ú n i c o ♡
Los largos y delgados dedos de JiHoon se deslizaron con elegancia y destreza sobre el teclado del enorme piano de cola color negro, su cabello estaba húmedo y un poco desordenado, sus amigos le habían maquillado los ojos, llevaba una camisa de seda blanca y un pantalón de tela negro, bastante sencillo pero aquello no fue un impedimento para ser el centro de atención en el viejo teatro de la ciudad y mantener al público atento a cada uno de sus movimientos.
Especialmente cuando comenzó a cantar.
Poseía un timbre de voz muy dulce, cálido, sin forzarlo, sutil y con la intensidad necesaria para ser agradable a los oídos ajenos.
Angelical.
Al terminar la canción se levantó e hizo una reverencia escuchando los eufóricos aplausos del público.
Su ceguera nunca fue un impedimento para cumplir sus sueños y en ese momento lo estaba viviendo sobre el escenario, era ahí donde podía ser él y demostrar que a pesar de su incapacidad visual tenía un asombroso talento según los críticos más prestigiosos del país.
La vida le quitó la oportunidad de ver desde que nació pero le entregó un don con el cual fue capaz de conocer el mundo a través de la música y de sus otros desarrollados sentidos.
Tras el escenario, JiHoon se dirigió al camerino con facilidad, no había sido el único músico en presentarse esa noche, algunos de sus mejores amigos estaban allí.
—Felicidades JiHoonie —Habló SeokMin apenas el mencionado entró al camerino por sus pertenencias.
—Gracias —Sonrió el castaño, buscó el tocador y luego su móvil, el cual metió en el bolsillo de su pantalón.
—Felicidades —SeungKwan le entregó el abrigo que JiHoon estaba buscando al tantear la silla frente al espejo.
—Gracias —Rápidamente se colocó el abrigo y frotó sus manos buscando calor. Estaban en pleno invierno y el clima cada vez se volvía más frío.
—Iremos a celebrar en casa de JeongHan —Comentó Joshua tomando su guitarra para llevarla al vehículo que los esperaba afuera —¿Vienes con nosotros?
—Estoy esperando a alguien —Contestó JiHoon intentando no sonar grosero al no poder acompañarlos.
—También puede unirse a la fiesta —Propuso SeungKwan mirando a sus amigos y ellos aprobaron la idea.
—Es que quedé de celebrar con él —JiHoon alzó sus cejas y los chicos se miraron con una sonrisa en sus rostros —Solo con él —Musitó avergonzado bajando la voz y la cabeza.
—Oh —SeokMin intentó no reír escandalosamente —Está bien, nos vemos el lunes. Descansa.
—Que tengan una linda noche y por favor no se emborrachen —Pidió JiHoon.
Los demás rieron y JeongHan colocó una mano en el hombro del menor —Prometemos beber con moderación.
Los chicos abandonaron el camerino y JiHoon se giró hacia el espejo, quedándose en silencio para escuchar los pasos que pronto sonarían en el pasillo.
No estaba equivocado.
Las vibraciones en el suelo junto a un masculino y conocido perfume lo hicieron sonreír.
—¿Me entregarás el ramillete de flores? —Preguntó JiHoon al saber que alguien estaba en el marco de la puerta mirándolo.
SeungCheol sonrió y bajó la cabeza, avergonzado por ser descubierto, se acercó a JiHoon quien se giró hacia él extendiendo los brazos para rodearlo con ellos, los suyos envolvieron la diminuta cintura del pequeño. Al alejarse le ofreció el ramillete de flores, JiHoon lo sostuvo entre sus manos y le sonrió.
—Felicidades mi preciosito —Dijo SeungCheol mirándolo con amor.
—Pensé que no llegarías a tiempo.
—¿Cuándo me he perdido una de tus presentaciones?
—Nunca —Respondió con una sonrisa que intentó ocultar con el ramillete de flores que sostenía en las manos.
—¿Tienes hambre? —Preguntó SeungCheol subiendo su brazo para acariciar con delicadeza una mejilla de JiHoon, apretándola con suavidad para luego tomar el mentón del menor y subirlo ligeramente en dirección a él.
—Mucha —Contestó el pequeño músico.
—Entonces vamos a cenar —Cogió la mano de JiHoon para salir del teatro, sin embargo, la lluvia los atrapó afuera, SeungCheol levantó su abrigo y cubrió a JiHoon para correr a tomar el primer taxi que los llevara a su restaurante favorito.
SeungCheol cerró la puerta de los asientos traseros y sacó el dinero de su bolsillo pagando los dos pasajes y diciéndole la dirección al señor de aproximadamente cuarenta años que estaba al volante, el hombre subió el volumen a la radio y se puso en marcha, la música era tranquila, una balada que a JiHoon le encantaba.
Lo supo cuando lo escuchó tararear moviendo la cabeza de un lado a otro.
El menor se corrió en el asiento acercándose disimuladamente a SeungCheol y recargó la cabeza en el hombro ajeno cuando lo encontró, el pelinegro sonrió y miró por la ventanilla dibujando un corazón con la punta de su dedo índice a la vez que escuchaba a JiHoon cantar en voz baja la canción de la radio, tan bajito que se sentía en un concierto personal.
Sus manos se rozaron en la pierna de JiHoon y SeungCheol levantó las cejas —¿Tienes frío?
—Sí, un poco —Respondió JiHoon apretando luego sus labios y bajando la cabeza.
—Abrázame —Dijo y el castaño lo hizo de inmediato, acurrucándose en su pecho, dejándose envolver por el agradable aroma de SeungCheol —Pero pasa tus manos por dentro de mi abrigo.
JiHoon cerró los ojos y deslizó sus brazos por la cintura de SeungCheol, sus manos se encontraron al otro extremo y volvió a apoyar la cabeza en el pecho del mayor, agradeciéndole que se girara un poco hacia él para recibirlo —¿Así?
—Sí, así —Acarició la espalda del pequeño y lo estrechó entre sus brazos —¿Lo ves? Has dejado de temblar.
—Eres muy cálido —Musitó JiHoon.
—Soy tu estufa —Sonrió.
—Una portátil.
—Cállate —Agrandó su sonrisa y soltó una suave risa.
—Cállate, bobo —Dijo de manera infantil.
—Cállate y abrázame —Molestó SeungCheol.
—Cállate y déjate abrazar.
Llegaron a su restaurante favorito, la lluvia había disminuido pero seguían cayendo unas pocas gotitas, SeungCheol se bajó del vehículo y tomó la mano del menor entrelazando sus dedos para que no perdiera el calor que hasta hace algunos segundos le había entregado, cerró la puerta y JiHoon se acercó un poco más al pelinegro para caminar ya que no llevaba el bastón, lo había dejado en casa pero no lo necesitaba cuando estaba con SeungCheol.
—¿Cómo te ha ido hoy en el trabajo? —Preguntó JiHoon luego de sentarse en una de las mesas y ordenar la comida, siempre era la misma.
Lo más gracioso es que cuando llegaba el mesero decían lo que pediría el otro.
—Cenarás con el nuevo fotógrafo de las empresas del señor Kang —Respondió orgulloso atento a las expresiones de JiHoon —Firmé un contrato por un proyecto de diez meses, comenzaremos la próxima semana y estoy muy entusiasmado.
—Me siento muy orgulloso de ti —Dijo JiHoon sonriente —Felicidades Cheollie.
—Gracias —SeungCheol tomó la servilleta y se inclinó hacia adelante limpiando la salsa que estaba en los comisura de los labios de JiHoon para después continuar cenando.
Estuvieron conversando hasta tarde, la gente del local poco a poco se fue retirando y cuando dieron las doce de la noche salieron del restaurante camino al departamento de JiHoon.
No tardaron mucho en llegar, quedaba en el quinto piso hacia la derecha, JiHoon caminaba sin dificultad, conocía cada centímetro de su hogar, preparó dos tazas de café mientras SeungCheol lo esperaba sentado en los taburetes frente a la isla de la cocina.
Apoyó la cabeza en su mano en lo que bebía su café y los silencios se volvieron más largos, pero siempre cómodos.
—Te estás quedando dormido, ¿Verdad? —Preguntó JiHoon luego de un rato.
SeungCheol abrió los ojos viendo a JiHoon sentado frente a él, con una ligera y traviesa sonrisa —¿Cómo lo sabes?
—Estás tomando mi mano —Respondió JiHoon con la respiración pausada, SeungCheol había deslizado el brazo por la isla buscando su mano y al encontrarla tomó sus dedos —Siempre tomas mi mano cuando duermes.
Hubo un silencio donde SeungCheol no pudo dejar de mirarlo y donde JiHoon acarició los dedos del mayor.
—El tiempo pasó volando y son casi las tres de la madrugada —El pelinegro se levantó del taburete y tomó el abrigo que había dejado a un lado, junto a las flores y a las galletas que JiHoon mantenía en un recipiente para las visitas —Quizás deba irme a casa.
—Podrías quedarte a dormir aquí —Propuso JiHoon en voz baja, alzando sus cejas luego de escucharse a sí mismo —Si es que no tienes nada importante que hacer en casa.
—¿Como cuando éramos pequeños? —Preguntó rodeando con cautela la isla para llegar a JiHoon.
—Sí, pero sin una pelea de almohadas, ha sido una noche asombrosa y no quiero acabar en el suelo.
—Fue solo una vez que no pude medir mi fuerza —Giró el taburete de JiHoon hacia él y se inclinó hacia adelante, colocando los brazos a los costados del pequeño —Y llevo más de diez años pidiéndote perdón —Sus ojos bajaron inevitablemente a los delgados y rosados labios de JiHoon, el menor no dijo nada, solo le sonrió —Dios, aún no me perdonas.
—Casi me dejas inconsciente —Lo acusó.
—¡JiHoon!
—¡Casi muero! —Chilló divertido echándose a reír.
—¿Sabes qué? Ven aquí —Tomó a JiHoon de la cintura y lo cargó en su hombro.
—¡No, estás mareándome! —Exclamó cuando el pelinegro comenzó a girar a la vez que avanzaba hacia la habitación —¡No me mates, SeungCheol! —No podía evitar reír, era imposible.
De pronto su cuerpo cayó de espalda a la cama junto al de SeungCheol, quien estaba tan agitado como él.
—Moriría contigo si llegase a pasarte algo —SeungCheol logró decir al recuperar el aire en sus pulmones.
—Exagerado —Colocó las manos sobre su abdomen, aún subía y bajaba con rapidez.
—No estoy exagerando.
—¿Tan importante soy para ti?
—Ahora debes sentirte muy feliz por saberlo —Se giró en la cama y se apoyó en los codos para mirar a JiHoon.
—Me siento importante —Confesó el castaño —Y muy feliz.
Si a SeungCheol le dieran a escoger los momentos favoritos de toda de su vida, escuchar a JiHoon decir que era feliz sería el primero.
En segundo lugar estarían todas las ocasiones que lo había visto sonreír.
Como en ese preciso momento donde sus pómulos subían como también lo hacían las comisuras de sus labios marcando unos coquetos agujeros en sus mejillas.
Eran mejores amigos desde los catorce años, los padres de JiHoon habían decidido cambiarlo de escuela por todas las burlas diarias que el menor recibía de sus compañeros por su ceguera.
Y por un momento JiHoon pensó que la situación no cambiaría en la nueva escuela, ya que en el primer día mientras se dirigía a su salón de clases, después de estar en el receso comiendo en los baños, uno de los chicos le colocó el pie para que se tropezara y cayera al suelo.
En ese entonces JiHoon era muy diferente, no tenía seguridad en él, era tímido y callado.
Las burlas se lo estaban devorando.
Continuaron riéndose de él, de su condición, colocándole apodos crueles, los niños eran demasiado crueles, cruzando todos los límites posibles.
Y él jamás contestó a ninguno de sus ataques.
Por miedo.
Era más fácil huir, correr muy lejos y refugiarse en sus lágrimas.
Hasta que un día, escondido y sollozando a un lado de los casilleros del pasillo que llevaba hacia el aula principal donde el rector les dio la bienvenida, un chico un año mayor que JiHoon se agachó hasta su altura y lo miró llorar escondiendo el rostro entre sus piernas.
JiHoon levantó cabeza y limpió sus lágrimas con la manga del suéter enseñando su nariz y mejillas coloradas.
SeungCheol había separado los labios para hablar pero simplemente no pudo hacerlo.
Había quedado cautivado.
Encantado.
Enamorado.
Observó al pequeño en silencio, haciendo tiernos pucheros y balbuceando para luego echarse a llorar otra vez.
—No lo sigas haciendo por favor —Habló SeungCheol sobresaltando al castaño, JiHoon se levantó manteniendo la espalda contra el frío metal, SeungCheol lo imitó.
—¿Qué cosa? —Preguntó JiHoon.
—Llorar —Contestó SeungCheol sin dejar de mirarlo —Me duele a mí también.
El cuerpo de JiHoon se volvió rígido cuando el chico desconocido le tomó la mano sin aviso, se encogió en su lugar con miedo a que lo que fuese a suceder, la palma de su mano llegó hasta una cálida y suave mejilla.
Pudo sentir la lágrima que había caído por ella, dejándolo paralizado.
—Estoy seguro que tu sonrisa es más linda que tus lágrimas —Habló el pelinegro soltando la mano de JiHoon, el menor la mantuvo en su lugar unos segundos más, movió sus dedos suavemente limpiando la lágrima —Y podría espantar todos los miedos, incluso los tuyos.
JiHoon bajó la cabeza y SeungCheol dio un paso hacia adelante, no estaba pensando lo que hacía, estaba actuando por impulso y quería limpiar las lágrimas de ese pequeño angelito que se había encontrado en el camino a detención, sus manos acunaron las mejillas de JiHoon y lentamente lo levantó, limpiando con sus dedos pulgares todo rastro de tristeza en su adorable rostro.
—Gracias —Musitó JiHoon.
—¿Una sonrisa como agradecimiento? —Molestó SeungCheol y las comisuras de los labios del pequeño se elevaron tímidamente causándole estragos en su interior, fue una explosión en su pecho, la primera que vivía.
Y la que se quedaría allí, a la espera de verlo sonreír otra vez.
—Que precioso —Dijo en voz baja, soltando un suspiro, abrió los ojos sorprendido al darse cuenta que sus pensamientos se habían escapado de sus labios y las mejillas de JiHoon se sonrojaron —L-Lo siento.
El menor negó con la cabeza.
—¿Quieres que te acompañe a tu salón? —Lo regañarían porque la maestra lo estaba esperando en la sala de detención y seguramente aumentarían horas a su castigo.
Estaría perdido.
Pero valía la pena.
—No, no quiero regresar a ese lugar —Contestó con miedo —Me molestan.
—¿Por qué?
—Porque soy ciego —Dijo esperando que ese chico no se alejara ahora que lo sabía, el silencio fue absoluto pero no escuchó pasos alejándose —¿Sigues ahí?
—Sí, sigo esperando escuchar el motivo para molestarte.
—Quizás no debería estar en esta escuela —Murmuró sin ganas.
—Me quitarás el único motivo que había encontrado para venir todos los días —Habló SeungCheol haciéndolo sonreír.
Debía hacerlo más seguido.
Lo convenció de regresar al salón de clases cuando supo en qué año iba, conocía a los chicos y apenas llegaron a la puerta los miró con el ceño fruncido.
Era la primera vez que JiHoon estaba allí sin escuchar comentarios maliciosos y risas burlescas.
—Gracias de nuevo —JiHoon tocó el marco de la puerta y se giró hacia el mayor, esperando no equivocarse.
Solía hacerlo.
Era una de las razones para que se burlaran de él.
Pero en esta oportunidad SeungCheol lo guió tomando los dedos de sus manos, rozándolos para hacerle saber dónde estaba.
—Disculpa, olvidé presentarme —Fue la oportunidad que tuvo para tomar con firmeza la mano del pequeño —Me llamo Choi SeungCheol.
—Lee JiHoon —El pelinegro seguía moviendo sus manos de arriba hacia abajo —Entonces... gracias SeungCheol.
—Espera —Reaccionó tomando la muñeca de JiHoon girándolo hacia él antes de que se alejara demasiado.
—¿Qué ocurre?
—Tienes algo en la carita —Dijo e inmediatamente JiHoon llevó una de sus manos a su mejilla pero SeungCheol la quitó y miró a su alrededor —No, no, no lo hagas, será vergonzoso.
—¿Qué es?
—No estoy seguro —Contestó en voz baja —Acercarte un poco más.
JiHoon obedeció.
—Un poco más —Volvió a pedir.
Quería darle un beso en la mejilla y probablemente salir corriendo pero JiHoon estaba confiando en él y aunque existía una mínima posibilidad de que le gustase no quería romper esa pequeña confianza. Estaban tan cerca, SeungCheol se encontraba levemente encorvado hacia el lindo castaño, su piel parecía de terciopelo y el aroma que llenaba sus pulmones era dulce con un toque cítrico.
Tan solo la presencia de JiHoon lo desarmaba y lo volvía a armar.
—¿Puedo darte un beso en la mejilla? —Preguntó en un susurro sorprendiendo al menor —En forma de agradecimiento.
—¿Agradecimiento? —Cuestionó en voz baja, no estaba seguro de la razón para susurrar —¿Por qué?
—Sí, por confiar en mí, preciosito.
JiHoon enseñó sus hoyuelos, SeungCheol cerró los ojos con fuerza y apretó los labios para evitar decir lo lindo que le parecía. El menor asintió con la cabeza y él posó sus labios sobre uno de esos agujeros.
Ese beso fue el inicio de su amistad.
Y SeungCheol nunca encontró el momento para confesar sus sentimientos, o más bien, temía que JiHoon lo rechazara.
No quería perderlo o que su relación se volviese incómoda.
Por otra parte, JiHoon transmitía su amor a través de las canciones que escribía, de las melodías del piano y esperaba que llegaran a SeungCheol.
Decirle que lo amaba era una locura.
Pero ninguno se daba cuenta del poder de las acciones, de una inocente oración donde demostraban su amor sin decirlo directamente.
Se había transformado en algo tan natural en ellos, sin embargo, en el fondo sabían que su relación iba más allá de una simple amistad.
—Toma —Del armario sacó ropa deportiva que le pertenecía a SeungCheol, el mayor alzó las cejas mirándolo en silencio —¿Qué?
—Nada —Sonrió al recibirla.
—Lo dejaste la semana pasada y quise guardarlo porque sabía que esa no sería la última noche que pasarías aquí —Se defendió tomando su ropa para dormir, era una camiseta ancha y un pantalón de buzo, como el que tenía SeungCheol en las manos pero más pequeño —No seas bobo.
—Yo no he dicho nada —Agradó su sonrisa caminando hacia su lado de la cama, frente a la ventana.
—Pero sé lo que estás pensando —Lo acusó JiHoon —Y también sé que estás sonriendo, deja de hacerlo.
SeungCheol soltó una suave risa provocando que JiHoon le lanzara una de las almohadas, se sentó en la cama para quitarse los zapatos y sin querer sus ojos se movieron hacia el espejo que estaba a un lado, JiHoon se quitó la camisa enseñando su delicado y delgado torso siendo cubierto luego por la delgada tela de la camiseta.
Bajó la cabeza al verlo quitarse el cinturón de la cadera pero volvió a levantarla, JiHoon se había girado hacia él, sus piernas eran tan lindas y blancas.
—Deberías dejarla aquí —JiHoon se encogió de hombros ordenando la ropa que se había quitado y la dejó en una silla —Así me ahorro el reclamo por mis pantalones cortos.
—También deberías dejar algo de ropa en mi casa —Dijo SeungCheol desvistiéndose.
—No —Dijo molesto, casi ofendido.
—¿Por qué no?
—Tu ropa es cómoda y me gusta usarla cuando duermo contigo —Se metió a la cama y estuvo a punto de cubrirse el rostro con las mantas pero prefirió no hacerlo e ignorar lo extrañamente lindo que se había oído lo que acababa de decir —Olvida lo que he dicho y ven a acostarte aquí.
—Apagaré la luz —Avisó SeungCheol.
—Oh gracias, no podría dormir con la luz encendida, me molestaría demasiado.
—Qué gracioso —Rió falsamente.
—Tú intentas hacerte el gracioso conmigo.
—¿Yo?
—Ven aquí —Palmeó la cama a un lado de él, invitándolo, SeungCheol apagó la luz y se apresuró para entrar a la cama por el otro extremo, sin pensarlo se acomodó con la almohada para mirar al menor quedándose en silencio, observando el lindo perfil de JiHoon gracias a la poca luz de los faroles de la calle que entraba por la ventana.
—¿Tienes algo que decirme? —Preguntó el castaño sorprendiendo a SeungCheol.
—¿Qué? N-No —Respondió nervioso girándose y acostándose mirando el techo de la habitación.
—¿Y por qué me estás mirando?
—¿Quién te está mirando?
—Tú.
—Eso no es cierto —Mintió el mayor.
—No me mientas —Dijo tranquilamente y SeungCheol se apoyó en un brazo mirando al menor desde arriba —Y mejor dime lo que quieras antes de que te quedes dormido.
—Estuviste asombroso en el teatro.
—Gracias —Sabía exactamente como estaba SeungCheol; contemplándolo desde arriba.
—Eres como un ángel cuando estás en el piano y tus canciones son asombrosas, las letras, la manera en la que hablas del amor —Esbozó una ligera sonrisa —Todo el público estaba suspirando.
—Era la idea.
—¿En qué piensas cuando las escribes? —Preguntó con curiosidad colocando nervioso a JiHoon.
—Hay que dormir —Dijo cubriéndose por completo con las mantas.
—¿No me dirás? —Intentó bajar las mantas pero JiHoon había empuñado las manos alrededor de ellas y era imposible.
—No hay mucho que decir, solo las pienso y las escribo —Habló desde abajo de las sábanas pero el mayor no se dio por vencido y se cubrió también para buscarlo —¡Solo las siento! ¡Cheollie!
El mayor había comenzado una pelea de cosquillas en la que terminaron en la alfombra, rodando y riéndose a carcajadas.
Arreglaron la ropa de cama y se acostaron, agitados pero con una sonrisa en sus rostros.
—SeungCheol —Lo llamó el menor.
—¿Sí?
—¿Puedo acercarme a ti?
—Sí —Contestó sin pensarlo dos veces, JiHoon acomodó la almohada y se movió hacia él, sin llegar a tocarlo —Ven, más cerca.
El menor colocó las manos en su pecho y se quedó en silencio.
—Preciosito —Llamó SeungCheol.
—¿Sí?
—¿Te puedo abrazar?
—¿Desde cuándo pides permiso para hacerlo?
—Desde que tú lo pides para acercarte a mí.
—Hazlo —Por debajo de las sábanas buscó el cuerpo de JiHoon, colocó las manos en su cintura y lo arrastró por el colchón, rodeándolo con los brazos al tenerlo junto a él.
JiHoon colocó los brazos en el pecho de SeungCheol y recibió un beso en la frente.
—¿Qué ocurre? —Preguntó el pelinegro acariciando con delicadeza la cintura del pequeño.
—Nada, ¿Por qué?
—No sé, te quedaste callado de la nada y nunca te quedas callado de la nada —Respondió con voz suave —¿Es por lo de la luz?
—No quiero hablar sobre eso —Se escondió en el cuello del mayor y cerró los ojos.
—Lo siento.
—No es por lo que has dicho —Sus dedos tocaron la clavícula de SeungCheol mientras hablaba —Bueno, no directamente.
—¿Entonces?
—Nada.
—JiHoon —Insistió.
—Solo que a veces me pregunto cómo sería ver y no es que me moleste ser ciego, siempre ha sido así para mí, no hay otra vida que extrañe o que quiera de vuelta —Confesó con tristeza —Pero saber que hay un asombroso mundo de colores mientras que el mío... —Se quedó en silencio —Permanece en nada.
Una de las preguntas más estúpidas que JiHoon recibía seguido acerca de su ceguera era si veía todo negro o todo blanco, sus ojos estaban dañados, por lo cual no eran capaces de transmitir las imágenes que percibía el cerebro, sus ojos no veían, ni en blanco, ni en negro, ni en multicolor.
No veía nada.
Esa noche SeungCheol le espantó sus miedos y dudas, lo abrazó por detrás y colocó el mentón en su hombro, sus manos se unieron en el abdomen del menor y le cantó al oído durante largos minutos hasta que se quedó profundamente dormido.
A la mañana siguiente JiHoon fue el primero en despertar, frunció el ceño y al intentar levantarse se dio cuenta que tenía el peso de un brazo en su cintura que le impedía cualquier tipo de movimiento.
—SeungCheol, despierta —Se aclaró la garganta —Cheol.
—Un ratito más así por favor —Habló con voz ronca.
—Quiero ir a bañarme —Una vez más intentó levantarse.
—Solo un momento, ¿Sí?
—Bien —Dejó caer la cabeza sobre la almohada y su cuerpo tembló al sentir la respiración del mayor chocando en su nuca —Cheol.
—¿Hmm?
—¿Hoy debes ir al estudio?
—Sí —Respondió somnoliento —¿Por qué? ¿Necesitas ayuda en algo?
—No, es que no quiero almorzar solo.
—¿Quieres que nos reunamos a mediodía? —Preguntó con los ojos cerrados.
—Sí.
SeungCheol no acostumbraba a trabajar los sábados pero debía terminar las fotografías de una campaña publicitaria de una línea de ropa, no faltaba mucho para acabar pero los modelos eran exigentes con la imagen que mostrarían al público.
Así que mientras trabajaba JiHoon fue por algunos alimentos al supermercado, era más complicado cuando cambiaban las cosas de estantes pero parecía estar todo en el lugar que había memorizado.
También aprovechó de ir al teatro para practicar.
A mediodía partió al estudio de SeungCheol.
Ya lo conocían en el lugar, los trabajadores eran muy agradables y siempre le ofrecían comida, al comienzo algunos habían pensado que era el prometido de SeungCheol pero con una sonrisa nerviosa lo desmintieron.
A pesar de ello, algunos seguían sin creerles.
—Cheol —Habló MinGyu moviendo las luces del centro del estudio para el siguiente modelo.
—Dime.
—Mira quien ha llegado —Movió la cabeza hacia la entrada y SeungCheol se volteó viendo a JiHoon con su bastón, caminando con cuidado de no tropezar con nadie y saludando con una sonrisa a los chicos y chicas que le hablaban.
—Mi preciosito —Dijo elevando las comisuras de sus labios, miró de reojo a MinGyu y éste lo miraba divertido, alzando una ceja —Evita los comentarios por favor.
—No he dicho nada —Se defendió levantando las manos.
SeungCheol dejó lo que hacía y fue hasta donde estaba JiHoon, colocando las manos detrás de él e inclinándose hacia adelante aprovechando que se había detenido —¿Se puede saber a quién busca este precioso angelito?
—A ti —Respondió JiHoon levantando los brazos, buscando al mayor, cuando tomó el borde de la camisa de SeungCheol el mayor le pidió el bastón y lo desarmó para tomar su mano.
—Ven por aquí —Lo llevó hacia la mesa donde trabajaba e hizo que se sentará en la silla, lo primero que hizo JiHoon fue girar en ella —Espérame cinco minutos y vamos a almorzar, faltan algunas tomas con el último modelo.
—Tranquilo, ve, yo estaré aquí esperándote —Lo empujó pero SeungCheol besó el lugar donde estaba uno de sus hoyuelos.
El cual se marcó en ese instante.
Era una carga de adrenalina ver a JiHoon sonreír.
Tomó la cámara fotográfica y continuó trabajando capturando las mejores poses del modelo que estaba frente a él.
—Al parecer SeungCheol tiene un nuevo amigo —Comentó SoonYoung sentándose frente a JiHoon después de un rato.
—¿Por qué lo dices? —Preguntó el menor.
—Uno de los modelos —Respondió el encargado del vestuario —Un chico de cabello gris no ha dejado de mirarlo en toda la sesión fotográfica y ahora están conversando.
—SeungCheol es muy agradable y dulce —Dijo JiHoon jugando con un bolígrafo entre sus dedos —No me extraña que tenga más amigos.
No mentía, SeungCheol era amable y muy carismático, podía tener más amigos aparte de él, tampoco sintió celos por aquel desconocido chico que se reía a carcajadas con el mayor.
Conocía el rostro de SeungCheol incluso mejor que el suyo, tenía lindas facciones y unas pestañas preciosas, lo había abrazado tantas veces que podía imaginarlo en su mente.
No estaba seguro si la imagen se asemejaba a la realidad pero no debía sorprenderse de que SeungCheol llamase la atención de los chicos y chicas a su alrededor.
Pero surgió una duda en él.
Y necesitaba aclararla.
Pasaron los días y SeungCheol comenzó su contrato con una de las empresas publicitarias más importantes del país, era una enorme responsabilidad pero no podía ocultar su felicidad y JiHoon era el afortunado de escuchar sus largas conversaciones, la fotografía le apasionaba, tanto como la música para él, adoraba escucharlo feliz y emocionado con las siguientes sesiones.
Esa noche terminó de colocar los puestos en la mesa para cenar y volvió a la cocina donde SeungCheol estaba sirviendo la comida en los platos.
—Cheol —Apoyó los codos en la isla de la cocina.
—¿Mmm?
—¿Yo soy feo?
SeungCheol dejó de servir y levantó la cabeza mirando hacia atrás donde estaba JiHoon —¿A qué se debe esa pregunta?
—Solo respóndela por favor —Pidió JiHoon —¿No soy muy lindo? ¿No soy atractivo para los chicos?
—A mí me pareces lindo —Sus orejas ardieron.
—Lo dices porque eres mi mejor amigo pero si no nos conociéramos y me vieras en la calle, ¿Te voltearías a verme?
—Esto es muy confuso —Se dio la media vuelta dejando la olla en la estufa y el plato en la encimera.
—Y si en una fiesta nuestros amigos nos presentan —JiHoon rodeó la isla buscando a SeungCheol —¿Te fijarías en mí?
—Bueno, nos estarían presentando, estarías frente a mí, claro que tendría que fijarme en ti.
—Pero con la intención de conocerme, de obtener mi número telefónico —Agregó alzando las cejas —De querer que salgamos a una cita, de querer besarme, que seamos novios.
—No lo sé —Desvió la mirada.
—Es un caso hipotético.
—¿Y por qué me tienes que plantear ese caso hipotético?
—Porque somos amigos —Contestó y sintió el roce de SeungCheol en su hombro —No huyas.
—Debo ordenar mi habitación —Apresuró el paso sin saber a dónde iba.
—Por favor, respóndeme —Guiándose por las vibraciones siguió a SeungCheol.
—Bien —Soltó un suspiro y se detuvo, JiHoon chocó contra su espalda y se volteó al menor —Debo ser sincero, ¿Verdad?
—Sí.
—Sí, me fijaría en ti —Contestó con total honestidad, quizás más de la que hubiese querido —Me gustaría obtener tu número telefónico, no me gustaría pedirte una cita, te pediría mil citas, me gustaría besarte y me gustaría que fuésemos novios.
JiHoon guardó silencio.
—¿Y sabes una de las tantas razones por la cual me gustaría? —Continuó hablando —Porque sería tu primer romance y me gustaría ser el único.
SeungCheol se quedó atento a la reacción de JiHoon pero el menor simplemente no decía nada.
—Si no me conocieras no sabrías que aún no he dado mi primer beso —Logró hablar, con vergüenza.
—Pero te conozco y lo sé.
—¿Crees que es bobo? —Preguntó JiHoon —Que tenga 26 años y aún no sepa besar.
—No, no lo es.
—¿Has visto a chicos que se han fijado en mí?
—Sí, algunos lo han hecho.
—¿No se acercarán porque soy ciego?
—No se acercan porque son unos idiotas —Él se incluía —Y seguramente porque no tienen mucha confianza en sí mismos o porque piensan que los puedes rechazar.
—Qué bobería —Chasqueó la lengua, rehusándose a creer que aquello podría ocurrir.
—Hablo muy en serio, son unos idiotas —Se apoyó en respaldo del sofá y tomó las manos de JiHoon para que se acercara —Cualquiera desearía encontrarse con un angelito como tú.
—¿Cualquiera?
—Sí —Contestó con seguridad revolviéndole el estómago a JiHoon —¿Hoy te quedarás a dormir?
—No puedo, tengo que... —Rápidamente pensó en alguna excusa —Tengo que ir a darle comida al gato.
—No tienes un gato.
—Pero podría tenerlo.
—Por favor —Balanceó sus manos unidas y entrelazó sus dedos —Hace más de cinco días que no te tengo entre mis sábanas.
—Lo dices como si fuese una tragedia —Dio un paso hacia adelante después de que SeungCheol separara las piernas.
—Lo es si lo ves de mi lado, del tuyo no puedo hablar —Dijo en un tono divertido —¿Me extrañas cuando duermes sin mí?
—Sí —Admitió y SeungCheol sonrió —No sonrías y pásame ropa para dormir, de preferencia una que tenga tu aroma.
—Pero primero vamos a cenar —Al tomar la mano de JiHoon miró su brazo y vio una bandita en la articulación del codo.
Iba a preguntarle qué le había pasado pero camino a la cocina el menor lo abrazó haciéndolo olvidar ese detalle.
A veces SeungCheol acompañaba a JiHoon a sus citas con el doctor, no iba muy seguido, de hecho evitaba colocar un pie en el hospital, no le agradaba la sensación de sentirse enfermo.
Y jamás averiguó sobre alguna posibilidad de ver.
Estaba bien así.
Le gustaba la vida que llevaba.
Pero hace un par de semanas le comentaron sobre los avances en las intervenciones quirúrgicas en el extranjero y estuvo varios días pensando en ello; en cómo sería ver, verse y ver a las personas con las que compartía a diario, sus amigos, familia, trabajadores del teatro.
Cómo sería presentarse viendo al público, ver sus expresiones, sus miradas, sus gestos ante su música.
Ver a SeungCheol.
Verlo todos los días.
Conocer su mirada.
Sus muecas.
Adivinar lo que le ocurría solo con ver su rostro.
—Hoy en la mañana he ido al médico —Dijo después de haberse levantado del taburete por los documentos que le habían entregado en el hospital.
—¿Estás enfermo? —SeungCheol casi se ahoga con la comida porque masticó lo más rápido posible, se limpió las comisuras de los labios con la servilleta y se levantó —¿Qué te duele? ¿Te han dado una receta? ¿Quieres que vaya a la farmacia?
—Estoy bien —Respondió tranquilizándolo, esperando que siguiese en el departamento y que no hubiese corrido al estacionamiento del edificio —No te lo dije antes porque no quería que mi ilusión se hiciese más grande, ni siquiera yo tenía muchas esperanzas en todo esto.
—Me estás asustando —Su corazón se había detenido.
—Hace un par de meses atrás comenzaron a hacerme algunos exámenes para saber si era un buen candidato... —Dejó una pausa desesperante para SeungCheol —Para realizar un trasplante.
—¿Trasplante?
—La próxima semana debo viajar a Estados Unidos —Agregó entregándole los resultados de los exámenes —Existe un 90% de probabilidad de que pueda ver.
La noticia de la cirugía ocular había sido como un balde de agua fría para SeungCheol pero no porque no estuviese feliz, JiHoon estaba emocionado y confiaba en que todo saldría bien.
Pero existía un mínimo porcentaje de que la intervención quirúrgica fallara.
Y era la primera vez que JiHoon consideraba operarse por lo que tenía mucho miedo de que el resultado no fuese el esperado y su ánimo cayera.
Los días pasaron más rápido de lo que hubiese deseado, JiHoon viajaría con sus padres, lo cual lo tranquilizaba pero no podía negar que le hubiese gustado acompañarlo.
Lo intentó todo.
Lamentablemente había un contrato de por medio con las fechas programadas para diez meses que le impedía dejar el país.
—¿Me llamarás? —Preguntó SeungCheol guardando la ropa del menor en la maleta que estaba abierta encima de la cama.
—Todos los días —Contestó JiHoon tomando más camisetas.
SeungCheol asintió —¿Y me extrañarás?
—No, no lo creo.
—Genial porque yo tampoco te extrañaré —Apretó los labios y frunció el ceño, quedándose frente a la maleta con una de las sudaderas que había dejado en el departamento, JiHoon guardó un par de zapatos, tomó la sudadera que el mayor tenía en las manos y la guardó entre sus pertenencias.
Porque al final lo extrañaría.
Se extrañarían.
Pero era mejor no decirlo, así no se volvía tan real y dolorosa la despedida.
Llegaron al aeropuerto a las nueve de la mañana, los padres de JiHoon bajaron sus maletas del portaequipajes del automóvil de SeungCheol y el pelinegro tomó la que le pertenecía a su pequeño.
—¿Te has cansado de mí? —Preguntó mientras caminaban, ahora era real, se sentía de era manera y SeungCheol tenía un nudo en la garganta.
Hasta ese momento no dimensionado que no veía a JiHoon por meses.
Quizás por un año.
Porque la empresa con la que trabajaba podía pedir más sesiones para las campañas y JiHoon le había dicho que si eso ocurría no rechazara la gran oportunidad de relacionarse con más gente del medio, SeungCheol tenía mucho talento como fotógrafo y el mundo debía conocer su magnífico trabajo.
Por parte SeungCheol sabía tenía razón.
Sin embargo, no sabría qué hacer tanto tiempo lejos de la persona que alegraba su vida.
—¿Qué? —Preguntó JiHoon confundido.
—Me abandonas.
—No te estoy abandonando.
—Lo haces —Los padres del pequeño le pidieron el equipaje de su hijo y lo abrazaron diciéndole que irían a entregar las maletas y a realizar el papeleo, dándoles tiempo para despedirse.
—Regresaré —Aseguró JiHoon cuando se quedaron solos.
SeungCheol acarició la mejilla del castaño y lo miró con tristeza, no fue necesario que lo dijera para que JiHoon se diese cuenta.
—No te olvides de mí —Pidió SeungCheol en voz baja, haciendo un puchero, mirando una nota en sus manos que guardó en el bolsillo del abrigo de JiHoon, el menor dobló su bastón y dio un paso hacia él, levantando ligeramente la cabeza.
—No lo haré —Le sonrió y SeungCheol bajó la mirada hacia sus labios.
No lo pensó dos veces.
Y fue como si sus mentes hubiesen estado conectadas porque en el segundo que SeungCheol tomó las mejillas de JiHoon y se inclinó hacia adelante, JiHoon colocó las manos en los hombros ajenos soltando su bastón, dejándolo caer al suelo, y levantó los talones uniendo sus labios.
Sus narices chocaron y SeungCheol arrugó la frente por algunos segundos, luego la relajó, sus orejas se enrojecieron, tanto o más como las mejillas del menor.
Se embriagaron de amor, de una sensación placentera y satisfactoria, de sentimientos y emociones que esperaban ese momento para salir a flote.
Los labios de SeungCheol eran gruesos, húmedos y muy suaves, JiHoon los movió con torpeza, dejándose guiar por los movimientos del mayor pero poco a poco tomó más confianza, sentía el calor del cuerpo de SeungCheol contra el suyo, ese aroma familiar que combinó con el suyo y unas grandes manos acariciando sus mejillas, debilitándole las piernas y acelerando su ritmo cardíaco.
—Pasajeros del vuelo 714, por favor, abordar —Habló una mujer a través de los parlantes.
La pareja lentamente se separó, con las respiraciones agitadas.
—¿P-Podrías... podrías hacerlo otra vez? —Preguntó JiHoon y SeungCheol nuevamente lo besó, abrazándolo de la cintura, el castaño subió una mano hasta su nuca y ladeó la cabeza al sentir la lengua del mayor deslizándose en sus labios, pidiéndole permiso para profundizar el beso.
JiHoon separó los labios ligeramente, sus manos se empuñaron y su cuerpo tembló cuando SeungCheol recorrió cada rincón de su cavidad bucal.
Escuchaba el sonido de sus labios, de sus lenguas y de sus pesadas respiraciones.
No lo iba a olvidar.
No podría.
—Pasajeros del vuelo 714, último llamado para abordar —Volvieron a hablar y SeungCheol dejó caer la cabeza en el hombro del más bajito, sin dejarlo de abrazar.
Era difícil dejarlo ir.
Soltarlo.
—JiHoon —La señora Lee llamó a su hijo.
—Enseguida mamá —Dijo el castaño.
Buscó las mejillas de SeungCheol con sus manos y tanteó sus labios antes de volver a dejar un fugaz beso en ellos, se separó y partió a su destino.
Pasarían largos meses antes de que lo volviese a ver.
Y extrañamente SeungCheol fue el que sintió que había quedado más desprotegido.
La llamada que tanto esperó tardó más de un día, SeungCheol corrió por el departamento cojeando mientras intentaba colocarse un zapato y maldiciendo por haber dejado el móvil en la cocina, ni siquiera vio el nombre, solo contestó y soltó un suspiro seguido por una sonrisa al oír la dulce voz de JiHoon.
Las llamadas eran diarias, JiHoon lo llamaba en el horario que SeungCheol estuviese en casa, noche para el mayor y mañana para él, haciendo un tiempo entre los exámenes y citas en la clínica.
—¿Estás nervioso? —Preguntó SeungCheol, él lo había llamado un día domingo, JiHoon estaba a punto de ir a dormir y al día siguiente sería su operación.
—Un poco —Contestó JiHoon acostado en la cama, jugando con el borde de las sábanas blancas —Bastante.
—Saldrá todo bien, te lo aseguro.
Hubo un silencio donde escucharon solamente sus respiraciones.
Tenían una conversación pendiente y estaban conscientes de ello, se habían besado pero pensaron que no era conveniente hablarlo a través de una llamada telefónica.
—JiHoon —Habló SeungCheol sentándose en el sofá de la sala, separando las piernas e inclinándose hacia adelante.
—¿Sí?
—Te quiero —Musitó presionando el móvil con su mano, buscando el valor para decirle que lo quería cuando en realidad sentía mucho más; lo amaba, esperaba que no se le escapara de los labios —¿Preciosito?
—Quizás suene un poco extraño —Se cubrió con las mantas y abrazó la almohada imaginando que estaba con SeungCheol —Pero hasta que lo dijiste no sabía lo mucho que necesitaba oírlo.
—¿Qué cosa?
—Escucharte decir que me quieres.
—Te quiero —Repitió.
—Te quiero SeungCheol —Cerró los ojos acurrucándose con la fría almohada —Y te extraño.
—¿Mucho?
JiHoon dejó escapar un suspiro, que SeungCheol escuchó a la perfección, antes de contestar —Sí.
—¿Quieres que viaje? —Preguntó divertido, pero no bromeaba del todo.
—Mañana debes trabajar —Le recordó haciendo un puchero.
—No importa, te quiero ver.
—SeungCheol —Lo regañó.
—No he podido dormir y eres el único responsable de mis desvelos.
—¿Por qué?
—Necesito tomar tu mano y verte antes de cerrar los ojos.
—Lo sabía —Dijo acusándolo —Sabía que me mirabas.
—No me culpes, es imposible no hacerlo.
La cirugía duró alrededor de quince horas y SeungCheol estuvo en constante contacto con los padres de JiHoon, a la espera de saber los resultados o al menos escuchar que JiHoon estaría bien.
Esa mañana no pudo comer pero se tuvo que concentrar en las sesiones fotografías, JiHoon estaba en su mente y cada vez que tenía la oportunidad miraba hacia la mesa donde estaba su móvil.
Esperando esa llamada.
Si algo fallaba dejaría todo y tomaría el primer vuelo para ir por JiHoon, sin importar las consecuencias.
—¿SeungCheol? —Habló la señora Lee con algunas interferencias, caminando por el frío pasillo de la clínica, buscando señal.
—Sí, aquí estoy señora Lee.
—¿SeungCheol? —Volvió a preguntar.
—Aquí estoy, ¿Cómo se encuentra JiHoon? —Preguntó preocupado —¿Ya ha salido de pabellón?
—Sí —Respondió la mujer escuchando claramente la voz del pelinegro —Ahora lo trasladaran a una sala para que despierte de la anestesia.
JiHoon despertó a las horas después con un enorme dolor de cabeza, intentó sentarse en la camilla pero fue peor, se tocó el rostro y notó una venda en sus ojos que rodeaba su cabeza. El enfermero llamó a doctor y pronto le explicaron la situación.
Sus padres entraron a la habitación y lo intentaron tranquilizar pero no fue hasta cuando habló con SeungCheol que logró hacerlo.
Los días se volvieron eternos.
Sin señales de un éxito en la cirugía.
Nada lo podía asegurar, ni siquiera el hombre que lo había operado, era complicado porque quizás rechazaría el órgano donado.
Pero recuperación terminó siendo más rápida de lo que hubiese esperado y llegó el día en el que el médico le sacaría la venda que estaba alrededor su cabeza, JiHoon se sentó en la camilla y esperó, apenas quitaron las gasas sintió los párpados pesados al intentar abrir los ojos, frunció el ceño y una suave luz lo cegó.
Pero logró distinguir tres personas frente a él.
Era extraño.
—Me duele la cabeza —JiHoon cerró los ojos y apretó los puños sobre sus piernas.
—Tranquilo, es normal —Habló médico especialista —Tómalo con calma y cuando te sientas preparado vuelve a intentarlo.
Se quedaron en silencio, JiHoon inspiró profundamente y abrió los ojos.
La imagen era más clara.
Parecía un mundo nuevo.
Uno que lo asustó.
Cerró los ojos y pidió que le pusieran las vendas.
—¿Qué ocurrió hoy? —Preguntó SeungCheol a través de la línea telefónica.
—No entiendo para que me lo preguntas si seguramente mis padres ya te lo han dicho —Contestó JiHoon —No pude hacerlo, tengo miedo.
—¿Recuerdas lo que te dije cuando nos conocimos?
—Que era precioso —Sonrió ligeramente y SeungCheol rió.
—Sí, tienes razón pero hay algo más. Tu sonrisa tiene el poder de espantar todos los miedos, incluso los tuyos, ¿No te gustaría conocerla?
Pasaron ocho meses y JiHoon volvió a su departamento, sus padres habían adelantado el vuelo por el trabajo de su padre y ahora subía por las escaleras del edificio con las maletas en las manos.
Todo estaba igual a como lo había dejado la última vez, las llaves sobre la mesa cerca de la puerta y el libro del Principito el braille en un rincón del sofá de la sala.
Estaba conociendo su casa, el lugar donde había estado tantos años.
Era extraño y nuevo, algunas cosas simples seguían dándole miedo, era mucha información.
Fue capaz de conocer a sus padres.
A los doctores y enfermeros que lo atendieron.
Pero le faltaba ver a alguien.
Buscó la sudadera de SeungCheol que lo había acompañado en los momentos más difíciles pero al levantar un abrigo color beige, que no había usado demasiado, se cayó un papel de uno de sus bolsillos.
Lo desdobló, deslizó la yema de sus dedos por encima de la hoja y sonrió al poder leerlo, también al recordar la despedida con SeungCheol en el aeropuerto.
"Te amo"
Tomó las llaves del departamento y estuvo a punto de coger el bastón que estaba a un lado de la puerta, negó con la cabeza esbozando una sonrisa y salió sin él.
No reconocería a SeungCheol entre tantas personas del estudio fotográfico, recordaba la forma de su rostro, la forma de sus ojos, su cabello, su mandíbula, su nariz, sus labios.
Dios, recordaba sus labios.
Pero no podía tener certeza en saber quién era, además caminaba y no encontraba a nadie como el SeungCheol que se había creado en la cabeza.
Hasta que posó sus ojos en un hombre que estaba de espalda trabajando frente a la pantalla de un computador, era alto, de espalda ancha y brazos gruesos, podía saberlo gracias a la camiseta de mangas cortas que vestía, cabello negro, desordenado y húmedo.
Tragó saliva con dificultad y sacó el teléfono de su bolsillo.
Buscó el número de SeungCheol y llevó el móvil hasta su oreja.
Su corazón estaba tan acelerado que tenía miedo de que en algún momento se detuviera.
No quería equivocarse.
Escuchó el primer tono.
El segundo.
Y el pelinegro tomó el móvil que estaba frente a los bolígrafos y contestó la llamada —¿Mi preciosito?
—H-Hola —Tartamudeó dando lentos pasos hacia el mayor.
—Hola —Dejó la cámara fotográfica en la mesa colocándole toda la atención a JiHoon.
—El vuelo se adelantó y hace diez minutos he llegado a mi casa.
Los ojos de SeungCheol se abrieron sorprendidos, JiHoon había llegado después de una operación exitosa y ahora sería capaz de verlo, su estómago se revolvió —¿Por qué no me llamaste? Hubiese ido por ti al aeropuerto.
—No quería molestarte —Levantó los talones unos segundos mirando por encima del hombro de SeungCheol, buscando ver su rostro.
—Nunca me molestas —Sonrió —¿Quieres que vaya? ¿Estás en el departamento? Muero de ganas de verte.
—Yo también muero de ganas de verte —Habló deteniéndose detrás del mayor —Así que sería ideal que te voltearas hacia mí.
Salir corriendo no era una opción.
Quería ver a JiHoon.
Y quería que lo viera a él.
Pero no lo esperaba de esa forma, sin aviso, sin preparación porque estaba seguro que si hubiese ido al departamento de JiHoon hubiera detenido el ascensor para darse ánimos de salir.
SeungCheol bajó el brazo con el móvil y JiHoon colgó la llamada, lentamente se dio la media vuelta.
—H-Hola —Ahora SeungCheol fue quien tartamudeó sonriendo con nerviosismo. El menor lo miraba fijamente, poseía un brillo especial en su mirada, era tierna y un poco coqueta.
—Hola —Sus ojos recorrieron cada centímetro del rostro ajeno.
—¿Decepcionado?
JiHoon soltó una suave risa y negó con la cabeza —No —Hizo una breve pausa donde tímidamente levantó la mirada —Eres como lo imaginaba —Dio un torpe paso hacia adelante con la intención de acariciar el rostro de SeungCheol como solía hacerlo, se arrepintió y quiso volver atrás pero el pelinegro lo tomó de las muñecas haciéndolo avanzar a él, colocando las manos ajenas sobre sus mejillas.
Y JiHoon sintió que su corazón iba a explotar cuando sus ojos se posaron en la tierna, comprensiva, profunda y a la vez cautivadora mirada de SeungCheol.
Era preciosa.
Sus ojos.
Sus labios.
Sus orejas.
Su rostro.
Todo en él le encantaba.
—Debo volver a casa a desempacar —Ni siquiera supo lo que había dicho. Bajó los brazos y retrocedió un paso pero SeungCheol lo avanzó a él.
—¿Aún no lo has hecho? —Preguntó con curiosidad y JiHoon negó con la cabeza —¿Quieres que te vaya a dejar?
—No, no te preocupes —Se fue girando hacia la salida —Estaré bien.
Caminó unos cuantos pasos, se dio la media vuelta y corrió hacia SeungCheol, lanzándose a sus brazos, los cuales lo estaban esperando. El pelinegro lo alzó en el aire y JiHoon escondió el rostro en su cuello.
—Me hiciste mucha falta —Murmuró JiHoon al borde de las lágrimas, abrazándolo con fuerza y respirando su aroma.
—Tú también a mí —Confesó SeungCheol bajándolo al suelo, lo abrazó por la cintura y JiHoon lo hizo por el cuello —Te extrañé demasiado, si vuelves a viajar me iré en tu maleta.
—Si vuelvo a viajar voy a querer que vayas conmigo —Soltó una risita y SeungCheol se alejó para mirarlo a los ojos, seguía sin poder creerlo pero JiHoon no se lo permitió, haciendo fuerza para aferrarse a él —No, no, no lo hagas, déjame estar así un ratito más, fueron muchos meses.
Fueron preciados minutos que volvieron a sentirse en paz, donde SeungCheol no se cansó de repetirle lo feliz que estaba, lo orgulloso que lo hacía sentir y de cuánto lo quería.
Y donde JiHoon volvió a enamorarse de la persona que le había entregado su corazón.
A las nueve de la noche JiHoon ya había recorrido todo el departamento, había ido a las tiendas cercanas haciendo el mismo recorrido que antes, conociendo las calles, saludando a sus vecinos, conociendo sus rostros y sorprendiéndose con los más pequeños detalles de la vida.
Tocaron el timbre de la puerta, se limpió las manos, bajó el fuego de la estufa y dejó los dos platos sobre la isla de la mesa para ir a abrir.
SeungCheol estaba con un ramillete de flores en las manos, escondiéndose detrás él, se asomó tímidamente con una sonrisa —Para ti.
—Son las que siempre me llevas al teatro —Las recibió encantado haciéndose a un lado de la puerta permitiéndole entrar —Gracias, debo confesarte que esperaba que las trajeras porque quería saber cómo eran, y son muy lindas.
Su cuerpo chocó con la espalda del mayor cuando éste se detuvo, SeungCheol se giró hacia él y JiHoon miró los dos platos en la cocina —Te estaba esperando —Lo miró con inocencia.
Al parecer SeungCheol por ratos olvidaba que JiHoon ahora podía ver pero para el pequeño cantante era agradable la sensación de cosquilleo en su estómago al mirarlo de reojo encontrándose con la mirada del mayor mientras picaba las verduras.
SeungCheol le provocaba sensaciones inexplicables con la mirada.
Después de cenar y platicar, SeungCheol preparó dos tazas de té y se sentaron a beberlo, hasta que apoyó la cabeza en una mano y su mano libre buscó la de JiHoon, comenzó a cerrar los ojos bajo la mirada enternecida del castaño.
—Vamos a la habitación —JiHoon se levantó del taburete, rodeó la isla y tomó las manos de SeungCheol haciéndolo levantarse y caminar.
—¿Qué? —Dijo somnoliento, con una sonrisa cansada en el rostro.
—A dormir —Lo hizo caminar por el pasillo que llegaba a la habitación principal —Cierra los ojos, yo te guío.
—¿Me llevarás a la cama con los ojos cerrados? —Preguntó SeungCheol divertido obedeciendo a la petición de JiHoon.
—Sí, ahora es mi turno de ver por ti —Dijo juguetonamente.
La rutina fue la misma, JiHoon le entregó ropa para dormir y sacó la suya, se colocaron de espalda, cada uno a un lado de la cama pero las mejillas de JiHoon se ruborizaron al ver la espalda ancha y desnuda de SeungCheol al darse la media vuelta ordenando su ropa, bajó la mirada avergonzado y SeungCheol terminó de vestirse.
—Ven aquí —Lo llamó SeungCheol acostándose bajo las sábanas, JiHoon estaba descalzo, solo con una camiseta ancha, apagó la luz y se acostó por el otro extremo de la cama, acomodándose de lado, hacia SeungCheol, al igual que el mayor lo hizo hacia él con una pequeña separación entre sus cuerpos que era innecesaria.
Ya sabía que lo contemplaba hasta dormir pero jamás se había imaginado la forma en la que lo miraba, sus ojos estaban llenos de cariño, respeto, admiración, y sobre todo estaban llenos de amor.
—¿Si sabes que ahora puedo verte, verdad? —Preguntó JiHoon achinando sus ojitos.
El pelinegro desvió mirada hacia el techo blanco de la habitación —Tardaré en acostumbrarme.
—No he dicho que dejaras de hacerlo —Colocó una mano en la mejilla de SeungCheol regresándolo a su lugar y se acercó un poquito más —He esperado tanto tiempo para verte que ahora lo único que quiero es hacerlo todo el tiempo.
—¿Solo mirarme? —Sus piernas tocaron las de JiHoon al acercarse más.
JiHoon sonrió enseñando sus hoyuelos y SeungCheol se inclinó hacia él posando sus labios en el coqueto agujero de su mejilla, no se alejó, escucharon sus respiraciones y JiHoon fue quien comenzó a correr su rostro rozando los labios del pelinegro, jugando con la tentación de saber cuál sería el primero en caer, unieron sus frentes y SeungCheol movió la nariz de JiHoon con la suya, el músico abrió ligeramente la boca y SeungCheol tomó su labio inferior haciéndolo sonreír pero lo soltó y volvió con el superior.
—Y besarte —Dijo JiHoon en voz baja deslizando sus dedos por el cuello de SeungCheol, sintiendo sus grandes manos en su cadera.
Sus alientos se mezclaron, JiHoon levantó un poco la cabeza y colocando una mano en la mejilla de SeungCheol se besaron con ternura, probándose, acariciándose y amándose.
El beso se volvió apasionado y SeungCheol lo abrazó con fuerza, JiHoon colocó sus manos en los hombros del mayor y se dejó llevar por el movimiento de sus labios.
Tomaban breves pausas para recuperar la respiración, sin abrir los ojos, sin alejarse, sin dejar de desear volverse a besar.
Y estuvieron así por minutos.
—Te amo mi preciosito —Susurró SeungCheol con los ojos cerrados, recuperando el ritmo normal de su respiración.
JiHoon sonrió y se volvieron a besar —Te amo Cheol —Dijo emocionado recibiendo un beso en uno de sus hoyuelos.
—Siempre me ha gustado besarlos —Confesó abriendo los ojos.
—Lo has hecho tantas veces que tienen tu nombre —Acarició el cabello oscuro del mayor —Pero mis labios sienten un poco de envidia.
—¿Sí? —Rozó su boca con la de JiHoon, riéndose como si acabasen de hacer una travesura.
—Sí —Cerró los ojos y separó los labios.
—Entonces habrá que ser justos.
Se besaron hasta quedarse dormidos, SeungCheol fue el primero y JiHoon batalló contra sus cansados párpados para dibujar el rostro del mayor con la punta de sus dedos, deslizándolos por su nariz, sus labios, sus pómulos, delineando su mandíbula y besando los lunares que estaban a la vista.
Lo amaba.
Estaba tan enamorado de él.
SeungCheol era la persona a quien le entregó su corazón desde el primer momento que lo conoció.
Sin verlo.
Pero ahora que tenía la posibilidad de hacerlo, no quería ver a nadie más, no se imaginaba ver otro rostro acostado junto a él, otros brazos rodeándolo, otros ojos mirándolo con ese inmenso amor, no imaginaba besar otros labios.
Ni besar otros lunares.
Pasó poco tiempo para que JiHoon volviese a presentarse en el teatro de la ciudad y los nervios se lo estaban comiendo, había practicado miles de veces y en cada oportunidad SeungCheol subía al escenario aplaudiendo y diciéndole que era el mejor pero ahora estaría frente a más de cien personas y temía ver decepción en sus rostros, aburrimiento por su música.
Subió al escenario mirando sus pasos, siendo incapaz de levantar la cabeza y escuchando los aplausos del público, se sentó frente al piano, sus manos temblaban y por un momento pensó que no podría hacerlo.
Levantó la cabeza y fue el peor error que pudo cometer.
Sus ojos divagaron por el público y su garganta se cerró, su boca se secó y el miedo lo paralizó.
Hasta que sus ojos llegaron a SeungCheol, quien estaba sentado en la primera fila dándole su apoyo incondicional, el mayor le sonrió y le lanzó un beso por el aire, fue como si su corazón hubiese vuelto a latir, porque la sangre subió hasta sus mejillas sonrojándolo.
Comenzó a tocar y al cantar miró a SeungCheol, su inspiración para las letras y melodías, la persona que le había enseñado a amar.
Y a amarse.
La última canción finalizó, JiHoon hizo una reverencia y los aplausos hicieron vibrar cada parte de su cuerpo.
En el camerino los chicos lo felicitación por su asombrosa presentación, JiHoon tomó su chaqueta y miró a través del espejo la puerta donde estaba SeungCheol esperándolo con un ramillete de flores en las manos.
Se dio la media vuelta y corrió hacia el pelinegro, aceptando las flores y llenándole el rostro de besos.
—Felicidades —Logró decir entre risas.
Salieron del teatro y tomaron un taxi con destino al restaurante donde cenarían, JiHoon pagó los dos pasajes y sin miedo, ni timidez se acercó a SeungCheol, deslizando sus manos por dentro del abrigo, abrazándolo por la cintura y recostándose en él.
De pronto JiHoon levantó la cabeza del cálido pecho de SeungCheol y lo vio dibujando un corazón en la ventanilla empañada del taxi, sonrió y cuando terminó tomó el mentón del pelinegro con cariño y se miraron a los ojos.
SeungCheol tenía un universo en ellos y JiHoon se tomaría toda la vida en admirar cada una de sus estrellas.
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