One Way or Another - Parte 1

Rita Elsoc era una pequeña niña que tenía las mejillas rosadas por el frío de las alturas. Todos los días iba a la laguna para llevar un poco de agua en un balde metálico hecho por su tío.

Ella iba sola a la laguna ya que su papá y hermanos trabajaban en el campo hasta la noche y su mamá se ocupaba de la bebé y de los quehaceres. El trayecto duraba una hora de ida y otra de vuelta.

Como sus padres habían escuchado de los jinetes de los Andes, le dieron un machete para defenderse por si uno de esos hombres quería abusar de Rita. Por ello, llevaba orgullosa el enorme machete en su pequeña espalda.

Al llegar a la laguna, llenó el balde, sumergiéndolo en el agua. Cuando lo sacó, se dio cuenta que algo se movía detrás de unos arbustos de la orilla.

Sacó su machete y se acercó. Si era un conejo o zorro, podría servirle como cena para la noche. Pero solo encontró a un robusto hombre recostado en el suelo y que usaba unos anteojos oscuros. A su lado, estaba una pequeña mesa con unos cilindros blancos que tenían una textura extraña para Rita.

Eran tres cilindros y un aparato que parecía ser como un motor, o eso pensó Rita ya que era lo único tecnológico que había visto en su vida cuando fue a la ciudad.

—Ah, perdón niñita si te incomodé. Será mejor que me vaya.

—Disculpe, señor. Fui yo la que interrumpió su siesta.

Se retiró avergonzada, pero su curiosidad fue tanta que regresó.

—¿Qué son esas cosas blancas?

El hombre robusto se mostró impresionado por la pregunta de la niña.

—Son baterías recargables —dijo el hombre con una sonrisa—. Las estoy recargando de energía con la luz solar.

Rita no sabía qué era una batería y menos que se podía usar el sol para ese tipo de cosas.

—¿D-De dónde viene? —preguntó. Tenía curiosidad por saber el nombre de la ciudad donde habían esas maravillas.

—De California, pero allá no venden estas cosas. De hecho, nadie más la tiene excepto el lugar donde trabajo — se sentó y mostró un emblema que tenía las siglas "SF"—. La Speedwagon Foundation. Esa Fundación hace inventos geniales.

—En serio, ¿en ese lugar hay más cosas parecidas?

—Sí, muchas cosas. Por lo visto te interesan mucho este tipo de inventos. Cuando seas grande, puedes ir a trabajar ahí. Tengo un amigo que es parte del directorio de la Fundación. Si tienes deseos de entrar, se lo pediré.

El hombre sonrió al ver el rostro impresionado de Rita.

Cogió el aparato y abrió un compartimento donde colocó los cilindros hasta encajarlos. Tapó dicho espacio y extendió una antena de la parte superior del aparato. Apretó algunos botones hasta que salió una especie de apéndice de la máquina, apuntando directamente al hombre.

En medio de dicha máquina, un cuadrado comenzó a pestañear hasta que formó la imagen en blanco y negro de un hombre que miraba fijamente al frente.

Levantó la bocina y apretó un botón de luz roja.

—Aquí Alpha 1. Aquí Alpha 1. ¿Me copian?

—Omega 3. Te copio.

—¿Qué han encontrado, Omega 3?

—Omega 3. Aquí. Delta 4 y Épsilon 6 han encontrado el cuerpo de un bebé acribillado. Lleva varios de días en descomposición. Aunque el cuerpo parece ser el de un bebé, por sus dientes pudimos comprobar que tiene 34 años.

Rita se quedó boquiabierta al ver al hombrecito hablar en esa pequeña pantalla del aparato. Jamás había visto algo así, aunque había escuchado de algo parecido. Una cosa llamada máquina de Lumiere o algo así.

—¿Alguna peculiaridad, Omega 3?

—Sí, Alpha 1. El occiso presenta hendiduras producidas por objetos punzantes. No fueron disparos, sino algo parecido a púas de puercoespín y de toro. Sin embargo, no hay nada parecido cerca... ¿Qué? ¿Qué dices?

—Omega 3, ¿qué sucede?

—¡Alpha 1! Delta 1 y Delta 2 han encontrado otro cadáver en un barranco. Está en un precipicio cerca donde se encuentra el cadáver del hombre bebé. Sus características encajan perfectamente con la de los Depredadores de Milwaukee. Acusados de violar niños, niñas, de embarazar ancianas y descuartizar a ancianos. El historial delictivo de este par es muy siniestro.

—¿Los Depredadores de Milwaukee? ¡Mierda! Parece que el premio les llamó la atención. ¿Alguna otra novedad, Omega 3?

—En ambos escenarios encontramos restos de mucosidad. Como si varias personas hubieran escupido al suelo. Es muy impresionante, Alpha 1.

—Sigan investigando la escena, iré en camino.

Con esas últimas palabras, apagó el aparato.

—¿Qué es eso? —preguntó Rita.

—Es un teléfono inalámbrico. Tal vez habrás visto uno con cables, pues bien, este no los necesita. Además, emite la imagen de la persona con la que hablas en tiempo real.

—¡Wow! —Rita ignoraba la conversación ya que estaba más distraída con el teléfono.

—Me llamo Rita, señor. ¿Usted cómo se llama?

El hombre se puso de pie y puso el teléfono en su espalda. Era musculoso y las gafas de sol le daban una apariencia bastante fresca y confiable. Su piel bronceada definía muy bien su cuerpo tonificado.

—Soy George M. Wham. ¡Mucho gusto, Rita!

—¡Señoreeees y señoraaaas! Luego de ocho largos días, los participantes de Andes Speed Run cruzarán la ciudad de Cuenca en Ecuador para obtener los puntos que los posicionarán más cerca del premio. ¡Han pasado cosas alucinantes en esta carrera! ¡Y solo ha pasado un mes desde que los corredores partieron de Bogotá! ¡Fantástico!

Los espectadores aplaudieron y gritaron desde las gradas. La emoción de ver a los diez primeros corredores los llenaba de alegría. Habían escuchado sobre las peripecias durante el largo recorrido. 

Varias personas estaban en lo alto de los cerros, con telescopios que les permitían ver a los corredores que salían de trochas y valles hacia Cuenca.

—Oye, creo que vi a Clint Eastwood.

—No digas eso. La última vez aposté por ese idiota y otro se llevó el primer lugar.

—Te hicieron la casita. Ja, ja, ja, ja.

—Ya cállate y tripemos el momento.

Había tanta gente emocionada y esperando, que Celia vendía sus Químbaras por montones.

—¡Lleve! ¡Lleve sus Químbaras! ¡Lo mantendrán atento a los caballitos! —hizo un relincho para luego seguir vendiendo.

Por encima de la ciudad estaba el reconocible dirigible de Blades. Este estaba sentado seriamente en un sillón, soportando a los ruidosos Winehouse que llenaban el lobby de humo de cigarro. Algo que su esposa toleraba ya que aportaba sus volúmenes de esencia de nicotina en el poco aire respirable de la habitación.

La puerta se abrió. Era Hall que se veía trasnochado e incómodo.

—Eh, eh, eh. Señores, este espacio es reducido por lo cual no pueden fumar.

Aplaudió dos veces y varios asistentes de la carrera aparecieron para quitarle los cigarros de las bocas a los fastidiosos Winehouses. Abrieron las ventanillas y lanzaron los cigarros al exterior.

Hall giró para ver a la señora Blades, haciendo hincapié a la indicación, pero esta ignoró por completo al abogado.

—Dale el cigarro al señor Oates, Olga —ordenó Blades.

La mujer giró en el sillón, viendo a la ventana mientras seguía disfrutando de su cigarro.

—Bueno, si tienen esas manías —comenzó Hall con una sonrisa cínica—. Será mejor decirle a mis representados que no requerimos de este gran dirigible. Unas carrozas estarían bien para poder trasladarnos, ¿no creen?

Blades se paró de su asiento y caminó hasta la ubicación de su esposa. Los Winehouse ocultaban su enojo con una sonrisa.

El cigarro fue cogido por Blades con su mano. Pese al fuego, se lo metió a la boca para masticarlos unos segundos y luego lo tragó.

—Así está mejor —dijo Hall—. Estaré en el estrado tomando unas piñas coladas. ¿Alguien más va a querer? ¿No? ¿Nadie? ¡Mejor para mí!

Hall cruzó la puerta, seguido de los asistentes. El último en salir cerró la puerta, concluyendo el tenso momento.

—Desciende con ellos. Nuestro hijo no ha aparecido desde que lo dejamos en Bogotá.

—¿Y eso a mi qué? —respondió la mujer con un látigo de frialdad. Su mechón rubio que caía por su frente le daba mucha sensualidad. Algo que disfrutaba ver el menor de los Winehouse de manera disimulada.

—¡Párate y haz algo, maldita sea! —Blades se agachó, agarrando las patas del sillón para darle una sacudida, poniendo de pie a su esposa—. Sigue a ese abogaducho y vigila lo que hace. Cualquier hombre cae rendido ante los encantos de una mujer tan bella como tu.

Su voz pasó a ser cálida y tierna. Estaba tan cerca de su esposa que la tomó de la mejilla. Ella, en lugar de enojarse, aceptó las caricias y sonrió sonrojada. Blades acercó sus labios a los de ella y la besó. Pero luego de unos segundos, Olga Blades sintió algo duro en su boca. Pensó que era la lengua de su esposo, ya que acostumbraba a meter su lengua dentro de su boca, pero el sabor del objeto era reconocible.

Blades empujó el cigarro que había devorado, hasta ponerlo en la lengua de su esposa. Movió su boca y ella se lo tragó, aguantando la amargura de la nicotina.

—Ahora baja. Cuando vuelvas, te compraré unos zapatos nuevos, ¿qué dices?

—¡Me encantaría!

El semblante de Olga Blades había cambiado totalmente. Algo que hasta los Winehouses notaron ya que hasta ese entonces la habían visto aburrida y amargada.

Olga abrió la puerta y salió del lobby.

—Eres un domador de fieras —dijo uno de los Winehouse.

Blades miró con desgano a los Winehouse y se retiró.

—¡Hagan sus apuestas! ¡Los corredores están a escasos kilómetros de la meta! ¿Quién llegará primero? ¿Será Clint Eastwood? ¿Chayanne? ¿Redbone? ¿Christine Rosenvinge? ¡Dentro de unos minutos lo sabremos!

A 700 metros de los primeros corredores, en medio del camino que estaban por transitar, se paró una mujer espigada. Vestía pantalones vaqueros, una chaqueta de cuadros sin mangas y un sombrero con hebillas doradas al igual que su cabello. Llevaba en su brazo un tablero con dos flechas.

Cuando estaba por sentarse en el suelo, Surfin Bird descendió rápidamente.

—¡Aquí no, idiota!

La mujer se enojó e ignoró la advertencia del stand. El ave batió sus alas para fastidiarla, incluso poniendo sus genitales en la cara de la chica, pero esta simplemente lo apartó de un manotazo.

—¡Hey! ¡Hey! Trabajo para Blades, zopenca.

Estaba por girar las flechas del tablero, pero se detuvo al escuchar el apellido.

—¿Eres su stand?

—Pregúntale a Kira. Él ya me ha visto —respondió Surfin Bird—. Blades no quiere ninguna pelea de stands cerca de la meta. Está siendo vigilado por una persona indeseable. Si ve que hay stands involucrados... ¡cancelarán la carrera!

Dicho esto, elevó sus alas y se fue volando.

—Ashhh, qué fastidio. Y yo que quería serle útil al señor Kira.

Al reverso del tablero estaba un dibujo que había hecho de Yoshikage Kira. Era tan realista que rivalizaba con la calidad de las fotos de aquel entonces. Sacó su lengua y lamió la imagen varias veces, haciendo gestos orgásmicos con su rostro.

—Si no fuera por esa estúpida japonesa, sería la esposa del señor Kira. En fin. Será en otro momento.

Recogió el tablero y salió corriendo.

Cinco minutos después, Clint Eastwood estaba encabezando la carrera. Tenía a más de cien corredores a su lado, tratando de cortarle el paso para impedir que obtuviera los diez puntos que lo darían ventaja.

Ante la sorpresa de todos, Clint Eastwood se acostó sobre su caballo, agarró las riendas y Dirty Harry obtuvo mayor velocidad. Solo tuvo que levantar su cola y moverla hacia el lado contrario en el que estaba.

—¡Es un rayo! —dijo Lil Snake.

—¡Que no pase! —dijo Gipsy Kings.

Cinco corredores formaron una muralla que impidió a Clint avanzar. Es así que este se sentó rápidamente y Dirty Harry se paró en dos patas, saltando sobre estas y esquivando el muro de corredores.

—¡Ese caballo es un demonio!

Christine Rosenvinge no pudo evitar ver lo que había sucedido. Tomó las riendas con fuerza y exigió a Dancing Queen avanzar para llegar en primer lugar, pero el raudo Dirty Harry la traspasó sin mayor problema.

La meta estaba a escaso 500 metros. Clint seguía corriendo a toda velocidad, hasta que ve que por el lado izquierdo se acercaba Joe, Chayanne, Redbone, Dolton y Juan Gabriel.

—«¿Acaso esos imbéciles quieren ganarme de nuevo?»

Las dudas de Clint desaparecieron cuando los cinco lo rodearon, siguiéndole el ritmo en la carrera.

—¿Así es como quieren ganarme? —preguntó Clint Eastwood.

—Eres el problema, vaquero. Siéntete orgulloso de eso —dijo Chayanne con el cabello removiéndose por el viento.

—Parece que están encerrando a Clint Eastwood para que no tome el primer lugar. ¡Eastwood es una amenaza para los demás competidores!

Clint cogió las riendas de Dirty Harry y lo paró en dos patas para poder saltar. Redbone se dio cuenta de ello y trató de bloquear la caída del caballo, pero llegó muy tarde. Dirty Harry tocó el suelo y corrió como un relámpago, dejando una enorme diferencia de metros.

—¡Está sobrepasándonos! —exclamó Dolton.

A su tras, cientos de caballos corrían, retumbando el suelo con sus pisadas.

—¡Hay que alcanzarlo! ¡Emmanuel debe llegar primero para que su padre lo vea! —exclamó Chayanne.

Los cinco se inclinaron sobre sus caballos, aumentando su velocidad. Emmanuel hizo lo mismo para no quedarse atrás. Nadie podía verlo ya que estaba rodeado por la habilidad de Danza Invisible.

—«Esos inútiles no me ganarán» —la adusta mirada de Clint estaba viendo fijamente la meta que estaba a escasos 100 metros.

El resto de competidores estaba cerca de Clint, que volvieron a cerrarle el paso, pero esta vez Clint ni Dirty tuvieron compasión. Esquivaron a todos los caballos, dándoles empujones para apartarlos.

Dirty y Clint estaban tan molestos que tenían la sangre hirviendo. Los latidos de sus corazones estaban sincronizados por la aceleración. Clint volvió a recostarse sobre Dirty Harry y este movió su cola, acelerando sus movimientos.

—¡Está cerca de la meta! —exclamó Chayanne.

—¡Tengo una idea! —gritó Juan Gabriel. Café Tacuba apareció detrás de él y fue hacia Emmanuel.

Activó su habilidad y el stand contrajo sus brazos y piernas, colocándose detrás del caballo. Extendió sus miembros rápidamente, dándole a White America un tremendo impulso que hizo raspar el suelo con sus patas.

—¿Vieron lo que yo vi? ¡Un participante ha salido de la misma nada y se ha posicionado al lado de Clint Eastwood! ¡Ahora ambos encabezan la carr...! ¡Y cruzó la meta! ¡El participante ha tomado el primer lugar! ¿Qué? Ah, vaya... ¡Se trata de nada más y nada menos que Emmanuel Blades! ¡Felicidades, muchacho!

Los aplausos y los gritos de emoción inundaron las montañas de esa zona de Ecuador. Emmanuel se sentía tan feliz de recibir tantos aplausos y aprobación. Algo que careció toda su vida. Sin embargo, la mirada seria de Hall centró toda su atención en el muchacho.

—¡Gente de todo el mundo! ¡Clint Eastwood ha sido superado otra vez! ¡Cada vez esta carrera se pone emocionante!

—«¿De nuevo? No solo el negro lo hizo, sino que ese mocoso. ¿Qué clase de poderes tiene esta gente?» —Clint Eastwood detuvo el paso de Dirty Harry y tomaron aliento mientras que los espectadores gritaban de emoción.

—Ahora los corredores deberán coger el banderín que se encuentra en la ciudad de Loja —continuó el presentador—. Dicha ciudad está a 4 días de aquí. Luego de eso tendrán que seguir su recorrido hasta la ciudad de Jaén en Perú. ¡Nos esperan días alucinantes! ¡Señoras y señores, esto cada vez se pone más intenso y frenéticooooo!

Las venas del cuello del presentador enrojecían cuando gritaba con todo el aliento posible.

Chayanne, Joe, Juan Gabriel y Redbone se acercaron a Emmanuel para felicitarlo. Dolton llevó a su caballo a beber agua para evitar la fatiga y también a ellos.

—Salió como esperábamos, cuate —dijo Juan Gabriel, golpeando el hombro de Emmanuel. Lo que este respondió con un quejido de dolor.

—Ni fue tan fuerte —aclaró.

—No es eso... —dijo Emmanuel avergonzado.

Su madre lo veía de lejos. Sentada en su cómoda silla pero con un rostro frío e indiferente. Cuando Emmanuel volteó a verla, esperaba un rostro de aprobación. Pero solo vio la silueta alejándose de la mujer que le dio vida.

Mientras tanto Hall sí lo veía, algo que Emmanuel sintió incómodo y siguió al resto a los restaurantes para almorzar.

—«El hijo de Blades tiene una habilidad de stand al parecer. Intrigante...» —Hall se mantuvo en silencio, viendo alejarse a Emmanuel junto a Chayanne, Joe, Dolton, Redbone y Juan Gabriel.

Las noticias de la increíble victoria de Emmanuel llegaron a oídos de Blades, quien ocultó su enojo tras su rostro indiferente. Pero llegado a la habitación de Griffin, rompió una vasija metálica que había comprado en una tarde de otoño.

—¡Ve y dile a Kira que Chayanne tiene a mi hijo! ¡Que lo extermine de una puta vez! ¡A él y a sus amigos!

Surfin Bird apareció y voló lo más rápido posible.

Encontró a Kira en un campamento, donde la tienda de campaña que usaba era más grande que el resto. Por dentro había un calefactor, sillones, alfombras y una cómoda cama.

—¡El señor Blades quiere que extermines a Chayanne de una vez! ¡Tiene a su hijo!

Kira dejó de cortarse las uñas de las manos cuando escuchó tal información. Abrió un estuche y guardó el cortaúñas. Limpió sus manos con un paño húmedo y luego prestó atención al ave.

—¿Cómo sabes eso?

—El niño llegó junto a Chayanne a la meta esta mañana.

Había mandado a Baby Rasta y Gringo a eliminar a Chayanne, pero como no habían vuelto, pensó que se habían fugado. Sin embargo, las palabras de Surfin Bird hicieron que Kira reflexione la situación rápidamente.

—Lárgate. Me encargaré de ello —dijo Kira.

Surfin Bird salió por una abertura de la tienda, dejando a Kira pensativo.
Cogió unos guantes, colocándoselos en sus manos. Luego su sombrero encima de su cabeza y su corbata alrededor del cuello de su camisa.

Abrió una caja y sacó un anillo con el sello de la familia Kira: un cráneo con cuernos. Dicho anillo se lo heredó su padre cuando este murió. Había pertenecido a los Kira desde que eran sirvientes del emperador de Japón hace 200 años.

La cálida brisa del mediodía rozó su rostro perfumado y aseado cuando salió al exterior. Antes de llamar a su compañeros, la mujer rubia del tablero saltó ante él.

—Blondie...

—Señor Kira, disculpe que haya escuchado sin su permiso —dijo Blondie—. Ya sabe que estaba a punto de atacar a la caravana de Chayanne, sino fuera por ese pajarraco.

—Lo sé.

—Déjeme terminar el trabajo. Esos cretinos deformes de Baby Rasta y Gringo seguramente huyeron.

Kira colocó su mano sobre el hombro de la angustiada mujer. Angustia que desapareció al instante cuando los ojos de Kira se posaron sobre los de ella.

—Señor Kira... —titubeó.

—Confío en ti, Blondie. Tu habilidad será muy útil para atacar a Chayanne y mantener a salvo al niño. Ve inmediatamente.

—¡Sí, señor Kira! Le traeré la cabeza de ese mocoso y a Chayanne sano y salvo, digo... la cabeza de Chayanne...

—Entendí el punto. Ahora vete.

Luego de que se marchó, Kira vio a Sha-kira a lo lejos, apoyada sobre un poste. Asintió con la cabeza y su hermana adoptiva entendió el mensaje.

Pero antes de seguir a Blondie, se sacó el brazo derecho y se rascó la espalda.

—¡Ay, sí! ¡Ay, sí!

Fue tan satisfactorio rascarse que su cuerpo temblaba de placer. Tanto fue el placer que sintió que llevó sus manos a sus senos.

—Bueno, sería malo si no termino lo que empecé —dijo sonrojada. Abrió la entrada de su tienda y se metió.

Próximo capítulo: One Way or Another - Parte 2

1. George M. Wham: el nombre del personaje es una referencia al cantante británico George Michael, quien integró la banda Wham!, del cual también se hace referencia.

https://youtu.be/pIgZ7gMze7A

2. Blondie: es una referencia a la banda norteamericana de rock y new wave del mismo nombre.

3. One Way or Another: el título es una referencia a la canción del mismo nombre de la banda Blondie.

https://youtu.be/valVixMpzQY

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