Capítulo 17
Los primeros efectos secundarios de la quimioterapia fueron náuseas y vómitos, Suni despertó esa mañana con un intenso dolor de estómago y no tardó en sentarse y vomitar, estiró el brazo para poder alcanzar el timbre de llamada, el mundo se le volteó y casi se fue hacia adelante pero MinKi llegó inmediatamente, alcanzó a sujetarla y a sobarle la espalda, era lo único que podía hacer, Suni temblaba y las lágrimas descendían por sus mejillas.
Era esencial estar en esos momentos donde necesitaba apoyo y pensó que por un momento se enojaría y le reclamaría pero no fue así, estaba demasiado cansada como para hacerlo, junto a un paramédico cambiaron sus sábanas y la bata que traía, MinKi la cargó y Suni rodeó sus hombros con ambos brazos, escondiéndose en su cuello mientras el médico seguía diciéndole dulcemente que estuviese tranquila, que era normal y que ya pasaría.
—¿Aún te duele? —Preguntó MinKi sentándose en la cama junto a la pequeña.
—No —Cerró los ojos y su respiración se volvió más pausada al tener la mascarilla puesta, buscó la mano del castaño y cuando la encontró la apretó con debilidad —Doctor MinKi.
—¿Si?
—Quiero salir al jardín a reventar burbujas con usted —Habló Suni.
—Ahora no podemos hacerlo, princesa —Tomó la mano de la menor con las suyas y la acarició —Debemos cuidarte ahora más que nunca pero prometo llevarte a un parque cuando salgas de aquí y pasaremos todo un día reventando burbujas.
—¿Todo un día? —Se le escapó una sonrisa.
—Sí.
—Quiero ver muchas flores de colores y correr por ese parque donde me llevará —Musitó abriendo lentamente los ojos, estaban llorosos pero llenos de esperanza —¿Podríamos llevar comida y hacer un picnic como los que salen en las revistas?
—Sí, claro que podremos hacerlo —Le regaló una sonrisa y se inclinó hacia adelante para que pudiese verlo mejor —¿Cuál es tu sándwich favorito?
—El pan.
—Me lo imaginaba —Soltó una risita —¿Con qué?
—No lo sé, ¿Qué se le puede poner?
El orfanato de Suni tenía muchas necesidades, se ocupaban de demasiados niños para el poco presupuesto que llevaban cada mes y las carencias eran notorias, el mundo de la pequeña se reducía a cuatro paredes, a pan y leche y un plato de legumbres, ese era el mundo que conocía desde que nació —Haré de todos los tipos para que los conozcas y elijas tu favorito.
—Deberá pedir permiso al orfanato —Solo podía pensar en que aceptaran y la dejaran salir, a ellos no les daban permiso pero esperaba que por ser un doctor y haberla cuidado lo permitieran.
Pero el solo hecho de pensar que tal vez al mejorarse no vería nunca más a MinKi no le gustaba porque a pesar de que no se lo esperaba, lo extrañaba cada vez que no estaba allí.
—Lo haré.
—¿Puedo llevar a Bella? —Preguntó Suni.
—¿Bella?
—Mi muñeca —Miró la mesita de noche donde tenía una muñeca de trapo a la que le faltaba uno de sus brazos —Ella tampoco conoce cómo es afuera.
Esa era la ilusión que Suni debía tener y mantener, esos pequeños sueños que le daría ganas de seguir viviendo.
Era impresionante con lo que soñaba, tan sencillos para el resto del mundo pero tan importantes para ella, mientras el resto se quejaba por todo habían niños que lo único que querían era tomarse un helado, ir a la playa, reventar burbujas, tener una familia o poder ir a la escuela.
—Estoy enfadado —Habló Daniel en lo que preparaba una bandeja con diversos medicamentos.
—¿Por qué? —Preguntó el paramédico que estaba a su lado y MinKi llegó a la estación de enfermería para lavarse las manos.
—Con mi pareja queríamos viajar a Tailandia el próximo mes pero el muy idiota no me dijo que sale de vacaciones recién en navidad.
—Al menos a ti no te dejaron plantado en la primera cita —Aquel hombre rodó los ojos —Me gustaba mucho esta chica y no apareció, me bloqueó en Instagram y no sé qué le hice.
—Quizás te vio de lejos —Se burló Daniel soltando una risita.
—¿Cómo está la pequeña y rebelde Suni? —Se voltearon hacia MinKi.
—Bien, se ha quedado dormida —Respondió el médico —Necesito que estén pendientes de ella y si ocurre algo y yo no estoy aquí no duden en llamarme, no importa la hora.
—Le cogió mucho cariño —Comentó Daniel.
—Es imposible no hacerlo de alguien que su mayor deseo en este momento es ir al jardín a reventar burbujas y no puede hacerlo porque un pequeño resfrío puede ser mortal —Deshecho las toallas de papel —Puedes esperar hasta diciembre para poder viajar con tu pareja y hablar con mis padres para cambiar tus vacaciones y si la chica te ha bloqueado quizás es porque no era para ti, no es el fin del mundo, hay muchas más que estarían encantadas en conocer a alguien como tú.
—Gracias Doctor Choi, ahora nos sentimos como unos idiotas.
—Nos humilló y pateó en el suelo —Agregó Daniel y MinKi les sonrió.
Él, que también había estado en el lugar de Suni y de cada niño en esa fundación había olvidado la importancia de los pequeños detalles, la importancia de vivir y de los placeres que muchas veces pasamos de largo, nos centramos y preocupamos en lo innecesario, nos ahogamos en un vaso de agua y hacemos en una tormenta en él.
Cuando hay un montón de cosas para ser felices.
La gente no parece saber lo valiosa que es su vida hasta que la ve perdida y esos pequeños detalles se vuelven grandes cuando faltan.
Vio a DoYeon salir de una habitación con tres fichas en sus manos, el azabache mantenía la miraba baja mientras caminaba hacia el mesón y MinKi disimuladamente llegó a su lado.
—¿Qué tal va el trabajo en el hospital? —Preguntó apoyando los codos en el mesón mientras movía su pie en círculos.
—Bien —Respondió DoYeon sin mirarlo, seguía escribiendo —El servicio está tranquilo.
—Eso es bueno.
—Necesito que le tomen exámenes a ellos dos —Ordenó DoYeon entregándole los papeles a Daniel —Mañana vendré a ver los resultados, en caso que no pueda venir se los enseñas al doctor SeungCheol por favor.
—Sí, doctor.
—¿Ya te irás? —MinKi se mordió su labio inferior.
—Debo volver a casa, ducharme, comer algo e ir al hospital.
—Pensé que solo venías a verme a mí.
—Lo hago —Dijo tranquilamente —Pero también tengo obligaciones y no puedo dejar el trabajo a la mitad.
—¿Lo sigues haciendo? —Preguntó con una sonrisa, acercándose más al mayor —DoYeon.
—Espérame un momento —Continuó con la vista fija en la punta de su bolígrafo.
—DoYeon —Volvió a llamarlo subiendo su mano y tomando la corbata del azabache.
—Un momento.
—DoYeon —Tiró de la corbata para que lo mirara y lo consiguió.
—MinKi —Lo regañó con voz suave porque apenas lo tuvo tan cerca otra vez todas sus preocupaciones desaparecieron —Lo sigo haciendo, sigo viniendo solo para verte.
—Lo sabía —Sonrió y soltó la corbata de DoYeon.
—Al parecer se te pasó el enojo —Lo miró de reojo escribiendo lo último en las fichas.
—¿Con ese enfermero? —Arqueó una ceja —No te equivoques, sigue siendo un idiota al coquetearle a alguien que está comprometido.
—Aquí tienes —Le entregó todos los documentos a Daniel y se giró hacia MinKi —Debo irme.
—Lo sé —Colocó las manos detrás de él e inconscientemente giró uno de sus pies en círculos, DoYeon bajó la mirada y sonrió antes de volver a mirarlo a los ojos —Que tengas un buen turno.
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