En las montañas de la locura - Parte 3
Estando rodeados, no quedaba de otra que reagruparse.
—¡Yo no vengo con ellos! ¡No me hagas daño! —exclamó Dolton hasta que Redbone le tapó la boca.
—No imporrrta —respondieron los Rasputines—, si te opones en mi camino al sacrificio, entonces te mataré.
Joe y Juan Gabriel pasaron saliva a la vez. Joe por el miedo de ser sacrificado en un ritual místico y Juan Gabriel porque tenía sed.
De un momento a otro, los Rasputines comenzaron a girar alrededor de ellos. Pese a la velocidad, se podían ver sus hipnotizantes ojos y su sonrisa cínica.
—Psst, JoJo
—¿S-Sí, señor Cha-Chayanne?
—Cuando te diga que lances una onda Hertz, lo lanzas.
—Pero yo no sé manejar el Hertz.
—De hecho, ya haz hecho el 50% del entrenamiento.
—¿E-En serio? —dijo Joe entusiasmado.
—De hecho, no. Pensé que te lo creerías.
—Ouh...
—Mira JoJo, esto del Hertz es como escupir, ¿entiendes? Cuando vas a escupir, sientes tu saliva en tu boca lista para disparar y, cuando vas a hacerlo, pues lo haces, ¿no? Pero en realidad no eres consciente de todo el mecanismo que hace tu lengua, mandíbula, labios, hasta tus pulmones para expulsar una gota de saliva. Bien. El Hertz es lo mismo
—¿U-Usted escupe ondas?
—Como te dije, escupir saliva es un proceso que lo consideramos básico porque nadie piensa en el proceso ni mecanismo, pero para manifestar una onda Hertz es necesario tener en cuenta el proceso siempre. Cada parte del proceso debe ser manipulada por el usuario de Hertz, ¿entiendes?
—N-No, pero creo que s-s-sí
—Es algo —dijo Chayanne—. Lo que debes hacer para poner una onda Hertz en la punta de tu dedo es sentir la velocidad de tu torrente sanguíneo, a la vez que tienes contadas las palpitaciones de tu corazón en los últimos treinta segundos y la frecuencia en que late. Con esa información, debes tomar aliento y absorber la energía que hace un latido, ya que el corazón es el único órgano que puede generar vibraciones potentes que recorren tu cuerpo. ¡Esa vibración es necesaria para tener una onda Hertz! ¡Concéntrala en tu corazón y expúlsala por tu brazo! ¡Esa es la clave!
—D-De acuerdo, se-se-señor Chayanne.
—JoJo... —suspiró Chayanne— confío en que lo harás, pues si no lo haces bien, tu cuerpo puede reventar. Solo te pediré que lo intentes cuando te lo diga, ya que cuando lo hagas, quedarás indispuesto por el dolor en tu cuerpo por el poco entrenamiento que haz tenido. ¡Rayos! Todo ha sido mi culpa. Hemos tenido poco tiempo y...
—N-No se pre-preocupe, s-señor Chayanne.
Chayanne vio a Joe y tomó un respiro.
—Estoy seguro que lo lograrás, JoJo.
Los Rasputines seguían girando a su alrededor. La tensión aumentaba pues buscaban alguna manera de escapar del círculo.
—¡Jooooeeee Arroyoooooo! ¡Entrégate o sino mataré a tus amigos frente a ti! ¡Y luego iré por tu madre!
Joe reaccionó con un espasmo de terror al escuchar la amenaza.
—«Su voz proviene de todas partes» —Chayanne veía su entorno—. «Pero no creo que sea por su stand. Debe ser algo más»
Tomó aire y un aura lo rodeó. Cerró los ojos y el brillo salió expulsado de su cuerpo a través de ondas que se expandieron al menos unos veinte metros a la redonda.
—¡Solo es un espejismo! —exclamó Chayanne, apuntando hacia el este y lanzando una onda Hertz de mediano tamaño.
Este atravesó la neblina hasta que Rasputín la esquivó. Los demás Rasputines se desvanecieron.
—Viejo ilusionista, usar la neblina como espejos es el mejor truco que he visto.
Rasputín puso sus manos detrás de su espalda e hizo una reverencia. Al levantar su cabeza, sonreía con sus pútridos dientes negros como las ojeras que rodeaban sus filosos ojos.
—Un halago digno de un zar, pero no es mi mejor truco.
El rugido de un animal se acercaba rápidamente. Rugido que Redbone reconoció y activó su stand para convertir sus brazos en metal. Con sus fuertes brazos metálicos, detuvo la enorme boca de un caimán de dos metros que se había abalanzado sobre Joe.
—¡Muévanse!
Treasure y Frijolero comenzaron a alejarse del enorme caimán hasta que se libró de los brazos de Redbone con un giro.
—Por poco y meriendo presas frescas —dijo el caimán, secándose la baba que caía por su boca.
—¡Puede hablaaaar! —exclamaron Joe, Chayanne, Juan Gabriel y Dolton.
—Te dije que no eran todos mis trucos, torero —Rasputin guiñó el ojo y retrocedió como un fantasma, arrastrando su túnica oscura por el suelo y desapareciendo en la niebla.
La altura había afectado gravemente a Antonio. Se unió al equipo organizador de Andes Speed Run para poder conocer otros países, sin embargo, no tuvo en cuenta que las montañas estaban varios miles de metros sobre el nivel del mar. Tan alto que el oxígeno es casi escaso y, para personas que han vivido en una cómoda ciudad, era un tormento siquiera caminar.
Pero lo que había pasado con uno de sus compañeros de trabajo era de la categoría que llamarían "extraño". Así que estaba apresurando su paso para darle aviso a Ruben Blades quien estaba en su cálido dirigible.
Al llegar se tiró al suelo para poder respirar. Uno de los asistentes que cuidaba la puerta del dirigible lo vio y no hizo nada al respecto.
—¿Estáis ebrio, chaval?
—Nogg... eggg queeeggg... aaaahhhggg... aaaireeehhhhggg...
Cada palabra requería una porción de oxígeno de los pulmones, por lo que al terminar de decirlas, tragaba una bocanada. Algo que hacía inentendible lo que quería decir.
—¡Chaval! ¿Qué sucede?
—El señor Blades... El señor Blades... Ha pasado algo... algo extraño.
El asistente-cuidador de la puerta abrió sus ojos y también la puerta para hacer pasar a Antonio. Dentro del dirigible, el cual estaba en la superficie ya que era peligroso sobrevolar con la niebla en medio, estaba cálido y el oxígeno era bueno para respirar, ya que Blades se había encargado de comprar tanques de oxígeno por lo remoto de las alturas.
Antonio fue arrastrado hasta el living donde estaba la esposa de Blades fumando un cigarro y llenando la habitación de humo. Ambos asistentes tosieron sin quejarse.
—Señora Blades, requerimos de la presencia de...
—¿Qué sucede? —preguntó Blades sentado en el sofá y leyendo 20 mil leguas de viaje submarino.
—Una... aaahhg... estaca... ¡Una estaca de hueso!
Blades se puso de pie rápidamente, lanzando el libro a un lado.
—Ese maldito está aquí.
—Abran bien sus ojos. Ese sucio anciano debe estar rondando cerca —resaltó Chayanne mientras bajaba de su caballo junto a Redbone.
—¿Crees que sea un usuario de stand? —preguntó Redbone.
—No lo sé, tú dime.
El hombre caimán movía la cola mientras sacaba su lengua para pasarla por su cara. Joe temblaba de miedo mientras que Juan Gabriel y Dolton estaban en zozobra.
—¿Quién será el primero en pelear? —preguntó el hombre caimán.
Redbone corrió hacia el caimán, saltando a cada lado para despistarlo hasta llegar a unos grados respecto a su cuello para noquearlo en su nuca, pero al golpearlo, el brazo metálico de Redbone tembló por la dureza de la piel del caimán.
—¡Ni un rasguño! —exclamó el hombre caimán. Giró para golpear a Redbone con su dura cola. Se agachó en el suelo y corrió en cuatro patas hacia Redbone mientras seguía en el aire—. ¡Muereeee!
Las garras del hombre caimán relucieron en medio de la neblina. Cuando estaba por penetrar el pecho de Redbone, esa parte de su cuerpo se transformó en metal, rompiendo las garras del caimán que gimoteó por el dolor.
Redbone puso su mano en el suelo, con ese apoyo en tierra firme, giró su cuerpo y convirtió su pierna en metal para hacer a un lado al caimán con una feroz patada.
El hombre caimán no se dio por vencido y puso resistencia con sus garras en el suelo antes de chocar con la pared de una casa. Vio a su lado y estaba un par de corredores viéndolo con temor.
—¡Aa...!
Antes que lancen un grito, el caimán se abalanzó sobre ellos y los lanzó como proyectiles a Redbone. Obviamente, Redbone los esquivó sin hacer daño a ninguno, pero al ver nuevamente hacia la calle, no encontró al caimán.
—¡Detrás de ti, Redbone! —exclamó Chayanne corriendo hacia él con ondas Hertz en sus manos.
El hombre caimán había aprovechado a ambos corredores para esconderse en los puntos ciegos de los cuerpos respecto a la visión de Redbone. Una vez que los esquivó, el caimán salió de su escondite para atacar a Redbone por la espalda con sus garras. Un ataque que Redbone no pudo esquivar y recibió los zarpazos en su espalda.
Con su ropa rasgada y su espalda ensangrentada, Redbone cayó al suelo, pero cuando el caimán iba a terminar de matarlo, Chayanne lanzó un puntapié en la entrepierna del caimán, a lo que este reaccionó como si le hubieran extirpado los órganos con pinza caliente.
—¡Aaaajaaaaaayyyyy! —gritó el caimán del dolor.
—Sea lo que sea, sigue siendo un hombre —apuntó Chayanne con su dedo y lanzó la onda Hertz a uno de los ojos del caimán.
El efecto vibratorio y expansivo de la onda hizo que el ojo estalle dentro de la cuenca ocular del caimán a lo que reaccionó con otro grito de dolor.
—¿Qué fue eso? —se preguntaron los corredores. Se sentían perdidos pues los faroles de las calles habían sido apagados y el sol se estaba ocultando poco a poco.
Rasputín estaba sentado en el campanario. Meditaba tranquilamente, pero al escuchar los gritos del caimán, supo lo que tenía que hacer.
—Tu turno.
El hombre caimán se arrastraba en el suelo por el dolor mientras que su ojo botaba lágrimas y sangre como un riachuelo.
—Deja esas lágrimas de cocodrilo y dinos qué planea Rasputín —dijo Chayanne con una mano en la cadera y la otra con una onda Hertz apuntando al caimán.
La neblina comenzó a moverse y una garúa empapó sus cuerpos.
—¿Una tormenta? —se preguntó Redbone.
—Ji, ji, ji, ji
—¿De que te ríes, lagartija? —preguntó Chayanne ante la siniestra risa del caimán.
—Estas son lágrimas de madre, hombre común —dicho esto, retrocedió en cuatro patas y desapareció en medio de la intensa garúa.
—¡No sabemos qué sucede! ¡Una lluvia está azotando la ciudad de Pasto! ¡La carrera está siendo interrumpida por inexplicables sucesos! —exclamó el presentador. Los asistentes corrían de un lado a otro tratando de resguardar objetos frágiles de la lluvia—. ¡Oh, cielos! ¡Es casi un diluvio! ¡Hay agua de al menos medio metro en las calles de Pasto! ¡Dios no está de nuestro lado en estos momentos!
Al ver que el agua estaba elevándose, subieron a sus caballos.
—¡Agua! ¡Ese caimán volverá! ¡Vayámonos a un sitio alto para evitar una emboscada!
Tomaron sus riendas y las agitaron para que sus caballos avancen, pero no lo hicieron.
—¡Mierda! ¡Las patas de los caballos están congelados! —exclamó Juan Gabriel.
—N-No te preocupes, Treasure, todo estará bien —dijo Joe consolando a su caballo.
—¡Cuidado atrás! —advirtió Redbone a Dolton, pues detrás de él estaba el hombre caimán con sus fauces abiertas.
—Sin visión —escucharon la voz de una mujer en el mismo momento que el agua del suelo se evaporaba y les impedía observar con normalidad.
—¡S-Señor Chayanne! —gritó Joe cuando sintió una mano fría jalándolo del brazo.
—¡JoJo!
Chayanne activó el Hertz y la expandió alrededor. Se impresionó al ver una corriente de agua con la forma de una mujer llevando a Joe del brazo.
—¡Por allá!
Redbone giró su caballo para ir por Joe mientras que Chayanne se quedó a pelear contra el hombre caimán.
—¿Sabían que están respirando agua, palurdos? ¡Ja, ja, ja, ja!
La siniestra voz femenina resonó en toda la calle. Joe tembló del miedo al notar que quien lo llevaba era una mujer con ojos amarillos y cuerpo transparente pero lleno de agua.
—¡Watermelon Sugar!
El vapor que rodeaba a Chayanne y Redbone se condensó rápidamente hasta convertirse en agua que tapó sus fosas nasales.
—¡Morirán ahogados y los amamantaré como si fueran mis hijos! ¡Buajajajajajaja! —gritó la Madre de Agua con el rostro excitado y el cabello alborotado.
Próximo capítulo: En las montañas de la locura - Parte 4
1. Watermelon Sugar: el nombre del stand hace referencia a la canción Watermelon Sugar de Harry Styles.
https://youtu.be/7-x3uD5z1bQ
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