Celebration

—¡Clint Eastwood! —exclamó el público al verlo atravesar el lazo que estaba en la línea de meta.

Seguido por Christine Rosenvinge, Joe Arroyo, Chizuru Tsugimoto, Lou Vega, Juan Gabriel, Lil Snake, entre otros.

—¡Andes Speed Run ha conclu...! Un momento. Tenemos un aviso de último minuto.

Los jinetes detuvieron sus caballos y bajaron para descansar y refrescarse. Los periodistas siguieron a Clint, pero tuvieron miedo de acercarse pues este se veía enojado.

—¡No quiero hablar con nadie! —exclamó Clint. Dirty Harry ayudaba a espantar a los medios con ayuda de sus bravos relinchos.

Christine se apoyó en Dancing Queen y respiró profundamente.

—Te felicito, Chris.

Aquella voz le trajo una extraña sensación. Jamás pensó escucharlo en ese lugar ni en esa circunstancia.

Se trataba de un hombre mayor en una silla de ruedas, remolcada por una enfermera. La señorita dejó al hombre frente a Christine y se marchó.

—Papá —dijo Christine secamente.

—Vine de tan lejos, con mi problema para caminar y con esta incómoda silla —dijo en un tono enojado—, solo para decirte que... me perdones.

—¿Qué? —Christine no creía lo que estaba pasando frente a sus ojos.

—Por muchos años te hice de menos, Chris. Pero al escuchar como llegabas en los primeros lugares a través de estas montañas, me di cuenta que yo estaba equivocado —dijo el señor Rosenvinge consternado—. Te he rebajado tanto que olvidé de darte tu lugar como una Rosenvinge. Tu misma te diste ese lugar y estoy orgulloso por eso. Aunque no hayas ganado, me alegra saber que no renunciaste en ningún momento.

Christine miró con desdén a su padre y estiró su mano.

—Está bien, papá. Te perdono —dijo fríamente.

Al notar la actitud de su hija, el señor Rosenvinge asumió la disculpa con pesar.

Pero su corazón dio un brinco cuando Christine lo abrazó.

—Estás perdonado, papá. Tal vez con el tiempo podamos compartir la vida como una verdadera familia. Si ponemos de nuestra parte, pasará muy pronto.

Las lágrimas se deslizaron por las mejillas de sus rostros mientras perduraban el abrazo.

El micrófono dio un silbido agudo que chirrió en los oídos de todo el mundo. Unos golpecitos del presentador y una carraspeada, dieron pase a la impecable voz del hombre que estaba por dar un veredicto final.

—Antes de dar las últimas palabras, queremos recalcar que, debido a problemas internos con la familia Blades y Winehouse, Joestar Corporation se tuvo que hacer cargo enteramente de la carrera. Añadido a los fenómenos meteorológicos suscitados en los últimos meses, se decidió concluir la carrera en la ciudad de La Paz en Bolivia. Y para concluir, queremos aclarar que el participante Clint Eastwood obtuvo 105 puntos, seguido por Christine Rosenvinge con 100 puntos.

Volvió a aclarar su garganta y continuó:

—Pero, según las reglas, el participante Clint Eastwood cometió una infracción, pues hizo uso de un arma de fuego en contra de otros participantes.

—¿Qué? Eso no es verdad —reclamó Clint.

De inmediato, un grupo de agentes lo rodearon para buscar en sus bolsillos. Uno de ellos sacó un revólver y dos cuchillos ensangrentados.

—¡Malditos! —Clint manifestó a Feel Good para atacar a los agentes.

D.L.G. rechazó el ataque con su puño y neutralizó a Clint lanzándole una onda Hertz de baja frecuencia directo a la cabeza. Logrando enfríarla y desmayándolo.

—Por lo que —continuó el presentador—, anuncio que la participante Christine Rosenvinge se alza como la ganadora de la carrera de caballos Andes Speed Run y quien se vuelve acreedora del premio de 100 millones de dólares.

—¡Arriba, Kuristine! —exclamó Chizuru emocionada.

—¡Viva la güerita!

—¡Bien hecho, Christine! —exclamó Joe.

La emoción pudo más. Haciendo que esa inquebrantable actitud de Christine se desborde en lágrimas.

La gente se arremolinó alrededor de ella, alzándola hacia el cielo. Luego de tanto esfuerzo, Christine sonreía aliviada y satisfecha.

Serpentinas y polvos pica-pica estallaron en toda la ciudad, adornando el cielo celeste de La Paz. La algarabía fue tan contagiosa que la gente salió de sus casas corriendo y bailando, algunos con guitarra y otros con flautas.

Gente de todo el mundo estaba festejando en medio de la ciudad mientras que Christine era cargada en andas por las avenidas junto a Dancing Queen quien era llevada por hombres más corpulentos.

Juan Gabriel bebía una botella de tequila, tratando de impresionar a Chizuru. Esta sonreía y tocaba los bordes de su enorme sombrero.

—Quédate cerca, chinita, porque puedes perderte por el bosque.

—¡Oye, cuate! —dijo un charro bigotón—. ¿Le sabes a la música? Queremos tocar algo bien chingón con los cuates aquí. ¿Qué dices?

—¡Siempre esperé este momento! —exclamó Juan Gabriel brincando—. De hecho, tengo una canción preparada.

Hicieron un círculo pequeño para escuchar las ideas de Juan Gabriel. Luego de unos minutos, subieron al estrado principal.

—Buenos días, gente bonita —Juan Gabriel estaba muy emocionado al ver a cientos de personas—. Somos unos charros chingones y tenemos una canción hecha para la güerita y para todos los jinetes que nos acompañan y para quienes no, también. Y dice uno, y dice dos y dice tres...

Un rasgueo rápido de la guitarra le dio paso a una melodía pegajosa interpretada por trompetas.

Breakdown! Breakdown!

¡Y dice! Breakdown! Breakdown!

¡Claro que sí!

Breakdown! Breakdown!

¡Y dice! Breakdown! Breakdown!

La justicia brilla en mí

Nuevos días se acercarán a ti

Tu mano deberás alzar

Si el cielo quieres tocar

En tu mirada buscaré

A quién eres tu.

¡Mi corazón! Mi corazón...

Late por ti

¡Y no! Y no hay nada que pueda hacer

Para evitar amarte más

Cada día...

¡Deja que el amor nos atrape!

Te adoraré con todo mi ser

Hasta que debas partiiiiir

Este año fue muy extraño

Y algún día a tu lado estaré...

¡GREAT DAYS!

El grito de los charros al compás de la parte final de la canción hizo que el corazón de todos los que escuchaban vibren a la vez.

¡Si, señor!

Con el paso del tiempo, Christine fundó una línea aeronáutica comercial, aceptando a hombres y mujeres para pilotear aviones.

Chizuru Tsugimoto y Juan Gabriel se casaron y se fueron a vivir en un rancho en México, comprado por la recompensa que la Fundación le entregó por sus "servicios prestados".

Hall Oates ganó todos los juicios para que el patrimonio de los Blades y los Winehouse pase a manos de los Joestar como compensación luego de romper lo estipulado en los contratos.

Blondie recibió la recompensa de Redbone y con ello, ayudó al pueblo de los apaches a mantener las tierras, comprándolas para toda la eternidad. Se quedó a vivir con ellos hasta el día de su muerte.

Tupay siguió defendiendo a los campesinos gracias a sus habilidades. Y con la mejor ayuda que la Fundación Speedwagon podía ofrecer.

Wham y Archie comenzaron a salir. Aunque les emocionaba más estar en misiones en plena guerra mundial que tener citas en un restaurante.

Rita fue aceptada en la Fundación Speedwagon donde aprendió más conocimientos y aportando con la creación de nuevos aparatos como el teléfono satelital, la televisión y el microondas. A los 16 años, y con una gran fortuna, le propuso matrimonio a Joe, pero este la rechazó.

Joseph ocultó el secreto de Joe, pero lo presentó como un protegido a quien le ayudó dándole una beca integral en la Universidad Golden Star. Al principio se rehusó a recibirlo, pero por insistencia de su madre, Joe aceptó.

Unos días después del jolgorio en La Paz, Joe y Joseph aterrizaron en plena playa de Barranquilla.

Runaway Baby fue el primero en salir de la nave para correr libremente en las costas donde el atardecer bañaba con un tono naranja.

—¿Esa es tu casa, Joe?

—Sí, ahí debe estar mi mamá. Ahora debo buscar trabajo para pagar las deuda y evitar que la embarguen.

—No te preocupes, ya solucioné ese asunto —dijo Joseph.

—¿Pagó la deuda al banco? —preguntó Joe inocentemente.

—Mejor que eso: compré el banco —respondió Joseph sonriendo—. Ahora hay una tercera sucursal de Joestar Banks en sudamérica. Las otras dos están en Argentina.

Joe sonrió al ver a su madre en el portico, regando las macetas colgadas en la entrada. Cuando vio acercarse a su hijo y a Joseph, la regadera cayó de sus manos y se tapó la boca.

—¡Joe! ¡Hijo!

—¡Mamá! —exclamó Joe con la voz quebradiza.

Madre e hijo corrieron hasta abrazarse en un fuerte abrazo.

El mundo se detuvo para ambos. Ese abrazo fue tan conmovedor que incluso Joseph tenía los ojos acuosos.

—Prometí que no lloraría —dijo sosteniendo su sombrero—. ¡Dije que no lloraría!

Las lágrimas se le regresaron al interior de su glándula.

—Así está bien.

Luego de abrazarse, Juliana Arroyo acarició las mejillas de su hijo, desconociendo la mirada de aquel hombre que había cargado entre sus brazos.

—Fue imprudente, pero parece que lo hiciste bien.

—Todo esto fue por y para ti, mamá. Gracias por todo.

Besó la frente de su madre y luego presentó a Joseph.

—Él es...

—Sé quién es —dijo Juliana con ojos agudos—. Este descarado te debe un montón de regalos de navidad —lo señaló.

—Lo compensaré. ¡Lo juro! —exclamó Joseph nervioso.

Juliana y Joe rieron a la vez.

—Vayamos adentro, tengo muchas cosas que contarte mamá —dijo Joe.

Los tres caminaron hacia la acogedora casa Arroyo.

Al tenerlos a ambos al lado, Joe sintió tanta paz y tranquilidad. Habían ocurrido cosas espantosas, pero también cosas buenas.

Con la suficiente voluntad, y con ayuda de sus amigos, pudo hacerle frente a la adversidad y al caótico destino.

Y así fue que su viaje terminó. El viaje de un niño que, no solo se convirtió en un hombre, sino en la mejor versión de sí mismo. Un viaje que jamás se podrá olvidar.

1. Celebration: el título del capítulo hace referencia a la canción del mismo nombre de la banda Kool and the Gang.

2. La canción que toca Juan Gabriel y los charros es una adaptación latinizada del tercer opening de Diamond is Unbreakable, titulado Great Days (o días chingones para los cuates), realizada por Ranthonidas.

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