El día de mi suerte - Parte 1

—¡Pero qué calor del coño, ostias!

—Oui, pego al menos hay mujegues hegmosas en estas tieggas... Hmmm...

Sherlock Rosebelle estaba fascinado por las jóvenes colombianas que había visto en el trayecto. Eran tan exuberantes que prometió a todas las que se topó que volvería por ellas para casarse, obviamente era mentira ya que estaba casado en Francia con una mujer tan gruñona como un rinoceronte rabioso. Esta comparación tampoco es tan gratuita, pues la esposa de Sherlock era lo suficientemente gorda como para que un maestro de geografía dibuje continentes sobre ella y enseñe a sus alumnos el planeta Tierra.

Quien lo acompañaba era Josua Rickson, un hombre español que frecuentaba cantinas de Francia. En una de esas se encontró con Sherlock y se volvieron buenos amigos de parrandas, perdiéndose por varios días en los festivales de París. Al saber de la carrera Andes Speed Run, abandonaron sus hogares para emprender la aventura más grande de sus vidas y acostarse con cualquier mujer que encuentren.

—Me parece ver algo por allá —apuntó a un peñasco que estaba en medio de unos pequeños cerros repletos de piedras y vegetación seca.

Se apresuraron con sus caballos Torrente y Seil Marie, encontrándose con una linda chica que tenía el pie atorado en unas rocas.

—¡Ay, gracias por veniiiir! —exclamó la chica.

—Dulce señoguita, me complace presentagme...

—Jum, Jum... —Josua interrumpió a su amigo.

—¡Oh, es ciegto!

Sherlock bajó de Torrente y con ayuda de Josua sacaron las enormes rocas que apretaban el pie de la chica.

Para su suerte, su pie no había sido aplastado ni tampoco tenía fracturas por lo que se emocionó y saltó de alegría, batiendo su largo y ensortijado cabello con mechones rubios como también haciendo rebotar sus llamativos pechos cubiertos por un top negro.

—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Se los agradezco demasiado, guapos caballeros!

Los ojos de la chica brillaron. Algo que encantó a Sherlock y Josua. Estos se miraron y supieron que podían sacar provecho de la situación.

—No es nada que dos fuertes caballeros no puedan hacer, doncella —dijo Josua con el tono de voz que usaba para enamorar jovencitas borrachas.

—¿Cuál es tu nombge?

—Y-Yo... —su rostro se sonrojó, mostrando un semblante inocente—, yo soy Shazelle.

—¡Lindooo! ¡Lindo nombreee! —gritó Josua.

—Es muy hegmoso. Tan hermoso como la togge Eiffel.

—Ay, es todo un halago.

Sherlock y Josua no dejaban de ver las piernas de Shazelle pues la falda que llevaba cubría parte de sus muslos.

—Lamento las molestias. Estuve buscando una moneda y justamente se cayeron las rocas. Pude saltar pero mi pierna quedo atorada. ¡Entonces pensé que me iba a moriiiir! —los lamentos de Shazelle no conmovieron a Sherlock ni Josua. Ellos solo querían comer el postre principal.

—Sabes, cerca de aquí hay un restaurante. Debes de ser de los alrededores ya que no veo ningún caballo cerca.

—¡Síííí! Creo que tanta amabilidad debe ser recompensada —Shazelle dejó su rostro inocente a uno más coqueto mientras estiraba la parte superior del top.

Sherlock y Josua no ignoraron las señales así que estaban muy excitados. Se acercaron pero Shazelle les pidió que se detengan.

—Quédense en ese lugar, les daré su recompensa.

Llevó su cabello para atrás y bajó delicadamente el top, dejando ver sus enormes senos que rebotaron por la presión liberada.

—¡Qué jugosas tetas! —gritaron ambos, quedando boquiabiertos. Shazelle exhibía sus pechos, con las manos en la nuca y arqueando la espalda.

—¿Les gusta? —ambos hombres asintieron aún con la boca abierta—. ¿Les gustaría tenerlos en la boca?

Asintieron y Shazelle sonrió. Ambos senos salieron del pecho de Shazelle y se dirigieron como misiles a las bocas de Sherlock y Josua. Por lo repentino de la situación no pudieron esquivarlos, por lo que estaban tratando de sacarlos para evitar asfixiarse. Shazelle se acercó a ellos y vio como lentamente perdían el conocimiento al no poder respirar pues los senos habían entrado hasta el fondo de sus gargantas.

—Vuelvan...

Las protuberancias salieron de las bocas de ambos hombres y volvieron a su posición original. Shazelle cubrió su pecho con el top y sonrió victoriosa.

—Veamos quién tiene más muertos, hermanito.

—Una mañana en la Habana...

Joe despertó por la potente voz que lo despertó. Vio a su alrededor tratando de recordar lo que había pasado hasta que lo hizo y se dio cuenta que estaba en un pequeño carromato. Rápidamente se fijó en el conductor, temiendo que fuera Rasputín, pero para su suerte era una pequeña mujer robusta con cabello corto de color púrpura intenso.

—Al fin despiertas, mulatillo —dijo la señora. Uno de sus dientes era de oro por lo que el destello incomodó a Joe quien tenía la vista sensible.

—¿Q-Quién e-es u-u-usted?

—Soy Cecilia Cruz, pero me puedes llamar Celia, chico.

Joe estaba más tranquilo al sentir amabilidad en la señora. Su cuerpo dejó de estar tenso y se recostó en el carromato.

—¡Aaahhh! —reaccionó de repente—. ¡¿D-Dónde est-t-t-tá el se-se-señor Chayanne?!

—¿Chayanne? No sé de quién me hablas, chico. Pero podemos buscarlo dentro de poco cuando lleguemos a Popayán.

—D-De acuerdo... ¡Aaahhhhh! —el grito de Joe hizo saltar nuevamente a Celia—. ¡¿Po-Po-Popayán?! ¡¿Q-Q-Qué tan ce-ce-cerca esta-ta-tamos?!

—¡Deja de gritar así! ¡Me vas a hacer escupir el corazón, chico!

—P-P-Perdone, señora Ce-Celia.

—Contestando a tu pregunta, Popayán está allá —señaló a una pequeña ciudad que estaba detrás de una montaña. Desde donde se veía unos estrados y el dirigible de Blades.

—¡Aaaahhhhhh!

—¿Qué te dije?

—P-Perdón —Joe se tranquilizó—. E-Es que estoy en la ca-ca-carrera y d-d-debo llegar con m-m-mi caballo.

—Entendible, muchacho, pero de todos modos debes descansar. Solo ayer te saqué del agua antes que el hombre caimán o la madre de agua te devoren.

—¿Q-Qué? ¿C-Cómo que ayer?

—¡Sí, chico! —respondió Celia despreocupada—. Te encontré en el río y te salvé. Estabas algo pálido así que te dí un poco de mi producto —sacó una botella llena de agua gasificada—. ¡Químbara!

—¿Q-Q-Qué es eso?

—Es una bebida con gas y hecha en base a la caña de azúcar de Cuba. Ahora que estás despierto puedes probarlo, pero solo un poco.

Le dio la botella y Joe dudó un par de segundos en beberlo. Vio que Celia sonreía así que abrió la botella y la bebió. Rápidamente su cuerpo reaccionó al contenido.

—...

—¿Qué te parece, chico?

—¡Es sabrooosooo! ¡Es la cosa más deliciosa que he probado!

Sus manos temblaban y sentía grandes deseos de correr y saltar. Su respiración estaba agitada y su corazón palpitaba tan rápido como un hombre que está a punto de defecar pero que está a 100 metros de su casa.

—¿Cuál es tu nombre, chico?

—J-Joe, pe-pe-pero me llaman JoJo.

—¿JoJo, eh? Interesante apodo, chico.

Joe se sintió cómodo con el cumplido. Luego recordó su situación.

—¡D-Debo ir p-p-por mi caballo, se-se-señora Celia!

Celia detuvo la marcha del caballo y giró hacia Joe. Este se contrajo al ver la robusta figura de la pequeña mujer con su delantal floreado.

—Si me ayudas a vender todas mis botellas, te daré un caballo para que vuelvas a la competencia, ¿de acuerdo, chico?

Joe meneó la cabeza de lado a lado, pero luego se percató de que eso significaba un "no" así que asintió rápidamente.

—¡Vale, chico!

Siguieron su marcha hasta llegar a Popayán. La pequeña ciudad los deslumbró con su arquitectura que mantenía el estilo de la era colonial. Joe estaba sorprendido lo lejos que había llegado y entonces recordó a su madre.

—Oye, JoJo —interrumpió Celia—. Pon esa caja sobre esta mesa.

—¡Sí!

Cogió la caja del carromato y la puso sobre la mesa. Celia abrió la caja con una tijera y sacó seis botellas de Químbara, ordenándolas sobre la mesa de madera.

—«¿Solo seis? ¿Cómo pretende ganar tanto dinero con solo seis?»

Celia se acercó a Joe y lo inclinó para alcanzar su oído.

—Ve con esos tipos y véndeles Químbaras, chico —murmuró y luego puso una botella en la mano de Joe, dándole un empujón que lo hizo llegar a dos hombres que medían el tamaño de sus bigotes.

Joe tragó saliva pues no sabía qué decir. Ambos hombres lo vieron de pies a cabeza y Joe se sintió disminuido. Sonrió nerviosamente, señalando la botella.

Uno de los hombres captó la señal y le quitó la botella, abriéndolo con el dedo pulgar y bebiendo el contenido. En un segundo, su rostro hizo una mueca de felicidad absoluta mientras que sus ojos estaban abiertos como lupas.

—¡Aaahhh! ¡Qué deliciaaaa, parce! ¡Dame dos!

Su acompañante le arrebató la botella y la bebió, haciendo lo mismo que su compañero, pero agregando un salto y un grito que se escuchó en toda la plaza. Al final, se llevaron cinco botellas.

Joe sonrió aliviado y contento al tener las monedas en su mano.

—¡Vuelvan pronto! —exclamó Celia levantando las manos. Joe estaba dichoso por esa pequeña proeza que volteó a ver a la alegre Celia y luego se fijó en las botellas, pensando en que faltaba poco para tener un caballo y volver con Chayanne y Juan Gabriel, pero para su sorpresa, todavía quedaban seis botellas sobre la mesa.

—«¿C-Cómo? ¿De dónde salieron esas botellas si en el carromato solo estaba esa caja? ¿Tendrá un compartimiento secreto? Espero que esas sean las últimas»

—Vamos, JoJo. Tienes que vender todas las botellas —dijo Celia con el rostro ensombrecido. Joe asintió torpemente. Cogió dos botellas y fue a buscar clientes.

Al pasar por unas bancas, escuchó a unos hombres con los trajes de los asistentes de la carrera.

—¿Por qué aún no ponen el banderín?

—No se quieren apresurar. Los corredores todavía están a dos días y medio de aquí.

Joe se sintió tan mal, como si un calambre le hubiera retorcido el estómago.

—«¿D-Dos días? Si están tan lejos, ¿c-c-cómo la señora Ce-Celia llegó antes que todos?»

Esa interrogante flotó sobre su cabeza mientras veía de reojo a la señora Celia quien le devolvió una siniestra mirada y unos ojos punzantes que se clavaban en los suyos. Y en la mesa... ¡habían seis botellas!

—«¡Ahh! ¡¿De dónde s-s-sacó otras dos bo-bo-botellas?!»

—¡Veeeendeeee las boteeeeellas, JooooJoooo!

Próximo capítulo: El día de mi suerte - Parte 2

1. El día de mi suerte: el título del capítulo es una referencia a la canción del mismo nombre interpretada por Héctor Lavoe.

https://youtu.be/LXExea8k57M

2. Celia Cruz: el nombre del personaje hace referencia a la cantante cubana de musica tropical, Celia Cruz.

3. Químbara: es una referencia a la canción Quimbara de Celia Cruz.

https://youtu.be/TxRWQHCSmUg

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