Dulce y más dulce

Dulce y más dulce.

Ese era el actual antojo que su primo omega, Ryoken, tenía por su deshonra hacia la familia, según su padre.

Así que era muy normal que hubieran bastantes galletas, dangos, dorayakis, macarones o similares en la alacena, despensa y refrigerador; pero el objetivo de Kogami Makoto, hermanos y primos eran las galletas que el omega guardaba con mucho recelo.

Eran unas galletas caseras, hechas por el propio omega, de semillas con un cremoso relleno de “cheesecake” que tenía por color un muy suave y tenue lila.

Unos días después de que se enteraran que vendría su abuelo por las fiestas, Ryoken, que extrañamente había engordado bastante, tal vez por tantos dulces, se apareció de la nada con dos frascos. En uno había una enorme cantidad de semillas, probablemente eran las que soltaba ese extraño árbol de enredadera con nombre que su primo mayor había mandado para afuera por que de seguir en el recibidor iba a romper las luces, y en el otro habían pequeñas flores de azulado color sumergidas en una especie de líquido del mismo color.

Al rato se escucharon diferentes ruidos provenir de la cocina y con ellos un montón de deliciosos olores inundaron la mansión.

Cuando su tía-bruja-de-bosque volvió de capturar la cena, su primo había salido de la cocina con un elegante jarrón de vidrio con esas deliciosas galletas en su interior, fue extraño que lo guardará el estante con las bebidas de su tía Aria.

— ¿¡Que demonios!? —La rubia alfa se quejó al ver como el omega abría y cerraba el estante de licores como si nada— ¿De donde sacaste las llaves para tocar mis bebidas? Tu maldito ome-

— Mi padre me dio una copia —Ryoken alzó la llave que tenía junto a otro montón en un llavero— y también hay una en el montón de llaves de la colección de mi mamá.

Fue lo último que dijo el menor de ojos azules antes de retirarse a la cocina, después de su madre que lucía cansada por tanto ejercicio en la costa.

Eso fue hace una semana, aunque la otra noche estaba preparando una especie de torta de la que ninguno pudo encontrar rastro, pero ahora Ryoken no estaba, había salido junto a su tía-bruja-de-bosque, a algún lado diciendo sobre si tendría que someterse a un examen de corial por ser su última semana o algo así llegó a escuchar Misty.

— Makoto… ¿Estás seguro que esto está bien? —Una pequeña niña de 12 años con ojos azules le preguntó al niño de ojos violetas que estaba parado arriba de una silla frente a la vitrina— La última vez que tomamos algo de Ryoken terminamos en el hospital por la patada que le dio a Melody…

— Y el castigo que le dio a tus hermanos junto a Otome, recuerda que les rompió los dedos y eso eso que los tres tenían 7 años.

— Por eso lo haremos ahora que no volverá en un buen rato —El alfa de 13 años sacó la llave para después tirarla al suelo junto a otras y probar con una del montón que tenía en un plato sostenido por una pequeña niña de casi 8 años—, mi mamá dice que esas pruebas son tan largas y como Ryoken-niisama es un desagradable omega, como dice mi papá que es, no creo que llegue hasta la tarde… ya saben, tal vez con lo gordo que se ha puesto tal vez compré más ropa o que se yo que compran los omegas.

— Mi papi era omega… —La pequeña niña que sostenía el plato con llaves habló con algo de tristeza— Me gustaría decir que lo extraño… pero no lo he visto en mucho tiempo y él no ha parecido querer verme.

— Porque es omega, Otome ¿Ven? Mi papá tiene razón, los omegas tienen hijos con alfas de gran linaje, como nosotros, nos sacan dinero y se van dejando a la cría.

— Tiene lógica. —Los cuatro niños presentes asintieron antes de escuchar la exclamación de alegría de Makoto.

Había abierto la vitrina y sacado el jarro con galletas.

— ¡Lotería! —El pequeño alfa sonrió mientras se bajaba de la silla con las galletas en sus manos— Diganle a los mellizos que nos vemos en mi cuarto en 5 minutos ¡Conseguí las deliciosas galletas hechas por el omega de nuestro primo!

Los tres niños asintieron antes de retirarse y correr a buscar a los mencionados. El alfa de ojos lilas volvió a sonreír victorioso antes de irse a su cuarto con las galletas cuyo olor era el mismo que el de las flores de “Citric”.

(...)

— Yo sólo veo manchas…

— Yo siempre creí que las ecografías sólo eran una parte del arte abstracto…

— Tal vez lo son —Ryoken no despegó su vista de la pequeña foto que se supone mostraba a su hijo de ya 12 semanas de gestación— De todos modos, se la daré a wisteria.

— ¿Para que vea la cuarta ecografía de su hijo?

— Y para que se entere que corrió con suerte y sólo es un cachorro.

Kiara sonrió ante aquella mirada de su hijo, que aunque no quiera aparentarlo del todo, estaba emocionado por ver aquella ecografía… aunque ninguno viera una figura entre todas esas manchas negras y grises.

Ryoken no negaría que estaba muy emocionado, según le dijo su ginecólogo, todo estaba en perfecto orden a pesar del riesgo de aborto que presentó en el inicio de su embarazo, que de todos modos debía cuidarse de no hacer sobre esfuerzo y evitar el estrés, además de seguir intentando mantener la dieta que le impuso, porque el doctor estaba casi seguro que Ryoken estaba siendo igual que su madre e ignoraba algunas partes de sus indicaciones para cambiarlas por helado o mermelada.

La verdad es que saber que a pesar de todo su cachorro estaba bien le alegraba, tal vez por eso tuvo el instinto de acariciar su vientre levemente hinchado por los tres meses que ya pronto daba por terminado.

— Mamá… ¿Qué voy hacer?

— ¿Ah? ¿Con qué?

— Dentro de poco llegará mi abuelo —Ryoken volteó a ver a su madre, la preocupación se notaba en su rostro, igual que el enojo de la mayor—, conociendolo es capaz de humillarme peor que mis tíos… incluso creo que es capaz de matarme…

— Entonces tendrá que pasar sobre mi muerto y frío cadáver —La alfa abrazo a su hijo con su mano libre, cargaba los abrigos de ambos en la otra—, pero antes muerta que viva dejaría que algo te pase…

El omega aspiró con profundamente el olor que desprendía su madre, le era tan reconfortante que podría darse el lujo de dormirse allí y ahora, pero antes debían salir del hospital e irse a comer algo porque su hijo le exigía comida.

Fue cuando iban saliendo que Ryoken vio a sus tíos y hermana entrar al hospital rápidamente con sus primos en no muy buen estado.

Los menores, Otome, Ren y Usagi, temblaban por escalofríos, gemían adoloridos en los brazos de sus padres sosteniéndose el estómago e incluso vio a su prima, Otome, vomitar desde los brazos de su madre, Yumiko, en la entrada del hospital.

Los mayores, Makoto, Melody y Misty, parecían estar en peor estado por su propia apariencia, las chicas tenían restos de vómito y algo de sangre sus bocas junto, estaban muy pálidos los tres, pero el que se veía peor era Makoto que no parecía mover más que su mandíbula que temblaba ligeramente.

— ¿Pero que les-? —Kiara observó horrorizada a sus sobrinos antes de que llegarán varios enfermeros y enfermeras con camillas para los seis niños.

Kiyoshi apareció poco después que se llevarán a los niños, sus hermanos se veían alterados al igual que sus cuñados, cuando se acercó a ellos Yumiko lloró en sus brazos desesperada. Kiara y Ryoken se acercaron rápidamente para saber qué había pasado.

— Se que es difícil… pero necesito que me digan que pasó, de ese modo podremos ayudar a los chicos.

— N-no sabemos… —Akio consolaba a su esposa que lloraba desesperada— Estábamos en la sala de estar cuando vimos a Ren con su hermana Usagi aparecer… ambos vomitaron repentinamente y…

— Y se quejaban de un dolor horrible en el estómago y cabeza —Kyoko se acercó a su padre que aún consolaba a su hermana de celestes cabellos—, entonces fue en busca de los demás y los encontré en el cuarto de Makoto-kun… todos presentaban el mismo patrón de dolor, pero cuando Melody y Misty vomitaron sangre fue que decidimos traerlos al hospital…

— ¿Comieron o hicieron algo antes de estar así?

— S-sí… —La alfa de amarillos ojos y cabello celeste ondulado habló entre lágrimas mientras se separaba lentamente de su hermano— Otome… Otome dijo que iban a comer unas galletas… ¿Prohibidas? O algo así me dijo…

Eso dejó extrañado y preocupados a todos los presentes, menos a Ryoken que ya entendía que pasaba…

Sus primos se comieron las galletas de Wisteria que le había hecho a su abuelo cuando llegará.

(Hace 2 años…)

— ¡Malditos engendros del mal! ¿¡Por que entraron a mi habitación!?

— ¡Sólo queríamos usar tu laptop! Ya que Makoto no deja que ocupemos la suya… así que dijo que como tu eras un omega ibas a estar de acuer- ¡Ah! —La pobre niña de verdes no alcanzó a terminar su oración cuando el omega le dio una fuerte patada que la hizo retroceder antes de caer rodando escaleras abajo con la computadora portátil con ella.

— ¡Melody! —Los otros tres pequeños gritaron al ver a su prima caer de la escalera sin moverse en el piso.

— ¿¡Por qué hiciste eso!? ¡Eres un omega se supone que- —Ryoken tomó con fuerza la mano del niño de 6 años que le apuntaba de forma acusadora y lo arrastró junto a los otras dos niñas antes de que fueran a socorrer a su prima de 9 años.

Los adultos tardaron 10 minutos en notar a la pequeña inconsciente frente en la escalera que accedía al tercer piso y a los tres pequeños que lloraban adoloridos junto a ella con sus dedos torcidos y rotos con la misma oración escrita en sus rostros.

“No volveremos a tocar las cosas de Ryoken-niisama”.

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