Sakuras
Sakuras.
— Efímeras y bellas flores de pétalos rosa pálido que bailan al son del viento, danzan con tal belleza y elegancia que nadie puede quitar su vista de ellas, hacen un baile tan bello que sólo un omega puede imitarle… —Esas fueron las primeras palabras que Yusaku, Takeru y Ryoken escucharon de la abuela materna de los dos primeros— Esa es una de las tres grandes creencias de nuestro pueblo… así que espero que tú —La anciana señaló molesta a Yusaku—, lo comprendas y no causes molestias en el pueblo o en los alrededores de la casa ¿Entendiste?
— C-claro…
— Eso espero. Reiji —La elegante omega de cabellos fucsia con algunos cabellos grises y ojos azul oscuro le hablo a un alfa de pelo grisáceo y ojos violetas con lentes de marco rojo—, lleva a mi nieto y a nuestro invitado a sus respectivos cuartos, los demás sigan a Reiji; y después lleva a la deshonra viviente de Serena con los demás alfas, veamos si sirve para algo además de estorbar.
El de ojos violetas hizo una reverencia en silencio antes de obedecer el pedido de la mujer, al igual que los otros dos alfas que estaban atras suyo. Akaba Himika solo le hizo un ademan a sus dos hijas para que la siguieran antes de retirarse con ambas siguiéndole de cerca.
— Les voy a pedir que por favor me sigan a sus respectivos cuartos… eh… —El alfa parecía dudar de sus propias palabras, claramente no recordaba el nombre de los chicos.
— Homura Takeru…
— Kogami Ryoken.
— Homura-sama y Kogami-sama, síganme por favor y tu también, después te llevare con los demás para ver si sirves para cazar.
El alfa de ojos verdes chasqueo la lengua molesto mientras tomaba su bolso y el de Ryoken, impidiendo que el alfa de cabello azabache y ojos rojos que se había acercado lo hiciera, además de gruñirle molesto al chico por el simple hecho de estar tan cerca de él y del omega de cabello blanco que ya estaba por entrar al tercer y último trimestre. El azabache parecía confundido ante la acción tan territorial de Yusaku, pero en cuanto volteo y vio como Reiji solo alzaba los hombros desinteresado, se alejó como si nada de ambos, sólo en ese momento el de ojos verdes relajó un poco sus facciones para seguir en silencio a los dos omegas.
(...)
Tanto Serena como Ray sentían que el ambiente en el viejo estudio de aquella casa era muchísimo más pesado que cuando hablaron con su abuela en ese mismo lugar sobre las propuesta de matrimonio de sus ahora esposos, al menos en ese momento podían esperar la idea de dejar que los asesinen como si nada, ahora… no sabían qué esperar.
— Ma-
— No me interesan en lo más mínimo las excusas que tengas Serena, ni tu Ray, las dos cometieron dos faltas igual de graves en nuestras creencias.
— ¡Tu y el abuelo nos entregaron a Fujiki Ai y a Homura Flame! —La omega de ojos verdes le respondió furiosa a la mujer que era su madre.
— Una cosa es casarse Serena, otra es tener el hijo alfa de un alfa ¡Eso es lo que ustedes hicieron!
— Takeru es omega, madre —Ahora fue la omega de cabellos rojos la que habló, parecía molesta pero habían leves dijes de tristeza en su expresión—. No entiendo siquiera porque estas tan molesta si Serena tiene razón, ustedes nos entregaron a ellos cuando teníamos 14 años.
— Se nota a kilometros que tu hijo es el ejemplo de omega débil y sumiso que aborrecen en el pueblo, Ray; y mejor ni hablemos del tuyo Serena, que tiene suerte que soy benevolente y no lo obligo a usar bozal junto al collar.
Las dos hermanas suspiraron hastiadas por la actitud tan terca y omegacentrista de su madre, ellas recordaban de cuando eran niñas como su madre le permitía a los siervos alfas que no usaran aquel bozal, su abuelo, y el antiguo matriarca de su familia, solo lo permitía a cambio de usar como juguete para tortura a su hermano mayor alfa; según la mujer que tenían enfrente era un precio justo.
A veces creían que esa mujer solo quería aparentar ante alguien que ella no era una lunática omegacentrista como los demás omegas del pueblo.
— Como sea, ahora respondanme… ¿Por que vino con ustedes ese chico que es una copia de… de… —Himika respiro con fuerza tratando de calmarse— de… Kiara-chan?
— Bueno…
— Es que Kiara no puede volver al pueblo, pero ella y su hijo querían que el bebé naciera aquí.
— ¿Aquí? —Serena asintió— ¿En el pueblo de Senbonzakura?
— Sí…
— ¿El mismo pueblo que tiene como guardianes y líderes el mismo clan que una vez la deseo muerta a ella y a su madre? —La menor de las mujeres en el cuarto vio de reojo a su hermana mayor asentir bastante nerviosa— Ella quiere que su hijo, que por cierto es una réplica exacta de su madre, ¿dé a luz aquí…?
— Así es…
— … Correcto… —La mayor de las omegas asintió al hablar totalmente incrédula ante las palabras de su hija mayor— Es la peor excusa que pude haber escuchado de parte tuya, y eso que una vez dijiste que los lobos te hablaban y que fueron ellos los que se comieron tu tarea…
— ¡Eso no es-!
— Silencio, no interrumpas a tu madre —La omega de cabellos fucsias con mechones grises chasqueo los dedos a su hija con un claro enojo debido a su interrupción—. Pero tampoc no me sorprendería que de hecho el bebé que ese chico espera también sea de tu hijo, Serena.
— B-bueno…
— Tengo razón, bien como sea. El chico es omega, está encinta y el niño será mi bisnieto o bisnieta… iría contra mis creencias no brindarle un techo hasta que dé a luz.
La de cabello azul y ojos verdes suspiró agotada antes de hacer una reverencia para después retirarse junto a su hermana del estudio con la autorización de su madre.
En el mismo momento que Kiara escucho por parte de Yusaku como el maldito diablo estaba rondando por su casa, la alfa supo que ya no tenía más opciones… hasta que recordó a Ray mencionar que se iría a casa de su madre una temporada para ver si el aire fresco y los coloridos paisajes naturales, animaban a su hijo un poco, también quería alejar a Takeru de Flame un tiempo mientras pensaba qué hacer; fue en ese momento que encontró su última carta y opción.
Mandar a Ryoken al mismo infierno, donde los demonios… ahora eran los omegas.
(Hace 13 años…)
Los dos alfas de cabello blanco y ojos azules hablan de forma amena, sentados en el comedor de la pequeña y humilde cabaña, aún así no ignoraban al pequeño infante de 3 años con las mismas características sentado afuera de la vivienda observando un punto de un árbol muy fijamente.
— Ryoken, cariño, ¿Que estás viendo? —Kiara se acercó a su cachorro algo preocupada, Ryoken solía ser tan curioso y vivaz que el simple hecho de que estuviera sentado mirando a la nada le preocupaba— ¿Ryoken?
— Déjalo Kiara, de seguro está viendo un ave o un insecto.
— ¿Tu crees, papá?
— Estoy seguro —El mayor se acercó a su hija y le dio unas cuantas palmadas en la espalda a modo de consuelo—, eras igual a su edad.
La mujer no parecía convencida del todo ante esa explicación, pero no tenía tampoco como debatirla o negarla, así que dejó a su cachorro en su lugar observando quien sabe que…
Apenas el par de alfas se fueron un rojizo y brillante fruto cayó desde el árbol que el infante veía hasta el suelo, Ryoken observó curioso a la mujer de máscara de zorro y muchísimos brazos recoger la fruta antes de acercarse arrastrando a él, limpiar cómo pudo la manzana y dársela mientras le revolvía el cabello con cariño.
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