Salva tu matrimonio... en serio.
— Salva tu matrimonio… en serio.
Fue todo lo que Yusaku pudo decirle a su padre antes de que este se fuera corriendo hacia la entrada principal para salir y conseguir un mejor regalo para Serena y hacer que está abandone la idea de divorciarse.
El problema fue que cuando cerró la puerta está dio un golpe tan fuerte que delató la presencia de terceros en la casa, alertando a las dos mujeres y al omega, que pareció aferrarse a su madre ante la posible amenaza, cuando Yusaku se mostró y confesó que ese había sido su padre que salió desesperado en busca de un modo para evitar su muerte.
— ¿Tu padre fue a…? ¿Que cosa?
— Algo así pareció hacer… no lo se… —Nadie podía evitar notar la incomodidad, o miedo quién sabe, ante la presencia de la alfa que lo observaba fijamente de pies a cabeza.
Esos zafiros que tenía por ojos, que su hijo claramente había heredado, lo observaban como si fuera una presa que ella ansiaba cazar y asesinar por simple capricho, la mayor sonrió relajada antes de separarse con dolor de su hijo y darle un beso en la frente.
— Es momento de que me vaya… el demonio que tengo por suegro nos pidió a Kiyoshi y a mi, junto a mis cuñados, reunirnos esta noche… —La alfa se levantó a pesar de que su cachorro la sostenía de la falda de su vestido era la súplica silenciosa de su hijo de quedarse con él.
Serena asintió antes de acompañar a su amiga a la entrada, Kiara se despidió de su hijo con mucha tristeza mientras alejaba la mano de Ryoken de su vestido, el omega casi parecía querer largarse a llorar ante la partida de su progenitora.
Yusaku observó a su madre y su amiga caminar hasta la entrada, sin notar como Ryoken se iba hasta la cocina algo cabizbajo.
Serena observó a su amiga irse de su hogar con mucha tristeza, de nuevo debía irse dejando a su hijo atrás, tal vez ahora la alfa sentía lo mismo que sintió su madre en ese momento… la omega suspiró con melancolía antes de voltearse y encontrarse con su hijo que se dirigía al segundo piso asegurandole que bajaría a la hora de cenar.
(...)
Ai no se apareció en la cena, Serena estaba molesta por aquello, Yusaku sólo comía el ramen casero de su madre mientras observaba de vez en cuando a Ryoken quién parecía algo deprimido por la partida de su progenitora.
Sólo entonces el alfa de ojos esmeralda notó ciertas cosas que antes le pasaban desapercibidas, como que el omega expresaba bastante con sus ojos azules, su cabello estaba algo más largo de lo usual rozando por unos milímetros sus hombros, igual que en el último año de primaria, había adquirido unas leves manchas de pigmentación en su rostro y su vientre realmente estaba más hinchado pero definitivamente… de lo que mayormente se dio cuenta era que no le gustaba ver a Ryoken triste hasta el punto de casi no comer nada.
— ¿No vas a comer, Kogami-kun?
— No tengo mucho apetito…
— Eso no es bueno, podría hacerte mal a ti y al be-
— Déjalo, mamá —Yusaku interrumpió a su madre antes de acercarse el plato de sopa de Ryoken, quien lo observó confundido y molesto—. Si no lo quiere, bien, mejor, más para mi.
Yusaku sonrió con burla antes de que Ryoken le golpeara las manos con sus palillos y tratará de acercarse de nuevo su plato, acción en la que Serena le tuvo que ayudar, para poder comer; el alfa le sacó la lengua en un acto infantil el cual el omega correspondió del mismo modo antes de volver a comer, esta vez pateandose suavemente por debajo de la mesa.
Serena vio con cierta sorpresa el como su hijo engaño al de cabellos blancos para que comiera.
Después de cenar y que Yusaku lavara los platos, en castigo por haber estado espiando una conversación ajena, la mayor se sentó en el sofá a leer para esperar a su marido, y asesinarlo por irse tan tarde a quien sabe donde, los dos menores subieron a sus respectivos cuartos.
Ryoken estaba sentado en la orilla de la cama escuchando música mientras escribía y dibujaba en un cuaderno que tenía sobre sus pierna, de vez en cuando acariciaba su vientre tratando de sentir algún movimiento de parte de su hijo, pero más allá de un suave cosquilleo no sentía mucho, tal vez aún era muy pronto para sentirlos pero era capaz de esperar.
El único e irónico problema de que escuchará música con el volumen tan alto que podía escucharse aún a unos centímetros de distancia era que no escuchaba nada del exterior, por eso no escucho o percató en ningún momento del paquete que había a un lado de la puerta hasta que se levantó para tomar un lápiz que se le había caído.
Se quitó los audífonos y dejó su cuaderno de lado antes de acercarse a la caja blanca de poco menos de medio metro de altura y unos 30 cm de ancho con una pequeña cinta color rosa pálido envolviendola, Ryoken leyó la pequeña nota que decía feliz cumpleaños segundos antes de sacudir la caja… escuchó una especie de cascabel dentro de esta.
Cuando la abrió y vio el contenido una expresión de sorpresa junto a unas pequeñas lágrimas de felicidad fue lo que le provocó al omega aquel objeto.
Dentro de la caja había un bello abanico tradicional con el kanji de nieve escrito, alrededor del abanico había una cinta… una cinta azul, decorada con pequeñas joyas que simulaban pétalos de flores de sakura, con una gran campana al final.
Si ignoraba las hermosas piedras brillantes, la cinta era igual a la que le robaron el primer año de secundaria… jamás descubrió quien la tomó, aunque no negaría que sospecho de Yusaku hasta que esté vio que en serio iba a quemarlos vivos a todos si no le devolvian aquel objeto, fue media hora de negociación con todos los alumnos y los profesores hasta que se hartó y realmente incendio el salón.
Su padre ni siquiera pudo regañarlo cuando su madre le mandó a callar mientras él se disculpaba por perder algo de tan valor sentimental para la mujer, esta le consoló diciendo que estaba bien, de todos modos tenía otros recuerdos igual de valiosos de su madre.
Ryoken se aferró a ambos objetos mientras lloraba feliz, realmente le parecían lo más bello que pudo recibir en ese momento.
(...)
Yusaku observó la hora de su celular antes de enfocar su vista en Sealt, que devoraba a sus deliciosos compañeros de acuario, sonrió al ver al axolote esperar a su próxima víctima como si nada.
— Feliz cumpleaños… axolote… —Susurró suavemente antes de que la bestia marina volteara a verlo y abriera su boca para capturar otro pequeño e inocente pez.
(Hace 6 meses…)
Comprendió a los días de tomar la cinta de Ryoken que esa iba a ser una decisión de la que se arrepentiría toda su vida, no sólo de la cicatriz de quemadura que consiguió en la pierna por el incendio que el omega causó buscando la dichosa cinta, si no porque su blanco y suave cabello blanco que antes tenía hasta los hombros apareció cortado una mañana de clases.
Según Spectre, después de que lo hizo hablar, Ryoken había decidido llevar su pelo corto hasta recuperar su cinta… cosa que sería eternamente según el alfa de cabellos plateados, porque dudaba que después del incendio alguien tuviera el valor de entregar aquella cinta.
Toda la secundaria Yusaku estuvo arrepentido de haber tomado, y no devuelto, la cinta… realmente lo estuvo, a él le encantaba el cabello de Ryoken.
Que ahora estuviera tan corto le disgustaba bastante… de hecho aún tenía la cinta con la campana con él. La tenía junto al collar del omega…
Aquel collar de cuero negro con púas que Ryoken usaba desde segundo de secundaria, aún cuando esté claramente le produjera urticaria, Ryoken lo usaba igual, aunque había veces en que aparecía sin el collar por semanas para tratar las manchas rojizas; pero había una diferencia.
Una la tomo como una broma y el otro como un recuerdo del segundo momento más íntimo que tuvo con el omega…
Cuando guardo aquel collar en un cajón de su escritorio y vio la cinta estirada tan larga era no pudo evitar pensar en que deseaba ver de nuevo a Ryoken con el pelo largo… tal vez era momento de devolver la cinta, pero decorada de un modo más bello para el omega.
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