único
Advertencia:
Max Top ๑ Sergio Botom
Boy pussy ๑ +18
Feliz cumpleaños, Chequito ♡
Max Verstappen, el patrocinador que todo deportista desearía tener.
Max solo apoya a los mejores atletas; nunca ha cometido un error al elegir a quién patrocinar.
Por esa razón, se encontraba en México; dejó su cálido apartamento en Mónaco para presenciar al mejor jinete de toros del momento.
Sergio 'Checo' Pérez era, sin duda, el mejor jinete de toros a nivel mundial. Pero Max no era alguien del montón; debía ver al aclamado Sergio con sus propios ojos.
Y eso lo llevaba hasta donde estaba; se encontraba en la primera fila, buscando tener una mejor vista del espectáculo.
— ¡Vacas y toros! — anunció una voz femenina a través de los altavoces en las paredes — es hora de que comience el espectáculo.
Los gritos y silbidos resonaron en el instante en que Sergio hizo su entrada.
Un hombre de cabello negro, con un rizo cayendo sobre su frente, piel morena y un traje azul marino adornado con detalles dorados. Sostenía su sombrero negro en una mano. Mentiría si dijera que el traje no le quedaba bien; era tan ajustado que acentuaba perfectamente todas sus curvas.
Se dio cuenta de que no era el único con ese pensamiento cuando las chicas a su lado empezaron a murmurar y reír entre ellas.
No se dio cuenta de cuánto tiempo estuvo absorto en las curvas de Sergio hasta que una voz lo sacó de sus pensamientos.
— ¿Te has perdido, güerito? — preguntó Sergio mientras se apoyaba en la valla frente a Max.
— N-No — respondió Max, un poco nervioso por la forma en que Sergio lo miraba de arriba abajo. ¿Qué demonios le pasaba a Max? — vengo a sellar un trato.
— Ya veo — dijo el mexicano mientras se acercaba lo más posible — ¿Y de qué se trata tu trato?
Max tosió para aclarar su voz y extendió su mano hacia Sergio.
— Max Verstappen, patrocinador de los mejores deportistas — se presentó.
Vio cómo Sergio sonreía al escuchar su nombre y aceptó su mano con agrado.
— Sergio Pérez, posible futuro patrocino — respondió.
— Entonces, señor Verstappen, ¿vino a disfrutar de mi espectáculo? — dijo con un tono seductor, acariciando su mano con un gesto insinuante.
— Necesito verte montar con mis propios ojos, ya sabes, por cuestiones del protocolo — dijo con una sonrisa traviesa.
— Entonces espero que lo disfrutes, güerito — le robó un beso mientras los silbidos resonaban a su alrededor — te espero en mi habitación, la número 11 del hotel a unas cuadras de aquí.
Ambos hombres eran un completo desastre: sus prendas arrugadas por el choque entre ellos, el cabello de Max despeinado por el agarre de Checo, y un hilo de saliva que se formaba entre sus labios al separarse, buscando un poco de aire.
— Ahg, Maxie — soltó un gemido Sergio, sintiendo cómo los dientes de Max dejaban una marca ardiente en su cuello.
Sergio sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, la mezcla de deseo y emoción lo envolvía. Max se acercó aún más, susurrando palabras que solo él podía escuchar, mientras sus manos exploraban la piel expuesta de Sergio.
Checo gritó cuando el contrario mordió más fuerte su cuello, una mezcla de placer y sorpresa que resonó en la habitación.
— Ma- Maxie — jadeó, sus dedos entrelazándose en el cabello desordenado de Max, empujándolo más cerca, como si no pudiera tener suficiente de él.
Max sonrió contra su piel, disfrutando de la reacción de Sergio.
— ¿Te gusta? — preguntó Max, su voz un susurro caliente que hizo vibrar a Checo.
— Mira como me tienes — dijo el mexicano, llevando la mano de Max a su entrepierna vestida. Un gemido escapó de sus labios al sentir como los dedos de Max se hundían superficialmente por encima de su pantalón, provocando una ola de deseo que lo atravesó.
Max sonrió, disfrutando del poder que tenía sobre él. La tensión en el aire se volvía palpable, y cada movimiento era un juego entre la provocación y el deseo.
— No puedo evitarlo, Checo — murmuró Max, sus ojos fijos en los de Sergio — eres irresistible.
El mayor gimió, la voz cargada de deseo y desafío.
— Demuéstramelo, Maxie — susurró, sus ojos brillando con una mezcla de picardía y anhelo, invitándolo a llevar el juego a un nivel más intenso.
Max no necesitó más que esa invitación. Se acercó, su aliento caliente acariciando la piel de Checo mientras sus manos exploraban su cuerpo con firmeza.
El rubio llevó su mano con determinación hacia el pantalón de Sergio, bajándolo hasta el suelo junto a la ropa interior. Un gemido incontrolable escapó de sus labios al ver los labios inferiores de Checo, brillando con deseo y provocación.
Lamió sus labios y pasó uno de sus dedos por la parte íntima. Al tener algo de lubricante, lo llevó hacia su boca y volvió a gemir.
No solo te ves delicioso, precioso — dijo mientras observaba cómo Checo intentaba no soltar un grito — también lo eres por aquí abajo.
Siguió moviendo sus dedos por encima ― ¿Qué quieres que haga?
― Tócame, Max — dijo, llevando la mano del menor hasta su humedad.
En la habitación, se oían sonidos húmedos mientras Max introducía y retiraba sus dedos del interior de Checo.
—¡Dios! ¡Más! — gemía Checo con una mezcla de deseo y necesidad, su voz resonando en la habitación. Cada vez que Max lo tocaba, la intensidad de la sensación lo envolvía, llevándolo al borde de un éxtasis que parecía interminable. Checo podía sentir cómo los dedos de Max se movían con destreza, explorando cada rincón, provocando oleadas de placer que lo hacían perder la noción del tiempo.
Max, al sentir cómo el mayor le apretaba sus dedos con fuerza, detuvo su movimiento y los retiró lentamente. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro al escuchar el chillido inesperado de Checo, un sonido que combinaba sorpresa y deseo. Era como si el aire en la habitación se hubiera vuelto denso, cargado de tensión y expectativa. Max disfrutaba de cada reacción, cada gemido que escapaba de los labios de Checo, sabiendo que estaba jugando con sus límites.
Con un gesto decidido, Max quitó la ropa que les quedaba a ambos, arrojándola sin cuidado por alguna parte de la habitación.
—Vengo a patrocinar a un jinete — recordó Max con una sonrisa confiada, mientras se acomodaba en la cama y levantaba al mexicano, colocándolo suavemente sobre sus piernas — se me prometió al mejor del mundo, y no puedo dejar pasar la oportunidad de verlo cabalgar más de cerca. Necesito asegurarme de que realmente cumple con las expectativas y que su talento es digno de la inversión. Hay algo en la forma en que te mueves que me intriga, algo que necesito explorar más a fondo.
— Le demostraré que lo soy — respondió Checo con determinación, levantando su sombrero con una mano temblorosa pero firme. Se lo colocó en la cabeza, asegurándolo con cuidado mientras su mirada se mantenía fija en Max — no se arrepentirá de haberme elegido. Tengo la pasión y el talento para respaldar mis palabras.
Con la mano libre, Checo alineó cuidadosamente el miembro a su entrada, sintiendo cómo la anticipación crecía en su interior — ¡Mierda! — exclamó entre gemidos, la mezcla de deseo y nerviosismo palpable en su voz. Sus labios se apretaron entre sus dientes mientras mordía con suavidad, tratando de contener los sentimientos que lo envolvían.
Un gemido fuerte escapó de sus labios cuando sintió cómo Max lo agarraba firmemente de la cintura, atrayéndolo hacia él con una fuerza que le robó el aliento. La presión creció en su interior mientras Max lo guiaba, haciendo que todo su miembro se adentrara de una vez, llenándolo por completo. La mezcla de placer y sorpresa lo invadió, cada fibra de su ser vibrando con la intensidad del momento.
— Estás tan apretado, mierda — murmuró, sintiendo una oleada de placer recorrer su cuerpo. Su cabeza se inclinó hacia atrás, dejando al descubierto su cuello, mientras luchaba por controlar la intensidad del momento — muévete, por favor — suplicó, la voz temblorosa y cargada de deseo.
Haciendo caso al pedido de Max, comenzó a moverse lentamente, sintiendo cómo la presión y el placer se intensificaban. Cada vez que descendía por el miembro, un gemido involuntario escapaba de sus labios, resonando en el aire como una melodía de deseo.
Una vez que se acostumbró al tamaño, comenzó su espectáculo, llenándose de confianza y energía. Lo cabalgaba con destreza, como si estuviera montando uno de sus toros, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo. Cada movimiento era preciso y apasionado, desatando una mezcla de placer y desafío en cada embestida.
— Fuck — gimió Sergio, sintiendo cómo su orgasmo comenzaba a formarse, una ola de placer imparable que se acumulaba en su interior — Ma-Maxie... — susurró, su voz entrecortada por la intensidad del momento, pidiendo más mientras se dejaba llevar por la intensidad de sus emociones.
— Sígueme montando — dijo Max, guiando a Sergio por las caderas para ayudarlo a encontrar el ritmo perfecto — casi tienes un nuevo patrocinador, bonito ― Su voz era un susurro cargado de complicidad y deseo, mientras sus manos firmes proporcionaban el apoyo necesario para intensificar la experiencia. La atmósfera se llenaba de tensión y emoción, cada movimiento llevándolos más cerca del clímax.
— ¡Oh! ¡Max! — gimió Checo, sintiendo cómo el rubio tocaba su punto más sensible. La oleada de placer lo inundó, y sin poder contenerse, comenzó a moverse más rápido sobre él, cada embestida llevándolo más cerca del éxtasis.
Un grito de placer escapó de sus labios al sentir cómo su orgasmo lo golpeaba con fuerza, una ola de éxtasis que lo envolvía por completo. Arrugó el ceño, la intensidad del momento reflejada en su rostro, mientras los dedos de sus pies se crispaban involuntariamente. Nunca había experimentado un orgasmo tan intenso en toda su maldita vida; cada fibra de su ser vibraba con una satisfacción que lo dejaba sin aliento.
Max gimió al sentir cómo las paredes del mexicano se apretaban a su alrededor, una presión exquisita que lo hacía perder el control. Con unas embestidas más, sintió que se acercaba al clímax, y finalmente terminó dentro del pecoso, una explosión de placer que los envolvió a ambos.
Salió del mayor unos minutos después, una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro al ver cómo su semen chorreaba del cuerpo del contrario. Max no podía evitar sentir una profunda satisfacción al contemplar el resultado de su encuentro.
— Entonces, ¿tengo un nuevo patrocinador? — preguntó Sergio con una sonrisa juguetona, mientras se recostaba cómodamente en el pecho de Max. La calidez del cuerpo del rubio lo envolvía, y su voz estaba llena de un tono travieso.
—Claramente, precioso — respondió Max, mientras rodeaba a Checo con su brazo, atrayéndolo más cerca.
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