¿Se había perdido de algo?

¿Se había perdido de algo?

Primero Kogami se enojaba sin motivo aparente y con él su primo, que de hecho fue tras el de mechones blancos igual de molesto, segundo ahora había una extraña especie de pequeños y largos peces grises nadando en el acuario de Sealt y tercero… estaba comenzando a sentir una leve punzada en su vientre.

Takeru fue a informarle a sus padres del dolor que sentía, no quería que algo le pasara a su hijo, aunque Ray insinuó que a veces se presentan unos leves dolores por aquella zona, ella y su esposo decidieron que mejor iban al hospital a descartar cualquier complicación.

— Entonces nos vemos pronto.

— Obviamente hermana… nos vemos —Ambas omegas se abrazaron cariñosamente mientras Flame abría la puerta despidiéndose también de su hermano.

Fue cuando los dos alfas vieron a la mujer de blanquecinos cabellos, ojos azules como el mar usando una especie de vestido navideño de polar, afuera de la vivienda y con una mano alzada en forma de puño, claramente ella iba a golpear la puerta cuando Flame la abrió.

Las tres féminas, y Takeru, vieron confundidos al par de alfas abrazarse antes de tirarse al suelo mientras lloraban y gritaban completamente aterrados de un modo algo afeminado señalando a Kiara, que los veía sorprendida y confundida.

Yusaku y Ryoken se aparecieron segundos después, uno al creer escuchar a su madre y tía gritar como si las estuvieran matando y el otro simplemente olfateo un olor que le era demasiado conocido; nadie sabía si preocuparse por el miedo con el que ambos alfas gritaban, una patrulla que había aparecido por una llamada de los vecinos o de que tanto Yusaku como Ryoken tenían la ropa algo desarreglada y rota en las mangas.

(...)

— Insisto en que lamentó lo que pasó con Flame y Ai-san…

— Esta bien, al menos no pasó a mayores… —Kiara palmeó suavemente la espalda de la omega pelirroja que seguía disculpándose por lo ocurrido hace un rato.

Después de que Serena callara al par de hermanos, golpeandolos unas cuantas veces con una sartén hasta dejarlos inconscientes, explicarle a la policía que no estaban asesinando a nadie en la casa, que sólo era el miedo de los alfas mayores a la mujer de blancos cabellos por cosas del pasado, y éstos se fueran no muy convencidos por la explicación, Kiara le entregó una caja que expedía un dulce olor a jengibre y canela a Serena que la invitó a pasar, invitación que aceptó gustosa.

Cuando Ryoken vio auténticamente a su madre empujó al de ojos verdes, que soltó un gruñido molesto por la acción del omega, para poder abrazarla y restregarse contra ella de un modo algo eufórico; Takeru se aferró a su madre al ver el aura de enojo y desprecio que su primo emitía al ver aquella escena.

Ahora estaban todos en la sala de estar, menos Ai y Flame que seguían tirados

— No estaré por mucho tiempo… —Kiara acariciaba tiernamente la cabeza de su tierno hijo que aún seguía abrazándola temiendo que esta fuera a desaparecer— Sólo vine a llevarme por un rato a mi hijo para el hospital, además de traerle su regalo de cumpleaños, quiero que lo examinen para ver como esta con su embarazo y ver si es necesaria alguna ecografía o similar...

— Y justo Ray con el idiota de su marido iban para allá.

— ¿A sí? —La pelirroja asintió abrazando también a su cachorro, que seguía aterrado por el aura que emanaba su primo— ¡Entonces acompáñame! De ese modo no estarás caminando sola en ese lugar y aprovechamos de ponernos al día.

Ray sonrió antes de asentir emocionada ante la idea, Serena decidió auto-invitarse junto a Yusaku a ese plan que cuando intentó quejarse sólo recibió la pregunta de si prefería quedarse y cuidar de su padre y tío.

Tuvo que ser el alfa de cabellos azules el que separó al omega de ojos zafiros de su progenitora para cambiarse de ropa y al igual que ayer, Ryoken no quiso soltarse del agarre de su madre.

Las tres mujeres, junto a Takeru, vieron al par subir de nuevo, con el menor quejándose para que el mayor le soltara ya que literalmente se le había llevado a rastras.

Ray, Serena y Kiara se dedicaron a hablar de forma amena mientras la pelirroja consolaba a su cachorro que aún parecía temblar ligeramente; la alfa felicitó a su amiga al escuchar del embarazo de su hijo, aún con el riesgo de que este no llegue a término les deseaba lo mejor a Takeru y a su bebé.

El omega con lentes agradeció aquello con cierto temor, ahora era la alfa la que le inspiraba el miedo.

Había algo en su porte tan elegante e imponente que hacía a Takeru temblar de pavor, aunque ahora los ojos de la mayor transmitían una extraña calma y tranquilidad que sólo le ponían más nervioso… pero también le relajaba bastante.

Era muy contradictorio… esos ojos le transmitían una extraña y contradictoria sensación.

“Kanojo se sentía confundida. Ella recordaba cuando un demonio entró en ella cuando estaba por entrar a la primaria, sólo su padre lo supo, así que tuvo que purificar el cuerpo de su hija, pero el demonio fue tan fuerte que aún después de seis años de purificación este nunca se fue.

¿Su profesor también trataba de purificar al demonio?”

— Actúa igual que tu, Ray~ —Kiara comenzó a reírse suavemente, la mencionada afianzó su agarre sobre su hijo mientras hacía un leve puchero.

— Es mi hijo, es normal que actúe igual que yo…

— Pero no creo que actúe exactamente igual a ese día.

— No culpemos a Takeru —Serena se metió en la pequeña discusión de ambas—, es que Kiara… tienes exactamente los mismos ojos de tu madre.

— Bueno… eso es cierto, tengo los mismo ojos azules, que mi hijo también heredó, que hicieron del pueblo de las mil sakuras un pueblo casi sin demonios.

— ¿El pueblo… de las mil sakuras?

— Es el pueblo natal de nosotras tres Takeru. —La omega menor del trío respondió con una clara melancolía.

Takeru iba a preguntar más cuando se aparecieron Yusaku y Ryoken, ambos estaban muy calmados para sorpresa de las mayores e incluso había un leve rubor en sus rostros, pero decidieron ignorarlo al pasar por encima de los alfas inconscientes y dirigirse al auto negro de la alfa.

¿Acaso las mayores también querían ignorar lo obvio o sólo Takeru noto que Ryoken llevaba un pantalón deportivo azul de Yusaku que de hecho casi iba a juego con los jeans gastados del último?

(Hace 13 años…)

— Me diste un nieto omega… ¡Que además tiene el nombre del omega más testarudo e imponente que he visto en mis sesenta y tantas primaveras! ¡Demonios Kiara de nuevo me llenas de orgullo!

El pequeño niño de casi tres años se sobresalto del asustó por el golpe que el fornido hombre con cabello blanco y ojos azules le dio a la rústica mesa de madera, su madre le acarició la cabeza para calmarlo.

— ¿Entonces te agrada mi hijo?

— ¡Aún si no fuera omega lo amaría igual! Es mi sangre, tiene el apellido de ese supremacista sí… pero también tiene sangre Kuromatsu, la elegancia de las viudas negras omegas de la familia estará en él. Le dará el carácter para sobrevivir allá afuera, en ese pagano mundo de alfas como tú imbécil marido…

— Kiyoshi ya se reivindicó —Kiara observó a su hijo ponerse de puntillas para intentar abrir la puerta del pequeño mueble que había dentro de la cabaña, pero ella sabía que el santuario estaba clavado y amarrado contra la pared, así que había peligro de que se cayera encima de su cachorro—, ya no es un supremacista, por el contrario de su padre hermanos… ahora sólo es un poco idiota.

— Hablando de idiotas… ¿Conociste a los esposos de Serena y Ray? ¿No son los mismos pervertidos a los que les diste unas cuantas palizas junto a Reiji-kun y Akaba-san?

— Lo son… ¿Como supiste?

— Me encontré al cachorro de Serena en el bosque, a punto de ser devorado por Ame.

El hombre sonrió al ver a su único nieto esforzarse por intentar abrir el santuario… le recordaba bastante a su pareja y madre de su hija.

— ¿Y eso?

— Al parecer el imbécil de su padre, el marido de Serena, se largó a llorar del pánico, junto al marido de Ray, al recordar la vez que la lunática de tu abuela los mandó a asesinar en supuesto nombre de Himika.

— Ay dioses… —Kiara suspiro antes de acercarse al santuario de madera junto a su padre, tomar entre sus brazos a su hijo y permitirle al alfa mayor abrir el santuario; adentro había una preciosa doble cinta azul con una campana, un portainciensos y un retrato en blanco y negro, Kiara sonrió con melancolía al ver la foto— Madre… como ves y de seguro oíste…  mis amigas y yo tenemos nuestros cachorros… quisiera que por favor los protejas de los demonios… en especial a mi niño cuyo padre tiene una familia casi tan clasista como la nuestra…

— Él te va a escuchar Kiara… después de todo, es tu madre y el más orgulloso y fuerte omega que he visto… no permitió que te tomarán a ti, menos dejaría que algo le pasara a su adorable nieto.

El menor de los tres no volteó en ningún momento, sólo observaba, desde los brazos de su madre, al chico albino con kimono blanco y cinta azul en el pelo que le hacía gestos desde la ventana.

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