Despierta...
— Despierta...
Caminaba aún siguiendo a aquel animal, no entendía a donde quería llevarlo pero si su amenaza era cierta entonces no tenía muchas opciones.
— ¿A donde se supone que me llevas?
— Ya lo sabrás, Ryo...
— ¿Que te impide decirmelo? —Ryoken escucho como ese zorro que decía ser su... ¿Abuelo? Bufaba molesto sin dejar de caminar elegantemente.
— Eres igual a Ryoken, tan impaciente que no puede esperar nada... ¡Ni siquiera en el sexo ese sacerdote puede esperar! —El albino observó cómo el animal de esponjosa cola se detenía para reclamar— ¡Yo intento ser gentil durante el sexo para no lastimarlo, pero él se enoja y me exige que le meta mi enorme pene de metro y medio de una vez! ¡No es mi culpa tener un pene enorme!
— Ehm...
— ¿Ah? Ah cierto... te estaba guiando al templo...
El omega alzó una ceja extrañado por aquel animal y su modo de hablar... o tal vez por cómo cada 10 minutos alababa su pene de "metro y medio", para después comenzar a hablar de "Ryoken" y sobre como era tan altruista al mismo tiempo que idiota...
— Despierta...
Seguían caminando, y escalando, en dirección a algún lugar, en algún punto considero que lo mejor sería dejar de lado al animal y volver, pero cada vez que lo intentaba volvía al mismo punto... como si estuviera caminando en círculos.
— ¿Cuanto falta...?
— Muy poco...
— Vienes diciendo eso desde hace... no se, ¿un kilómetro? —El albino se quejó molesto antes de sentarse en una roca llena de musgo mientras se quitaba los zouri y sus tabi para masajear sus pies adoloridos, no lo había notado hasta ahora pero llevaba una vestimenta que le recordaba bastante a los sacerdotes del templo al que fue en año nuevo...
— Igual que Ryoken... se queja de esto y lo otro... eres un digno heredero de su nombre.
— Llevas quejándote de ese otro "Ryoken" desde que comenzamos a caminar, si tanto lo odias solo aléjate y ya.
— No puedo hacer eso —El zorro de azulado pelaje se acercó al y se sentó a su lado antes de comenzar a acicalarse su esponjosa cola.
— ¿Por qué no?
— Porque lo amo, lo amo más de lo que amo mi grandioso y enorme pene.
Ryoken no supo cómo interpretar aquel comentario.
— ¡Despierta...!
El animal volvió a pararse para seguir caminando, después de haber acicalado cuidadosamente su esponjosa cola, el omega solo suspiro antes de tomar las sandalias y los tabi para seguir de nuevo al zorro.
Realmente sentía que caminaba en círculos, tal vez el zorro si era un idiota y no sabía hacia donde lo guiaba, pero él era más idiota por dejarse guiar por un animal tan idiota como ese.
— ¿Cuanto falta...?
— Falta poco...
— ¿Cuanto es poco? —El albino de ojos azules volvió a quejarse para la molestia del animal.
— Poco.
— ¿Cuanto es eso?
— ¿¡Podrías dejar de-!? —Fue suficiente, el zorro había llegado al límite de su paciencia. se había girado para encarar al omega cuando una presencia conocida se hizo presente.
— Yusaku, ¿podrías callarte un maldito momento? Tu voz me está molestando más de lo usual.
Un arco Torii se presentó enfrente de ambos, estaba cubierto por enredaderas tanto muertas como vivas, musgo y otra vegetación salvaje; abajo del arco sagrado estaba una persona.
Ryoken había creído que por fin ese era el sueño más extraño que tenía por el zorro de pelaje azulado y ojos verdes que hasta hace un momento le iba a gritar, ahora había corrido encantado a los pies de esa persona... que lucía exactamente como él.
No solo por el color de sus ojos o su pelo, que lo tenía tan extremadamente largo que veía como aún recogido en una coleta alta le llegaba hasta por debajo de la cadera, si no que también por todo... lucía exactamente como él. Su expresión indisimulada de soberbia y molestia; una mirada que mostraba lo alto de su ego y la indiferencia ante el dolor del zorro que se quejaba porque aquel extraño había pisado su "magnífica" cola.
Definitivamente, ese sueño no podía ser más raro.
— Sígueme, deja a este idiota sufrir solo —El desconocido le agrado bastante bien en el mismo momento que empujó al zorro con su pie, el animal se tropezó por una pequeña piedra después de ser empujado y comenzó a rodar camino abajo; por un momento, Ryoken sintió pena por el animal—. No te preocupes por él, se recuperara pronto y volverá diciendo que quería matarlo de nuevo.
— ¿Quien eres tu?
— Tengo muchos nombres, pero en tus tiempos me conocen como "la esposa de los demonios", no los juzgo... —El misterioso chico comenzó a caminar en la dirección contraria por la cayó el zorro, hacía el lado que debería estar el templo, el omega albino lo siguió solo por su curiosidad, de todos modos, ya nada podía ser más extraño.
— ¡Despierta...! Por favor...
— ¿La esposa de los demonios?
— Me dieron el apodo por una estupidez de mis hermanos mayores, no fue mi culpa que el demonio los violara a ellos y a mi me ignorara por ser "el amante" de ese imbécil.
— Eh... —Ryoken no sabía si el desconocido o el zorro era más extraño.
— Pero no estamos aquí para discutir mi vida privada... estamos aquí para evitar un mal final...
— Según el zorro, el mal final era-.
— Fuiste secuestrado por tu abuelo, Kogami Shigeru, te tuvo prisionero en una zona "maldita", por decirlo de cierto modo, por 3 meses antes de que dieras a luz, donde falleciste —El chico le interrumpió al mismo tiempo que volteaba para encararlo con una mirada que demostraba una clara tristeza—; tu bebé corrió con el mismo destino minutos después, cuando él le rompió el cuello...
— ¿Ah...? —Ryoken comenzó a sentirse mareado al escuchar aquella información, quería vomitar y además el pecho le dolía. Abrazo su plano vientre mientras cubría su boca por el asco.
— Tu pareja, Fujiki Yusaku, se suicidó semanas después sumido en la desesperación de haberte perdido...
— Yusaku... ¿Hizo que...? —Entonces pasó lo que más odiaba, Ryoken vómito al tiempo que caía de rodillas, seguía aferrándose a su vientre que parecía estarse hinchando lentamente.
El desconocido rodeo el charco de jugos gástricos del menor, le ayudó a levantarse y a caminar hasta el templo; el hechizo se estaba rompiendo y el tiempo se le acababa...
— ¡Despierta,... por favor,... despierta...!
— Escúchame, les doy una segunda oportunidad a ti y a tu pareja... —El desconocido dejó a Ryoken a medio metro en la entrada del templo— Solo atraviesa la puerta del santuario... el resto será cosa tuya y de él... consigue un final que yo no tendré...
Ryoken no creía en sus palabras, no quería creerlo... pero algo en su mente y corazón le decía que debía creer en esas palabras... o tal vez solo estaba alucinando por el dolor que sentía...
Aún así, confío en las palabras de aquel chico y como pudo... atravesó la puerta del santuario.
(...)
— ¡Despierta, Ryoken por favor, despierta...! —El mencionado abrió sus ojos lentamente ante aquellas palabras y el suave movimiento que sentía en todo su cuerpo.
Parpadeo un poco para acostumbrarse a la luz que se colaba por la única ventana del cuarto, cuando su vista se aclaro lo primero que se encontró fue a Yusaku que le estaba observando con preocupación.
— ¿Yu... Yusaku...?
— Ryoken... gracias a los dioses despertaste —El alfa con olor a cítricos abrazo emocionado a su pareja que había despertado... después de lo que el de ojos verdes creía fue una amarga pesadilla para ambos...
El omega correspondió aquel abrazo con la misma emoción que su novio, aunque casi de inmediato su vista se enfoco en su hinchado vientre; el de mechones azules lo observó tocarlo con algo de pánico, como si al tocarlo fuera a desaparecer o romperse, así que el mayor también acarició junto a él.
Volvieron a abrazarse mientras el menor lloraba, por alguna razón... le emocionaba demasiado, más que en su primera parte, sentir a su hijo moverse en su interior.
Le emocionaba sentir que aún estaba ahí.
(Hace ------)
— Ya volviste...
— ¡Rode casi toda colina abajo!
— ¿Que te impidió seguir? —El albino volteo a ver a su mascota, y amante, que se le acercaba cojeando y lloriqueando.
— ¡Que me estrelle contra un maldito árbol! ¿¡Acaso querías volver a matarme!?
— Las ganas no me faltan, créeme.
El omega de ojos zafiros sonrió con algo de burla antes de acercarse al pequeño zorro y cargarlo entre sus brazos con cariño para darle algo de consuelo.
— Ryoken... ¿Podrías...?
— No te daré de mi sangre, Yusaku... —El sacerdote comenzó a caminar sin dejar de cargar al zorro que comenzó a gemir con tristeza— Estoy algo anémico desde la ceremonia y el hechizo... así que solo tratare tus heridas en el santuario, ¿de acuerdo?
— De acuerdo...
Nada había cambiado para ellos, seguían siendo el mismo par que siempre habían sido desde que se conocieron; aunque ahora estaban seguros de lo que ya sospechaban...
Ellos no podrían tener un final feliz.
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