San Valentin apesta

— San Valentin apesta.

— ¿Por qué dices eso, Kogami-kun? —Takeru observó al albino juguetear con algunas de las flores de invierno que tenía enfrente suyo, parecía hacerlo sin dejar de gruñir furioso.

— Porque es un asco, nosotros debemos regalarles a los alfas idiotas un par de chocolates para expresar nuestro amor... y ellos pueden elegir correspondernos o no el día blanco, un mes después... es un asco eso.

— Hmmm... supongo que tienes razón...

— No supongas —Ryoken arrancó molesto una de las flores de su tallo, apretó la adorable flor entre sus manos y después la liberó en la mesa. Takeru vio algo triste a la pobre y aplastada planta tirada cruelmente en la mesa—, tengo la razón, como siempre.

El omega con mechones rojizos no agregó otro comentario, sólo siguió arreglando las hermosas flores que unos alfas les habían traído para entretenerse por pedido de su abuela... aunque el albino parecía más entretenido masacrando esas mismas flores y cosiendo unos trozos de telas cada cierto rato.

Eran momentos así donde se preguntaba qué estaría haciendo su primo...

(...)

— Tiene una gran puntería, Fujiki-kun.

— Jamás había visto a alguien darle a un jabalí en su ojo con dos flecha...

— O darle a un ave de río en el cuello en pleno vuelo —El único alfa con arco y carcaj se reía satisfecho mientras escuchaba a los demás halagarle por su excelente puntería—. Al único que podría compararse es a Kuromatsu-san.

— ¿Kuromatsu?

— ¡Sí, Kuromatsu Kouhei! —Una alfa de cabello rubio se le acercó bastante animada, la chica no parecía ser un poco más mayor que él— Kuromatsu-san era grandioso... Una vez trajo para Akaba-sama un ciervo y tres jabalíes enormes.

— ¿De verdad? —Los cinco alfas con los que estaba cazando asintieron al mismo tiempo— ¿Y que le paso?

— Él falleció... Ya estaba viejo cuando lo conocimos, incluso decía que podía irse en paz por el simple hecho de haber conocido a su nieto.

— ¿Su nieto? —El alfa que parecía ser el líder del grupo, aún cuando cargaba un par de aves muertas, alzó los hombros con desinterés como respuesta.

— Sabíamos que tuvo una pareja y una hija, cazábamos con ella en ciertas ocasiones, era tan talentosa como su padre que parecía ser su viva imagen, una cazadora de sangre fría sin temor a nada... Pero cuando se puso de novia con un imbécil clasista de alguna ciudad, ella se tornó tan diferente...

— Phoebe-kun estaba muy enamorado de ella, —La rubia se acercó al oído de Yusaku para susurrarle aquello— casi parecía fantasear con ser él ese mismo imbécil.

— Después terminó yéndose con él y se fue del pueblo... jamás volvimos a saber de ella. No entiendo como...

El de ojos verdes fue el único que no se inmuto en lo más mínimo por el golpe que el castaño le dio al árbol más cercano que encontró, podía sentir su enojo y frustración.

— Phoebe-san.

— ¡No entiendo cómo fue que eligió a un imbécil clasista como ese, en vez de alguien de aquí!

— El hecho de que te quejes sobre porque una mujer que tal vez ni te recuerde, se haya casado con alguien que, por lo que escucho, nunca conociste —Yusaku guardó su arco antes de quitarle al alfa mayor las aves muertas y seguir caminando por donde creía era el camino—, debe darte una pista.

Phoebe observó al hijo de una de sus amas caminar como si nada después de decirle eso... ¿¡Pero quien se creía para decirlo!? ¡Él no conoció al hermoso ángel sangriento que fue Kuromatsu Kiara!

(...)

— Auch... Auch... ¡Auch! ¡Ya, detente! —Ryoken le gritó furioso al alfa de cabello rojizos que hasta hace un momento le hacía un masaje en sus piernas que parecían tener arañitas— Solo haces que el dolor sea peor, mejor déjame en paz y vete a hacer alguna otra cosa.

— P-P-Pero... Akaba-san me dijo que debía estar a su lado sin importar que-.

— Te lo voy a poner de este modo —El omega albino cubrió con algo de esfuerzo sus piernas con el mullido edredón del futon donde estaba descansando—, o me dejas solo o te acusó de insubordinación hacía un omega... ¿Que eliges?

El aterrado chico pareció pensar en aquello unos segundos antes de hacer una corta reverencia y salir del cuarto donde se alojaba el albino; Ryoken solo suspiró molesto antes de acariciar con cuidado su hinchado vientre de casi seis meses mientras tarareaba una pequeña canción que recordaba escuchar en algún lado, su bebé le pateaba como respuesta ante esas caricias junto a la canción.

Estuvo un rato así hasta que alguien volvió a deslizar la puerta, iba a gritarle al intruso que se fuera bien al demonio hasta que un conocido y distinguido olor a cítricos llegó a su nariz junto al de un delicioso aroma a lo que parecía era pollo.

— Te traje la cena.

— ¿No es muy temprano aún para cenar?

— No tengo idea —Yusaku se acercó al menor dejando la bandeja con la comida a su lado antes de sentarse—, mi mamá dijo que te la trajera... también me dijo que estarías acompañado de otro alfa en caso de...

— Estaba, el tipo acabó con mi poca paciencia.

El alfa ni siquiera fingió sorpresa por esa confesión, sólo tomó el plato con sopa de ave silvestre con fideos, los finos palillos que habían a un lado y sostuvo unos pocos fideos con ellos antes de soplarles y acercarlos a su pareja, que se los comió gustoso sin ninguna objeción.

— Me hubiera gustado haberte dado un regalo por San Valentín...

— Si es por las golosinas que te debo dar por el día blanco, partamos por el hecho de que apenas y puedo hacer huevos revueltos sin enviar a alguien al hospital... en un rango de dos horas.

— Lo se, por eso siempre me encanto las artesanías que me dabas... —El omega sonrió con cierta alegría sin notar que un suave sonrojo se mostraba en sus mejillas— Guardo bajo llave cada uno... incluyendo la estatua de cristal del pájaro de colores que me diste hace un año.

— ¿Me creerías que tuve que pedirla desde Alemania porque no había ninguna tienda en el país que lo vendiera? —El menor de ojos estelares se río con calma antes de suspirar— Ai casi me mata... pero valió la pena con tal de ver tu cara ese día.

— Cualquier regalo tuyo me emociona... incluyendo este...

Yusaku sabía que Ryoken hablaba y actuaba más por los efectos de las hormonas que hacían estragos en su cuerpo que otra cosa, pero no se quejaba... aunque tener a su adorado omega tan emocional le incomodaba un poco, le agradaba poder verle sonreír con clara sinceridad mientras acariciaba el hogar de su cachorro, en especial si el albino lo animaba también a hacerlo.

(Hace un año...)

No sabía envolver regalos, eso lo sabía cualquiera... así que Ryoken entendería que la caja donde estaba el ave de cristal que había encargado por el día blanco solo tenía una cinta de regalo y ya.

O eso esperaba.

Aunque dejo de pensar en eso en cuanto vio a Takeru comer con cierta alegría unas galletas que tenía en un paquete que lucía adorablemente adornado... como si fuera un regalo.

— Takeru...

— ¿Sí, Yusaku?

— ¿Que estas comiendo? —El de lentes se tenso ante la pregunta del mayor.

— ¿G-Galletas...?

— ¡Sabes a lo que me refiero! —El alfa golpeó con fuerza la mesa, asustando aún más al omega— Lo que yo pregunto, es quien te las dio.

— No te lo diré... no es algo que te incumba de todos modos...

Yusaku iba a agregar otro comentario justo cuando Ryoken entró con su molesto primo, no podía interrogar a su primo y golpear a Spectre al mismo tiempo... la última vez que lo intentó, se había fracturado la muñeca.

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