Rock DJ - Parte 1
—¡Andes Speed Run ha llegado a Loja! ¡Hoy veremos al participante en obtener 5 puntos extras al coger el banderín! ¿Quién será el afortunado? Dentro de pocos minutos lo veremos. ¡Qué intrigante!
Luego de una hora, Clint Eastwood se llevaba los cinco puntos. ¿Qué pasó? Joe, Chayanne, Redbone, Dolton, Juan Gabriel se quedaron dormidos ya que una noche antes bebieron una bebida llamada ron que los dejó hecho trizas. Además demoraron de más ya que a Juan Gabriel se le ocurrió la brillante idea de dar ron a los caballos.
—Para que prueben, ajúa.
Esto solo hizo que los caballos se queden dormidos hasta el mediodía.
Por otro lado, Christine Rosenvinge no se apareció. Pensaron que se desvió para llegar a Jaén antes que todos. Lou Vega le dio calambre a 200 metros del banderín y tuvo que bajar a miccionar. Lil Snake y J Balvin un día antes habían estado apostando en una pequeña cantina. Como perdieron, tuvieron que lavar los vasos y platos hasta muy tarde. De todas maneras, el único que estaba concentrado era Clint, por lo que no tuvo problemas en tomar la bandera.
Resignados por haber perdido la oportunidad, Joe y sus amigos decidieron quedarse en Loja luego de que una linda recepcionista les ofreció una enorme oferta para quedarse en un hotel lujoso de la ciudad.
—Tenemos camas cómodas, almohadas de plumas. Las habitaciones están limpias y no han tenido chinches desde hace un año. Además, tenemos un establo para que sus caballos estén cómodos. Todo por el precio de un dólar.
Entre los seis juntaron lo que tenían. Joe solo tenía un peso y un escarabajo aplastado. Redbone tenía dos dientes de oro. ¿A quién le pertenecían? Nunca lo dijo, pero tampoco aceptó ofrecerlo como dinero. Juan Gabriel tenía cinco monedas de cobre y Dolton solo tenía dinero de su país.
—¿Aceptan esta moneda de la ciudad de Lima? Es la ciudad de los reyes —trató de convencer a la muchacha levantando sus cejas de forma animosa, pero esta ignoraba la oferta de Dolton con su firme sonrisa.
Solamente Chayanne y Emmanuel tenían dinero para usar. Aunque Chayanne tenía solo un dólar, Emmanuel contaba con diez billetes de cien.
—Daré el mío —dijo Chayanne—. Tal vez no tengan cambio para ti, Emmanuel.
—N-No se preocupe —respondió el tímido joven.
La recepcionista aceptó el dinero de Chayanne y les asignó sus habitaciones. Unos botones salieron para llevar a los caballos hacia los establos. Mientras tanto, Juan Gabriel y Joe corrieron emocionados a las habitaciones, encontrando camas tan blancas como la nieve.
—¡Síííí!
Saltaron sobre las camas como si fueran trampolines. Dolton mostró indiferencia en el momento, pero luego se animó al verlos reírse que saltó junto a ellos.
—Dejen de saltar o romperán la cama —advirtió Chayanne—. Si rompen algo, la pagarán.
—S-Si se rompe algo, yo pagaré, s-señor Chayanne —dijo Emmanuel.
—Ah, bueno —Chayanne dio dos giros sobre el suelo hasta llegar a la cama, donde saltó con los otros tres.
Redbone estaba en el balcón, viendo la ciudad desde el segundo piso del edificio. Bueno, apenas tenía tres.
Luego de acomodarse en sus habitaciones, decidieron dar una vuelta. Con la llegada de la noche, se dieron cuenta que en Loja se estaba llevando a cabo un festival para despedir el verano y darle la bienvenida al invierno.
—Oh, aldeanos de Loja —dijo un hombre vestido con una túnica sobre el estrado—. Dios nos colma con bendiciones y debem...
El discurso les aburrió y decidieron bailar vestidos como mimos. Habían más corredores, pero en medio de la fiesta, eran compañeros de la festividad.
—JoJo, JoJo —dijo Juan Gabriel.
—¿Qué? —preguntó Joe mientras comía una arepa de Loja.
—Ji,ji,ji...
—¡Dilo!
—Emmanuel tiene dinero gringo, ¿verdad?
—Sí, ¿y?
—¿Qué tal si lo convencemos para que nos pague a las chicas cariñosas? Ji, ji, ji. Hay un burdel a la vuelta de la esquina.
Joe se sonrojó. Nunca antes había estado tan cerca de un burdel y peor aún, con dinero para irse con una meretriz.
—P-P-Pero qué dirá el s-señor Chayanne.
—Ni que fuera tu papá —repuso Juan Gabriel, jalando del brazo a Joe hasta llegar a Emmanuel quien veía el festival sentado en una banca.
Le explicó su plan, viendo que tuvo la misma reacción de Joe.
—P-P-Pero qué dirá el s-señor Chayanne.
—¡Aaahhh! Estoy hasta la madre. Chon Dayanne no puede decirnos cómo vivir la vida, ¿oyeron cuates? Hay que tomar las riendas de nuestro propio destino como los verdaderos machos —dijo estrujando a ambos con sus brazos.
—¿De qué hablan, niños?
Los tres se sorprendieron cuando escucharon la autoritaria voz de Chayanne detrás de ellos. Giraron a la vez, viendo al extorero muy serio y con los brazos cruzados.
—De nada —respondieron.
—Querían ir al burdel del callejón —acusó Dolton saliendo de quiénsabedónde.
—Aaaahh... con que era eso.
Los agarró de las orejas y los llevó hacia un lado.
—Están muy jóvenes para ir a ese tipo de lugares —reclamó Chayanne—. Esta bien que hayan bebido ayer y que hoy tengamos una cama cómoda, pero no se pasen.
—Yo no quería, Juan Gabriel sí —dijo Joe.
—¡Ay! Vamos don Chayanne, aunque sea una remojadita —imploró Juan Gabriel.
—Niño, no sea vulgar. ¡Vayan al hotel!
—¿Y tú te quedarás?
—No. Iré por Redbone para irnos a dormir. Mañana saldremos a primera hora. Así que adelántense.
Dijo, empujándolos fuera del festival.
—Tú también Dolton.
La sonrisa de Dolton desapareció cuando lo mencionó. Sin lugar a reclamos, accedió a irse con los tres. Mientras se dirigían al hotel, Redbone sacaba sus mejores pasos de baile al son de varios "¡Hey! ¡Hey! ¡Hey!" acompañado de aplausos y silbidos. Chayanne se fijó que los chicos se alejaran lo suficiente. Como no quiso quedarse atrás, también comenzó a bailar una danza típica de Taured.
Unos pasos adelante con las manos levantadas. Un recorrido circular y luego dos saltos con las manos en la cintura. Sonrisa coqueta y la cintura meneándose en sentido triangular para que resalte el deleitable meneo de la pelvis. Luego una sacudida y un salto para caer sobre el suelo, estirando los pie e inclinando el tórax hacia atrás.
Esto provocó sonrisas y suspiros de mujeres jóvenes y mayores, también de algunos hombres, que disfrutaron del baile del galán de Chayanne.
—Ni tenía sueño —comentó Juan Gabriel mientras se dirigían al hotel.
—Ya es hora de dormir, sino nos retrasaremos más —dijo Dolton sacando pedazos de comida entre sus dientes.
—¿Y qué tal si...? —comenzó Juan Gabriel pero fue interrumpido por Dolton.
—¡No! Debemos seguir para ganar esta carrera —recalcó—. Ya habrá tiempo para ese tipo de diversiones.
Abrió la puerta del hotel, encontrándose con la recepcionista quien sonreía. A su tras estaban tres señoritas igual de lindas que ella.
—Buenas noches, señores.
—Buenas noches —dijeron al unísono.
—Hay una oferta más que me olvidé mencionar.
—¿Ah, sí? ¡¿Cuál es?! —preguntó Juan Gabriel emocionado.
Las gotas de sudor de Chayanne ya estaban en su barbilla por lo que decidió descansar un momento. Redbone se acercó y le dio una botella de Químbara con agua. Al apache no le gustaba esa bebida energética del todo así que prefirió agua.
—Ufff, estuvo intenso. Hace mucho tiempo que no bailaba así.
—Yo tampoco. Solo bailamos cuando llega la primavera y nada más que rondas alrededor de la fogata.
—¿Un brindis por nuestra futura victoria? —acercó un vaso que llenó de agua al instante.
—¿Brindis? —preguntó Redbone.
—Es un ritual casero que se hace para bendecir una ocasión. Solo chocas tus copas, en este caso un vaso y botella. Hacen "chin" y listo.
Acercó su vaso y Redbone chocó suavemente su botella.
—Chin —dijo inocentemente el apache.
—Ya le agarras la onda. Ja, ja, ja, ja.
Ambos bebieron el agua de un solo sorbo.
—Oigan —dijo un hombre a su tras. Los dos voltearon a ver.
Se trataba de un rollizo hombre vestido con una túnica blanca y una cruz en diagonal en el pecho.
—Si tienen hijas o novias, será mejor que las oculten antes de que sea medianoche —advirtió.
—¿Por qué? —preguntaron ambos hombres.
—Cada festival que se realiza se bendice con la madrugada de féminas. Es costumbre hacer desaparecer mujeres para conmemorar el día en que el Dios Ensoñador apareció en los sueños de nuestros abuelos.
—¿Dios Ensoñador? —preguntó Chayanne. Algo en su mente le traía recuerdos como chispas en la oscuridad.
La recepcionista abrió la puerta. Mostrando una enorme tina con agua caliente. Las burbujas y el vapor daban un ambiente lleno de confort.
—¡Ay, papantla! —exclamó Juan Gabriel.
—¿Y todo por un dólar? —preguntó Dolton.
—Sí —respondió la recepcionista—. El dólar vale más que nuestra moneda así que nos da bastante rédito.
—¡Ajúa! Yo voy primerizo, 'tonces —se sacó rápidamente la ropa y saltó al agua haciendo burbujas con la boca.
—Además, estas muchachas les darán una sesión de masaje toda la noche —siguió.
Joe y Emmanuel se sonrojaron. Dolton puso cara de fastidio.
—Bien por ustedes, yo me voy —dicho esto, salió del baño.
Las chicas se acercaron a Joe y Emmanuel, quitándoles la ropa. Estos estaban tan avergonzados que se apartaron para sacárselos ellos mismos.
—¿P-Puede voltearse? —preguntó Joe.
—No se preocupen —dijo la recepcionista—. Estas chicas son muy profesionales.
Joe y Emmanuel pasaron saliva.
Redbone colocó la botella de Químbara al lado de otra. En ese momento, vio como un grupo de mujeres se escondían en una casa. El rollizo hombre seguía hablando.
—Hace casi 70 años apareció el Dios Ensoñador en los sueños de nuestros abuelos. Gracias a esa revelación, Loja se convirtió en la ciudad más importante de Ecuador. Solo debemos escoger mujeres al azar para que el número de concubinas del Dios Ensoñador aumente y vuelva a revelarse otra vez. ¡Amén, hermanos!
Cogió una copa de vino y la bebió, derramándose por sus labios.
—Redbone, será mejor irnos de una vez. Por cierto, ¿sabes qué hora es?
El sonido estridente de las campanas le avisaron a Chayanne de la llegada de la medianoche. Sin embargo, no solo la hora cambió. Todos los presentes del festival se detuvieron, excepto por los turistas que seguían bailando.
—¿Qué pasa aquí?
Unos hombres encapuchados aparecieron de entre la multitud y comenzaron a raptar a las mujeres que habían.
Chayanne y Redbone presenciaron lo que ocurría pero no podían reaccionar ya que sus cuerpos comenzaban a entumecerse.
—¿D-De dónde trajiste esa agua?
—L-La estaba dando un arlequín —respondió Redbone.
Sus ojos se cerraron y solo quedó oscuridad, hasta que el resto de sus sentidos se apagaron.
Las suaves manos de las chicas acariciaban los hombros de Joe y Emmanuel que estaban tiesos de los nervios. Solo Juan Gabriel tenía a dos chicas en cada brazo dentro de la tina.
—... y así fue como independicé al estado de Durango. ¿Cómo ven?
Las risitas de las chicas aumentaron el ego de Juan Gabriel. Aunque tal vez no solo eso.
Dolton escuchaba las conversaciones dentro del baño ya que se había ido a miccionar. Al salir, se encontró con la recepcionista que lo esperaba alegremente.
—¿Se perdió?
—Eh, no. Gracias. Iré a dormir.
—Sí. Duerma.
Una palanca golpeó la cabeza de Dolton, dejándolo inconsciente en el piso.
—¿Quieren saber cómo me enfrenté al mismísimo chupacabras? —siguió Juan Gabriel, pero una de las chicas sacó un paño. Lo puso en la nariz de Juan Gabriel, dejándolo dormido al instante.
Con Joe y Emmanuel no fue tan difícil ya que estaban al borde del colapso al estar junto a las chicas.
Es así como los tres cayeron fácilmente.
Próximo capítulo: Rock DJ - Parte 2
1. Rock DJ: el título hace referencia a la canción del mismo nombre, interpretada por Robbie Williams.
https://youtu.be/4EfLeeI5JpM
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