Mal presagio.

Mal presagio.

Eso fue lo primero que pasó por la mente de Kiara en cuanto la taza de porcelana con té de belladona que tenía en sus manos se rompió dejándola sólo con el aza de la misma, algo malo estaba pasando o pasará... era eso o esos malcriados niños que tenía por sobrinos políticos estaban jugando con balines dentro de la casa, de nuevo.

Cuando no escucho ninguna otra cosa romperse, o el grito furioso de alguno de sus cuñados, dentro de la casa supo que no era lo segundo... así que algo malo iba o estaba pasando.

La alfa arrugó el entrecejo molesta, suspiro del mismo modo mientras dejaba el aza de la rota taza en la mesa con el oscuro líquido esparciéndose cada vez más sobre la elegante mesa del comedor hasta el punto de gotear en el borde enfrente de ella; ya estaba hecha un manojo de nervios desde que mandó a su hijo a su antiguo pueblo natal... aunque sabía que los pueblerinos no iban a ser capaces de lastimarlo físicamente, por sus propias creencias, no sabía cómo reaccionaría la gran sacerdotisa y el resto del clan Kuromatsu, en especial con el claro odio que todos ellos tenían en contra suya y su madre... incluyendo también a la matriarca del clan familiar de sus amigas, su madre, Akaba Himika, la antigua amante de su padre...

Esa mujer la odiaba tanto como su familia odiaba a su madre, jamás supo el porqué tanto odio contra su madre y su padre tampoco se lo quiso decir, así que jamás le dio importancia al asunto... hasta que tuvo que enviar a su hijo omega a ese pueblo tan omegacentrista que hasta su esposo, un antiguo supremacista alfa, sentía miedo y asco.

Aún así, sumida en sus propios pensamientos, comenzó a limpiar el desastre que había dejado cuando escuchó algunos de los tantos teléfonos en la mansión sonar en clara sincronía, volvió a suspirar justo en cuanto el ruido se detuvo.

— Tía Kiara... —La mencionada volteo a ver a su sobrino de cabello plateado y ojos azules con claro cansancio, ni siquiera alcanzó a preguntar qué pasaba cuando Spectre le extendió el teléfono— Es Fujiki-san, dice que es urgente.

— ¿Eh? —La mayor aceptó el aparato con cierta confusión— Gracias Spectre...

La albina observó al chico asentir antes de hacer una corta reverencia y retirarse, siguió limpiando su desorden al mismo tiempo que apoyaba el teléfono en su hombro para hablar con Fujiki.

— ¿Hola?

— ¡Kiara, que bueno que respondes, tienes que venir... ahora!

— ¿Serena? Cálmate, ¿qué ocurre? —La alfa parecía contrariada por el tono de desesperación de su amiga, fue entonces que el peor de los escenarios pasó por su mente, causado por la paranoia de la mala suerte y presagio— ¿Le ocurrió algo a Ryoken?

— ¡Se lo llevó, Kiara, se lo acaba de llevar!

— ¿¡Qué!? ¿¡Quién!?

— ¡Tu tía! ¡Kuromatsu Ayano se apareció aquí y se llevo a tu hijo! —Kiara tuvo que sostenerse de la mesa para no caer al piso, producto del shock por escuchar aquello— Tal vez mi madre le dijo, no lo se, pero se lo llevó... dijo que como omega y miembro de su clan familiar... tiene la "obligación" de vivir en el templo... Ray y yo no pudimos hacer nada, sabes que aquí la palabra de la sacerdotisa principal...

— Es la única ley...

— Kiara...

— Voy para allá —Fue todo lo que dijo antes de cortar la llamada.

Lo último que se pudo escuchar en el comedor fue un grito de frustración y a alguien destruyendo algo.

(...)

— ¿No deberías esperar a que te cures de tus heridas?

— Para ese momento, Ryoken ya habrá dado a luz... —Yusaku observó molesto a su primo mientras éste curaba algunas de las heridas que el séquito de aquella sacerdotisa le causó cuando intentó impedir que se llevarán a su querido omega de cabello blanco— Y con lo extraños que son todos aquí, no creo que Ryoken o mi hija estén bien...

— ¿Insistes aún en que será una niña...?

— Mi instinto de alfa lo dice... y si lo dice, entonces es cierto, Takeru.

— Yusaku... la última vez que escuchaste a tu "instinto de alfa", te peleaste con cinco alfas adultos y tres betas... —El omega de mechones rojizos termino de vendar al mayor— Y perdiste...

— ¡Me agarraron por sorpresa! —El de ojos verdes volvió a acomodar su ropa mientras gruñía— La próxima vez voy a ganarles... ahora ayúdame a pensar en un plan para sacar a Ryoken de ese lugar.

Takeru parpadeó incrédulo ante la propuesta del alfa con olor a cítricos, entendía que estaba desesperado porque se llevaron a su omega con su cachorro en camino y que no pudo hacer nada para impedirlo... pero eso no justificaba que planeará entrar al templo, desafiar a cada persona que viera y después sacar al albino como si nada, eso sonaba estúpido hasta para Yusaku.

— Yusaku... eso es...

— Completamente estúpido —Ambos primos se sobresaltaron al sentir un tercer miembro en su discusión. El de lentes se posicionó detrás del de cabello azul con mechones rosas que adoptó una pose amenazante mientras buscaba al dueño de esa voz desconocida—; he escuchado y armado planes estúpidos... pero ese se esta llevando el premio.

— ¿¡Quien eres!? —El alfa de ácido olor observaba todo el paisaje a su alrededor, prestando especial atención en el enorme bosque que nacía a pocos metros de donde ellos estaban— ¡Muéstrate maldito imbécil!

— Que impaciente eres, te pareces más al imbécil de tu padre que a él... —De la nada, un joven apareció de entre los árboles.

Usaba una camisa cruzada de largas y anchas mangas de un gris claro, un hakama de un tono más oscuro y una estola marrón claro que iba a juego con su cabello rubio sucio, tenía una soberbia sonrisa que combinaba perfectamente con sus ojos... que por alguna razón les recordaba a un lobo o parecido...

— ¿Quién eres?

— Yo soy yo y tu eres un idiota con otro nombre, ¿verdad? —El chico comenzó a reírse sin dejar de acercarse, al mismo tiempo Yusaku le gruñía intentando intimidarle aunque fuera un poco...— Deja eso niño, eres por mucho menor que yo; si quisiera al omega, te habría dado una paliza y me lo hubiera llevado desde hace bastante.

Takeru se encogió en su lugar mientras abrazaba su vientre levemente hinchado, la presencia de ese tipo le era desconcertante, no parecía una amenaza pero tampoco le inspiraba confianza, aunque el de ojos verdes sintiera lo mismo, ya no quería arriesgarse. Desconocido que viera ahora, era una amenaza.

— Lárgate... antes de que me enoje.

— No pareces entender la situación niño... ¿Pero qué pasaría si te dijera que hay un modo de que entres al templo de sakuras sin que nadie lo note?

— ¿Como? —El desconocido volvió a sonreír.

— La entrada principal está siempre vigilada, de seguro lo viste cuando acompañaste a otros alfas a negociar la carne de caza u otros productos que la lunática matriarca de este lugar vende en el pueblo —Yusaku asintió aún desconfiado—, te darían otra paliza apenas te acerques. Pocos lo saben, pero hay otros modos de entrar a ese lugar.

— ¿Otros modos?

— Una de las terrazas del templo cerca del bosque, puedes escalar por una enredadera y llegar a un pasillo con múltiples habitaciones; hay una pared falsa que da acceso a la bóveda de pergaminos antiguos, queda bastante alejada de los pasillos principales; incluso puedes usar un árbol de glicinas que hay al lado de una pared, escálala y llegarás al jardín principal donde está el enorme árbol de sakuras que ellos tanto veneran —El rubio observó atentamente como el alfa y el omega se sorprendían por aquella información—. Son solo algunos ejemplos, la verdad es que hay muchísimos más...

— ¿P-Podrías decírmelos?

— Si te relajas un poco y dejas de intentar intimidarme, puedo hacerte un mapa de ese lugar.

— ¿Por qué... nos ayuda señor...? —El menor de los presentes se asomo con cierto miedo de su improvisado escondite.

— Mi nombre es Jonouchi, solo eso deben saber. Y digamos... que cualquier alfa con dos dedos de frente, incluyéndome, quiere ver a esa estúpida sacerdotisa desesperarse aún más de lo que ya está.

— ¿Más?

— Por una de las cuatro maldiciones de "la esposa de los demonios"; ya no hay omegas de sangre en el clan Kuromatsu, todos terminan muriendo tres días después de que cumplen los seis años.

(Hace 11 años...)

En cuanto entro a la modesta y rústica cabaña, supo que algo andaba mal... el olor a tierra húmeda de su padre se sentía demasiado débil... y eso solo significaba una cosa.

Dejo a Ryoken sentado en una de las sillas del comedor antes de entrar al único cuarto del lugar, Kiara observó aterrada a su padre descansar con el rostro rojo por fiebre en su futón; se acercó desesperada al hombre que la había criado para poder revisarlo.

— ¿Qué...? ¿Quien...?

— Papá... no te preocupes, yo-

— ¿Kiara...? —El alfa mayor extendió lentamente su mano al rostro de su hija— Vaya... que alegría me da que estés aquí... hay algo que debo decirte...

— Papá, puedes decirme lo que quieras después... ahora tengo que- —El anciano agarró con esfuerzo la mano de la mujer, impidiendo que esta se fuera. Kiara volteo a verlo sorprendida al mismo tiempo que el alfa sonreía mientras negaba— ¿Papá?

— Es mi hora... ya nada lo puede detener... así que al menos... siento que debo decírtelo...

— Pero... papá...

— No seas como tu madre... y escucha...

Kiara volvió a arrodillarse con cierta duda y tristeza, escucho atentamente cada palabra que le dijo ese hombre... al igual que Ryoken, que solo obedeció su curiosidad infantil y fue a ver que hacía su madre con su abuelo...

El pequeño niño de cinco años jamás espero o pensó que esas serian las ultimas palabras que escucharía de su abuelo... aunque no entendía a qué se refería con eso de que su madre tenía otro padre... ¿Eso significaba que tenía tres abuelos?

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