6. De la noche a la mañana - parte II

«19 de Marzo de 2018, no me dejarán de molestar y el año recién comienza», se dijo Cristóbal frente al espejo del baño, minutos antes que doña María le prepara el matutino vaso de leche acompañado de unas tostadas. El viaje al colegio, en el Kia rojo de la señora Laura, duraba veinte minutos pero a Cris el camino le resultó eterno. El inicio de la semana no le había reseteado la humillación y en el asiento del copiloto se echaba lo más abajo posible al imaginar que en cada esquina sería apuntado con el dedo. No contestó cuando Laura le propuso quitarse las gafas oscuras y el pasamontañas. Sentía que de la noche a la mañana se había vuelto una celebridad a nivel nacional y, de haber sabido que aquel viernes se convertiría en el nuevo viral de las redes sociales, habría quitado antes su mirada de Camila para agarrar el balón con una furibunda tijera o, por último, darse ínfulas de portero e interceptar la redonda con un puñetazo y así quedar frente a la cámara del celular como un Claudio Bravo. ¡Algo!, ¡cualquier cosa que lo hubiese zafado del pelotazo en la mejilla!

Una vez en la puerta de entrada del Colegio San Romeo se despidió de su madre con algo de incomodidad y ya en el patio caminó unos pasos, con la cabeza gacha, hasta instalarse en el centro de la fila de su curso y con el murmullo de otros chicos alrededor.

—Buenos días —habló la directora frente al colegio completo con su incomparable voz de soprano, al mismo tiempo en que el traje azul turquesa le asfixiaba la corpulenta figura—. La semana pasada ocurrió un incidente que involucra a un alumno de séptimo básico, y es sobre el video que fue subido a Internet en el que claramente fue ridiculizado —las miradas se posaron sobre Cristóbal. El pobre, avergonzado, no hizo más que levantar la cabeza y esbozar una sarcástica sonrisa. Al segundo volvió a bajarla para ocultar el sonrojo—. Es mi deber informarles que se dará una sanción al responsable o los responsables del video. Cosas de ese tipo no se pueden permitir en este colegio que por tantos años ha entregado valores inquebrantables a los alumnos. Entonces, para comenzar a detener desde ahora mismo estas cobardes acciones, recibirán una charla educativa por parte de los profesores. Esto no se puede repetir. Les deseo una maravillosa semana —dejó el micrófono en el atril. Dio media vuelta. Se acomodó el traje a la altura del escote para que el botón no saliera disparado como corcho de espumante, y de inmediato caminó hacia su oficina con aquel aire señorial que tan parodiado era por los estudiantes.

Ya en la sala de clases, con la profesora Verónica como guía de la conversación, Cristóbal se sintió apoyado por sus compañeros. Un alivio al menos. Pero lo que él deseaba era que no se hablara más del tema. Quería, ante todo, dejar de ser el centro de atención.

—¿Tienes algo que decir, Cristóbal? —preguntó la profesora Verónica con su dulzura que enamoraba en secreto a los colegas— Estoy segura que deseas hablar sobre cómo te sientes. ¿O prefieres... ?

—¡Sí, quiero decir algo! —exclamó de sopetón. Antes muerto que expresar su sentir— En mi casa no alcancé ir al baño: estoy que me hago —y las carcajadas inundaron el aula.

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