Capítulo 14
—¿Como que no te casarás?
—¿Es una broma? —Volvió a preguntar SeungCheol dejando su bata y la de JiHoon sobre el sofá.
—No —Respondió MinKi, con una cubeta de helado en las piernas mientras veía televisión en la sala de la casa. Era día domingo y tuvo toda la noche para llorar a solas ya que sus dos padres se quedaron en la fundación, estaba con ropa deportiva, despeinado y con los ojos hinchados de tanto llorar.
DoYeon no lo había llamado.
Y él tampoco lo hizo.
—DoYeon no está seguro de querer hacerlo —Agregó mirando la película en la pantalla, JiHoon se paró frente a ella y SeungCheol tomó el control para apagarla.
—¿Debería sacar mi bate de béisbol? —Preguntó el pelinegro.
—Ha sido mi culpa —MinKi dejó a un costado el helado y se acostó en el sofá, cubriéndose con la manta que había llevado anoche cuando quiso dormir y no logró hacerlo —Lo descuide y lo perdí.
—MinKi —Habló JiHoon mirando a su hijo, se sentó a su lado, el menor se lanzó a sus brazos y se echó a llorar desconsoladamente —Cariño, está bien, puedes llorar.
—No, no puede llorar porque si lo hace lloraré también —Dijo SeungCheol.
—¿No te dio una razón? —Preguntó JiHoon dando suaves caricias en la espalda de MinKi —¿Discutieron?
—Me dijo que él me ha estado persiguiendo durante este último tiempo —MinKi deshizo el abrazo y JiHoon limpió sus lágrimas —Que lo he dejado solo por estar tan ocupado y que deberíamos casarnos cuando estemos seguros pero luego lo llamó un enfermero del hospital, nos interrumpió dos veces y no sé si solamente fue que lo he dejado solo u otra cosa.
—¿Infidelidad? —Hasta JiHoon se sorprendió.
—Yo le parto la cara —Dijo SeungCheol y JiHoon alzó la mirada, chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—Conocemos a DoYeon —Tomó las manos de MinKi transmitiéndole tranquilidad o al menos intentándolo pero al parecer no funcionaba porque el menor seguía sollozando —Sería incapaz de causarte daño. Te dijimos que estabas distraído, está bien que te dediques al trabajo y seas tan responsable y profesional pero no debes descuidar tu vida personal, los pacientes y todo lo que tenga que ver con ellos queda en la fundación, no puedes llevarte sus problemas a casa.
—Nunca pensé que lo había dejado tanto de lado —Volvió a llorar y a SeungCheol se le rompió el corazón.
—¿Cheol? —JiHoon miró hacia arriba donde estaba el pelinegro —¿No quieres decirle algo a nuestro hijo?
—Sentado ahí con una cubeta de helado no solucionarás nada, levántate y búscalo.
—Papá.
—El matrimonio no se trata de ser una linda pareja sino de formar un gran equipo. Si realmente amas a DoYeon y él te ama tanto como lo ha demostrado durante todos estos años hablarán de sus preocupaciones y sabrán cómo sobrellevarlos juntos, problemas existirán siempre y deben aprender a salir de ellos como una pareja.
Los labios de MinKi temblaron y no tardó más de dos segundos en echarse a llorar nuevamente, un poco más fuerte, abrazando sus piernas y escondiendo el rostro entre ellas.
—¡Cheol! —Regañó JiHoon a pesar de tener razón.
—DoYeon dijo que me adelanté y no sabe cómo alcanzarme —Balbuceó MinKi.
—Son errores de una pareja joven y está bien cometerlos —SeungCheol se sentó en el sofá, al otro extremo de donde estaba JiHoon, tomó las muñecas de MinKi e hizo que levantara la cabeza —MinKi, escúchame, bebé, hayan roto o no el compromiso no significa nada, ustedes se aman y lo sé, la vida no se termina aquí. Cuando quieran pueden casarse, no debe ser esta semana, no debe ser el próximo mes, ni este año, hablen, abran sus corazones y apóyense.
—No te queremos ver llorando porque nos partes el alma —Agregó JiHoon con el corazón encogido por la situación.
—Podríamos encargar comida para la cena —SeungCheol limpió las lágrimas de MinKi y le regaló una sonrisa —Será tú favorita.
Al día siguiente DoYeon no había ido a la fundación, tampoco le correspondía ir, MinKi sabía que estaba en turno en el hospital pero él quiso ir a atender a sus pacientes.
—No me gusta que me pinchen —Habló Suni al ver la aguja acercándose a su brazo.
—Bien —MinKi la miró a los ojos y deshecho la aguja —No te preocupes.
—Está triste.
—No —Mintió.
—No es necesario que me mienta.
—¿Estás curiosa por lo que me pueda pasar?
—No —Respondió desviando la mirada —Pero siempre anda tan feliz que es extraño verlo serio.
—¿Harías algo por mí?
—Usted fue quien me encontró el otro día en el suelo —Dijo la pequeña llevando la mano hacia la mascarilla pero la bajó al recordar lo que MinKi le había dicho, debía usarla —¿Qué puedo hacer?
El médico tomó su mano y sentado la silla se inclinó hacia adelante para llevarla hasta su mejilla, cerró los ojos y se quedó quieto sorprendiendo a Suni.
—Me siento mucho mejor ahora —Abrió los ojos y sin darse cuenta al bajar la mano de Suni, ella apretó sus dedos para que no la soltara.
—¿Con tomar mi mano?
—Así es.
—¿Por qué?
—No lo sé —Se le escapó una sonrisa nerviosa y miró el carro de punción que estaba junto a la cama —Me gusta tomar tu manita, me transmites felicidad.
—¿Felicidad? —Frunció levemente el ceño —Tengo cáncer, no tengo felicidad.
—¿Sabías que con el cáncer no pierdes nada? Sólo ganas —La miró con ternura, tanta que hizo que Suni se sintiese conectado con él, como si pudiese ponerse en su lugar y entenderla —Ganas de vivir, si sigues con la ilusión de vivir, no pierdes. Dime, ¿Cuáles son tus sueños?
—¿Sueños?
—Sí, ¿Qué te apetece hacer?
—¿Ahora mismo?
—Sí —Animó a hablar —Dilo y lo haremos.
—Quiero salir al jardín —Contestó sentándose en la cama —Y estallar burbujas.
—Vamos —MinKi se levantó y los ojos de Suni se abrieron a tope sin poder creerlo.
—¿Habla en serio?
—Tendremos que ir armados, llevaremos el tanque de oxígeno en una silla de ruedas y deberás abrigarte.
—¿Saldremos?
—Espérame aquí.
En la fundación recibían donaciones a diario, MinKi entró a la bodega y buscó ropa para Suni, no podía salir al jardín con la delgada bata que le daban allí, encontró un pantalón color celeste y una chaqueta amarilla que podía servirle.
Y al parecer había dado con su talla.
—¿Saldremos? —Volvió a preguntar la pequeña mientras MinKi la vestía, Daniel entró una silla de ruedas sin poder creerlo, no era que nadie le hubiese ofrecido salir a jugar, solo que Suni se negó siempre a hacerlo así que no siguieron insistiendo.
—Y te haré reír hasta que no puedas más.
—Eso no sucederá —Miró los ojos de MinKi achinarse al sonreír y el corazón de ella se sintió cálido al verlo feliz otra vez.
Salieron al jardín y MinKi empezó a hacer burbujas que al principio Suni veía volar con el viento, pronto comenzó a querer estallarlas pero no alcanzaba a hacerlo así que el mayor sacó varias y con cuidado la tomó en brazos.
Por primera vez la vio sonreír a través de una mascarilla.
Por primera vez escuchó su adorable risa que quiso grabarse en la mente.
En ese mismo instante DoYeon tomó la ficha de Suni y entró a su habitación, al no encontrarla quiso salir corriendo a avisar pero una risa conocida lo hizo asomarse por la ventana y encontrar a MinKi arrodillado frente a la pequeña que estaba sentada, él estaba haciendo las burbujas y ella jugaba a poder reventarlas todas con la punta de su dedo índice.
Cuando no lograba hacerlo MinKi le pellizcaba suavemente la mejilla.
No pudo quitar la mirada de aquella adorable escena.
—¿Es lindo mi hijo, verdad?
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