I will remind you
Día 5: Tensión
Advertencia: Universo alternativo ‖ Mundo moderno ‖ K+ ‖ Ambos tienen 27 años ‖ Romance- drama‖ Ambos trabajan en la misma empresa
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La luz encima de la puerta resplandecía mientras el elevador iba subiendo por los tantos pisos del edificio. Los ojos marrones observaban detenidamente cada número, se le había hecho tarde aquel día por cuestión del transporte, esperaba que su jefe no hubiera llegado o estaría en problemas.
Movió su pie inquieta mientras el número 17 estaba en la pequeña pantalla, deseaba que aquel elevador fuera más rápido y mientras paraba en cada piso maldecía una y otra vez. El elevador se detuvo en el piso 20 y traqueó la lengua mientras veía al resto de las personas que estaban ahí descendiendo para quedar sola en la caja metálica. Vio las puertas de metal cerrándose y su atención se dirigió hacia el reloj que tenía en su muñeca, ¿sería demasiado evidente que estaba llegando una hora tarde? Ese día tendría que recompensar su retardo.
Justo cuando la puerta estaba por cerrarse una mano se adentró en el pequeño orificio, deteniendo el cierre. Erza frunció el ceño ¿acaso el hecho de estar llegando tarde sacaría a colación a cada idiota? Parecía que mientras más prisa tenía, más gente que la hacía retardar salía de todos lados. La puerta se abrió de nuevo y le dedicó la mirada más mortífera que pudo, hasta que su gesto se paralizó.
Cualquier expresión furiosa se esfumó al ver la cabellera azul adentrarse a la caja, sonreirle en forma de saludo y pararse a su lado, hasta que sus miradas se encontraron y ambos desviaron su atención. Erza miraba sus pies con gran fascinación. A la ultima persona que esperaría ver en ese momento era a él, Jellal Fernandes.
Un empleado de un piso superior al suyo, el 25, con el que tenía contacto cuando había reuniones entre los directivos de cada piso. Llevaba más tiempo que ella en la empresa, tal vez ocho años y era muy competente en su trabajo...y Erza estaba totalmente enamorada de él. Había algo en él que le atraía en demasía, no sabía si la profundidad de su mirada oscura, su cabello azul o el porte con el que se paraba o caminaba. O tal vez su personalidad amable o las sonrisas que solía dedicarle, o lo caballeroso que era. No terminaría de enumerar todas las cosas que le atraían de Jellal.
Podía hablar con normalidad cuando había trabajo de por medio, pero fuera de eso... Erza no sabía como comportarse, a pesar de que habían ido a una reunión de trabajo. Erza había tomado de más, no recordaba demasiado más que ver la cabellera azul bastante cerca de ella. Se había aferrado a la idea de que si había dicho o hecho algo importante, lo recordaría. Aún así se sentía algo nerviosa por la incertidumbre pero de forma normal la presencia de Jellal la entorpecía.
Y más ahora que estaban los dos solos en el ascensor.
Erza contempló la pantalla de nuevo, no tendría que preocuparse demasiado en algún tema de conversación, porque el número 22 estaba en la pantalla. Pronto se bajaría.
―Erza...
Justo en ese momento Scarlet giró para verlo y a la par una sacudida movió el ascensor a la para que las luces se apagaron.
La fémina miró alrededor y finalmente su atención recayó en la pantalla que se encontraba apagada. Dejando en claro que había habido una especie de desperfecto en el elevador o más posible que la electricidad se había ido.
Jellal se acercó hasta la puerta, intentando tirar de ella para ver si se encontraban en un lugar donde pudieran salir, pero se encontró con la pared. Aún así presionó el botón de emergencias y finalmente se giró hacia una Erza que miraba alrededor con nervioso.
―No te preocupes, dentro de poco vendrán a sacarnos.
―Yo lo se, no estoy preocupada.
Jellal levantó una ceja casi imperceptiblemente, ante sus ojos la mujer de cabello rojo estaba nerviosa, jugueteando con sus dedos y mirando a su alrededor como si quiera salir de ahí pronto. Si no estaba preocupada por quedarse atorada en el elevador ¿porque estaba tan nerviosa?
Ella se apoyó en la pared derecha, dejando salir un suspiro, esperaba que no tardaran demasiado. A un lado Jellal se apoyó con las manos en los bolsillos y sin decir nada. El aire se sentía tan tenso e incomodo entre ellos.
―¿Sucede algo, Erza? ―Ella se sobresaltó al escuchar la voz masculina de repente en ese silencio.
―No, no pasa nada. ―Intentó restar importancia.
Realmente no le sucedía nada más que el temor de que los latidos de su corazón se escucharan, no sabía que decir y el hecho de estar ahí con él la tenía inquieta. Pensando que debería hacer algo, actuar de alguna manera para dejar esa incertidumbre. Mira jane siempre insistía que debía lanzarse hacía Jellal o aquel estatus de "verse en la empresa y la tensión entre ellos" jamás pasaría a algo más real. Erza realmente lo quería pero no tenía las agallas de decir nada ¿y si él la rechazaba? No podía con esa idea, por lo que prefería aquella amistad que ambos guardaban en el trabajo.
―¿Acaso...es por lo de la reunión? ―La voz de Jellal sonó tan baja que por un momento Erza pensó que lo había imaginado.
Erza levantó la mirada con rapidez al escuchar eso, con el asombro presente en cada facción. Podía ver al hombre mirando al suelo, con las manos en su bolsillo.
―¿Qué cosa de la reunión? ¿Qué paso en la reunión? ¿Qué fue lo que hice? ―El miedo comenzó a abrirse paso en su cabeza, imaginando que hiciera el ridículo enfrente de todos.
Aunque nadie parecía reírse de ella al día siguiente y no había escuchado rumores al respecto.
Jellal levantó el rostro que anteriormente estaba pensativo y la miró fijamente, evaluando cada uno de sus facciones... al parecer no parecía tener ni idea de lo que había pasado en la reunión o tal vez ¿estaba fingiendo? En aquel momento él no había sabido que hacer al respecto, sin embargo, no sabía si era el ambiente tenso que flotaba entre ellos o el valor que le había faltado ese día, lo obligaron a actuar.
Dio un par de pasos hacía la fémina y apoyó su mano a un lado del rostro del fémina. Se inclinó ligeramente hacia ella, lo suficiente para que no necesitara demasiado espacio para desaparecer el espacio entre sus narices.
―¿No lo recuerdas?
Erza se quedó en su sitio, con la espalda contra la pared y su respiración se atoró en su garganta mientras el calor se disparaba en su cuerpo, incapacitando su raciocinio. Él simplemente se había acercado y la había acorralado en la pared. Su corazón estaba a punto de salirse de su sitio mientras una pregunta se repetía una y otra vez en su cabeza ¿qué era lo que había hecho?
―Yo...―Logró articular pero las demás palabras se atoraron en su garganta.
Jellal se acercó un poco más, logrando que sus narices se rozaran, sin despegar la mirada oscura de los ojos marrones. Él lo recordaba tan bien, no había dejado de darle vueltas en todo ese tiempo.
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Erza había tomado de más y las copas no dejaban de llegar a ella, por lo que Jellal tuvo que intervenir, quitándole de las manos el vaso. Nunca había visto a Erza de esa forma, siempre era muy prudente con lo que hacía y decía, pero ese día parecía bastante fuera de si. Él no dejaría que nada le pasara en esas condiciones, por lo que la había sujetado entre sus brazos, un poco nervioso ante la cercanía. No era secreto para todo su piso de trabajo sobre como solía suspirar por la líder del equipo del departamento 24. La había movido alejándose del bar y la escuchaba susurrar por lo bajo.
―Tú, déjame en paz, nadie más que Jellal puede tocarme. ―Arrastraba sus palabras y las pronunciaba mal, pero podían entenderse en mayoría.
Aquella declaración hizo detener al hombre quien casi la soltaba por la impresión pero Erza se mantuvo de pie. Y con un equilibrio que no sabía de donde había salido se acercó hasta él, invadiendo su espacio personal y tocando su rostro, como si buscara ver de quien se trataba y sonriendo tontamente al final. Él se movió hasta que fue aprisionado por la pared y Erza siguió sus pasos, sin dejar espacio entre ellos.
―Jellal, Jellal, ¿porque no me miras? ―Se balanceaba y sonreía con tristeza exagerada. ―¿Porque me ignoras cuando lo que quiero es que me mires? Yo... ―Erza levantó su mano y con su dedo indice tocó los labios inertes masculinos. ―Joder Jellal ¿porque no me quieres como yo...?¿porque no me besas?
Súbitamente ella se alejó, corriendo hacía el baño para vomitar o intentó correr, se movió a su ritmo mientras el masculino se quedó en su sitio sin saber que pensar o decir.
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Jellal no había podido sacar esa noche de su cabeza desde entonces, repitiéndola una y otra vez. Dejando en claro que él no era el único que se veía atraído. Al inicio había pensado que era porque estaba ebria, pero el hecho de que ella estuviera tan nerviosa estando los dos solos atascados ahí ¿no era una prueba de que no solo había dicho eso por que estaba alcoholizada?
Y si ese era el hecho, ella de alguna manera le había dicho lo que sentía y él no había podido responder. Tampoco es que fuera a hacerlo con ella en ese estado, aunque cuando al día siguiente ella no pareció recordar nada fue un alivio para él. Por que de esa manera no tendría que dar una respuesta...él estaba siendo un cobarde.
Había estado huyendo de todo eso y era momento que tomara la iniciativa por primera vez.
Se inclinó más, rozando sus labios con los femeninos, en una espera agónica y con la tensión presionando ambos cuerpos con gran intensidad. Erza entreabría sus labios en espera de aquel gesto. No sabía que pensar o hacer, solo se había quedado en su sitio, quieta, esperando.
―Te haré recordar.
Y sin más, Jellal atrapó los labios femeninos entre los suyos, saboreandolos como hace tanto quería hacer, sintiendo el sabor dulce y embriagador que solo Erza podía darle. Sintiendo su pecho presionando con fuerza, respondiendo a los sentimientos que ella le había ofrecido en esa reunión. La intensidad del besó se incrementó y él rodeó su cintura, presionando su cuerpo contra el de ella.
Erza sentía las rodillas temblar ante aquel gesto y se entregó, correspondiendo el gesto como tanto había querido, dejando salir todos lo sentimientos que había sentido todo este tiempo por Jellal Fernandes. Sintiendo la calidez envolviéndolo y sucumbiendo al sabor masculino que la envolvía.
Hasta que el sonido del ascensor los hizo cortar el contacto y alejarse con rapidez cuando el elevador comenzó a moverse hacía arriba. Ambos miraban al suelo, mientras estaban uno junto al otro, sin tocarse. Hasta que el elevador alcanzó el piso 24 y la mujer se movió hasta salir.
―Erza...―La voz del hombre la hizo voltear, encontrándolo dedicándole la sonrisa más encantadora. ―Te veré al salir.
Ella simplemente sonrió mientras asentía y se quedó ahí, hasta que el elevador se cerró y siguió subiendo. Dejó salir un suspiro, no tenía ni idea de que había sucedido en esa reunión o a que se refería Jellal con esa afirmación, sin embargo, algo había sucedido que lo había impulsado a actuar en el elevador. Y Erza no podía estar más feliz al respecto. Giró sobre sus piernas, caminando por la oficina y pudo ver la mirada enfurecida de su jefe mientras se acercaba con varios archivos entre sus manos, listo para sancionarla con una gran cantidad de trabajo. Pero lo que antes le había importando, el que la reprendieran por llegar tarde, luego de la sesión de besos con Jellal Fernandes, no tenía relevancia.
El llegar tarde ese día había tenido su recompensa.
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Atrasada pero decidida a terminar la semana.
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