ú n i c o ♡
JiHoon se miró al espejo por última vez antes de salir del cuarto de baño, vestía una camisa manga corta color melocotón con un lazo negro en el cuello y un pantalón de tela del mismo color, antes de entrar a la tienda de su familia arregló su cabello para colocarse el gorro tipo pastelero y rodeó su cintura con un delantal color café.
—Bienvenido a "Dulce amor" —Habló al escuchar el sonido de la campanilla que estaba encima de la puerta de cristal —¿En qué puedo ayudarlo?
Esa fue la primera vez que lo vio después de haber acabado el instituto, el chico que le robaba todos sus suspiros con una simple pero muy cálida mirada desde el primer día de clases cuando por equivocación tomó sus libros de inglés.
Lamentablemente para SeungCheol era invisible.
O al menos eso era lo que él creía.
Había escrito miles de cartas confesando lo que sentía, todo lo que le provocaba, cada una era más cursi y extensa que la anterior porque sus sentimientos fueron creciendo paulatinamente creando un hermoso y fuerte sentimiento en los tres años que lo conocía, todas estaban guardadas en su armario y dudaba mucho que algún día llegaran a manos de su destinatario.
Sí, era patético haber estado enamorado tanto tiempo de un chico con el cual su único tema de conversación era sobre los pasteles y dulces que preparaba junto a su padre. Explicándoles los sabores de ellos, pidiéndole el dinero y dándole el cambio.
Se había enamorado de SeungCheol, sin pensarlo, sin planearlo, ese pasatiempo de mirarlo en las clases y recesos, admirando su sonrisa, como sus ojos se achinaban al sonreír, se convirtió en todo lo que quería.
Sus mejillas ardían cada vez que lo veía, se colocaba tan nervioso que apenas le salía la voz cuando lo tenía en frente y en más de una ocasión se escondió detrás del mostrador prefiriendo que pensara que nadie estaba atendiendo.
Y quiso pensar que lograría olvidarlo, al acabar el instituto cada uno tomaría un camino diferente.
Pero el destino le tenía preparada una sorpresa.
Desde que tenía memoria quiso ser pastelero, tenía el mejor modelo a seguir; su padre, por lo mismo al terminar las vacaciones ingresó a una academia de pastelería y repostería, esperaba algún día tener una tienda como la de su familia.
Ya tenía pensado el nombre que le pondría.
"El pastelito feliz".
Original para él, a pesar de que sus amigos rieron cuando se los comentó.
En esa grandiosa academia, donde tomó el horario de la mañana para poder ayudar a su padre por las tardes con la tienda y repartir los pedidos, se encontró con SeungCheol y ese pasatiempo que lo hacía ver como un tonto enamorado volvió desde el primer segundo en el que lo vio cruzando la puerta del salón de clases.
Durante las primeras semanas le enseñaron sobre la higiene y mantención de los alimentos, los agentes contaminantes, tipos de contaminaciones, el correcto lavado de manos, enfermedades de transmisión alimentaria y contaminación cruzada.
Parecía ser mucho pero era la base para comenzar a manipular los alimentos correctamente.
Conocía todos los utensilios de la cocina y para qué servía cada uno, su padre le enseñó técnicas avanzadas y secretos de familia que demostró frente a su profesor.
JiHoon no tenía problemas en hacer distintos tipos de masas, rellenos, cremas o bizcochos, se había criado entre harina y chocolate, su destreza dejó impresionado a cada chico de la clase, cuando aplaudían sonreía ligeramente por cortesía, juntando las manos frente a él y siempre bajando la cabeza.
Al levantarla sus ojos se iban directamente hacia SeungCheol, como si fuese un imán, y los hoyuelos se marcaban en sus mejillas al intentar ocultar una tímida sonrisa.
Siempre supo que cada mano era diferente, cada sabor cambiaba dependiendo de la persona, era un toque distinto y aunque amaba como su padre hacia las preparaciones, él quiso buscar el propio toque que lo distinguiría del resto.
Y comenzó a realizar los diferentes y deliciosos dulces pesando en SeungCheol, sin pedirle permiso, él se volvió su inspiración en cada clase.
Le gustaba mirarlo cuando no se daba cuenta, le gustaba contemplarlo, mirar como se movían sus labios y como se fruncían al no poder realizar una mezcla, quería relajar ese ceño fruncido con un beso, le gustaba su mirada cálida y reluciente sonrisa.
Al darse cuenta de que él estaba frente al mesón donde cocinaba SeungCheol y que siempre llegaba antes que el mayor se le ocurrió una idea.
Era la única opción que tenía antes de que explotara de tanto amor.
No se iba a dar cuenta, era imposible porque todos ahí sabían preparar dulces.
Y hasta el momento nadie había probado los suyos, exceptuando al profesor Joshua, ni siquiera su padre lo había hecho.
Esos dulces que tenían un ingrediente extra; amor, y quería entregárselo a su dueño.
Le quería obsequiar pequeñas partes de su corazón mediante trocitos de pastel, galletas, tartas y chocolates.
—¿JiHoon, eres tú? —El señor Lee se frotó los ojos entrando a la cocina de la pastelería sorprendiendo a su hijo —¿Aún sigues despierto?
—Sí, papá, casi me iba a ir a dormir —Mintió, era obvio que lo hacía, traía harina en las mejillas y un poco de chocolate derretido en el delantal blanco.
El señor Lee miró la bandeja con pequeños bizcochos de chocolate en forma de corazón, con crema pastelera y frutillas cortadas cuidadosamente. Sonrió al devolver la mirada hacia su hijo y verlo avergonzado jugando con sus manos.
—¿Para quién son? —Preguntó curioso. JiHoon nunca había tenido novio, no era un chico con muchas amistades, siempre se preocupó de sus estudios y de su amor por la cocina, dejando en el olvido el romance pero en el fondo sabía que llegaría la persona adecuada que provocaría una explosión de amor en él.
Y al parecer ya la había encontrado.
JiHoon era un adorable desastre en ese momento, tenía la cocina hecha un caos, podía fácilmente adivinar que estuvo horas y horas allí, equivocándose y volviendo a intentarlo hasta lograr lo que buscaba.
Ese sabor.
Ese aroma.
Y ese dulzor que lo hiciera pensar en esa persona especial.
—Para nadie —Respondió rápidamente sonrojándose —Quería practicar lo que nos enseñaron esta semana en la academia.
—Se ven muy bien —Alzó sus cejas, era cierto, JiHoon tenía unas habilidades impresionantes en las decoraciones —¿Puedo probar uno?
No necesitó que su hijo respondiera, su rostro lo dijo todo, al parecer quería llenar la caja que tenía armada a un lado de él.
—Iré a dormir —Desordenó el cabello castaño del menor —No te quedes hasta tan tarde.
A la mañana siguiente se aseguró de que nadie lo estuviese viendo y que nadie fuese a entrar al salón, dejó la caja con los bizcochos en el mesón de SeungCheol, acomodó la mochila en sus hombros y se fue al baño, esperando que al regresar ya hubiesen llegado los demás estudiantes.
El pelinegro llegó riendo con Hansol y MinGyu, dejó la mochila en el suelo junto al banquillo de madera y al sentarse vio una caja color blanco con un listón rojo frente a los utensilios de cocina que le pertenecían.
JiHoon lo miró de reojo, simulando estar escribiendo en la libreta, pasó la mano por su cabello y vio a SeungCheol hablando con los chicos, no logró escuchar lo que decían pero lo probó. Sacó uno de los bizcochos y luego otro, y otro.
Sonrió disimuladamente y soltó una risita al verlo defendiendo la caja de sus amigos que lo único que deseaban era probar uno de los dulces.
El profesor entró al salón y la sonrisa de SeungCheol desapareció, sus ojos se abrieron más de lo normal, curiosos por la nota que estaba en el fondo de la caja, con una letra cursiva bastante bonita.
"Me haces cosquillas en el corazón desde que te conocí."
Fue imposible para JiHoon adivinar lo que decía su expresión, quería saber lo que estaba pasando en ese instante por su mente, mordió su labio inferior y se acomodó los anteojos colocándole atención al profesor cuando comenzó con la clase.
Esa tarde SeungCheol se fue a casa pensando en que había sido una broma de sus amigos y estaba seguro de que habían comprado los pasteles, ellos no cocinaban tan bien y los bizcochos que comió eran dignos de una pastelería reconocida.
Aquel pensamiento que parecía ser lo más razonable acerca de una broma desapareció cuando al día siguiente se encontró con la misma caja blanca esperándolo, esta vez traía galletas en su interior, al terminarlas de comer tomó la nota que estaba en el fondo.
"No puedo evitarlo, simplemente me gustas"
—Bien —Se giró hacia donde estaba MinGyu y Hansol —¿A quién se le ocurrió la brillante idea?
—¿De qué hablas? —Preguntó el moreno colocando el delantal en su cintura.
—Admito que los dulces están deliciosos, deben decirme dónde los han estado comprando —Habló SeungCheol —Pero no creo que las notas sean necesarias —Se giró unos segundos mirando a JiHoon, el castaño bajó rápidamente la mirada y comenzó a escribir —Ustedes ya saben quién me gusta desde que asistíamos al instituto y no, no quiero que piense que le intereso a alguien de aquí.
Hansol rodó los ojos —Si te gusta deberías decírselo, ¿Cuánto tiempo llevas enamorado de él? ¿Casi tres años?
—Hasta vas a la pastelería de su padre todos los días para verlo con la excusa de comprar aunque sea una galleta, lo cual fue bastante vergonzoso de ver —Comentó MinGyu —No entiendo cómo es que no se da cuenta de que babeas por él cada vez que lo miras.
—Bajen la voz —Regañó en un susurro mirando al menor de reojo, se veía tan lindo cuando hacía muecas con sus labios, se quedó observándolo sin darse cuenta —Se me hace inalcanzable pero sí, muero por tener su sonrisa cerca de mí, ¿La han visto ustedes? Es preciosa.
Él tenía guardado cada uno de los latidos que aceleraba JiHoon, desde que llegó al instituto quiso acercarse pero no sabía cómo hacerlo y hasta ahora no lo sabía.
Patéticamente iba todos los días a la pastelería de su casa, esperanzado de que estuviese atendiendo, a veces no lo hacía pero escuchaba su voz en la parte trasera donde estaba la cocina.
—Papá, necesito chocolate amarg... —Sus ojos se abrieron más de lo normal al ver a SeungCheol, pestañeó varias veces seguidas y recordó cómo estaba, traía harina en el rostro, incluso un poco en sus anteojos, sus mejillas se incendiaron y corrió a esconderse apenas su cuerpo reaccionó cuando vio que el pelinegro bajó la cabeza y llevó una mano a sus labios escondiendo su sonrisa.
Lo siguiente que preparó JiHoon fueron macarons, una especie de galletas francesas de diferentes colores a base de clara de huevo, azúcar glass y almendra molida. Dos galletas que se unen con un relleno pegajoso de diferentes sabores.
Comenzó colocando las claras de huevo en un tazón de metal y agregando una pizca de sal, utilizó la batidora y fue añadiendo la cucharada de azúcar glass mientras seguía batiendo. Con destreza incorporó las gotas de colorante después de haber divido la mezcla, tomó una de las bandejas y utilizando una manga pastelera fue formando pequeños círculos para después meterlos al horno precalentado.
Terminó con los rellenos y dejó que los macarons reposaran sobre una bandeja. Una vez fríos, untó el lado plano con el relleno correspondiente y acomodó otro macarrón del mismo color encima, como si fuera un sándwich.
Con pintura comestible y un delgado pincel le dibujó a cada uno un corazón de color rojo. Los acomodó en la caja y al día siguiente los dejó en el mesón de SeungCheol.
Esta vez el pelinegro ni siquiera comió los dulces los cuales se veían deliciosos, sutiles y delicados pero después lo haría, los sacó de la caja y leyó la nota.
"Me gusta ese pedazo de cielo que se robaron tus ojos."
Luego de saber que sus amigos no le estaban jugando una broma tuvo curiosidad por quién estaba dejándole esos dulces y notas cada mañana antes de que llegara a la academia e intentó salir antes de su casa, esconderse para saber quién era pero fallaba miserablemente, el chico que estaba detrás de todo era muy inteligente y siempre se adelantaba porque en una ocasión llegó y no vio nada pero MinGyu lo hizo salir del salón por unos segundos que fueron suficientes para que al regresar estuviese la caja blanca sobre el mesón.
Había mirado a cada estudiante en busca de alguna pista, su personalidad extrovertida lo ayudó para poder hablar con todos cuando iniciaron las clases, no imaginaba que alguno de ellos estuviese interesado en él.
"Quiero tener tu sonrisa a centímetros de mi boca, pero ya, justo ahora."
Para JiHoon fue difícil escribir aquella nota, sus mejillas aún ardían y no fue capaz de ver la expresión de SeungCheol al leerla, era una forma de desahogarse por más vergonzoso que fuera porque probablemente sufriría de un ataque al corazón al tenerlo así de cerca.
Y sí, el profesor Joshua los hizo probar las preparaciones de sus compañeros y SeungCheol movió su brazo con elegancia invitando a JiHoon a acercarse a su mesón, el menor pasó por su lado y sus fosas nasales fueron invadidas de un masculino aroma, sintiéndose aún más pequeño al estar tan cerca, SeungCheol le daba ese sentimiento de buscar refugio en él y fundirse en sus brazos. Sus manos comenzaron a sudar y su corazón estaba brincando de felicidad al probar el pastel que había preparado.
—¿Y qué tal? —Preguntó el mayor.
Ese calorcito que sentía en su pecho cada vez que miraba a JiHoon o escuchaba su voz era tan agradable que era imposible acercarse más de lo permitido, invadiendo el espacio personal del pequeño arriesgándose a que lo alejara, nunca lo hizo, o al menos en esa ocasión no lo hizo.
JiHoon le gustaba tanto que su torpeza no lo ayudaba en nada, no sabía qué hacer.
Si decirle que era precioso o simplemente besarlo.
—Delicioso —Respondió levantando tímidamente la cabeza hacia el pelinegro y SeungCheol le regaló una sonrisa que volteó su mundo de cabeza.
"Te tuve tan cerquita de mí que puedo jurar que en ese instante me olvidé del mundo."
El haber recibido unos cupcakes con diferentes figuras hechas de chocolate al día siguiente lo ayudó a descartar a más de la mitad del salón, no muchos sabían prepararlos, había sido testigo del desastre de hace dos semanas cuando tuvieron que utilizar todos los extintores del pasillo porque un chico se colocó a hablar y se olvidó del horno.
La nota decía mucho y nada a la vez, la única persona que pasó por su mente fue JiHoon por más extraño que fuera.
Quería convencerse de que tenía una mínima de posibilidad de llegar a él.
Levantó la cabeza y al castaño se le cayó una espátula del mesón, rápidamente la recogió y al cruzar las miradas JiHoon se colocó tan nervioso que escondió el rostro entre sus brazos, recargándose sobre la madera.
—JiHoon —Habló SeungCheol, la clase había finalizado y con los cupcakes en la mano se acercó al menor mientras éste guardaba las cosas en la mochila —¿Tú me has enviado esto?
Era estúpido, sonaba estúpido y seguramente se veía de la misma forma.
—No —Respondió sin mirarlo.
—No es necesario que lo niegues.
—Yo no he sido —Repitió tragando saliva con dificultad, estaba mareado y lo único que quería era vomitar, necesitaba salir de allí lo más rápido posible antes de que tuviera un vergonzoso momento con el chico que le gustaba.
—Tú me has estado dejando todos estos pastelitos y dulces con frases lindas en las notas —Dijo SeungCheol con voz suave, encorvándose, buscando su mirada para que se lo negara mirándolo a los ojos, era la única forma en que le creería.
—No, estás equivocado —Colgó la mochila en sus hombros e hizo a un lado a SeungCheol —Y-Yo no tengo idea de eso, ya debo irme a casa.
Había tenido la gran oportunidad de decirle la verdad y confesar sus sentimientos, ahora se detestaba por ser tan cobarde y tímido.
¿Por qué lo que salía de sus labios no concordaba con lo que sentía su corazón?
No quería pensar en que SeungCheol continuaría buscando al dueño de las notas y de los dulces, descartándolo a él de la lista mental que seguramente llevaba escrita.
Quizás podía verse como una tragedia o como una gran ayuda el que JiHoon fuera el único al que le salieran los bombones de chocolate en el primer intento sin tener dificultades en la preparación, eran simples, miró a SeungCheol fundir el chocolate a baño maría, al tenerlo derretido lo repartió en moldes sin llenarlos completamente y los llevó al frigorífico, no sabía en cual paso cometería el error pero era bueno que estuviese tan pendiente de ellos que no se fijara en que lo estaba mirando.
Pasaron unos veinte minutos para que el chocolate se endureciera, SeungCheol los sacó y agregó un poco de nutella antes de poner otra capa más de chocolate fundido.
La presentación era importante y ese fue el error de SeungCheol, había dejado los bombones en la rejilla de metal para terminarlos, sin darse cuenta con su codo fue corriéndolos mientras intentaba fundir chocolate blanco para ponerlo encima, terminó haciendo un desastre en el suelo, al levantarse el chocolate blanco se había quemado.
Soltó un suspiro lleno de frustración pero al ver a JiHoon escondiendo una linda sonrisa se le olvidó la desgracia con el chocolate.
Continuó recibiendo dulces, era cuestión de todos los días y seguía sintiéndose como un bobo al no tener idea de quién era, no quería seguir buscando, era triste pero imaginar que era JiHoon fue su intento de consolación que lo hacía emocionarse cada vez que aparecía una caja nueva en el mesón.
Era común obsequiar bombones a enamorados, y JiHoon quiso hacerlo sin pensar en que él mismo se ataría la soga al cuello.
"Mírame, de verdad me gustas, no sabes la sensación que siento al verte, no sabes cuanto tiempo estás en mi cabeza, realmente no sabes nada. Mírame por favor, mira mis ojos, no hace falta decir una palabra si mis ojos lo dicen todo, te miro diferente porque me gusta verte, disfruto ver tu rostro independientemente de qué expresiones tengas, aunque te enfades, aunque parezca que no hayas tenido un buen día, me gusta mirarte pero por favor mírame."
—JiHoon —No habían dudas, él era el dueño de todos los dulces, al principio no pudo reaccionar como él quiso y tuvo que esperar todo un día para poder asimilarlo y enfrentarlo.
No podía creer que JiHoon estuviese interesado en él, era como un sueño que quería volver realidad.
Colocó los bombones sobre el mesón del castaño y cada una de las notas que había guardado durante tres semanas.
Y una caja extra que JiHoon no pudo notar.
—Debo irme —Trató de pasar por un costado de SeungCheol pero el mayor tomó el valor de coger su muñeca, volteándolo hacia él.
—¿Lo seguirás negando?
—N-No sé de qué hablas —Tartamudeó mirándolo a los ojos a través de los cristales de sus anteojos. Su corazón aceleró y la piel de su muñeca se estaba quemando.
—Eres tú quien me ha estado confesando su amor por los pastelitos y notas —Dijo SeungCheol aflojando el agarre, sus dedos se rozaron y quiso tomar su mano pero no quería asustarlo.
—No —Susurró bajando la mirada, sus ojos divagaron por el suelo, había sido atrapado y no tenía otra opción que decir la verdad, estaba listo para que rompieran su corazón —¿Por qué? ¿Tú que sientes?
—¿Quieres saber lo que siento?
—Sí —Respondió y SeungCheol colocó dos dedos en su mentón para alzarlo. JiHoon se encogió en su lugar sacándole una sonrisa al pelinegro.
—¿Si te digo lo que siento me dirás la verdad? —Preguntó y JiHoon asintió con la cabeza, acercó la caja pequeña y se la ofreció en las manos —Bien, toma.
JiHoon levantó la tapa de la caja encontrándose con un pastel, era blanco con detalles de fresas, como las letras que estaban en el centro.
"Tú también me gustas"
—Espero que no tengas altas expectativas porque seguramente no me ha salido tan bien como a ti —Habló SeungCheol con nerviosismo.
—¿Puedo probarlo? —Preguntó mordiéndose el labio inferior.
—Adelante.
JiHoon tomó una de las cucharillas del mesón y sacó un pequeño trozo llevándoselo a la boca, SeungCheol colocó las manos detrás de él, esperando por su veredicto —Está un poco seco, lo has dejado tiempo extra en el horno.
—Lo sabía —Chasqueó la lengua.
—Pero el sabor está bien.
—Gracias —Le regaló una sonrisa y se le escapó un suspiro.
—Bien... ahora —Acomodó sus anteojos sin saber qué más decir.
—¿Te molestaría si te acompaño a casa? —Preguntó rápidamente.
—Vivimos en la misma calle.
—Te dejaré en la pastelería —Cogió todas las notas y las guardó en la mochila como si fuesen un gran y valioso tesoro, para él lo eran —Para ir conversando en el camino sin decir que me gustas desde hace tres años, lo cual si aceptas tener una cita conmigo probablemente lo diga en la séptima u octava cita porque confesarlo en el primer día sería vergonzoso.
JiHoon se quedó sin palabras, SeungCheol se veía tan ansioso y emocionado con la idea de estar tiempo a solas que se le revolvió el estómago.
—¿Ya te dije que me gustas? —Preguntó con una expresión seria, como si quisiera asegurarse de que no había estado en un sueño.
—Sí —Los hoyuelos se marcaron en sus mejillas y el mayor lentamente ladeó la cabeza.
—¿Y que verte me vuelve algo tonto?
Se detuvieron afuera de la pastelería de la familia Lee, SeungCheol quiso despedirse con un beso en la mejilla y JiHoon tuvo la misma idea, fueron por el mismo lado y sus labios se unieron provocando un intenso sonrojo en los dos chicos, el pelinegro dio un torpe paso hacia adelante, podía escuchar claramente los latidos de su corazón, volviéndose uno solo con el corazón de JiHoon, levantó su mano acariciando la mejilla del menor y sonrió sin poder creer lo que estaba a punto de hacer.
JiHoon subió las comisuras de sus labios y aquello bastó para besarlo.
En su primer beso JiHoon se dio cuenta que ni siquiera el chocolate sabia tan dulce como los labios de SeungCheol.
Desde entonces comenzaron una relación de amistad que en cualquier momento se transformaría en algo más, los coqueteos de ambos cada día se volvían más directos, sus sonrisas y miradas en la academia no pasaron desapercibidas para el resto de la clase, JiHoon lo ayudaba desde lejos y a SeungCheol le gustaba ir al mesón del castaño para probar sus deliciosos dulces.
—Bienvenido a "Dulce amor" —Habló el castaño al escuchar que alguien había entrado a la tienda mientras él ordenaba las tartas en el mostrador, se levantó y sonrió al ver a SeungCheol —Hola.
—Hola —Le devolvió la sonrisa, JiHoon se veía hermoso con el uniforme de la tienda, más de lo usual. Se acercó al mostrador mirando las tartas, levantó la cabeza y miró a su alrededor, el señor Lee andaba cerca —¿Podría hablar contigo un momento?
—Estoy ayudando a mi padre —Respondió haciendo una mueca con sus labios.
—Señor —Alzó la voz, JiHoon lo tomó del brazo para detenerlo pero ya era demasiado tarde —¿Su hijo puede salir un minuto? Necesito hablar con él.
El hombre lo pensó un momento y asintió con la cabeza —Vayan.
El atardecer estaba cayendo y no había momento más perfecto que ese para atreverse a tomar las manos de JiHoon a un lado de la pastelería donde tenían un lindo jardín lleno de flores de colores.
—No quiero ser solo tu amigo, JiHoon —Apretó suavemente los dedos del menor con los suyos —Y no he dejado de pensar en el beso que nos dimos.
—Tampoco he podido dejar de hacerlo —Admitió levantando la cabeza para mirarlo a los ojos.
—Me gustas mucho —Dio un paso hacia adelante y rozó sus dedos con la piel de porcelana del rostro del menor —También me gusta este sonrojo que enseñas cada vez que te hablo, es adorable, tanto como tú.
—Soy un poco tímido —Bajó la mirada con una sonrisa.
—¿Un poco? —Preguntó divertido.
—Bastante.
Se quedaron en silencio, SeungCheol acomodó sus manos en las mejillas de JiHoon y miró sus labios, luego sus ojos, no entendía cómo es que podía estar tan enamorado de él, o más bien, podía hacerlo, JiHoon tenía todo lo que le llamaba la atención, desde su timidez hasta sus increíbles habilidades en la cocina —¿Puedo besarte de nuevo? —Dijo en un susurro, el menor asintió y cerró los ojos haciéndolo sonreír —Será la pregunta.
—¿La pregunta? —Abrió sus ojos sin entender a qué se refería.
—Debes responder si quieres ser mi novio al terminar el beso.
—Está bien.
Lentamente y dándole todo el tiempo del mundo para que se arrepintiera fue acercándose a JiHoon, levantó su cabeza y se encorvó al unir sus labios, era imposible que JiHoon se negara a una sensación que lo hacía llegar a las estrellas tomado de su mano, el menor subió las manos hasta sus hombros cuando el beso se profundizó y él las deslizó a lo largo de su espalda, hasta llegar a su cintura.
—Tus besos son mi dulce favorito —Susurró JiHoon juntando su frente con la de SeungCheol. Tenía el sabor de los labios del pelinegro en los suyos, podía sentirlos, dulces y suaves.
—¿Debo tomar eso como un sí? —Abrió los ojos sin sacar las manos de su lugar.
—¿Qué piensas?
—Que necesito un poquito más de tu dulzura —Respondió y ambos sonrieron, se inclinó hacia adelante una vez más atrapando los labios de JiHoon con los suyos, dando comienzo a su dulce historia de amor.
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