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JiHoon no recordaba la sensación de estremecimiento por el crudo frío del invierno o la tristeza que abundaba en aquel cielo gris que amenazaba por derramar sus lágrimas en pequeñas gotas que caerían sobre él.

Hacía frío.

Hacía mucho frío en su corazón.

Al salir de casa apretó los puños alrededor del abrigo color beige y se encogió en su lugar, escondiéndose detrás de la bufanda roja que rodeaba su cuello y que combinaba con el bonito moño en su boina, acomodó el bolso en su hombro y se dirigió a la parada de autobuses.

—Buenos días señor Choi —Habló JiHoon entrando a la oficina del alfa con la planificación del día en la agenda que llevaba contra su pecho.

—Buenos días preciosura —Saludó echando un vistazo a los papeles que estaban en su escritorio —Oh, lo siento —Miró de reojo al omega y sonrió con disimulo al ver el sonrojo en sus mejillas.

JiHoon podía negarlo.

Pero le encantaba que lo llamara así.

—Confirmé la reunión con el señor Park a las nueve y la citación en el ministerio de obras, lo estarán esperando al mediodía en sus oficinas —Siguió al alfa con la mirada; SeungCheol rodeó el escritorio y fue hasta la estantería donde tomó los archivos de los proyectos actuales —También llamaron del centro de cultura, solicitaron su presencia en la construcción, mencionaron su petición de las salas de exhibición y los nuevos cambios —Bajó la mirada leyendo su organizada agenda, llena de colores pasteles y adorables adhesivos —Y por último el señor Chwe necesita que le envíe las firmas de...

En ese momento SeungCheol deslizó sus brazos por los costados de JiHoon, rozando su cintura, se inclinó hacia él, acercándose peligrosamente a su rostro para tomar los documentos que estaban detrás del omega, en el escritorio. 

—Aquí están —Dijo el alfa en voz baja, con un toque de seducción —¿Puedes llevárselas?

—Sí —Recibió las carpetas quedándose allí, perdido en los profundos ojos de SeungCheol rodeados de largas pestañas que endulzaban su mirada —¿Necesita algo más, señor Choi?

El arquitecto asintió encantado con que JiHoon no apartara la mirada o se alejara, parecía estar tan cómodo como él con la cercanía y con la calidez, que sin saberlo, envolvía a su frío corazón —A ti.

El omega apretó los labios resaltando los coquetos hoyuelos en sus mejillas —Para prepararle un té, ¿Verdad? —El alfa se reincorporó y esbozó una amplia sonrisa —Se lo traeré enseguida.

Durante los siguientes días el romance y la conquista entre ellos continuó con naturalidad, sus coqueteos en público pasaban desapercibidos para los demás trabajadores de la compañía, como las notas adhesivas que JiHoon dejaba en la esquina inferior de la carpeta de SeungCheol al iniciar las reuniones, las absurdas excusas del alfa para llamar a su asistente a su oficina y la traviesa manera de buscar que lo mirara atravesándose por su camino, haciéndolo reír.

—Todo está listo pero pidieron la sala deportiva en lugar del estacionamiento, hay que rehacer los planos —Informó Joshua enseñando el modelo del proyecto.

—Pero no hay tiempo —Dijo Hansol con preocupación.

—Lo veremos esta noche —Habló JeongHan tecleando en el computador portátil que tenía frente a él —Mañana estará listo.

—Solicitaré una reunión con el señor Park —Dijo JiHoon y SeungCheol asintió posando sus ojos en él viéndolo escribir en su agenda.

—Las correcciones que hagan hay que incluirlas detalladamente aquí —Enseñó los documentos que tenía en sus manos.

—¿Dónde? —JiHoon se acercó con curiosidad.

Apenas el omega se acercó un poco más SeungCheol levantó la carpeta, ocultándose, y dejó un corto beso en su mejilla —Aquí.

El jueves en la noche después de la jornada laboral, SeungCheol manejó hasta el supermercado acompañando a JiHoon a comprar los ingredientes para hornear galletas, el menor le había comentado su deseo de prepararlas y guardarlas en pequeñas bolsitas con un bonito moño rosa para repartirlas en la compañía.

Especialmente en finanzas, como agradecimiento por haberlo ayudado con el desastre que había hecho en la fotocopiadora.

Y también a la amable seguridad del edificio.

—¿Qué haces? —Preguntó el omega con el ceño fruncido viendo a SeungCheol batiendo la mezcla en un bowl.

—Dijiste que echara los huevos —Contestó confundido, dejando de batir.

—¿Cuántos usaste?

—Los cinco que estaban junto al azúcar.

—Los huevos para las galletas los dejé aquí —Tomó un recipiente pequeño donde habían tres huevos —Todos los ingredientes están en uno.

—No puede ser, estás descubriendo no soy el hombre perfecto.

—Sé que no eres perfecto —Dijo sacando un poco más de mantequilla de la nevera, tendrían que aumentar las cantidades —A veces trabajas demasiado y te estresas con los proyectos.

—Lo dice quien se acaba de estresar por dos huevos —Molestó SeungCheol.

—Hay que seguir la receta.

—¿Y la receta de los pastelitos que hiciste en Tailandia incluía dejarme caer la harina encima?

—Sí —Respondió tomando un poco de harina con su dedo para llevarlo a la punta de la nariz de SeungCheol —Esta receta incluye solo un poquito.

Después de hacer la mezcla para las galletas la dejaron en la nevera aproximadamente una hora, en ese tiempo encargaron la cena y SeungCheol la recibió en la puerta mientras JiHoon acomodaba los cubiertos y vasos en la mesa.

—Serán flores, corazones y ositos —JiHoon enseñó los diferentes cortadores de galletas —También gatitos, ¿Qué te parecen?

—Son lindos —Respondió SeungCheol estirando la masa.

Cortaron las galletas y el alfa dejó las bandejas en el horno, programando los minutos en el temporizador de fresa, JiHoon comenzó a hacer el glaseado y SeungCheol lo ayudó agregando las gotitas de los diferentes colorantes, detrás de él, pasando un brazo por su cintura para apoyarse en la isla de la cocina.

De pronto JiHoon giró su cabeza hacia el mayor viendo su expresión concentrada, elevó las comisuras de sus labios y levantó los talones moviendo su nariz con la de SeungCheol, quedándose con un poco de harina en la punta de su nariz.

—¿Podrías dejar de coquetearme?

—No te estoy coqueteando —Se defendió JiHoon.

—Claro que sí —Lo acusó el alfa.

—Claro que no, tú coqueteas conmigo.

SeungCheol se quedó en silencio y se dio la media vuelta para guardar los colorantes en la alacena —Yo no lo negaré —Murmuró lo suficientemente claro para que el omega lo escuchara.

Para decorar cuidadosamente las galletas JiHoon colocó su mano encima de la de SeungCheol y le enseñó a realizar movimientos suaves y seguros, siguiendo los bordes y en el relleno hasta que tres golpecitos en la puerta principal llamaron su atención.

—Iré a abrir —Dijo el omega.

A los pocos minutos SeungCheol decoró una galleta en forma de corazón y salió de la cocina —Preciosura —Llamó a JiHoon —¿Dónde estás?

Llegó al final del pasillo y levantó la cabeza encontrándose a SeungKwan y JeongHan en la sala quienes alzaron sus cejas al mirarlo usando un delantal de cocina blanco con lunares grises, con un pequeño elefante en la parte delantera, encima de su elegante traje formal con la camisa arremangada y los primeros botones abiertos.

—¿Señor Choi? —Preguntó SeungKwan con los labios ligeramente separados al percatarse que al igual que JiHoon tenía harina en su nariz.

—Buenas noches —Los saludó SeungCheol con una sonrisa nerviosa y sus orejas enrojecidas.

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