elegida para ser la ofrenda del Dios Ensoñador.

Christine posó su mano sobre la enorme mano del Pastor que, fácilmente, podía agarrar la cabeza de un hombre. Cuando sintió la tibia y suave mano de Christine sonrió, estaba tan emocionado por sacrificar a una mujer tan hermosa como ella. Pero la sonrisa desapareció cuando sintió el frío tridente atravesar su mano.

—¡Aaaghhh!

—Si quieres mandarme al cielo, bien por ti, pero antes te moleré a golpes, gilipollas.

Los encapuchados, Josefina y el resto de mujeres estaban boquiabiertos por lo sucedido. De pronto, el pánico cundió en todo el comedor y las mujeres raptadas escaparon soltando gritos de espanto.

Las venas rojas de los ojos de Christine parecían flamas que podrían quemar la mesa entera.

Rápidamente, los encapuchados sacaron sus armas y apuntaron a Christine, quien seguía presionando el tenedor sobre la mano del Pastor.

—Adelante. Mátame. Quiero que este comedor quede como el recordatorio de que una mujer te hizo daño.

La boca del Pastor se torció en una agria sonrisa.

—¿Crees que me hiciste daño, jovencita?

Levantó su brazo sin mayor esfuerzo. Christine trató de mantener el brazo del Pastor sobre la mesa pero fue inútil.

Dejó la palma de su mano abierta y el cuchillo comenzó a vibrar hasta que salió disparado al techo, el cual cruzó hasta perderse en el cielo azul.

Christine se mantuvo serena, hasta se dignó en sonreír y cruzar los brazos.

—¿Crees que me asustarás con tus trucos de magia, estúpido hombre gigante?

—Lo que pienses me importa muy poco —respondió fríamente el Pastor—. Es hora de que conozcas a Dios.

—¡Agáchate, Christine! —exclamó Josefina, jalando el brazo de Christine para estar al ras del suelo.

Dark Latin Groove, quien estaba en el brazo de Josefina, recogió su cola la cual estaba enredada en los pies de los encapuchados y anclado en un brazo del candelabro que estaba en el techo. Al hacer una polea, pudo llevar a todos los encapuchados contra el cuerpo del Pastor. El impacto hizo que el enorme hombre cayera sobre su mesa hasta romper el suelo. El concreto no resistió el impacto de la caída por lo que se resquebrajó y el Pastor junto a sus seguidores cayeron hasta el piso de abajo.

—¿Cómo coño lo hiciste? —preguntó Christine, aferrada a la pared pues estaba sentada en una pequeña porción del suelo de aquel piso destruido.

—Es una larga historia —respondió la morena.

El stand de Josefina ajustó su cola en el candelabro para ayudar a su usuaria a salir de la porción de piso en el que se encontraba. Agarró bien la cola de su stand y cogió a Christine de la cintura.

—Sostente —dijo Josefina.

Varias preguntas surgieron en Christine al ver la confianza de la chica para creer que se columpiaría hasta la puerta que estaba a diez metros.

—¿De qué te sostienes tú?

—Eh... larga historia.

—¡Deja de decir gilipolleces!

La mano de Christine cogió la muñeca de Josefina, al sentir una especie de cuerda, subió su mano hasta poder cogerla ella misma.

—¿Q-Qué es esto? ¿Es alguna clase de ilusión?

La tranquilidad de ambas se acabó cuando vieron a un par de encapuchados subir mientras apuntaban con sus armas, pero ascendían tan rápido que sus disparos fallaban.

—¡Está lanzando a sus hombres! ¡Debemos salir de aquí!

—Entonces, sostente —dijo Christine. Agarró fuertemente la cintura de Josefina y la cola de Dark Latin Groove.

Saltó y lanzó una patada a la pared, tomando impulso.

—¡No sé cómo diablos funciona, pero funciona! —exclamó Christine mientras cruzaba el comedor destruido.

Justo en ese instante, un encapuchado los interceptó. Viendo la velocidad que ascendía, Christine aprovechó que Josefina se sostenía de ella para liberar su mano y tomar la escopeta del encapuchado. Esto solo hizo que den varios giros alrededor del candelabro.

—¡Suéltalo!

—¡Okey! —dijo Christine, dándole una patada que lanzó al encapuchado contra sus compañeros que también ascendían.

—Ahora sí. ¡Agárrate bien!

Con el impulso brindado por los giros, lograron cruzar la puerta hasta llegar a la mitad del pasadizo, de esa manera evitaron ser impactados por los disparos de los demás encapuchados.

—C-Casi morimos —reclamó Josefina.

—Sí, pero estás viva para decírmelo. Luego me lo agradeces —dijo Christine sonriendo y sacudiéndose el polvo del vestido.

Dark Latin Groove retrajo su cola hasta volverla a su forma normal.

—¿Gomu-yon?

—¿Qué? No digas eso, Dark Latin Groove —respondió Josefina sonrojada.

—¿Uhm? ¿Con quién hablas? —preguntó Christine.

—C-Con nadie, con nadie —respondió apresurado.

—Entonces busquemos una salida.

Cogió la mano de Josefina y corrieron juntas por los pasadizos.

Cruzaron un lobby amoblado con palmeras y arena de playa. Por un momento, Josefina recordó su hogar. Tales memorias lo distrajeron de su camino y cayó cuando tropezó con un pie estirado.

—¡Ten cuidado por donde caminas! Casi me caigo contigo, gilipollas —reclamó Christine levantando a Josefina.

Sacudió su cabeza y vio a la persona que estaba agazapada al lado de un florero.

—¿Juan Gabriel?

—Sí, soy yo.

—¡Me da gusto verte!

Al igual que Josefina, Juan Gabriel también tenía apariencia femenina. Se dio cuenta que se trataba de él por su sombrero.

—¿Sabes dónde están los demás? —preguntó Josefina.

—Si sé. Estamos cerca de la salida. Vengan con nosotros para salir de este castillo.

Ambas asintieron y siguieron a Juan Gabriel.

—¿Por qué lo llamaste como si fuera hombre? —preguntó Christine.

—¿Eh? Porque... —iba a continuar hasta que reaccionó—. ¡Ah! Escuchaste mal. Dije Juana Gabriela, solo que tengo un poco de polvo en la boca. Cof, cof.

—Ese nombre es similar al del mentecato que participa en la misma carrera en la que estoy —dijo Christine—. Al ser de México, seguramente tiene poderes mágicos como transformarse en un caballo o en una águila.

—¿México?

Josefina se detuvo y frenó a Christine.

—Juan Gabriel... —comenzó Josefina con un tono serio.

Juan Gabriel se detuvo, dándoles la espalda.

—¿Qué pasa, Joe? ¿Viste algo? —preguntó, con una tono cercano al cinismo.

El silencio permaneció por unos segundos.

—¿Dónde están los demás?

—Ya estamos cerca. Debemos seguir.

—¿Qué sucede aquí? —interrumpió Christine pero Josefina ignoró su pregunta.

Entonces, Josefina comenzó a reírse.

—¡Era una broma! —exclamó.

Tanto Christine como Juan Gabriel se miraron unos segundos al ver a Josefina riéndose.

—Necesitaba reír. Acabo de salir de una situación muy seria —argumentó Josefina prosiguiendo el paso—. Démonos prisa, Juan Gabriel. Vayamos por los demás y salgamos de aquí para comer una deliciosa palta. ¿Te gusta la palta, no?

—Por supuesto que sí.

—Ya lo suponía —dijo Josefina—. ¡Dark Latin Groove!

La cola del stand se estiró rápidamente y rodeó a Juan Gabriel hasta tenerlo atrapado.

—Dime quién eres y qué haz hecho con mis amigos. ¡¿Dónde están?!

A Christine le pareció raro que Juan Gabriel no pudiera moverse, hasta que recordó sobre la "soga invisible" de Josefina.

—¿De qué hablas? Soy yo. Juan Gabriel.

—Juan Gabriel bebería diez litros de lava antes de decirle palta al aguacate —respondió Josefina.

—Vaya. Sí que fuiste muy astuto, Joe Arroyo.

Christine se horrorizó al ver que el rostro de Juan Gabriel se derretía. No pudo contener un jadeo de espanto al ver su carne al rojo vivo. Tendones, músculos y nervios podían verse con facilidad.

—¿Eres de la banda de Kira, verdad?

—Afirmativo, Joe Arroyo —respondió Rob William.

—«¿Joe Arroyo? ¿No es ese chico negro que sigue a Chayanne?» —los ojos de Christine inspeccionaban a Josefina más detenidamente—. «¿Acaso...?»

—Como tal, mi stand Rock DJ no es poderoso pero puede ayudarme a traer a mis víctimas a situaciones embarazosas con factores externos que me ayudarán a eliminarlos. ¡Es tan divertido de ver!

—Llévame con los demás y te dejaré libre.

—¿Podrás hacerlo? —amenazó Rob William.

En ese momento, un sonido parecido a unos grillos resonaron en el pasadizo. Cuando se dieron cuenta, unas mallas metálicas las habían atrapado. La movilidad de Christine y Josefina se vio reducida por la pesada malla de metal que estaban sobre ellas.

—Tardaron demasiado.

Dark Latin Groove regresó con Josefina para ayudarla a escapar, dejando a Rob en libertad.

Varios encapuchados rodearon a Christine y Josefina, seguido del Pastor quien tenía la túnica de un color parecido al barro.

—Oh, Gran Pastor. He atrapado estas dos ofrendas para el Dios Ensoñador.

—Tus ofrendas solo me han causado problemas, como las otras que están en el calabozo.

Rob sonrió de manera nerviosa.

—Es que son pruebas que el Dios Ensoñador nos da para su regreso —dijo Rob—. Si deseamos que esta vez permanezca en nuestro mundo mucho más tiempo, debemos estar preparados para cualquier situación.

—Tienes razón.

Rob asintió, aunque por dentro saludaba a la madre del Pastor.

—Llévenlas a la azotea para enviárselas al Dios Ensoñador.

—¡Espere un momento! —imploró Josefina.

Nadie se detuvo. Los encapuchados las arrastraron varios metros.

Josefina tenía una mayor revelación pero acabaría con el lazo que había formado con Christine.

—Lo lamento —le dijo a la pelinaranja.

—¿A qué te refieres?

—Gran Pastor... —comenzó Josefina—. ¡No soy una mujer!

El silencio se hizo presente. Fue Rob quien convenció al Pastor de tomar otro rumbo.

—Ese hombre le está mintiendo. Su habilidad consiste en transformar a hombres en mujeres. ¡Yo soy Joe Arroyo!

—«¡Lo sabía!» —la rabia de Christine aumentó cuando recordó que le había visto desnuda. Su rostro se puso tan colorado que sus pecas brillaron como las estrellas durante la madrugada.

—Explica esto, Rob.

—No le crea —repuso—. Míreme, mi habilidad me permite sobrevivir aunque no tenga piel. Esa mujer miente —señaló a Joe.

—Si no me cree, envíenos al cielo. El Dios Ensoñador se enojará cuando vea que le mandó a dos hombres —se señaló y también a Christine.

—¿Qué? Eso es falso. Yo no use a Rock DJ en esa chica —dijo Rob, dándose cuenta muy tarde de sus palabras.

Las venas de las sienes del Pastor latieron a la vez que este presionaba sus puños y rechinaba sus dientes.

—¡Basta de mentiras! Mátenlos a los tres.

Los encapuchados apuntaron a los tres rápidamente. Joe no tenía escapatoria, esta vez sí moriría.

—«Debo de pensar en algo. ¿Qué debo hacer?»

Miró a todas partes, buscando un punto de apoyo para escapar de la situación.

—¡No crean que me atraparán fácilmente!

Las manos de Rob se llenaron de una masa rosácea la cual lo ayudó a pegarse en la pared como una araña.

—¡Disparen!

Ante la amenaza que representaba Rob, le dispararon primero a él. Su agilidad le permitió saltar entre el techo y la pared contigua, esquivando todas las balas.

—«Está claro que el plan A falló, aún así, el Plan B ya está en marcha»

Lanzó un poco de la masa de su mano al rostro del Pastor y los encapuchados, escapando mientras trataban de sacarlo.

—Aprovecha la oportunidad, Joe Arroyo. Tus amigos están en el calabozo del sótano —dijo Rob—. El efecto de mi stand desaparecerá en unos minutos. Nos veremos pronto.

Y como un animal salvaje, desapareció en las sombras del castillo.

—¡Dark Latin Groove!

La cola del pequeño stand atravesó cada orificio de la malla en la que estaba Joe. Luego de hacer una forma pentagonal alrededor de una área específica, puedo abrirla con facilidad.

Al salir, Joe intentó ayudar a Christine pero esta lo rechazó de un manotazo.

—Ya estoy cerca de conseguirlo —dijo Christine, lanzando la malla con una patada.

Dicha malla cayó sobre el rostro del Pastor, quien cogió el objeto y lo hundió en la masa, logrando que la masa se pegue a la malla para sacarla de su rostro con mucha facilidad.

—¡Malditos blasfemos! ¡Aplastaré sus huesos con mis propios pies!

Hizo retumbar el suelo con solo una pisada fuerte. Sus encapuchados cayeron por el sismo. Joe y Christine comenzaron a correr, evitando acercarse al furioso Pastor.

—¿Sabes dónde está el sótano? —preguntó Joe.

—Ni idea —respondió Christine fríamente.

Mientras corrían, Christine se distrajo al ver que a veinte metros estaba una enorme puerta abierta. Al exterior estaba una avioneta y una pista de aterrizaje.

—¡Christine! —escuchó la voz lejana de Joe. Al darse cuenta, tenía al Pastor encima.

Sus manos rodearon su cuerpo y presionó, tronando algunas de sus costillas.

—«T-Tengo que hacerlo» —levantó su brazo y apuntó con una diminuta onda Hertz en el dedo. Esta parpadeaba como una luciérnaga a punto de morir—. «Aguanta un poco más»

Sin más rodeos, Joe lanzó la débil onda Hertz al furioso Pastor. Debido a la poca nitidez de la onda, no la vio acercarse. Es así que la onda dio de lleno en el cuello del Pastor, reventando la yugular.

La sangre salpicó el rostro de Christine, quien cayó de espalda luego de que el Pastor se llevará las manos al cuello para evitar la hemorragia.

Su sangrienta mirada se posó sobre Joe. Comenzó a correr hacia este pero tropezó por la intervención de Christine.

—¡Sal de ahí, Christine! Es un usuario de stand.

Ignoró sus palabras. Christine tenía las venas de sus ojos tan marcadas como el fuego. Hizo una pose de pelea y se preparó para dar el golpe.

—«Es un tío grande y duro. Pero aún así tiene partes blandas»

—No escuchaste, enana. Tu novio dijo que te alejes.

—No seguiré las órdenes de un hombre. Todos ustedes creen tener la potestad para mandar a las mujeres, pero no es así.

Christine se acercó al Pastor. Este trató de atraparla con sus manos, pero ella fue más rápida. Estirando sus pies, pudo descender hasta el suelo. Rápidamente unió sus piernas y lanzó una patada doble en los genitales del Pastor.

El dolor fue tan severo que el enorme hombre escupió todo lo que había desayunado. Sin embargo, reaccionó rápidamente con un manotazo que lanzó a Christine hasta un ventanal.

—Bien, sigues tú —señaló a Joe.

—Hey —intervino Christine—. Estoy aún no ha terminado —pasó su puño por su labio, limpiando la sangre de la herida provocada por el golpe.

Se puso en pose de pelea nuevamente.

—«Que determinación...» —suspiró Joe.

Christine corrió hacia el Pastor, preparando un golpe con su puño derecho. Al lanzarlo, el Pastor lo detuvo fácilmente con su mano, pero esto solo sirvió para que lo use de bisagra y pueda girar su cuerpo, golpeando con sus talones los ojos del Pastor. Ambos ojos reventaron como globos llenos de agua, lo que inmovilizó al Pastor mientras gritaba de dolor.

—¡Oye, tu! —señaló a Joe.

—¿Quién? ¿Yo?

—Deja de hacerte el payaso y usa esa soga invisible para llevar a este panzón hacia esa ventana. ¡Haz que caiga!

—Claro.

Los ojos de Joe se llenaron de determinación luego de ver los movimientos mortales de Christine.

Dark Latin Groove se manifestó y su cola giró al Pastor hasta retenerlo.

—¡Ahora!

El stand de Joe hizo girar al Pastor como un torbellino mortal. Su cuerpo giró a la deriva hasta que llegó al ventanal, atravesándolo y cayendo al precipicio de la montaña.

—¡Aaaaahhhhh!

El grito del Pastor se hizo más agudo cuanto más caía, hasta que finalmente desapareció.

Joe se acercó a Christine con reserva. Esperaba un golpe o un reclamo, pero solamente recibió un pulgar levantado.

—Lo hiciste bien para ser hombre.

—Tu también lo hiciste bien.

—¿Por hacer cosas de hombres?

—No, porque eres espectacular.

Las palabras de Christine hicieron que un leve rubor aparezca en sus mejillas. Dicha calidez no la había sentido desde hace muchos años.

—Si hubieras intervenido para salvarme, es seguro que el Pastor te hubiera matado primero —dijo Christine—. Por lo que tuve que enfrentarme a él para debilitarlo y que tu usaras tu poder especial. Fue algo... estúpido, pero funcionó.

—Para nada. Eso explica porque estás entre los primeros puestos de la carrera —dijo Joe.

Christine esbozó una sonrisa.

—Eso no me hace olvidar que me viste desnuda —dijo golpeando la frente de Joe con su dedo.

—P-Perdón. Estaba muy nervioso.

—Cállate. Solo por esta vez te ayudaré. Hay una pista de aterrizaje por allá. Busca a tus amigos y llévalos a la pista. Abandonaremos este lugar en cinco minutos, ¿de acuerdo?

Joe asintió.

—Ese sujeto me dijo la ubicación pero no la recuerdo —dijo Joe—. Debo intentar algo.

Respiró hondo. Su mente estaba concentrada. Escuchaba los latidos de su corazón con nitidez hasta que pudo reunir mucha energía que rodeó su cuerpo. Cerró los ojos y expulsó una enorme onda que se extendió por el castillo.

La frecuencia duró muy poco, pero lo suficiente para revelarle la ubicación de sus amigos y la llegada de más encapuchados.

—¡Sígueme!

Próximo capítulo: Rock DJ - Parte 4

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