22. El hada de la alegría - parte IV

—¿Sadronniel... una tonta? —preguntó el Doctor Cupido con una sonrisa de oreja a oreja— Cristóbal, lo que te dijo Tenanye sobre esa elfa es una buena señal porque significa que aún no ha levantado sospechas: de tonta no tiene un pelo.

En efecto, Sadronniel se había prometido luchar por el regreso de su hermano mayor, Meldon, esposo de Caladhiel. Poseedora de una llameante cabellera roja natural; y gozaba, también, de un aspecto candoroso. Aprovechó aquel último atributo para armarse de una apariencia inerme y de ese modo llegar a convertirse en una dama de compañía de Tenanye. Para empezar, cortó cualquier tipo de relación con aquellos que la conocían y podían acusarla de felonía, así que para muchos se convirtió en una desterrada más. Después tuvo que teñirse el cabello y las cejas de negro azabache porque ya era demasiado común en las historias nórdicas, sobre elfas o vikingas, que las pelirrojas fueran las valientes y guerreras. Entonces no debía provocar sospechas ni mucho menos darse a notar. Luego, calculando cada paso, logró obtener un lugar en el Palacio de los Elementales. El plan era ganarse la confianza de la bruja hasta encontrarle el talón de Aquiles. Sabía que no podía actuar con violencia, pese a que lo deseaba por el daño causado a su familia.

Fue al segundo día de logrado su primer objetivo, ataviada de un atuendo y un peinado con la que no sería reconocida ni por su propia madre, cuando una debilitada Tenanye le pidió que le alcanzara un peine color zafiro, posado en un velador de madera de cedro y tallado a mano. Era el primer contacto directo con la tirana que tanto odiaba.

Lo tomó, sin imaginar que la mano comenzaría a temblarle. Los nervios la traicionaron al momento de entregarlo. Soltó el peine y este cayó entre las patas curvadas de la silla. De inmediato se lanzó a recogerlo por el respaldo. Pero, tan grande fue el nerviosismo que la atenazó, que no midió la distancia entre su cabeza y la palmeta. ¡Vaya golpazo que se dio en la frente! La elfa se despatarró en el suelo y con pajaritos alrededor. Pensó que lo había arruinado, que era el prematuro fin de sus días en el palacio por culpa de un inoportuno error. Afortunadamente, mientras se llevaba la mano al chichón que comenzaba a crecerle, escuchó la contenida risa de Tenanye. «Lo siento», se disculpó, apenas notó que la bruja volteaba y la miraba con un brillo travieso en los ojos. «¿Dónde quiere que le deje el peine, mi reina?»

Tenanye estalló en carcajadas burbujeantes. Era lo último que a la elfa se le hubiese pasado por la mente; ver a la bruja en ese estado era un acontecimiento inusitado. Con los comentarios que se hacían sobre ella, que era brutal y despiadada, jamás se la habría imaginado irradiando alegría y aliviando la tensión que por unos minutos se apoderó de las cuatro paredes. De súbito, la debilidad de Tenanye pareció esfumarse de manera tajante. Era como si se recargara de energía y belleza, pese a que la fealdad en su rostro seguía estando allí. Sin duda que para Sadronniel era una información que valía oro. Además, había dado un paso gigante en cuanto a su objetivo puesto que ya tenía la simpatía de la que, hasta ese entonces, era su enemiga. Quizás el aplicar un personaje de elfa torpe y despistada no era una mala idea.

—¿Y acaso ustedes, Jerónimo y Cristóbal, piensan que Sadronniel es de esos personajes que viven pregonando que les gusta andar de tontos? —preguntó el Doctor Cupido— ¡No, claro que no! Para ella eso no es más que un tópico de los tontos re tontos. No les cree para nada la postura de «inteligentes o listos encubiertos».

En fin. Sí que se ha jugado el pellejo esa elfa. Pero no todo ha sido como ella lo ha planeado, y es porque con el tiempo le tomó cariño a Tenanye al darse cuenta que no era la principal responsable de la dictadura en este bosque. Se ganó su confianza, y después ha procurado mantenerla alegre y con energía, haciendo cuanto disparate se le ocurra.

—Entonces no está de nuestro lado, po' —replicó Jerónimo—. La defiende.

—Te digo que lo está, sordo. Gracias a ella podemos estar enterados de los planes de Turion. Sadronniel lo ha investigado, lo ha seguido. Incluso ha llegado a ver acción, no quedándole más remedio que eliminar a los secuaces que la descubrieron y pretendían delatarla. Pero por ahora está enviando información por medio de otros seres del bosque que también son de nuestro bando.

—Hay rebeldes— dijo Cristóbal.

—Claro que sí. Turion tiene a los suyos, mientras que Tenanye nos tiene a nosotros y ni siquiera lo sabe. Sí, causó daño con su ira. Persuadió, fue avasalladora; y es por eso que en ocasiones alguien como yo podía sentir una pizca de goce al verla, por ejemplo, adolorida después de un trastazo. No se iba a morir por algo como eso. Sin embargo, ella fue influenciada. Pudo haber actuado con cizaña, pero había una mente detrás que la manejaba. Es más, me atrevo a decir que Turion se ha encargado de impedirle ver la dimensión del dolor provocado. Y en eso, lamentablemente, Sadronniel no puede hacer mucho más que seguir fingiendo ser boba.

—Doctor, al hablar con Tenanye me pude dar cuenta que ella, de forma inconsciente, le está dando parte de su alegría a Sadronniel —dijo el niño—. ¿Turion no dudará o sentirá envidia de la elfa, ya que no se la da a él?

—Buen punto. Fíjate que...

De sorpresa, el chimpancé comenzó a gritar y a apuntar con el dedo hacia la ventana. Un duendecillo de alborotado cabello oro blanco, y ataviado de trapos verdosos, los miraba desde el exterior con un rostro apremiado.

—Es Jurry. Tranquilos: es uno de los nuestros —Cupido puso la calma antes de invitarlo a entrar.

—Doctor, Sadronniel envía noticias y tendremos que actuar cuanto antes —Jurry no cayó en prolegómenos—. En un par de horas comenzará una reunión de palacio en la que intentarán convencer a Tenanye para que dé una orden de castigo a la parte masculina de los desterrados. Le dirán que es solo una mera lección por haber tratado mal a sus novias y esposas; pero en realidad lo que harán es matarlos. Sabemos que Turion los tiene como esclavos en otras dimensiones. Y ahora él, por lo visto, decidió acelerar lo que planea desde hace tanto tiempo.

—Y mintiendo de esa forma... Tal vez aquel farsante ya nos descubrió. Díganle a Sadronniel que tiene que salir lo más rápido posible de ese lugar.

—Lo sabe. Incluso así, nos pidió que corriéramos la voz para reunirnos todos a las afueras del Palacio de los Elementales, exactamente por la fachada trasera. En este momento ella no puede dejar de ser una dama de compañía; tiene que estar al lado de Tenanye. Lo bueno es que al parecer ya tiene un plan.

—Eso no servirá. Nos atraparían al instante —objetó Cristóbal.

—Antes que todo, señor Cristóbal, es un honor para mí estar frente al niño que ayudará a que vuelva la libertad de poder opinar con lo que uno de veras piensa y siente. El Doctor nos dijo que por fin había encontrado al chico indicado y luego nos dio a conocer su nombre. Hemos esperado muchos años por alguien como usted: un humano capaz de despertar la ternura de Tenanye, y la valentía del idiota sin cabeza.

—¡Oye! —protestó Jerónimo.

—Para su tranquilidad, señor Cristóbal, en el palacio hay guardias que también son nuestros aliados —Jurry continuó—. Ya enviaron refuerzos que cuidarán de nosotros en el trayecto. Los secuaces de Turion nunca descansan, por lo tanto necesitaremos protección.

—Jurry, ¿estás diciendo ahora? ¿Acudir en este preciso momento? —preguntó Cupido.

—No hay tiempo que perder, Doctor.

—Pues ya lo oyeron —dijo el anciano—. Estamos contra el reloj.


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PALABRAS DEL AUTOR

¡Uff! Son tiempos difíciles para mi país. Nada más deseo que todo llegue a buen puerto.

¡Hola! Espero que sigas disfrutando de "Jerónimo sin cabeza". ¡Nos acercamos al final de esta novela!

Muchas gracias por leerme y... eso. Un abrazo. :)

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