Supernova

Día 6: Fijación mutua



Los ojos negros se desviaron de la persona que tenía enfrente para enfocarse en la mujer que tenía a un par de de mesas más lejos. Parecía bastante atenta a lo que el hombre que estaba con ella le decía y sonreía de vez en cuando.

Aquella escena le causó un desazón en su estomago, ante la idea de que podría concretarse.

Hasta que el sonido del reloj lo hizo reaccionar, disculpándose con la mujer que tenía enfrente y se veía realmente interesada, deslizandole en un papel su número telefónico. Jellal tomó el número por cortesía pero una vez que estuviera fuera se desharía de todos los números que tenía en su bolsillo.

Por su parte, Erza dejó con gran pesadez la mesa en la que estaba, había tenido que fingir sonrisas para hacerle pensar a ese hombre que lo estaba escuchando cuando la realidad es que no dejaba de considerar el salir de ahí lo antes posible. En ese momento se sentó en la siguiente mesa con fastidio, observando un hombre rubio que parecía menor. No escuchó su nombre, su atención se dirigió hacía el lado derecho, buscando entre las mesas aquella cabellera azul que tanto conocía. Lo vio hablando con una mujer y como esta estiraba la mano para tomar la del hombre.

¿Porque había aceptado ir a la cita de cinco minutos?

Sabía la respuesta, la insistencia de sus amigos había sido tal que a ambos no les había quedado alternativa, aunque ambos no tenían la más mínima esperanza de que eso funcionara. Lo hacían por el simple hecho de silenciar a sus amigos.

La gran campana del reloj volvió a sonar, provocando que todos en las mesas se movieran en busca de una nueva pareja.

Jellal se acercó hasta una mesa en especifico y se dejó caer en la silla vacía, mirando aquella cabellera roja que tenía enfrente, dejando salir un suspiro de total pesar y fastidio. Observó el reloj que comenzó a correr ante ellos y posteriormente vio el gran reloj que estaba en la pared que indicaba cuanto tiempo restaba de esa actividad.

—¿Has encontrado algo interesante?—Erza abrió mientras apoyaba su barbilla en su mano.

—Sabes que no he venido aquí para buscar nada.

Ella miró a su alrededor observando el resto de hombres que había, ella tampoco había ido ahí para buscar una pareja. Además que no había nadie que valiera la pena. Había un hombre gordo y bajo que no dejaba de verla y eso la hacía estremecer de repugnancia. Hasta que vio a Mira observándola desde fuera del área de citas juntos con Laxus, ambos hablaban mientras los miraban juntos. Tal cosa parecía no gustarles, se suponían que estaban ahí para encontrar gente nueva.

—¿Listo para irte? —Mencionó con cierta complicidad, virando el rostro para que sus amigos no vieran sus intenciones.

Jellal simplemente sonrió mientras asentía y ambos se levantaron, caminando con rapidez hasta alcanzar la puerta de salida trasera, para evitar ser vistos por sus amigos y una vez que llegaron ahí salieron corriendo lo más rápido que pudieron, alejándose sin mirar atrás. Él corría mucho más rápido, por lo que entrelazó su mano con la femenina, jalándola más.

Mira observó las mesas una vez que Laxus terminó de hablar, recorriendo todo el lugar, sin encontrar lo que quería. Dejó salir un suspiro al no encontrar las cabelleras sobresalientes.

—¿Que sucede?—Laxus le preguntó.

Mira simplemente sonrió no sabía si esa era una victoria o una derrota.

Jellal había conocido a Erza en la escuela preparatoria, forjando una amistad desde el inicio cuando sus personalidades encajaron a la perfección. Podían entenderse a niveles que las demás personas no comprendería, casi como si pudieran leer su mente. Lo cual había facilitado el trabajar juntos en proyectos y participando en concursos de desempeño académico poniendo en alto el nombre de su escuela.

El que se entendieran tan bien había llevado a pensar a sus amigos, que había algo más que amistad entre ellos y que prontamente terminarían formalizando una relación. Algo que todos esperaron en la secundaria y en la universidad. A pesar de que ambos se habían ido a ramas diferentes, ella al área de robótica y Jellal a la astrología, siempre se mantuvieron en contacto, reuniéndose cada semana y si era posible, ayudándose entre si con los proyectos o tareas que tenían acumuladas. Erza fue el soporte de Jellal en muchas ocasiones, cuando ella le ayudaba a estudiar toda la noche para aún trabajo o en la época de exámenes.

Erza por su parte solía decirle que sin él jamás hubiera llegado a donde esta, ya que él le había brindado el apoyo y valor que necesitaba para ingresar a una carrera que era dominada en gran mayoría por hombres y donde el nivel de competencia y destreza eran abrumadoras. Si ella no se tomaba en serio su carrera, se vería pisoteada por el resto de mentes brillantes que había. Jellal sabía que estando él o no, ella hubiera llegado tan lejos como ahora, siendo la líder de desarrollo de prótesis de la universidad nacional. Ella jamás lo había necesitado como siempre solía decir.

A pesar de eso, le gustaba escucharlo y pensar que era importante para Erza como ella lo era para él.

Ambos se habían dedicado tanto a ascender en sus respectivos trabajos, él como astrofísico en la NASA, que habían dejado de lado cualquier índole romántica en sus vidas. Cosa que habían sacado de todo balance a sus amigos, sin creerse que luego de tanto tiempo juntos ambos seguirían como simples amigos. Jellal había estado en desacuerdo, porque Erza no era una simple amiga, había mucho más detrás. Era una persona incondicional en su vida y única.

Siempre hacía un espacio para Erza en su vida, sin importar cuanto trabajo o pendientes tuviera.

Sus amigos los habían forzado a venir pero Jellal no necesitaba nada de eso, miró la mano femenina entrelazada con la suya. Porque él solo tenía ojos para Erza Scarlet. Él la amaba desde la secundaria, en secreto, aunque eso jamás había pasado desapercibido para sus amigos. Él error de Mira y Laxus era el pensar que Erza le correspondía, cuando el amor que había entre ellos era unilateral. Jellal estaba enamorado y Erza simplemente lo apreciaba.

Y si eso era lo único que podía obtener de Erza, eso era suficiente.

Podía vivir sin nadie más mientras Erza estuviera en su vida como amiga de vida y compañera. El hecho de ir ahí por la insistencia de Laxus aunque sabía que nadie podía llamar su atención como Erza. No había podido dejar de verla en cada una de sus citas, con el miedo recurrente de que alguien más lograra atrapar el corazón de Erza, aquel que él no había podido cautivar. Se adentró, sin detenerse, saltando el pequeño muro que separaba la calle de la arena, hasta la playa que estaba a su derecha, llevando con él a Erza. Bajando por el desnivel del suelo que estaba llena de piedras hasta que se tropezó sin darse cuenta y ambos rodaron por la arena, mientras se reían.

Erza cayó al suelo de espaldas y encima de ella cayó Jellal, anteponiendo sus brazos para no aplastarla.

La Scarlet sintió su pecho vibrar ante esa posición, el cuerpo masculino presionándose contra el suyo y como los últimos rayos del sol iluminaban el cabello azul eléctrico del masculino. Aprecia tanto lo que Mira había intentado hacer con eso de las citas, pero la realidad es que ella solo tenía ojos para Jellal, desde el primer momento que lo había visto entrar al salón de clases y sentarse a su lado.

Todo en él la había atraído, su voz, la manera en que le hablaba y su mirada oscura observándola tan profundamente como el cielo estrellado que él tanto adoraba. Él había sido la razón por la que se había animado a perseguir su sueño, dándole el valor para lograr lo que quisiera.

A pesar de aceptar aquella idea de las citas, tuvo miedo de que Jellal encontrara a alguien en ese lugar. Había visto a muchas mujeres bonitas dándole su número. Él tenía de donde elegir, ese nunca había sido el problema. Suponía que muchas mujeres se habían reprimido de acercarse porque ella estaba a su lado y suponían que estaban juntos ¡Como si fuera posible! Como si fuera posible que Jellal la quisiera tanto y de la forma que ella lo quería. Secretamente Erza lo quería para ella, pero sabía que no era correspondida.

Si Jellal era feliz con alguien más, ella lo sería.

Pero verlo encima suyo, con esos ojos grandes y oscuros consumiéndola, la hicieron estremecer, sintiéndose egoísta por disfrutar aquella cercanía que jamás había experimentado. Quería que siguieran de esa forma, al menos un momento.

—¿No quieres regresar? —Había salido de su boca antes de considerarlo y lo lamentó.

A fin de cuentas era un eco de sus inseguridades de que una vez que Jellal encontrara a alguien más, ella quedaría de lado.

—No

—¿Porque no? —Ella quería saber, necesitaba saber que era lo que pensaba.

Jellal la observó debajo suyo, con los labios resplandeciendo en ese labial rojo que había empezado a usar una vez que entró a trabajar. Ese carmesí lo tentaba en cada momento.

Siendo un astro-físico sabía perfectamente que había hechos y eventos que solo sucedían una vez cada millones de años, sucesos que eran tan magníficos y extraños que si los presenciabas eras la persona más afortunada del universo, sitio donde se ocultaban los misterios más increíbles.

Jellal había encontrado algo que era mucho más maravilloso que cualquier cometas y constelaciones, su destino se había cruzado con el de Erza. Ella era mejor que cualquier cosa del universo y todos estos años se había guardado para si mismo el tenerla, disfrutando de cada sonrisa que ella le dedicaba y de su sola presencia.

Sin embargo en ese justo momento, teniéndola debajo suyo se preguntó si el atreverse a intentar algo más sería un catástrofe tan monumental como un agujero negro. El miedo recurrente de arruinar lo que tenían lo llevó a reprimirse durante tantos años. Pero ya no podía hacerlo más, no con ella luciendo tan encantadora.

—¿Porque quisiera regresar? Si te tengo a ti.

Impulsado por el color rojo de sus labios y en lidiar con las consecuencias después, con una de sus manos acarició la mejilla femenina y se fue acercando hasta ella. Vio los labios femeninos entreabriéndose, preguntándose si era una invitación a seguir. Aferrándose a esa esperanza falsa unió sus labios con lo de Erza, sintiendo la electricidad correr en el contacto.

Aunque él quisiera jamás podría huir de Erza y tampoco quería hacerlo. Ni en ese momento ni nunca.

Su pecho se estremeció cuando el beso fue correspondido y sin más, dejó el miedo atrás y el hecho de contenerse durante todos esos años y se entregó al sentimiento que Erza le había hecho sentir durante todo este tiempo, besándola con toda la intensidad posible, impregnándose de su esencia.

Erza había sentido estallar su corazón al escuchar las palabras del masculino, para posteriormente recibir todo lo que Jellal le ofrecía y ella misma se entregó al beso, siguiendo la danza de sus labios que incrementaban de intensidad, a fin de cuentas podía dejar salir todo lo que había reprimido en ese tiempo. Tantos años preguntándose a que sabrían los labios de Jellal y finalmente los había probado, sus labios encajaban perfectamente, como si estuvieran hechos a la medida.

Eso era lo que siempre había necesitado, nunca nada más. Si podía estar con Erza, si ella aceptaba sus sentimientos, todo estaría bien. Su vida estaría completa. No podía pensar en nada más maravilloso que ese momento y en el tiempo que le había demorado, pero estaba dispuesto a recuperar el tiempo perdido, jamás dejaría ir a Scarlet, no ahora que aquella estrella lo hacía aceptado.

Erza era la estrella más brillante que había encontrado, era su supernova.

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Que complicado ha sido escribir este día, ya que me había confudido de prompt y he tenido que replantear la idea pero feliz del resultado.

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