17
JiHoon se encargó de curar las profundas heridas en su alma, recogió cada pieza de su destrozado corazón y con dedicación comenzó a reconstruirlo.
No era sencillo, nadie le había dicho lo difícil y doloroso que sería superar una ruptura.
Pero lo intentaba día tras día.
Se pidió perdón por perder su esencia y su luz, por no priorizarse y dañarse, por haberse acostumbrado a recibir migajas de cariño y atención, por haber vivido atrapado en las sombras del miedo durante tantos años, por engañarse e ignorar su infelicidad, por continuar intentándolo sin importar sus sentimientos, por creer en promesas falsas, por tener ilusión en ellas, por aferrarse a un amor que nació y creció solo, por persistir cuando le rompían el corazón haciéndolo pensar que el amor no estaba hecho para él.
Pero el amor sí estaba hecho para él.
Su corazón estaba hecho para amar.
El problema es que se había cruzado con una persona que no estaba hecha para él.
Una persona que no sabía absolutamente nada del amor.
Mientras que él había amado por los dos.
Le había entregado tanto amor a SeYong que no supo qué hacer, le había entregado tanto que olvidó entregarse él.
—No puedo creer que tenga que venir hasta aquí para ver a mi nieto —Se quejó la anciana al entrar a la oficina llamando la atención de JiHoon quien estaba trabajando frente a SeungCheol, siendo observado disimuladamente por el alfa.
—Abuelita —SeungCheol sonrió al verla, dejó el bolígrafo sobre los documentos en su escritorio y se dirigió hacia la mujer —Perdón, he tenido mucho trabajo.
—No quiero oír excusas, solo ven aquí —SeungCheol la estrechó en un cálido abrazo que ella correspondió encantada.
La anciana percibió un sutil toque de lavanda mezclado con el intenso aroma de SeungCheol y posó sus ojos en el hermoso omega que estaba frente a ellos vistiendo una camisa de seda color rosa con un moño en el cuello y un pantalón negro que resaltaba su diminuta cintura. Pero lo que más llamó su atención fue la pureza e inocencia en su mirada, quizás era demasiada porque vio un rastro de dolor en sus brillantes ojos.
—¿Quién es este adorable jovencito? —Preguntó con curiosidad deshaciendo el abrazo para acercarse al lindo omega.
—Abuela, él es Lee JiHoon, mi asistente —Presentó el alfa —JiHoon, ella es mi abuelita.
—Es un gusto conocerla —Dijo sonriente el pelirosa, con las manos unidas frente a él.
—Igualmente —Pellizcó suavemente la mejilla del menor haciendo sonreír a SeungCheol.
Bastaron unos pocos minutos de conversación para que la anciana se diera cuenta de lo que sucedía, la manera en la que SeungCheol miraba a JiHoon, la ternura al hablarle y su evidente coquetería que intentaba ocultar fallando miserablemente.
Y tal vez JiHoon no lo sabía.
Pero su aroma se intensificaba cuando SeungCheol le sonreía.
—Espero verla más seguido por aquí —JiHoon dejó la taza de porcelana sobre la mesa de cristal y se levantó del sofá —Permiso —Le sonrió y salió de la oficina llevándose los archivos en los que trabajaba.
—Es una dulzura —Comentó la anciana.
—Lo sé —Susurró el alfa, dejó la taza en la mesa y miró a su abuela —¿Vamos? Te llevaré a almorzar a tu restaurante favorito.
Al anochecer se quedaron trabajando aproximadamente dos horas en la propuesta que le presentarían a Kang Daniel, el dueño de una famosa cadena de hoteles en Tailandia, SeungCheol había realizado el diseño de un nuevo hotel, era una obra de arte, o al menos ese fue el halago que recibió por parte de JiHoon.
—Tienes un poco de... —Habló el alfa indicando la salsa que se escurría por los labios del omega. Avergonzado JiHoon se dio la media vuelta para limpiarse pero cuando volvió a mirar a SeungCheol éste le sonrió —¿Me permites? —Preguntó tomando una servilleta, el pelirosa asintió y bajó la mirada cuando el mayor se inclinó hacia adelante limpiando delicadamente la comisura de sus labios pero el alfa no esperaba que se elevaran ligera y coquetamente acelerándole el corazón —Listo.
—Gracias —Aquel detalle que había desmoronado a SeungCheol pasó desapercibido para JiHoon —¿Le gustan los espárragos?
—Son mis favoritos —Respondió tomando uno con los palillos para ofrecérselo a su asistente. JiHoon mordió el extremo y masticó.
—Tienen buen sabor pero prefiero la pasta.
—¿Aunque te llenes de salsa?
—Solo fue un descuido —Se excusó con un tono infantil, probó un bocado de su comida y al levantar la cabeza inmediatamente SeungCheol sonrió —Me he ensuciado de nuevo, ¿Verdad?
En esta ocasión rieron los dos, SeungCheol limpió los labios del omega con la punta de su dedo índice para luego llevarlo inconscientemente hacia su boca degustando la salsa.
Salieron de la compañía cerca de la medianoche, SeungCheol se ofreció llevarlo a casa y JiHoon aceptó. En el camino el menor sacó de su bolso una bonita caja de bombones con un listón, no era la primera caja de chocolates que enviaban para su jefe con el objetivo de enamorarlo.
Pero SeungCheol se negaba a recibirlas.
—¿Por qué no les da una oportunidad? —Preguntó después de que el alfa soltara un suspiro al ver la caja que sostenía.
—¿Crees que debería hacerlo?
—Quizás encuentre el amor de su vida.
—No soy bueno en las citas.
—No le creo —Era imposible.
—Puedes comprobarlo —Lo miró de reojo y volvió su atención hacia adelante.
—¿Comprobarlo?
—Imaginemos que esto es una cita —Habló SeungCheol —Ha sido una noche asombrosa, cenamos, conversamos, coqueteamos y ahora te voy a dejar a casa.
—Podría tomar mi mano —Sugirió el omega.
El empresario buscó la mano de JiHoon, entrelazó sus dedos y las apoyó en la división del vehículo, entre ellos —¿Así?
—Sí —Asintió el menor —Y no puede olvidar mirarme a los ojos cada vez que pueda, al detenerse en los semáforos, no queremos morir, solo provocarnos cosquillas en el estómago.
Y así fue, al menos para SeungCheol, las mariposas revoloteaban por su estómago cuando miraba a JiHoon a su lado y veía sus manos unidas.
No podía ocultar su sonrisa pero una manera de hacerlo fue dejando un suave beso en el dorso de la mano del omega.
A JiHoon no le incomodó.
Estaba comprobando lo malo que era su jefe en las citas.
Después de algunos minutos aparcó afuera de la casa de SeungKwan, apagó las luces, el motor y se bajó rodeando el automóvil para abrir la puerta de JiHoon, extendió el brazo ofreciendo su mano y el omega la tomó.
—¿Calificación? —Preguntó SeungCheol entrelazando los dedos con los del menor.
—Diez —Respondió JiHoon.
—¿De cien? —Alzó sus cejas.
—De diez —Rió el omega mirando con una pizca de incomodidad su mano unida a la de su jefe, SeungCheol la soltó y dio un paso hacia atrás desordenando el cabello de su nuca —Gracias por venir a dejarme, ha sido una linda cita pero debo descansar.
—¿Demasiado coqueteo?
—He quedado exhausto —Marcó los hoyuelos en sus mejillas —Tenga cuidado al conducir a casa.
SeungCheol asintió y regresó al vehículo, encendió el motor, las luces y JiHoon agitó su mano despidiéndose antes de verlo marcharse del lugar.
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