Capítulo 50 ♡ Final

SeungCheol y JiHoon sabían que al abrir los ojos comenzaría un día caóticamente hermoso, SunHi estaba cumpliendo nueve años y la idea de preparar una fiesta con sus amiguitos de la escuela era mucho trabajo.

Pero hasta que no sonora el molestoso despertador JiHoon decidió ignorar el hecho de que ya había amanecido, se volteó en la cama y en un movimiento rápido que lo hizo soltar un quejido, SeungCheol lo rodeó con los brazos subiéndolo encima de su cuerpo.

Cerró los ojos y se acomodó, rozó las piernas del mayor con las suyas escuchando los latidos de su corazón y su respiración pausada y relajada chocar cerca de su oído.

Inevitablemente el despertador sonó y SeungCheol tomó la almohada de JiHoon para tirar el molestoso reloj de la mesita de noche.

El menor soltó una risita y se levantó ya que el aparato seguiría sonando si no lo apagaban, regresó a la cama, a su posición anterior; encima de su esposo y SeungCheol ya lo estaba esperando con los brazos abiertos.

—Diez minutitos más —Pidió el pelinegro y JiHoon asintió quedándose en silencio con la cabeza en el cuello ajeno.

Subió las manos deslizándolas por los costados del torso del mayor, abrazándolo con delicadeza e inspirando ese aroma que tanto le gustaba.

Estaban agotados, tanto física como mentalmente, los fines de semana les servían para descansar de sus trabajos y el pensar tener a tantos niños pequeños en su casa ya los estresaba.

Pero SunHi venía hablando de su cumpleaños hace más de un mes y no querían decepcionarla.

Harían lo que fuera por ver una hermosa sonrisa adornando su carita.

—¡Papis! —Gritó SunHi cuando azotó la puerta de su habitación para correr por el pasillo y llegar al cuarto de sus padres.

Ella sabía que no podía entrar sin tocar antes, así que se detuvo frente a la puerta con su peluche favorito en las manos.

—¿Puedo entrar? —Preguntó la pequeña, ansiosa.

—Ánimo para hoy —Suspiró JiHoon para después sonreír, se sentó en su lado acomodando las mantas en la cama.

—Para ti también, precioso —SeungCheol besó la mejilla del pequeño y se colocó la ropa de dormir, ya que después de tantos años juntos prefería acostarse desnudo, lamentablemente JiHoon no seguía su idea y dormía con pijama pero no había mucho problema para quitárselo y eso era lo bueno —¿SunHi?

—Estoy aquí papi, ¿Puedo entrar?

—Sí —Respondió JiHoon escondiendo rápidamente los paquetes de preservativos que estaban a un lado de la almohada de SeungCheol, SunHi era muy curiosa y aún no era tiempo para explicarle cómo había llegado al mundo.

La pequeña saltó a la cama, colocándose en medio de sus padres, estaba con el vestido blanco con gatitos celestes que tanto le gustaba, su cabello estaba desordenado y sus enormes ojos muy brillantes y emocionados.

Se parecía bastante a SeungCheol físicamente, cabello negro y ondulado que le llegaba un poco más abajo de los hombros, ojos traviesos y pícaros que iban con su personalidad extrovertida y juguetona.

La sonrisa era de JiHoon, labios delgados y delicados que solía morderse a menudo, sus padres seguían regañándola cuando acababa llorando debido a la sangre que salía por ejercer mucha presión con sus dientes.

Los hoyuelos de SeungCheol y la piel de porcelana de JiHoon.

Una perfecta combinación que era la alegría del hogar y de sus vidas.

—¿Hoy que día es? —Preguntó la pequeña dando saltitos en la cama.

—Sábado —Contestó JiHoon haciéndose el desentendido.

—Sí.

—Un lindo sábado al parecer —SeungCheol miró hacia la ventana, estaban en otoño pero había sol, lo cual era bueno para tener a los niños jugando en el jardín en el cumpleaños de su hija.

—¿Y qué más?

—No lo sé —El mayor se encogió de hombros.

SunHi se cubrió la boca con ambas manos —¿Papi JiHoon? ¿Tú sí sabes qué día es hoy?

—Es sábado —Respondió el castaño tomando su móvil para verificarlo.

—¡Nooo! —Regañó la pequeña —Hoy es un día importante.

—¿Es navidad? —SeungCheol parecía impresionado pero en realidad le estaban jugando una broma a su hija.

—¡Papi!

—¿Año nuevo? —Continuó JiHoon.

—Noooo —Chilló, abriendo su boca, viéndose adorable y frunció el ceño.

Definitivamente esa era la expresión de JiHoon cuando se enojaba.

—¿Hay elecciones? —SeungCheol pensó en voz alta.

—¿Qué es eso? —La pequeña alzó sus cejas, confundida —Pero tampoco es eso.

—¿Entonces?

SunHi llevó el peluche hacia su pecho —¿No lo recuerdan? —Hizo un puchero y sus padres le sonrieron —Pinky se acordó y ya me dio un regalo.

—¿Quién es Pinky? —Preguntó SeungCheol recibiendo un suave golpe en su codo, JiHoon miró el peluche de la pequeña haciéndole saber quién tenía ese nombre tan particular —Oh, Pinky, ¿Qué te regaló?

—Un desayuno en nuestra cocina —Contestó feliz la pequeña —Bueno, yo preparé todo para que no se quemara las manitas.

—Un desayuno hecho por SunHi —SeungCheol la sentó en su regazo —¿Qué fue esta vez?

—Tostadas y leche —Dijo con orgullo, la pequeña tenía un gusto por la cocina desde que vio a sus padres haciendo panqueques y terminaron ensuciándose completamente con harina y crema batida.

Por esa razón tenía la propia en su habitación, una cocina de juguete con comida de plástico.

Podía pasar horas sirviendo platos sin parar para sus peluches, los cuales sentaba en una mesa frente a la cama.

Y claro, siempre que llegaban visitas a la casa las invitaba a comer.

La primera vez que entró MinGyu a su habitación simuló tomar té en la tacita blanca pero recibió un regañó de la pequeña cuando mordió la tostada.

Al igual que JiHoon, SunHi intentó quitarle los bordes recibiendo la explicación de sus padres que no podía hacerlo, a los pocos días vieron cómo la pequeña se las ingenió para quitarlos.

JeongHan y Joshua también fueron testigos de lo adorable que se veía SunHi cocinando, junto a YoungSoo se quedaron más de una hora jugando y riendo.

—¿Entonces no lo recuerdan? —Sus ojos se humedecieron y JiHoon apretó su mejilla para luego besar su frente mientras SeungCheol la sostenía en sus brazos.

—Un día como hoy, hace nueve años atrás llegó una hermosa niñita a alegrarnos la vida —Dijo cariñosamente JiHoon —Y para hacernos saber que existía otro tipo amor así de fuerte como el nuestro —Desvió la mirada hacia su esposo.

La pequeña se encogió de hombros y sonrió, acurrucándose en el pecho de su papá SeungCheol.

—Feliz cumpleaños, SunHi —SeungCheol la abrazó y besó su frente —Te amo mucho.

—Yo también los amo mucho —Gateó por la cama sentándose frente a sus padres y sonrió —Y...

—Ve a la sala —Dijo SeungCheol —Hay una sorpresa para ti.

Los despiertos ojos de SunHi brillaron de emoción y salió corriendo de la habitación.

—¿Crees que le gustará la nueva cocina? —Preguntó SeungCheol mirando a JiHoon.

El grito de la pequeña que provenía de la sala, los hizo reír.

—Yo creo que le encantó —Dejó caer su cuerpo en la cama y comenzó a reír escandalosamente cuando SeungCheol
se acostó encima de él para besarlo y hacerle cosquillas.

—Como a mí me encantas tú —Enterró su rostro en el cuello del castaño para morderlo y movió sus dedos sobre su abdomen haciendo que se retorciera.

—¡Papi Cheol! —Gritó la pequeña desde la puerta y ambos la miraron —¡No ataques a mi papi JiHoon!

—¿Tu papi JiHoon? —SeungCheol alzó una ceja —Es mío.

—¡Mío! —SunHi corrió a la cama y entre cosquillas y besos comenzaron el día.

La pequeña SunHi estaba emocionada por cocinar junto a sus padres, le fue imposible no llevar sus propios platos y cuchillos de plástico para cooperar.

SeungCheol sacó el banquito del cuarto de limpieza y antes de que su hija subiera en él, la rodeó por la espalda para ponerle su delantal de cocinera.

JiHoon sonrió al verlos mientras caminaba hacia el mueble para sacar el cereal, se estiró lo más que pudo, tocó la punta de la caja llevándola más adentro, frunció el ceño y estaba a punto de subir una pierna pero unos brazos lo alzaron del piso para ayudarlo.

El pelinegro rodeó su cintura y besó su nuca cuando lo dejó en el suelo, JiHoon echó la cabeza hacia atrás y levantó un brazo, colocando su mano en el cabello de SeungCheol para guiarlo hasta sus labios y poder besarlo.

El desayuno fue sencillo ya que SunHi fue quien lo escogió, leche con cereal que preparó SeungCheol y frutas que cortó JiHoon, la pequeña se encargó de adornar los platos con las manzanas, naranjas, plátanos y cerezas que JiHoon le iba pasando.

A las doce del día estaba todo listo, un arco de globos de colores en la entrada de la casa, globos con helio y serpentinas llamativas adornando la sala, el jardín tenía las mesas con los dulces y jugos para los niños.

También llevaron a un payaso que haría diferentes dinámicas y juegos para los pequeños, tenían todo lo necesario para que nadie se aburriera.

Los niños comenzaron a llegar con sus padres, muchos de ellos ya conocían al matrimonio y se los dejaron encargados, otros se quedaron a ayudar y comer.

—¿Dónde está SunHi? —Preguntó JiHoon colocando canciones infantiles para que los niños bailaran en el jardín.

—Aún sigue con tus papás en la habitación —Respondió SeungCheol con una bandeja de galletas en su mano, los pequeños fueron como pirañas para sacarla apenas la dejó en la mesa. SeungCheol se espantó y dio un paso hacia atrás, JiHoon rió —Dijo que bajarían cuando terminaran de cambiarla.

Entraron a la casa y SunHi venía bajando las escaleras con un pijama entero de unicornio.

SeungCheol y JiHoon se miraron entre sí, hace una semana habían salido con su hija y la pequeña insistió en que le compraran un vestido celeste.

Ambos pensaron que lo usaría pero SunHi era una caja de sorpresas y ellos no iban a opacarla vistiendo algo que no quería.

—Estás preciosa —Dijo SeungCheol y la pequeña corrió a sus brazos soltando las manos de sus abuelitos. El pelinegro la alzó y la capucha se le cayó dejando ver dos lindas trenzas a cada lado —Están todos tus amiguitos esperándote afuera, ¿Vamos?

Se alejaron en dirección al jardín y JiHoon se volteó a mirar a sus padres.

—¿De dónde ha salido ese pijama?

—SunHi lo vio por internet y nos dijo que lo quería —Contestó el señor Lee —Sabes que no nos podemos resistir a ella.

—Nadie puede —Sonrió JiHoon.

JeongHan y Joshua llegaron con su hijo YoungSoo, el pequeño estuvo más de quince minutos tratando de darle el obsequio, se había sonrojado hasta las orejas y entre risas de los adultos, bajó la mirada y estiró sus brazos hacia SunHi.

—Feliz cumpleaños —Dijo YoungSoo completamente rojo —Te ves... muy linda.

SeungCheol arqueó una ceja y acercó a SunHi a sus piernas.

—G-Gracias, YoungSonnie —Tartamudeó la pequeña con la caja en sus manos —Soy un unicornio.

JeongHan y Joshua soltaron una risita y SeungCheol frunció el ceño para tomar a la pequeña en brazos —Yo soy el papá de este bello unicornio y opino que pasen al jardín a comer.

Los pequeños parecían divertirse, bailando, cantando, jugando o viendo lo trucos del payaso con los globos y adivinando los animales que hacía, para ellos era lo mejor del mundo.

Pero JiHoon estaba ajetreado en la cocina, uno de los niños quería que ya llegaran sus padres, otro se había raspado la rodilla cuando cayó al suelo y otro pequeño no paraba de pedirle comida.

SeungKwan y Hansol fueron los siguientes en llegar, su hijo YoungMi era menor que SunHi y mucho más tímido, se pegaba a Hansol para no salir a compartir con los demás niños desconocidos para él.

El castaño preparó los vasos de jugo en una bandeja y de pronto unas manos grandes masajearon sus hombros.

—Yo lo llevaré y me haré cargo de afuera —Dijo SeungCheol besando los labios del pequeño cuando éste se volteó —Descansa un momento, precioso.

—Gracias —Se apoyó en el mesón afirmando la cabeza en sus manos.

Los padres de SeungCheol y los suyos hacían un gran trabajo controlando a los niños que se encontraban dentro de la casa, no querían accidentes y la mayoría eran curiosos y revoltosos.

MinGyu y WonWoo llegaron con sus tres hijos.

Había sido una sorpresa para todos que WonWoo quedara embarazado de gemelas, ya que unos meses antes habían adoptado a un niño de ocho años, que hoy en día ya era un adolescente de dieciocho años.

YeongSoo era muy amable y respetuoso, JiHoon había puesto muy claramente en la invitación que él también podía ir.

Aparecieron con un obsequio que SunHi adoró, un microondas y un hervidor de juguete.

—¿Un unicornio? —Preguntó YeongSoo mirando a JiHoon, éste último asintió con una sonrisa.

—¿Cómo es que cada vez que te veo estás más alto? —SeungCheol apareció por detrás, abrazando a YeongSoo por los hombros —¿Qué tal va el primer año de universidad?

—Es un poco difícil —Respondió el adolescente —Pero he sacado buenas calificaciones hasta el momento.

—Me alegra escuchar eso —Habló JiHoon deslizando su mano por la cintura de SeungCheol cuando el mayor se paró a su lado —Tus padres están muy orgullosos de ti, me lo han dicho.

YeongSoo giró la cabeza hacia un lado, por los ventanales podía ver a MinGyu y WonWoo jugando con las gemelas, tan felices y dulces como siempre, algo que lo llenaba de alegría a él —Yo... no sé qué hubiese sido de mí si no hubieran llegado a mi orfanato ese día.

A las dos de la tarde, SunHi se sentó en la mesa, con un pastel frente a sus ojos mientras todos le cantaban. Su tío Chan estaba grabándola junto a SeokMin y sus padres estaban a su lado, los miró antes de pedir sus tres deseos.

No había mucho que pensar, era feliz con su familia, con su vida.

Pero pidió por ellos, para que fueran tan felices como lo era ella, para que tuvieran más tiempo de descanso y por su hermanito que estaba en cielo.

Sabía que tenían a un angelito que los cuidaba.

Y pidió que estuviese tranquilo porque ella le estaba entregando el amor que le enviaba para sus padres desde el cielo.

SeungCheol y JiHoon no lo sabían y siempre se preguntaron por qué SunHi nunca quitaba una tacita de la mesa de su habitación, ella lo dejaba para el hermanito que no pudo conocer.

Quizás cocinando para él, algún día llegaría y jugarían juntos.

Sopló las velas, el cumpleaños continuó un par de horas más y poco a poco los niños se fueron con sus padres.

Cerca de las ocho de la noche, JiHoon ayudó a SunHi a colocarse una jardinera para salir a la feria. SeungCheol ya había terminado de limpiar el jardín junto a los demás chicos.

Apenas llegaron al lugar, las luces emocionaron a la pequeña, SeungCheol se agachó para que se sentara en sus hombros y continuaron celebrando el cumpleaños.

Caminaban mientras SunHi apuntaba los juegos a los que quería ir, y JiHoon iba de la mano de SeungCheol, mirándose y coqueteando de vez en cuando.

Después de unos cuantos juegos probados, la pequeña comenzó a darse cuenta de lo malo que era su papá SeungCheol jugando.

Para JiHoon fue recordar las primeras citas que tuvo con SeungCheol cuando iban en la escuela, hoy regresaban con su hija y más enamorados que nunca.

Después de unas horas allí, JiHoon canjeó cincuenta tickets para unas orejas de gatito para SunHi y de conejo para él, SeungCheol pidió un listón y se lo colocó en la cabeza haciendo reír al castaño.

—Sigo siendo tu regalo —Susurró SeungCheol en el oído de JiHoon.

El mayor lanzó el último aro en las botellas y ganó, con una sonrisa de orgullo miró a su hija pero se desvaneció cuando le entregaron un pequeño peluche de pingüino.

Lo tomó en sus manos frunciendo el ceño, estuvo a punto de reclamar pero SunHi se lo arrebató y para ella fue el mejor regalo que le pudo conseguir, como si se hubiese ganado la lotería.

Finalmente llegaron a la rueda de la fortuna, SeungCheol entregó los tickets correspondientes y se subieron, lentamente comenzó a moverse, SunHi miró por la ventanilla y JiHoon dejó caer su cabeza en el hombro del mayor, SeungCheol entrelazó sus dedos con una sonrisa de tranquilidad.

Podían recordar los nervios de su primera cita, la sorpresa de SeungCheol con aquella caja que había elegido en el puesto de premios.

La voz suave y tímida de JiHoon.

Los sonrojos de ambos y las sonrisas que temblaban en los extremos de sus labios debido a la emoción.

SeokMin lo había dicho hace años atrás.

Los grandes amores necesitaban grandes pruebas para superar, SeungCheol y JiHoon era un claro ejemplo de ello.

Aprendieron por separado que no querían cambiar nada en el otro, ni siquiera sus defectos que obviamente tenían.

Pero decidieron aceptarse y amarse sin importar nada.

Y vieron cómo nunca tuvieron grandes discusiones como otras parejas que buscaban la perfección en su pareja, querían moldearlo a su pinta siendo que el amor no se trata de eso.

El amor se trata de aceptarse y amar hasta sus defectos, de respetarse, apoyarse, ser el pilar del otro.

Habían pasado tantas pruebas que finalmente se sentían llenos con la vida que tenían.

Era impresionante saber que su amor se podía duplicar para otra persona más, esa personita estaba frente a ellos.

Mirando por la ventanilla, con sus ojos iluminados, podían reflejarse las luces de la rueda de la fortuna.

La sonrisa que ella tenía, esos hoyuelos marcados y esas pestañas largas y oscuras que se veían adorables cuando achicaba los ojos, eran todo.

SunHi se sentó derecho, mirando a sus padres —Gracias por este día.

—Sabíamos que te gustaría este lugar —Dijo JiHoon.

—Sé que es mi cumpleaños pero les tengo un regalo —Habló la pequeña mordiéndose el labio inferior pero lo soltó de inmediato cuando SeungCheol alzó sus cejas. SunHi sacó un sobre del bolsillo que tenía en la parte anterior de la jardinera.

Y se lo entregó a su papá JiHoon.

El castaño abrió el sobre y sacó tres papeles.

—Esto... —Su respiración se detuvo por algunos segundos.

—Son vales para ustedes dos —Habló SunHi balanceando sus pies.

—Pero aquí hay tres.

—Bueno... —Rodó los ojos y sus papás sonrieron —Pueden dárselo a quien quieran.

JiHoon le dio uno de los vales.

—¡Oh! No me lo esperaba —Rió la pequeña —Ahora deben canjearlo.

—¿Te lo pasamos a ti? —Preguntó SeungCheol.

—No, deben besarse, yo estaré viendo hacia afuera, no se preocupen por mí.

SunHi se giró hacia la ventanilla y JiHoon leyó una vez más los vales, al levantar la mirada se encontró con los hermosos ojos de SeungCheol.

En ese momento se dio cuenta que seguía tan enamorado como al principio, amaba su cabello todo despeinado y sin gel, amaba sus incontables y largas pestañas pero sobre todo amaba sus ojos, esos hermosos ojos oscuros, esos ojos que lo miraban y se perdía en ellos.

Esa mirada que lo enamoraba una y otra vez.

Se inclinó hacia adelante, tomando el cuello de la camisa de SeungCheol, sintiendo unas manos conocidas deslizarse hasta su espalda y lentamente unieron sus labios en un beso lleno de magia.

Llegaron a casa cuando SunHi se durmió en el pecho de SeungCheol, el pelinegro la dejó en su cama y JiHoon ordenó los peluches que le habían conseguido en la feria, la pequeña aún sostenía el pingüino en sus brazos.

—Necesito ir a ver algo al jardín —Dijo SeungCheol y JiHoon asintió.

—Yo terminaré de acostarla.

Sacó la ropa de dormir del armario y comenzó a desvestirla, SunHi soltó un quejido y abrió los ojos.

—Gracias por este cumpleaños, papi —Dijo la pequeña.

—De nada —Tocó la punta de la nariz de su hija con su dedo —Tú te mereces eso y mucho más.

—¿Quieres saber cuáles fueron mis deseos? —Se acomodó en la cama.

—Si los dices no se cumplirán.

—Tío SeokMin me dijo que eso era una mentira de los cumpleañeros para no decirlos.

—¿Qué pediste?

—Que ustedes fueran tan felices como lo soy yo —Respondió la pequeña —Y que tengan tiempo para descansar de sus trabajos.

—Eso es muy dulce —Su corazón se encogió.

—El último deseo lo mande al cielo.

—¿Cómo? —Preguntó confundido.

—Para mi hermanito —Apretó las mantas con sus manitas.

Y los ojos de JiHoon lentamente se volvieron más brillosos.

—No te enojes con mis abuelitos —Pidió la menor —Yo encontré unos zapatitos de bebé en tu mesita de noche y les pregunté.

—¿Y qué pediste?

—Que estuviese tranquilo porque yo les daría el amor que él no les pudo dar.

Fue imposible que las lágrimas no se escaparan de su lugar, JiHoon de todas formas sonrió y levantó a SunHi de la cama para abrazarla.

—¿Lo extrañas mucho? —Abrazó a su papá por los hombros.

—Desearía que estuviese aquí con nosotros —Su voz estuvo a punto de quebrarse.

—También me gustaría tener un hermano mayor.

—Lo tienes —JiHoon acarició la mejilla de SunHi —Y siempre te cuidará.

Esta vez se quedó dormida en el regazo de JiHoon, la dulce canción que su papá le cantó la llevó a los brazos de Morfeo.

—Precioso —SeungCheol se asomó a la habitación de SunHi donde se encontraba JiHoon arropando a la pequeña —¿Puedes venir un momento al jardín?

—¿Qué ha pasado?

—¿Recuerdas las luces que querías cambiar? —Dijo lo primero que cruzó por su mente —Necesito que me digas cuáles son.

—Oh, claro, enseguida voy.

SeungCheol miró a SunHi, con una sonrisa entró a la habitación para dejar un beso en su frente y cuando se levantó besó a JiHoon —No tardes mucho.

—Está bien —El mayor salió del cuarto y JiHoon encendió las luces de estrellas, SunHi tenía el mismo miedo a la oscuridad que tenía él de más joven.

JiHoon caminó por la casa, estaba todo oscuro pero cuando se fue acercando al jardín pudo ver unas luces encendidas.

Cuando llegó SeungCheol estaba esperándolo con una cena sobre una manta en el césped, las luces amarillas de navidad alumbraban el lugar, tenues, dándole romanticismo y la música que comenzó a sonar lo hizo sonreír.

—¿Y todo esto?

—No me digas que no recuerdas qué estaremos celebrando cuando sea medianoche —SeungCheol hizo un adorable puchero.

—¿Navidad? —Bajó los dos escalones —¿O Año Nuevo? ¿Hay elecciones? —Se lanzó a los brazos de su esposo, mirándolo a los ojos y perdiéndose de ellos —¡Aniversario!

—Catorce años desde que te vi en la biblioteca de la escuela —Dijo SeungCheol abrazando a JiHoon por la cintura —Catorce años desde que llegaste a mi vida a cambiarlo todo.

Cenaron recordando el pasado, las citas, discusiones, momentos felices y los difíciles, a sus amigos y profesores de la escuela y universidad.

Al JiHoon que prefería no hablar y la primera vez que lo hizo.

Habían escrito una historia enorme sin darse cuenta.

SeungCheol escuchó la siguiente canción y se colocó de pie —¿Bailas conmigo?

La expresión de JiHoon fue la misma que colocó cuando le realizó por primera vez esa pregunta, sus ojos se agradaron más de lo debido, empezando a negar con la cabeza, agitando también sus manos dando a entender que no quería, más bien, no sabía.

—No me digas que no sabes bailar —Molestó SeungCheol agachándose para levantarlo de la manta —Una vez escuché a mi papá decir que puedes bailar si estas en los brazos correctos —El menor lo miró esperando que continuara —¿Veamos si son los míos?

Y cómo la primera vez, JiHoon se dejó guiar cuando el mayor tomó sus manos llevándolas a su cuello para que las enrollara ahí, sintiendo con sus dedos el cabello negro de SeungCheol.

Unas grandes y conocidas manos en su cintura lo acercaron al cuerpo ajeno manteniendo el contacto visual.

SeungCheol sonrió cuando se dio cuenta de que JiHoon seguía diciendo todo con la mirada, nunca necesitó libretas para hacerle saber cuánto lo amaba.

Y ahora podía saber lo que decía con mirar esos preciosos ojos.

Bailaron en medio de la oscuridad, SeungCheol sosteniendo a JiHoon entre sus brazos mientras escuchaban su canción favorita, moviendo sus pies con lentitud.

SeungCheol tomó a JiHoon por la cintura subiéndolo en sus pies, el menor rió y se ocultó en su pecho.

—Estoy horrible —Se quejó JiHoon sonrojándose —Aún debo tener brillantina del cumpleaños por todo mi rostro.

—Estas precioso —Inspiró el aroma del pequeño, frutillas.

—No mientas.

—Para mí eres lo más hermoso que pisa la tierra —Dijo dulcemente y JiHoon levantó la mirada —Bueno, junto a otra personita.

JiHoon acarició las mejillas del mayor con amor, ordenó su cabello mirándose a los ojos y lo besó.

Un beso lento, dulce y transmitiendo sus más profundos sentimientos.

Entraron a la casa intentando no chocar con los muebles y tratando de no hacer ruido, SeungCheol apretó las caderas de JiHoon con sus manos y el menor desabrochó los primeros botones de su camisa.

Llegaron a la habitación y JiHoon echó su cuello hacia atrás con los ojos cerrados, SeungCheol mordió aquel sensible lugar haciéndolo jadear y jugó con el cabello del castaño.

—¿Papis? —SunHi encendió la luz de la mesita de noche de JiHoon.

La pareja se volteó encontrándose a su hija sentada en la cama, con una caja entre sus piernas, JiHoon abrochó la camisa de SeungCheol y se ordenó el cabello.

—Hola cariño —JiHoon sonrió —¿No podías dormir?

—Escuché un ruido que venía del armario y me asusté —Contestó SunHi —¿Puedo dormir con ustedes?

SeungCheol y JiHoon se miraron, el menor asintió y SeungCheol caminó hacia la cama.

—Encontraste un tesoro —SeungCheol vio las libretas, papeles y vales que JiHoon conservaba en una caja, no las escondía pero sí las cuidaban.

—¿Lo es? —Preguntó impresionada.

—Un tesoro con una larga historia —JiHoon se sentó en la cama.

—¿Me la cuentan para dormir?

—Acuéstate y la contaremos.

SunHi levantó las mantas y se acostó en medio de la cama, su papá JiHoon la abrazó y SeungCheol tomó la caja llena de papeles.

—Todo comenzó hace catorce años —Empezó SeungCheol —Un chico alto y guapo estaba en la biblioteca de la escuela y entonces vio a la persona más preciosa del universo.

La pequeña soltó una risita tomando la mano de JiHoon.

—Alguien tímido, estudioso, sin amigos y sin voz —Continuó JiHoon acariciando el cabello de su hija —El cuál pensaba que jamás se enamoraría, pero un chico con audífonos gigantes llamó su atención.

—Y todo comenzó con una nota —SeungCheol la encontró en la caja.

—Puedes tomarme un foto —Leyó JiHoon recordando ese momento.

SunHi estuvo muy atenta hasta la tercera cita pero sus párpados cedieron y se quedó profundamente dormida en los brazos de JiHoon.

SeungCheol guardó las notas en la caja y se acostó junto a su familia, dejó un beso en la sien de su esposo y tomó la otra mano de la pequeña.

Quizás cuando creciera un poco más, podrían contarle la gran historia de amor que tenían.

Mientras tanto, seguirían simulando comer en su cocina de juguete y seguirían entregándole todo el amor que tenían.

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