Dos niños, dos caminos
¿Reconstrucción o reconocimiento?
—¿Qué?
He escuchado tus preguntas, querido Joe. Tienes muchas dudas en tu alma.
—Esa voz me suena familiar... ¿no es el anciano de aquella vez?
Estás en lo cierto.
—¿En dónde estoy? No puedo ver nada. Está todo oscuro.
Estamos en un lugar que está en todas partes. He usado mucho del poder que mantiene en tu plano de la existencia para evitar que mueras, felizmente, tenías activado el Hertz en todo tu cuerpo lo que me facilitó transformar la materia en otro estado.
—Perdone, pero no entiendo lo que dice.
Tengo una gran habilidad con el Hertz gracias a un poder que obtuve cuando era joven... bueno, cuando era joven y estaba en serios aprietos.
—¿Usted conoce el Hertz? ¿Quién es usted?
Solo haces preguntas porque albergas muchas preguntas en tu corazón, Joe.
—¿Y qué quiere que haga? Mis amigos están en serios problemas ya que ese hombre puede matar a alguien con solo tocarlo.
No me refiero a tus amigos, Joe. Eres tú. Crees que estás incompleto, por eso tienes dudas.
—Tengo muchas preguntas, pero las personas que tienen la respuesta o no están o no la saben.
Ese es tu problema, Joe. Piensas que aquello que te complementa está afuera, pero ¿realmente lo está?
—Siento un vacío en mi interior. ¡Está creciendo! Siento que me desvanezco.
Podrás salir cuando aceptes la realidad, JoJo: no careces de algo porque lo que te hace valioso siempre estuvo en ti. Piensa qué es aquello que te hace valioso.
—¡No tengo nada! Solo soy un chico menudo que está en problemas de hombres. Y por eso fui fácilmente derrotado.
¿Eres solo uno? ¿Acaso crees que estás solo, Joe? ¿De verdad piensas eso?
—¡Sí! Seguramente mi padre me vio y le di asco y se fue, dejándonos solo a mi madre y a mí. Incluso Emmanuel tiene a su padre y a su madre juntos.
¡Vamos, JoJo! ¿Crees que estás solo? ¿Crees realmente que te falta algo?
—Bueno, tengo al señor Chayanne y al señor Redbone. También está Juan Gabriel, Dolton y Emm... bueno, solo ellos cuatro. También a mi mamá, pero no sé como está ella y también a Treasure. Además está la señora Celia y Christine que se despidió de mi sin regañarme. Realmente no estoy... solo.
¡Exacto, Joe! Nunca haz estado incompleto. El valor siempre estuvo en tu interior y solo tuviste que buscarlo para darle cara a Rasputín. Ahora sabes que no haz estado solo, aunque no conozcas a tu padre, hay gente a la que le caes bien, incluso que le importas tanto que están dando la vida por vengarte.
—¿E-En serio?
Pon atención y escucha.
—Kocchi wo Miro!
—¡Ah, maldito canalla!
—«Con un solo toque en el corazón podre acabarlo»
—Te confiaste demasiado.
¿Lo escuchas? Tu buen corazón reunió a gente que se interesó en ti. Aunque algunos no lo demuestren abiertamente, ellos te aprecian.
—Pero mi padre...
Joe, cuando comprendas que lo tienes todo para seguir avanzando, podrás emerger y poco a poco lo que quieres vendrá a ti. Ahora, dime quién eres.
—¿Quién soy? Yo... ¡Yo soy Joe Arroyo! Mis amigos me llaman JoJo. Mi madre me crío sola desde que nací. Debido a los problemas para socializar tuve tartamudez. Entre a Andes Speed Run pensando que sería una carrera corta. Un día después de que comenzó la carrera casi me matan, pero el señor Chayanne me salvó. Desde ese entonces se ha encargado de salvarme la espalda, igualmente el señor Redbone. Luego conocí al intrépido Juan Gabriel. Al principió me cayó mal pero luego se me hizo más gracioso por sus chistes. Luego llegó Dolton, aunque se alejaba de nosotros, no veía la misma malicia de la que vi cuando nos conocimos. También conocí a la señora Celia. La ayudé a vender varias de sus botellas y pude convencer a varias personas de comprar sus bebidas. T-También me gusta Christine. Es muy hermosa y muy atrevida, muy fuerte y muy astuta. Me sentí mal cuando me enteré que Emmanuel nos traicionó, pensé que era alguien confiable. Todo eso he pasado en el tiempo que he estado en la carrera. Soy Joe Arroyo, solía tener miedo pero luego lo controlé. Luego vinieron mis dudas sobre mí, pero no importa quién sea mi padre. No me importa si me quiere o no. He logrado forjar mi camino junto al señor Chayanne y el resto del club de los Andes.
Eso es lo que quería escuchar, Joe Arroyo. ¡Es momento de emerger!
Mientras Chayanne, Redbone y Juan Gabriel trataban de deshacerse de los Sheer Heart Attack, el liquido amarillo comenzó a deformarse hasta que dos brazos emergieron y se apoyaron del suelo para que la cabeza de Joe salga. Poco a poco salió el torso y luego las piernas.
Para entonces, todos estaban viendo lo que sucedía con asombro e incredulidad
—¡¿Joe?! —dijo el club de los Andes.
Joe tuvo dificultades para ponerse de pie, pues su cuerpo seguía conformado por el líquido amarillo. Vio sus manos amarillas y su ropa, encontrándola muy distinta que hace unos minutos.
—¿Qué demonios es eso? —dijo Kira preocupado—. Se supone que debió morir.
El líquido amarillo se evaporó, dando paso a la nueva apariencia de Joe. Ahora medía 1.80, tenía el cuerpo fornido, pero esbelto. Su cabello ensortijado seguía corto pero sus rulos se veían estéticamente mejor que antes. La gabardina que usaba tenía unas plumas alrededor del cuello, parecidas a las que usa Redbone y llevaba un sombrero similar al que usó Chayanne cuando lo conoció.
—¡Ya estoy de vuelta! —exclamó haciendo una pose mientras la bufanda que rodeaba su cuello ondeaba con el viento.
—¿J-Joe? ¿Realmente eres tú? —dijo Chayanne.
—Eso creo —dijo Joe.
—Kocchi wo Miro! —los Sheer Heart Attack que lo rodeaban saltaron sobre él. Al desconocer la función de los tanques, fue el stand de Joe quien lo defendió lanzando a los Sheer Heart Attack lejos de él.
—¿Y ese quién es? —señaló Juan Gabriel.
El stand de Joe se veía más grande que el anterior, pero tenía los mismos colores. La forma de su cuerpo era distinta y medía lo mismo que el fémur de Joe. Sus ojos grandes y amarillos se contrastaban con la dentadura blanca que estaba a la altura de su boca.
—Te ves muy diferente, aunque siento que sigues siendo el mismo, Dark Latin Groove.
El stand de Joe fue a abrazarlo y este correspondió con un afectuoso abrazo.
—Creo que eres una segunda versión pero mejorada. Debería modificar tu nombre...
Los Sheer Heart Attack vibraron unos segundos y se dirigieron hacia Joe.
—¡Si llegan a ti, estallarán! —exclamó Redbone recuperando su apariencia original.
—Kocchi wo Miro!
Joe tenía la mirada sombría, mientras apuntaba a los Sheer Heart Attack con su mano.
—¡Haz lo tuyo, D.L.G Acto 2!
D.L.G. Acto 2 se abalanzó sobre los Sheer Heart Attack golpeándolos con una feroz ráfaga de puños que lograron apartarlos, pero los tanques eran persistentes por lo que giraron sus ruedas oruga hasta levantar el polvo. Se dirigieron rápidamente hacia Joe, pero este se alejó. Aunque trataba de dejarlos atrás, los Sheer Heart Attack lo seguían, incluso por las paredes.
Es entonces que tomó aire y formó dos ondas Hertz del tamaño de sus manos en los dedos índices. Los cuatro tanques corrían rápidamente hacia Joe sin mostrar compasión alguna.
—¡Esos carritos siguen el calor! —indicó Juan Gabriel—. Seguramente estás ardiendo, por eso te siguen.
—¿Calor? —Joe revisó su cuerpo pero no tenía nada encendido. Estaba intacto, pero al ver las ondas Hertz recordó lo que hizo en la avioneta del Sumo Pastor—. Calor...
—Kocchi wo Miro! —exclamaron en coro estando a un metro de Joe. Aprovechando la cercanía saltaron sobre este para estallar.
Sin embargo, Joe intentó lanzar una onda Hertz con su dedo, pero lo que salió fue una porción de su piel que salió disparada hasta pegarse a la pared.
—¿Q-Qué? —no sintió dolor alguno. Es más, su piel estaba normal. Sin ninguna abertura.
Pero Joe y Chayanne se dieron cuenta que esa porción de piel emitía una alta frecuencia de ondas Hertz haciendo que el aire que lo rodeaba eleve su temperatura creando una brisa parecida a la que habría en un desierto al mediodía.
Los Sheer Heart Attack frenaron y giraron hacia la pared en donde estaba la piel de Joe y saltaron hasta esta, creando una gran explosión.
Los habitantes de las casas salieron despavoridos por las escandalosas explosiones. Fue tanto el alboroto que la Guardia Ecuatoriana ya estaba cerca del lugar.
—Ya nos cayó la ley —dijo Juan Gabriel.
Kira se puso de pie y los Sheer Heart Attack regresaron con él, recuperando a Killer Queen.
Los disparos de los fusiles de los guardias ecuatorianos se escucharon cada vez más cerca, como también del paso de los caballos, pero no se trataban de caballos de la guardia, sino que eran los caballos de Joe y los demás traídos por Emmanuel.
—Yo llamé a los soldados. Con suerte atraparán a Kira, pero si seguimos acá nos apresarán junto a ellos.
Minutos antes, Dolton volvió a usar Danza Invisible para huir de las garras de Mack. Este no hizo ningún acto de persecución pues decidió poner a Shinobu a buen recaudo.
Chayanne, Redbone, Juan Gabriel, Dolton y Joe subieron a sus respectivos caballos, no sin antes ver a su oponente derrotado y ensangrentado.
Kira tenía una expresión de enojo en su rostro que claramente notaron.
—Ahí te ves, güerito. ¡Ajúa! —exclamó Juan Gabriel.
Los caballos soltaron un grito y partieron rápidamente.
La guardia ecuatoriana llegó a la calle y rodeó a Kira con sus armas.
—No se acerquen —susurró Kira para la oreja de Shakira—. Vengan por mí después.
Luego de diez minutos cabalgando, estaban a dos kilómetros de la ciudad de Loja. Detuvieron la marcha al lado de un río caudaloso y lleno de plantas medicinales. Redbone cogió algunas, las olió y dependiendo del aroma, las usó para curar sus heridas y la de los demás.
Joe se acercó a Chayanne para ver su situación y este se puso de pie para abrazarlo.
—S-Señor Chayanne.
El abrazo fue tan fuerte y cálido que no había sentido una sensación parecida desde que abrazó a su madre hace meses.
—Pensé que te habías muerto, Joe.
—Morí, pero sobreviví. Me convirtieron en algo aguado y con mi fuerza de voluntad pude volver —dijo Joe sonriendo—. Y parece que pude hacer un sombrero como el que perdió.
Joe le dio el sombrero pero Chayanne se negó a recibirlo.
—Es tuyo, Joe. En serio. Volviste con eso puesto así que es tuyo.
—¡Cuate! —exclamó Juan Gabriel saltando sobre Joe mientras le raspaba la cabeza con sus nudillos—. Yo ya pensaba que te habías fuido con la parca, pero pos no, ¿verdad? ¡Ajúa... ay! —lamentó un dolor en las costillas por los impactos contra el suelo y la pared.
—¿Cómo es que pudiste volver de la muerte, Joe? —preguntó Dolton.
—Ese hombre... la voz de ese hombre misterioso me trajo de vuelta. Parece que conoce muchos secretos del Hertz.
—Antes de seguir celebrando —interrumpió Redbone—, debemos tratar un asunto.
Emmanuel estaba sentado sobre una roca, pensando en lo que había ocurrido. Al verlos acercarse, se puso de pie muy emocionado pensando que todo estaría bien.
—Vete —dijo Chayanne contundentemente.
—¿Q-Qué?
—No quiero verte cerca de nosotros. Haz estado trabajando con ellos y por poco morimos. Joe murió pero pudo regresar. No sé cómo pero sigue vivo por poco.
—S-Sí, pero está todo bien, ¿verdad? Por favor, no quiero estar solo —se arrodilló al suelo implorando con sus manos.
—No existe justificación para lo que hiciste, Emmanuel. Vete o tendré que hacer contigo lo que estaba a punto de hacerle a ese tal Kira.
—Escúchenme por favor, lo que les conté sobre mi padre es casi toda la verdad.
—Aaahhh, con que ocultando la verdad —interrumpió Juan Gabriel con su dedo acusador.
—Deben escucharme, mi padre está haciendo cosas muy peligrosas. Recuerdan lo que les dije aquella vez...
»Todo comenzó hace unos seis meses. Mi padre se reunió con algunos hombres en su oficina personal. Yo tenía mucha curiosidad por lo que usé los conductos de aire para escuchar lo que decían. Me sorprendí mucho con lo que mi papá decía. Estaba planeando una carrera para poder desviar la atención de la gente mientras él buscaba la... ehhhh... entrada al Dorado. Pero como ustedes hicieron que algunas pistas desaparezcan, seguramente piensa que ustedes saben su plan por lo que ha mandado a la banda de Yoshikage Kira para aniquilarlos. Sí. Eso está pasando. Por eso debemos estar muy alertas para evitar que nos maten.
—¿Entonces estabas mintiéndonos? —cuestionó Redbone con los brazos cruzados y la mirada sombría.
—E-Es porque pensé que no me ayudarían. La verdad es que mi padre ha hecho esta carrera para aprovechar la soledad de las montañas y tomar a algunos jinetes como ofrenda a un dios prehispánico el cual le dará lo que se llama la Sangre del Sol.
—Así que sigues mintiéndonos, ¿eh? —Juan Gabriel manifestó a Café Tacuba para darle una buena paliza.
—¡Créanme! Mi padre ha contratado a Kira y sus hombres para que se encarguen de escoger a los jinetes y que los lleven al punto de entrega. Si logra hacerlo, tendrá todo el oro del mundo. Esto lo sé porque entré a hurtadillas a esa oficina y pude leer toda la investigación de mi padre. Mi bisabuelo consiguió una reliquia antigua gracias al encuentro con Dios. La riqueza que consiguió también ayudó a mi abuelo a financiar unas expediciones en el interior de los Andes. Fue así que descubrió el mito de la Sangre del Sol. Y además robó información confidencial a la Fundación Speedwagon. Cuando tuvo las piezas juntas, supo de que se trataba la sangre del sol. ¡Estoy hablando de millones de toneladas de oro! ¡Algo que está valorizado en mil millones de dólares a la potencia de mil millones de dólares! ¡Una cantidad de riquezas inimaginables!
Todos soltaron un jadeo por la revelación que hizo Emmanuel. Se notaba su ansiedad y preocupación por los hechos que contaba, pero eso no cambiaba la percepción que tenían sobre él.
—Eso no justifica tu traición.
—Y-Yo solo quiero que mi padre falle. Él no es un hombre b-b-bueno —las lágrimas corrieron por su rostro—. Quiero que muera. No quiero que tenga ese poder. Será implacable y poderoso. Y yo no quiero eso.
—Si querías que te ayudemos... cielos, matar al organizador de la carrera con un jugoso premio no es algo muy inteligente —dijo Chayanne lamentando las palabras de Emmanuel. Joe puso su mano sobre su hombro mientras asentía.
Se acercó a Emmanuel y lo puso de pie para mirarlo a sus húmedos ojos.
—Si necesitabas protección, el señor Chayanne y el señor Redbone no hubieran negado darte ese privilegio como me lo dieron a mí. Si querías amigos, debiste ser sincero desde el principio en vez de usarnos y traicionarnos.
—P-Pero lo hice para que la banda de Kira falle, por eso alerté al señor Chayanne antes que la flecha que mandaron lo atraviese. ¡No era mi intención que mueran! ¡Yo los necesito!
—No, Emmanuel. Lamento decirlo pero ya no te queremos con nosotros —dijo Joe afligido—. Busca tu propio camino desde ahora y si lo logras, nos volveremos a ver —sonrió.
Emmanuel tenía el corazón hecho trizas y se echó a llorar apoyado sobre una roca. Mientras que el club de los Andes subía a sus caballos y se marchaba rápidamente.
Horas después, Kira fue liberado con ayuda de sus compañeros y Emmanuel fue encontrado llorando, por lo que fue atado con pesadas cadenas mientras pensaban en una manera de castigarlo.
—Yo pienso que hay que desollarlo vivo —propuso Shakira.
—Dénselo a las fieras de estas montañas —dijo Mack.
—¿Y si primero le sacamos las uñas? Son muy bonitas —indicó Shinobu revisando las uñas de Emmanuel con una lupa.
Kira había reservado su opinión ya que estaba terminando de vestirse. Se colocó la bufanda con textura de polígonos y su sombrero mientras limpiaba sus manos con paños húmedos con aroma a lavanda.
—Su padre no lo quiere. Cuando sepa lo que hizo, me dará la libertad de castigarlo a mi gusto. Además, gastar toda mi rabia en ese estúpido mocoso no es lo que quiero.
A la tienda de campaña, llegaron tres encapuchados soltando la pesada caja donde se hallaba Rednex.
—Está hasta el tope —indicó uno de ellos.
—Bien —dijo Kira sonriendo—, entonces nos podremos concentrar en el contraataque.
Varios días después. A pocas horas del término de tolerancia, pudieron divisar la llegada de cinco caballos que corrían a toda velocidad.
—¡Increíble! Aún hay corredores que persistieron en la carrera. ¡Vienen a toda marcha! No puede ser, se trata de Chayanne, Joe Arroyo, Redbone, Dolton y Pedro Juan Gabriel. ¡Que esmero! ¡Que persistencia! Cuando todos pensaban que habían abandonado la carrera, demuestran que la voluntad puede hacer cosas imposibles.
En menos de diez minutos, cruzaron la meta que se encontraba en la ciudad de Jaén en Perú. Los vitoreos de la gente aumentaron cuando los cinco saltaron del caballo y se pusieron a hacer movimientos rítmicos.
—Bien chicos, como lo ensayamos.
Unos pasos adelante con las manos levantadas. Un recorrido circular y luego dos saltos con las manos en la cintura. Sonrisa coqueta y la cintura meneándose en sentido triangular para que resalte el deleitable meneo de la pelvis. Luego una sacudida y un salto para caer sobre el suelo, estirando los pie e inclinando el tórax hacia atrás. Un giro horizontal para terminar de pie, con las piernas estiradas y la mano señalando hacia el cielo. Para ser más precisos, al dirigible de Ruben Blades.
Los aplausos se hicieron escuchar en toda la ciudad, mientras que los flashes de los periodistas casi los dejan ciegos.
El mismísimo Chayanne corrió hacia el estrado y saltó, arrebatándole el micrófono al presentador.
—¿Nos ves, hijo de perra? —exclamó fuertemente—. Sí, te hablo a ti, Ruben Blades. Tus hombres no han podido matarnos, pero gracias a tu hijo sabemos tus intenciones; si continuas tratando de matarnos, toda la prensa internacional sabrá lo que realmente planeas. Yo, Chayanne, lo juro con mis manos sudorosas —dijo levantando la mano—. ¿Oíste? Pues ya sabes.
Estiró su mano y dejó caer el micrófono, provocando un accidentado sonido agudo.
Los periodistas casi se abalanzaron sobre él para preguntarle sobre sus palabras pero este los ignoró.
Uno de ellos tomó una foto que se reveló al instante. En ella aparecían Joe Arroyo, Chayanne, Redbone, Dolton Bryce y Pedro Juan Gabriel Vicente Infante Fernández, sonriendo y posando junto a sus caballos. Justamente este último fue el que se lo arrebató de las manos.
—Matanga dijo la changa. ¡Ajúa!
Los cincos agitaron las riendas y siguieron su recorrido hacia las montañas del sur.
Próximo capítulo: Speed Run - Parte 1
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top