Muerte

Muerte.

Había soñado con ella después de que un extraño chico, que se le hacía levemente conocido, se mostrará.

Yusaku aún podía recordar ese extraño sueño.

Estaba caminando por un gran y antiguo santuario, cuyos pisos tenían pétalos de flor de cerezo en gran cantidad, habían estatuas igual de antiguas hechas de granito, o algún material parecido, colocadas una junto a otra formando un patrón frente a los pilares que sostenían , entonces escuchó pasos, alguien se acercaba rápidamente por detrás.

Cuando volteó se encontró a un chico de tal vez su misma edad parado a casi un metro de distancia, tenía una máscara de zorro cubriendo su rostro y vestía un gran kimono blanco con flores de sakuras de diferentes colores estampadas en sus mangas y falda, parecía un traje de sacerdotisa, una gran campana que tenía dos cintas azules, que llegaban hasta la altura de su hombro, adornaban su cabello que era del mismo color que su ropa.

— Evita el destino… ella ya no puede… detén el destino… el demonio… no puede ganar…

Algo gruñó después de que el joven hablará, sacó de su manga un bello abanico de un rosa tan claro que parecía ser tan blanco como su cabello, lo movió para abrirlo de un modo tan elegante que el objeto parecío danzar en el aire.

Un fuerte viento con olor a sal marina y sangre se presentó, la ropa del chico junto a su cabello se sacudieron por la pequeña ventisca, le repitió lo mismo de antes para después desaparecer corriendo en la dirección de la que pareció venir el viento.

El de ojos verdes despertó alterado, sudando e hiperventilado después de aquello.

Ese sueño fue la misma noche que Ryoken apareció con su madre.

La noche siguiente fue una pesadilla mucho peor, al igual que la de después y después y después hasta completar cuatro noches seguidas...

La primera noche soñó que llegaba a su casa, encontraba todo ensangrentado y el cadáver todo apuñalado de Ryoken en la sala; en la segunda ambos estaban caminando hacia algún lugar, cuando estaban cruzando una calle un auto se salió de control, el omega lo empujó y el vehículo lo atropellaba a él matándolo casi al instante; en la tercera alguien empujaba al de cabellos blancos en la escuela hacia una ventana desde el cuarto piso; la cuarta fue la más extraña y aterradora…

Ryoken estaba sentado en una laguna, arriba había una jaula de enredaderas y una extraña especies de pájaros rondaban cerca de esta. Entonces una ninfa emergió del agua y trato de atacar al omega, por suerte esté salió corriendo apenas noto el peligro. Aún así no notó cuando la mujer le agarró del tobillo y lo hundió en el lago ahogandolo…

Despertó aterrado después de eso.

Al final tuvo que pararse para lavar su cara, en un intento, por relajarse; aprovecho para asomarse por el cuarto de invitados donde estaba el axolote en cuanto escuchó unos murmullos provenir de allí.

— Aléjate… déjame en paz… —Ryoken se retorcía y lloraba en la cama por el miedo de lo que fuera que estuviera soñando, el alfa suspiró antes de acercarse al omega para tratar de despertarlo— Yusaku… sálvame… por favor… sálvame…

Ok… eso no lo esperaba…

Ryoken le estaba llamando entre sueños para que le salvará de una pesadilla… realmente estaba loco y enamorado como para abandonar la idea de despertarlo, acostarse a su lado y abrazarlo fuertemente, el llanto junto al pánico del omega disminuyeron hasta sólo ser un par de murmullos.

El olor a sal marina mezclado con ese agradable olor a menta relajaron a Yusaku hasta el punto en que estaba demasiado cómodo al lado de Ryoken, cerró sus ojos tratando de volverse a dormir pero el omega volvió a removerse inquieto, iba a fortalecer su agarre cuando escuchó un fuerte suspiro.

— Creo que… —Diablos, se despertó. Si tenía suerte, Ryoken lo patearia y entonces podría fingir estar muerto para escapar luego— puedo disfrutarlo un poco más…

Ryoken pareció calmarse antes de acomodarse entre sus brazos, por tercera vez… sintió al omega tan frágil y débil, tenía la necesidad de protegerlo de todo y todos, en especial de su familia que no era conocida por su buen trato hacia los omegas, en especial el desgraciado que tenía por abuelo que casi lo mata a golpes…

— No voy… a soltarte… nunca… Ryoken… —Tenía que protegerlo, al omega y a su futuro cachorro.

No quería perder a ninguno, bajo ninguna circunstancia iba a permitir que le quitarán a alguno.

— Tampoco… quiero que me sueltes… Yusaku… —El menor se acurruco contra su pecho, ahora podía olfatear mejor el relajante olor de su omega…

Desde esa noche, Yusaku ya no tenía aquellas pesadillas, tal vez se debía a que ahora dormía junto a Ryoken y, técnicamente, su cachorro.

Fue un par de días después, antes de las fiestas y el cumpleaños del menor, un día de semana donde tenía que ir a la escuela, que despertó algo acalorado y ahogado, el omega le abrazaba por la espalda lo más fuerte que podía… de hecho estaba tan cerca que sentía el hinchado vientre del contrario empujarle suavemente.

Habían marcas de lágrimas en sus mejillas y una leve mueca de miedo en su rostro, de hecho Ryoken no le soltó hasta que le cedió su camisa de dormir. Bueno… al menos sabía donde dejaba una de sus prendas.

Antes de irse a la escuela, y después de despedirse de Sasha y Sealt, se despidió de Ryoken quién aún dormía aferrado a su polera como si nada.

No podía negar que a final de cuentas, si se había acostumbrado a la presencia de su mayor amor y enemigo en su casa… a veces deseaba que aquello siguiera así, que Ryoken nunca volviera a aquella mansión donde estaba seguro el omega sufría la discriminación de su familia.

Si Ryoken viviera eternamente con él, podría cuidarlo, podría protegerlo, podría oler más seguido su exquisito olor, podría… evitar que aquellas pesadillas donde lo perdía fueran reales.

(Hace 13 años…)

Se había separado de su padre, después de que este se largara a llorar en el piso al ver a su abuela.

Nadie le impidió salir de la enorme y tradicional casa, nadie le prohibió adentrarse en el bosque… aun cuando ahora estuviera asustado y llorando desesperado llamando a su madre como el niño de dos años que era.

Vio un enorme y grisáceo perro aparecer entre los arbustos, Yusaku se intentó acercar al perro ignorando como este también se acercaba al pequeño niño que se veía bastante apetitoso...

Un extraño lobo salvaje iba a comerse al pequeño cachorro humano.

¡Lárgate de aquí, Ame!

Un fornido hombre apareció al tiempo que el lobo se iba corriendo después de gruñirle.

— Perito… —Yusaku iba a volver a llorar, esta vez por la partida del lobo.

El hombre se acercó al infante y lo alzó como si nada por la nuca de su camisa.

Yusaku vio unos profundos y vibrantes ojos azules en el hombre que tenía cabello blanco y desordenado.

Ese intimidante hombre lo olfateo unos minutos antes de que su cara mostrará molestia y sorpresa.

— Aún hueles a leche, entonces más de dos años no te doy, niño; por olor propio hueles a cítricos, de forma marcada y potente, eres un cachorro alfa; tu olor materno huele a lavanda de forma suave, definitivamente de un o una omega; tu olor paterno huele a café, potente y dominante, de un alfa en definitiva… ¿Entonces qué hace un cachorro alfa humano como tú aquí en el bosque?

— Perito…

— Tus ojos y olor materno me recuerdan a mi sobrina adoptiva… —Yusaku estiró sus infantiles manos intentando tomar un mechón en forma de ahogue que tenía el mayor— Y tu actitud me recuerda a mi hija… te llevaré donde mis patrones, tal vez ellos sepan quienes son tus padres.



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