Era una pesadilla

Era una pesadilla.

Debía serlo, no encontraba otra… ah cierto, si la tenía.

— ¡Maldita sea! —Ryoken grito antes de tirarse en su cama, tomar una almohada y largarse a llorar.

— Ryoken, ¿que quieres-?

— ¡Engorde, mamá! ¡Estoy gordo!

— … ¿Eh?

Cuando Kiara abrió la puerta del cuarto de su hijo lo primero que se encontró era a Ryoken llorando desesperado, sentado en su cama, abrazando una almohada, que a saber porque tenía una sudadera azul oscura puesta, repitiendo una y otra vez que había engordado. Kiara sólo miraba extrañada a su hijo llorar, sin saber cómo consolarlo sin terminar ella herida.

— ¿Por… por que dices que engordaste?

— ¡Porque lo hice! —Ryoken dejo la almohada y se paró en su cama— ¡Mirame! ¡Estoy gordo!

La verdad… Kiara encontraba a su hijo exactamente igual que hace mes y medio; tal vez con su cara levemente más redonda y con algunas manchas en el puente de su nariz y mejillas pero nada serio.

La alfa asintió mientras desviaba su vista por todo el cuarto hasta que vio el espejo de cuerpo entero que habían vuelto a poner en el cuarto de su hijo una semana antes de que saliera del hospital, allí entendió todo.

Ryoken de seguro estuvo comprobando si era cierto que a partir de las 8 - 9 semanas de embarazo se mostraba más el aumento de peso, por eso estaba tan deprimido...

— … Correcto… pero es normal subir de peso en el embarazo Ryoken.

— ¡Pero no creí que engordara tanto!

— Lo mismo creí cuando me paso… así que te comprendo, cariño —La albina entró por completo a la habitación y caminó a la cama donde su hijo volvió a sentarse, ella le imitó y se sentó a su lado— Es normal aumentar bastante por tu cachorro, aún así los doctores te dicen que dieta y eso… yo la verdad, me la pase comiendo helado y haciendo la mitad de la dieta que me pedían hacer.

— ¿...En serio…? —La mujer asintió antes de abrazar a su cachorro y besar su frente.

— En serio. Aumente bastante de peso y mírate, aquí estás, imponiendote glamorosamente ante todo y todos los que te desafían.

El omega se rió ante el comentario de su progenitora antes de restregarse contra el pecho de esta.

Era una costumbre que tenía desde que era un infante de casi dos años, por alguna razón refregarse y quedar impregnado del olor de su progenitora le relajaba casi tanto como le encantaba el olor a cítricos de Yusaku, la diferencia es que jamás admitiría lo último en voz alta.

— Oye… ya se que puede animarte, además de comer mermelada con galletas hasta hartarte y lamentarte lo bien que sabe.

— ¿Que cosa?

— Que ya acumule una bolsa de correo, benefició de que vivamos tantas personas aquí, y debo hacer el relleno del pescado para la cena…

Madre e hijo se dirigieron una mirada cómplice antes de sonreír de forma maliciosa y encaminarse al comedor.

— Es martes, así que tus otros tíos van a venir a cenar también.

— ¿Así que haremos más relleno del usual?

— La cuenta de la tarjeta de crédito de Stephanie dará para mucho relleno.

Kiara Kogami, odiaba a los Kogami. Si, era confuso e irónico.

En realidad ella había tomado el apellido por el pedido de su ya difunto padre, aunque aceptaba que amaba a Kiyoshi más que a cualquier persona o cosa en el mundo, después de sus dos hijos, pero la verdad es que los ocho hermanos que se traía su esposo… eran insoportables en todo el sentido de la palabra.

Cuatro alfas con un egocentrismo que daba la necesidad de darles unos buenos golpes en la cara para cerrarles la boca unos minutos y tres altaneros betas cuyas máscaras de tranquilidad y sumisión se caían al momento de que sus víctimas desaparecen de escena.

— Mi tia Stephanie gastó casi 100 mil yenes en peluquería, ropa y joyería… y sólo estoy viendo lo que lleva de este mes.

— Que sea el pobre imbécil que se casó con ella el que pague, nosotros sólo recibiremos la cuenta.

— Aquí hay otro… mi tío Akio gastó casi 10 mil en… pornografía —Kiara alzó una ceja incrédula al escuchar aquello, Ryoken estaba igual. Ambos fallaron en intentar contener sus propias risas— ¿Cuánta de esa pornografía la vera realmente mi primo?

— Al menos el 80%, es el problema con los hombres alfas pre-adolescentes, se obsesionan con esas cosas por alguna razón que desconozco en todo sentido.

— Tu eres alfa, mamá ¿Te interesaban algunas de esas cosas?

— Sí… —La alfa revisó un par de cartas, la mayoría eran cuentas de las tarjetas de crédito e invitaciones a eventos de alta alcurnia— Me interesaban los animales machos como jabalíes salvaje, patos silvestres y faisanes.

— Cazadora de cuna silvestre, en una jaula de oro y plata…

— Me encerré por cuenta propia. Igual que los idiotas de tus tíos por matrimonio.

— ¿La diferencia es…? —Ryoken imitó a su madre, que separaba las cuentas de las invitaciones en diferentes montones.

— Que yo no bajó la cabeza ante mi pareja y suegro.

Kiara mostró aquella sonrisa, la misma que Ryoken solía enseñar en sus victorias. Soberbia, intimidación, arrogancia, desprecio y burla…

Esa sonrisa que cada alfa de sangre en la familia había visto en las cacerías de brujas, era la misma que veían desde hace casi 18 años cuando Kiara humilló a la mitad de sus ahora parientes en una simple caza de brujas.

No hay que destacar demasiado que el odio de Kiara y los demás miembros en el clan era mutuo en todos los sentidos.

— Creo que son todas… y ya me dio hambre.

— Aún quedan algunas cartas, terminaré con el montón y te espero para hacer el relleno juntos. Hay algunas galletas en la alacena.

Ryoken asintió mientras se levantaba de su asiento y se iba a la cocina por las galletas.

La alfa de ojos marinos revisó el resto de la correspondencia, al menos la mayoría eran cuentas e invitaciones para sus cuñados… menos una.

Estaba escrita en una caligrafía excelente con destinatario para Kiyoshi, se notaba lo importante que era… incluso tenía el sello de la familia Kogami, tres estrellas en un triángulo de menor a mayor.

Kiara solía respetar la privacidad del correo de su esposo, a él lo quería a sus cuñados no, pero ver ese símbolo en un sobre solía ser mala señal…

La alfa escondió el sobre antes de que su hijo volviera con migajas de galletas en la cara, la mayor se largó a reír y señaló los restos de aquellas golosinas antes de levantarse y tomar la mayor cantidad de cartas que podía y caminar a la cocina; Ryoken la imitó después de limpiar su rostro.

(...)

— Creí que dejaríamos el pescado debido a la equivoca- —Una mirada asesina y un servicio doblado por parte de la fémina de cabellos blancos fueron suficientes para que el alfa de cabellos rubios tosiera— Perdón… quise decir, por el embarazo de Ryoken…

— Por eso mi hijo y yo tenemos carne y ustedes salmón relleno, Jack.

Kiara respondió soezmente mientras cortaba un trozo del filete que tenía servido. Ryoken no agregó comentario alguno, al igual que su padre y hermana.

25 personas, once de ellos menores que Ryoken y Spectre, 21 comiendo salmón relleno con cierta especie misteriosa…

— Kiara-san, como siempre tu salmón relleno ¡está exquisito! En especial el relleno… ¿Cuál es tu secreto?

— Conociendola, de seguro las mismas vísceras del pescado con algún hechizo de bruja.

— Aunque no lo parezca, Isamu-kun, yo no uso vísceras de pescado en mis comidas —Kiara le respondió al alfa de ojos negros y cabello bicolor azul y negro, del mismo modo que le respondió antes a Jack— Pero si quieres, te las caliento para que te las comas, ya que preguntas por ellas.

Una risa nada disimulada de un alfa pre-adolescente se hizo presente, la atención se dirigió al pequeño primo de Ryoken y Spectre.

— Nee~ Tía bruja-de-campo ¿No puede hacer un encantamiento y volver a Ryoken-niichan un alfa? De ese modo podría disfrutar mejor del pescado.

La habitación quedó en silencio.

Kiara se estaba conteniendo de ir a golpear al niño, para descubrir si así aprendía modales y respeto, Kiyoshi observaba a su hermano Akio, padre del menor, con desaprobación, Kyoko observaba a su hermano que parecía romper el plato en cualquier momento por la presión que aplicaba con el tenedor, los demás sólo permanecieron en silencio mientras el chico insistía en su pregunta.

— Perdí el apetito —Ryoken arrojó su servicio en la mesa, no había comido casi nada, y se levantó de su asiento— Las preguntas estúpidas de un adicto a la pornografía con gatos me dan más ascos que las náuseas de mi embarazo. Con permiso.

Ryoken se retiró como si nada, dejando a su molesto primo sonrojado, apenado y molesto, a los padres asombrados y avergonzados exigiendo una disculpa por parte de aquella calumnia en contra de su hijo mayor, a los demás adultos discutiendo qué tan real podía ser lo dicho por el omega.

Salmón relleno con las cuentas de sus excesos, uno de tantos secretos que Ryoken y su madre sabían de los demás…

Definitivamente eran madre e hijo.

(Hace 1 año…)

— ¿Y este niño?

— ¿¡A quién llamas niño!?

— A ti, mocoso —Yusaku tenía paciencia hasta cierto nivel con los niños.

Pero ese niño de cabellos azabache y ojos lila, la estaba agotando más rápido de lo que debería.

— ¡No soy un mocoso! ¡Soy un miembro del gran clan Kogami, Kogami Makoto! ¡Un orgulloso y superior alfa!

— ¿Eres pariente de Kogami Ryoken?

— ¿Conoces al omega? —Yusaku alzó una ceja sorprendido.

El mayor asintió algo confundido, el niño comenzó a alabarse de nuevo mientras denigraba a Ryoken por su jerarquía.

— ¿Que edad se supone que tienes?

— 12 años.

— Yo 14, soy un alfa también. Conozco a tu primo… y ahora mismo me iré a discutir con él —Yusaku sonrió mientras a acercaba tranquilamente al niño que estaba sentado en una de los pupitres que tenían como mesas de restaurante en su puesto del festival escolar.

— ¿Por que irás a discutir con el omega?

— Por golpear a su molesto primo, Kogami Makoto.

Yusaku era capaz de golpear a mujeres y omegas por igual, siempre y cuando tuvieran su edad y fuera necesario, nunca a niños… pero ese mocoso superó su límite en el momento que se refirió a Ryoken como “omega”.










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