Ten, un regalo.

— Ten, un regalo.

— ¿Es en serio, Fujiki-san?

— Son para tu abuelo —Yusaku abrió la pequeña caja al ver la cara de confusión de Spectre.

El alfa de cabellos platinados se sorprendió levemente por aquella oración antes de acercarse a ver el contenido de la pequeña y elegante caja.

Dentro habían unas elegantes y apetitosas tartaletas de cremoso y firme relleno color lila con pequeñas semillas, masa de un marrón oscuro bien tostada y brillantes frutas confitadas como decoración… se veían y olían de un modo tan tentador que Spectre en serio estaba considerando comerse una aún sabiendo que podría terminar en la morgue después unas mordidas, tenían toda la pinta de los postres que Ryoken hacía en sus intentos de homicidios.

— Entiendo, Fujiki-san, muchas gracias y no se preocupe, me encargare de que las reciba —Spectre tomó la caja y volvió a cerrarla antes de dejarla a un lado de su bolso y retomar su lectura.

— Muy bien y otra cosa…

— ¿Que cosa?

— ¿Tienes alguna idea de dónde diablos sacó mi primo el diario de Toujou Kaoruko? —El alpha menor dejó caer su libro por la impresión al escuchar aquello mientras se levantaba abruptamente de su asiento— ¿No sabías q-?

— No tenía idea de que Homura-san tenía una copia… oh por los dioses esto es malo…

— Lo se, por eso necesito saber de dónde lo sacó, ese libro en manos de alguien tan inestable emocionalmente como lo es Takeru… es como darle una navaja a un bebé; así que si sabes algo me gustaría saberlo —Yusaku suspiro molestó—, odio aceptarlo, pero tu eres su único amigo así que…

El de cabellos plateados asintió intentando calmarse, ambos alfas estaban en silencio intentando pensar en cómo aquel libro llegó a manos de Takeru… por alguna razón, un curioso recuerdo le dio una espantosa y posible solución a la mente del alfa menor.

— ¿Y si fue un profesor el que le dio el libro?

— … ¿Qué me estás insinuando Spectre?

— Homura-san una vez me comentó que deseaba ser igual a ella, que anhelaba volar, volar tan libre como cierta chica de amatistas ojos y…

— Pelo de cuervo… —Yusaku apretó su mandíbula furioso.

Si sumaba eso junto al sueño que Ryoken le comento de que un profesor se enamoró y abuso de un estudiante… entonces era totalmente posible.

Ese diario todos los alumnos de la escuela lo habían leído, Kaoruko Toujou fue una alumna antigua de la preparatoria de Den City, era una omega que asistió por una beca artística hace cuatro años… la chica se suicidó saltando del salón donde se realizaba el club de literatura en el cuarto piso del edificio. Su muerte casi hace que Kogami Isamu, el director y dueño de la escuela, considerará hacer su instituto una escuela exclusiva de alfas… pero por esa misma época se descubrió que su sobrino, Ryoken, era un omega, así que si quería evitarse problemas con su cuñada, que estaba MUY dispuesta a terminar de quemarle el resto del cuerpo ella misma, tuvo que abandonar la idea.

La controversia fue cuando un año después de su muerte, en pleno aniversario de hecho, se encontró el cadáver de un profesor alfa, Ren Kagñami, colgado en ese mismo salón junto a una nota que aseguraba que no podía vivir sin su ángel, Toujou Kaoruko, a quien aseguró amar tanto que ya no pudo aceptar vivir sin su presencia ¿Acaso el profesor abusó de la pobre chica?

Al año siguiente, en el segundo aniversario de la muerte de la omega, se comenzó a rondar por toda la secundaria un libro muy extraño… los predecesores de Zarc y su grupo descubrieron que se trataba del diario de la chica, sólo que con los nombres cambiados.

Tuvo por título “Cómo ser un ángel” y en el libro la pobre chica expresó tantas cosas, como las violaciones constantes de su padre, el maltrato de su madre, las burlas usuales de sus compañeros, la obsesión mutua que sentía con su profesor y el porqué decidió saltar desde ese salón; el simple hecho de leerlo creaba una especie de morbo en los alumnos.

Pero en Takeru no, eso jamás pasaría. Su padre lo había sobreprotegido tanto que él no entendía parte de la verdad del mundo, el de lentes sólo sabía que este era malo en ciertos aspectos pero no en cuales exactamente… el hecho de que tenga ese libro en su poder y no supiera exactamente quien era la autora ya le daba una pista a los alfas de lo inocente que era Takeru en ciertos aspectos…

Lo cual fortalecía su teoría de que, desgraciadamente, el cachorro que Takeru esperaba era resultado de un abuso hecho por un profesor.

Ahora la lista de sospechosos se acortó bastante para Yusaku, le facilitaba tanto aquello que podría dirigir su atención a su otra investigación, descubrir el imbécil que reveló el embarazo de Ryoken a la escuela y trató de manchar el nombre de su amigo…

(...)

— ¿Que quieres?

— Más respeto imbécil, soy tu jefe y padre.

— Despídeme entonces y eres mi padrastro —Kengo le habló bastante molesto al alfa mayor.

Isamu suspiro hastiado, su hijastro a veces le era un dolor de cabeza, lo único bueno que sacó del mocoso bastardo mayor de su esposa, Hope, es que era alfa y bastante apegado a ella como para hacer lo que sea por su bienestar.

— ¿Y bien? ¿Vas a hablar o sólo me hiciste venir para hacerme perder tiempo? Tengo exámenes que revisar y a vagos que reprobar.

— No, la verdad te llamé para felicitarte, hiciste un gran trabajo, Kengo.

— ¿De qué trabajo hablas? —El alfa con prótesis robótica observó con desprecio como el hombre con traje y cicatrices de quemadura sonreía orgulloso.

— Homura Takeru está en el hospital por ingesta de cloro.

Kengo pareció sorprenderse y horrorizarse al escuchar aquello, el de ojos amarillo no cambió su expresión mientras sacaba un expediente que tenía la foto del omega con lentes.

— Despreocupate, esa puta y tu bastardo están a salvo, pero lo tendrán internado un largo tiempo por su intento de suicidio… vaya, el hijo de Akaba ni eso puede hacer bien.

— Te recuerdo que ese chico no es una puta, es sólo… un chico que no conoce el mundo y que la única omega por la que sentiste algo parecido al amor te rechazara por casarse con la persona que desfiguró aún más tu horrible rostro, no significa que todos los omegas sean putas.

— Tienes razón, tu madre basta y sobra para llenar mi vida de prostitutas —Isamu hojeo el expediente de su ex-alumno, sus antecedentes, referencia, historial médico e informe de personalidad.

Kengo no respondió a aquello, estaba harto de pelear y la discusión de hace unos segundos lo dejó exhausto

— ¿Es todo? Cómo ya te dije, tengo exámenes que revisar y vagos que reprobar.

— No, también quería agradecerte por haberme hecho el favor de interrumpir el servidor de chismes escolares y esparcir la noticia de Ryoken.

— Aún no entiendo que ganabas confesando el embarazo de tu sobrino —El alfa menor se cruzó de brazos mientras observaba desafiante al mayor.

— El grupo de chismosos de la escuela se estaba acercando a descubrir unas cosas que no me conviene que revelen. Así que causar una cacería de brujas interna entre ellos es lo más conveniente para todos.

— Para ti tal vez lo será, nadie más que tú se beneficia de esto…

— Exactamente, ahora retírate. Tengo papeleo que terminar y postres que encargar —Isamu cerró el expediente para dejarlo a un lado en su escritorio.

— ¿Postres?

— Daifukus espolvoreados en veneno de rata, los favoritos de mi padre.

Kengo prefirió no preguntar más sobre aquello y procedió a retirarse de la oficina principal de su jefe, su padrastro planeaba algo más allá de lo que aparentaba… aunque ahora deseaba saber el estado de Takeru, debía alejarse de él… no podía permitir que el omega con lentes se volviera el próximo Kaoruko/Kanojo de la escuela.

(Hace 4 años…)

Ryoken no sabía cómo tomarse o reaccionar a aquello.

Había bajado al primer piso por algo de beber cuando se encontró con todos sus tíos, y su padre, atados en el comedor con cinta adhesiva en la boca. Por un momento creyó que habían entrado a robar un gran número de alfas, mínimo unos 20, y los habían sometidos a todos… pero al no ver a su madre entre los rehenes supo que esto, por alguna razón, era obra de ella.

No se equivocó. Kiara entró al comedor con una botella de un líquido incoloro que abrió rápidamente antes de rociar con aquel a su tío Isamu.

El alfa se removía violentamente ante aquello, se le veía tan furioso como los demás estaban de aterrados.

— ¿Quieres que pare? Sólo tienes que decirlo y ya —La mujer le quitó de forma parcial la cinta a su tío mientras jugaba prendiendo y apagando un encendedor—. Tienes tres oportunidades.

— ¡Estas loca, Kuromatsu!

— ¡Primer strike!

— ¡Hacer esto fuera de las cazas de brujas es ilegal!

— ¡Segundo strike! —Kiara encendió el encendedor y lo acercó peligrosamente al rostro empapado de su cuñado— ¿Quieres arriesgarte y pasar al tercer strike?

El alfa se puso pálido, la mirada de burla junto a la sonrisa sádica de la alfa menor le mostraba lo en serio que iba con aquello…

— Vamos, Isamu~ eres un Kogami… ¿vas a arriesgarte?

— … D-destruiré la documentación… m-mi preparatoria… seguirá siendo mixta…

— Eso quería escuchar~.

La alfa volvió a colocarle la cinta adhesiva después de apagar el encendedor, sonrió tan inocentemente y procedió a sentarse en las piernas de su esposo igual de sometido.

— ¿Ves Kiyoshi~? Así es como se debe convencer a tus hermanos de no desviar SUS ideales~.

Todos observaron a la mujer besar de forma cariñosa la mejilla del mayor antes de restregarse en él, parecía una inocente niña convenciendo a su padre de comprarle y no una madre alfa dispuesta a asesinar a todo el mundo con tal de que su hijo esté en un futuro cercano en una de las mejores escuelas de la ciudad.

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