Desire

Día 4: Estrella cruzada

Advertencia: Universo canon ‖ K+ ‖La historia se ubica una vez que los que fueron a la clase S regresan ‖ Romance‖ Un instante donde Jellal se deja llevar a pesar de su sentimiento de desprecio.

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Erza suspiró levemente mientras su mirada se perdía en las olas del mar que tenía ante ella. El viento acariciaba el agua y el sonido de cada movimiento llegaba hasta ella, relajándola. El sonido de insectos nocturnos, dejándose llevar en la quietud de la noche.

Había una fiesta en el hotel donde se estaban quedando con Natsu y el resto de los miembros de Fairy Tail que habían decidido ir ahí para poder entrenar antes de los juegos mágicos. La competencia donde estaban arriesgado todo para poder volver a poner en alto el nombre de Fairy tail, su gremio que había caído a ser uno de los más débiles ante su ausencia luego de ser congelados para salvarse del poder demoledor de Acnología.

La maga más fuerte de Fairy tail se reprendía mentalmente por haber perdido aquella vez y haber causado el sufrimiento en el resto del gremio que jamás perdió la esperanza de que ellos estuvieran vivos. Ahora debían componer el daño causado, con su triunfo en los juegos mágicos. Sin embargo, Erza sería una mentirosa si dijera que en aquel momento, sola en la playa, estaba pensando en poner en alto el nombre de su gremio.

Ella había recibido una noticia al regresar al gremio, una que no estaba lista por recibir, pero que agradecía de estar informada de algo tan importante, para tomar las medidas pertinentes.

Jellal había escapado de la cárcel y su paradero era desconocido.

Todo...era tan complicado cuando se trataba por Jellal. De niña lo había querido por su valentía al defenderla y enseñarle sobre fortaleza. Y ese afecto se había convertido en odio después de todo lo sucedido en la torre del paraíso. Odiando intensamente al masculino y todo el dolor que le había causado a sus amigos y sobre todo, el cargar con la muerte de Simon. Hasta que tiempo después se enteró que todo lo que sucedió en la isla del paraíso fue a causa de que Jellal fue poseído por Zeref. Aunque sus acciones no habían sido a consciencia él había decidido ir a la cárcel, para pagar sus crímenes.

Y tal descubrimiento la llevó a apaciguar ese odio y convertirse en duda, temor y un alivio. Porque el Jellal que había conocido de niños, aquel niño valiente y dulce no había cometido actos tan deplorables. El Jellal del que ella se había enamorado de pequeña seguía ahí. Y tal hecho había agitado su corazón sin poder evitarlo.

Luego de la noticia de su escape, la Scarlet no había podido sacarlo de su cabeza. Con muchas preguntas rondando su cabeza ¿Donde estaba? ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Él ahora era libre? Miró el firmamento que se abría enfrente suyo, un cielo oscuro con brillos destellantes por doquier. Observó las constelaciones, mientras una idea veía a su cabeza. Lo primero que había pensado cuando le dieron la noticia y lo que había pensado mientras se dirigían de nuevo al gremio luego de salir de su congelación.

Erza realmente quería ver a Jellal.

Sabía perfectamente que era una absoluta locura el sentir algo por el hombre que había intentado ofrecerla como sacrificio al mago oscuro, sin embargo, ella sabía que ese no había sido Jellal. Que el Jellal que tanto había querido de niña y que aún ahora quería estaba ahí. Se preguntó si los años que se había ausentado él había pensado en ella. Se reprendió al instante porque eso era imposible, no sabía que había estado haciendo, pero podía estar segura que ella no era una prioridad. Y que ella misma no debería estar deseando verlo, ni siquiera pensar donde estaría, pero no podía evitarlo.

Inhaló profundamente el aire limpio que envolvía él lugar y exhaló ruidosamente, debía concentrarse en su gremio y recuperar el tiempo perdido. O de eso intentaba convencerse en la soledad de la noche debajo de un cielo estrellado.

Tenía las piernas pegadas al cuerpo y las envolvía con sus brazos mientras descansaba la cabeza en sus rodillas, con su atención por completo fija en las constelaciones del cielo. Si ella estaba ahí, con el cielo estrellado como su única compañía, era inevitable que no pensara en Jellal, considerando que su magia estaba vinculada con el cosmos. Hasta que sus ojos marrones captaron un movimiento en el cielo, una estrella cruzando el firmamento con rapidez, era una estrella fugaz. Un suceso extraño de ver pero que te permitía pedir un deseo.

En cualquier otra circunstancia Erza hubiera desechado aquel hecho absurdo, sin embargo, en aquella noche melancólica y solitaria ella pidió lo que más deseaba en ese momento.

Ver a Jellal Fernandes, el hombre que amaba a pesar de que sabía que no debería.

Con un poco de suerte, luego de los juegos mágicos, sus caminos podrían volver a cruzarse. Pero Erza no sabía que era lo que encontraría. Fuera de su fuga de la cárcel, no había obtenido demasiada información más que simples vestigios de sus actividades con gremios oscuros. Unos rumores decían que había tomado el camino de la oscuridad de nuevos, otros más optimistas decían que estaba desmantelando a los gremios oscuros y ella quiso creer en esa opción.

Sacudió su cabeza, no era momento de deprimirse por esas cosas. Necesitaba concentrarse si quería ganar esos juegos y poner el nombre de Fairy Tail de nuevo, como uno de los gremios más fuerte de Fiore. Por lo que motivada por esa idea se incorporó, sacudiendo sus piernas, retirando la arena que se había quedado adherida en su piel desnuda. No había sido buena idea llevar usar un vestido.

Giró sobre sus pies para regresar al hotel que esperaba que el resto del gremio no lo hubieran destruido, dando un paso en la arena y avanzando mientras levantaba la mirada cuando se detuvo de pronto.

Sus ojos se abrieron por completo en una clara señal de absoluta sorpresa al mismo tiempo que sus labios se entreabrieron haciendo juego con su mirada. Y no era por más, ante ella estaba Jellal.

Su corazón se paralizó para prontamente reaccionar y latir desesperadamente en su pecho, incapaz de moverse o decir nada. ¿Acaso estaba soñando? ¿Era una mala jugada de su cabeza? Debía serlo porque era absolutamente imposible que él estuviera ahí. A pesar de saber eso, ella se atrevió a hablar.

―¿Jellal? ―Su voz sonó como un susurro débil ya que se perdió entre el aire.

Su imaginación estaba yendo mucho más allá, viendo al hombre dar un par de pasos y detenerse enfrente suyo. Su cabello se veía más largo de lo que recordaba, tenía una ropa gris que era cubierta por una capa azul que rodeaba su cuerpo.

―Erza.

Escuchar su voz pronunciar su nombre la hizo estremecer hasta la médula ¿acaso...era posible que de verdad se encontraba ahí? Dio un paso más hacía él y sin poder contenerse, al pensar que estaba imaginando las cosas, estiró la mano hasta que la yema de sus dedos tocaron la mejilla masculina.

Su pecho se estremeció al darse cuenta que no estaba imaginando nada, que él estaba ahi, ante ella, luego de siete años de no haberlo visto. Se avergonzó de inmediato, apartando su mano. Había sido demasiado osada al irrumpir en el espacio personal del hombre.

―¿Qué es lo que haces aquí? ―Intentó romper el silencio que los rodeaba.

Podía sentir la mirada del hombre encima suya, como si buscara algo en su rostro.

―Tengo asuntos que resolver en los juegos mágicos. Han estado sucediendo cosas extrañas.

―¿Y tú has venido a averiguar de que se trata?

El hombre asintió sin ninguna expresión en su rostro, era de esperarse, no era demasiado sincero con sus emociones.

―Estos últimos años me he dedicado a desmantelar gremios oscuros y he sentido la presencia de Zeref en los juegos mágicos, una anomalía la cual quiero resolver.

―Entiendo. ―Erza desvió la mirada.

No sabía si era por la melancolía de haber perdido siete años congelada o porque su deseo se había cumplido o tal vez porque su interior era un caos conforme a emociones, pero ella estiró la mano, tirando de la capa del hombre que estaba enfrente suyo. Su corazón latía presuroso en su pecho cuando levantó la mirada, en esa cercanía peligrosa y se encontró con aquellos orbes más oscuros que la noche pero mucho más cálidos.

El Jellal que ella recordaba estaba ahí, con esa mirada intensa y una presencia que la envolvía, sin querer alejarse. Ella quería estar mucho más cerca. Sus mejillas se tiñeron al comprender que su acto de valentía la tenía tan cerca del masculino. Se sorprendió a si misma de ver las mejillas del chico sonrojarse ¿lo estaba imaginando?

―¿Esa es la razón por la que estas aquí?―Necesitaba escuchar que lo dijera.

Él desvió la mirada un instante y volvió a verla mientras asentía, incapaz de decir nada y abrumado por la cercanía de la fémina.

―Siempre has sido un mal mentiroso. ―Dejó salir por lo bajo, mientras soltaba la capa.

Sabía que no obtendría una respuesta diferente pero tenía suficiente con eso. Ella había pedido verlo y ahí estaba, como si hubiera sido magia, no podía ser demasiado egoísta para pedir más allá de eso. Con eso podría conformarse.

―Erza...no debería pero...―Súbitamente Jellal la estrechó entre sus brazos con fuerza, como si se aferrara a ella.

Y es que realmente lo había hecho. Su tiempo en prisión lo único que lo había mantenido cuerdo era el pensar en Erza y que esperaba algún día volver a verla. Su escape en la cárcel no había sido planeado, pero el enterarse que ella había desaparecido junto con un gran número de miembros de su gremio, había causado un gran dolor en Jellal.

No podía vivir en un mundo donde Erza no estuviera.

Él sabía que aparecería, que no había muerto por acnología. Ella era mucho más fuerte que un dragón. Se aferró a la esperanza de volver a verla, de en algún momento ser lo suficiente digno para poder hablarle. Y a pesar de que habían pasado unos largos años y de que aún era indigno, no había podido contenerse cuando se enteró que ella había regresado. Jellal necesitaba verla.

Esa idea encajaba perfectamente con los sucesos en los juegos mágicos, lo cual le di acceso con Ultear y Meredy. El se había escapado para verla, al menos durante un instante él debía verla.

A pesar de que se repitió que se mantendría al margen, no había podido resistir, no al ver su rostro después de tanto tiempo. La estrechó entre sus brazos, impregnándose del aroma femenino y disfrutando de la calidez que solo Erza Scarlet podía ofrecerle. Estaba prohibido por el mismo y por todos los pecados que había hecho, y aún asi lo había hecho. Se alejó de ella un instante, contemplando aquellos labios rosados entreabiertos, las mejillas sonrojadas y esa mirada tan intensa, como si estuviera esperando algo.

―Jellal... ―Ella susurró su nombre y su interior se agitó.

―Yo he venido por ti...―Se sinceró sin poder evitarlo.

Se inclinó dejándose llevar por sus instintos, deteniéndose en el ultimo instante antes de tocar los labios femeninos y sin más besó su frente. No era digno de tocar aquellos labios de una mujer que caminaba hacia la luz. Pero se conformaría con esto, por ese momento de debilidad, por el resto de su vida.

Erza sintió el calor de los labios masculinos besar su frente y se estremeció hasta la médula, dejándose llevar por la calidez de aquel gesto. Sintiendo su corazón siento estrujado por el anhelo y los sentimientos que solo Jellal podía causar en ella, a pesar del paso del tiempo y de todo lo que habían vivido juntos, ella no podía negar los sentimientos incontrolables que tenía hacía Jellal, guardando la esperanza de en algún momento estar a su lado.

Agradeció a la estrella cruzada que había concedido su deseo y se entregó a la calidez que Jellal le ofrecía debajo de aquel cielo estrellado.

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¡Y una historia en el universo canon no podía faltar! Y más esta que es de las escenas más canon de la pareja. Eventualmente esta historia es un día antes de que Jellal apareciera con Ultear y Meredy, en un universo donde ellos se vieron una noche antes.

Una de las cosas más juzgadas es ese sentimiento de desprecio que Jellal tiene sobre si mismo y que no lo deja avanzar con Erza, pero yo entiendo perfectamente el odio que se tiene a si mismo y que no merece a alguien como Erza.... a pesar de eso quise poner un momento donde el se atreviera a ir un poco más, sin reprimirse demasiado, esperando que lo disfrutaran.

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