18. Doctor Cupido - parte IV
«¡No es justo! ¡El idiota saldrá ganando!», alegaba la bruja como una quinceañera castigada con el paseo de fin de año.
A Cupido le tomó trabajo pacificarle los ánimos y convencerla para que accediera a la operación de Jerónimo. Incluso tuvo que llevarla a un salón apartado de la casona y recordarle que, a fin de cuentas, él era un bromista consumado: «Confíe en mí, reina Tenanye. Acuérdese del motivo de mi estadía en este bosque. Además, no me olvido nunca que usted restauró esta casona para que yo tuviese un lugar donde habitar. Es por eso que le estoy eternamente agradecido. ¿Y es que cómo podría jugarle chueco, si todos mis trabajos en el laboratorio los he hecho con la alegría de saber que son en beneficio del bosque? De veras confíe en este fiel servidor. »
El trío de amigos había logrado el objetivo sin mayores esfuerzos.
3:31pm. Cupido verificó que el «espantarescatista», otra de sus creaciones, estuviese trabajando en orden. Las hadas liliputienses, cuando el reloj marcaba las nueve y media de la mañana, posaron este aparato que era del tamaño de una caja electromagnética en uno de los balcones frontales del tercer piso, exactamente en la base de la barandilla. Escaleras, cuerdas, mosqueteros, bloqueadores. Cualquier elemento que desde la urbe de San Romeo se empleara para ir en rescate de Cristóbal, saldría proyectado apenas se acercara al muro.
3:35pm. Agujas, hilo, tijeras, guantes y... un martillo con el que anestesiarían a Jerónimo. Todo listo sobre la camilla rígida del laboratorio para que el fantasma volviera a ser uno. Las cuatro hadas, Arie, Besola, Ambriane y Abonda, que ahora cumplían el rol de enfermeras, lanzaron polvos mágicos sobre el cuerpo hasta dejarlo en un estado de profunda relajación.
3:45pm. Con la vestimenta quirúrgica verde, y la mascarilla tapabocas en su lugar, el Doctor Cupido dijo: «manos a la obra».
4:05pm. La bruja Tenanye, en el salón principal, leía una revista de modas sobre las nuevas tendencias élficas para la temporada otoño/invierno. Por su parte, Cristóbal dejó la mochila en el sillón y comenzó a recorrer los pasillos en busca de alguna lectura que fuera de su agrado. No había título que no le pareciera abanderado y agresivo: «Los solteros son más inteligentes», «Si no piensas como un soltero, eres un retrogrado», «El ataque de los enamorados vivientes», etcétera.
4:07pm. Jerónimo despertó en medio de la operación porque la «anestesia» no cumplió su efecto al cien por ciento. Otro martillazo y a dormir.
4:10pm. Cristóbal, sin nada mejor que hacer, y con la imagen de Camila presente en su cabeza, se sentó frente a Tenanye con la esperanza de entablar un dialogo amigable. Deseaba preguntarle un montón de cosas, partiendo por el motivo de sus chilenismos; pero esta, al sentirse observada, bajó la revista para lanzarle una mirada de basilisco. El pequeño corrió la vista con temor, y en una fracción de segundo la bruja sintió una ternura que hacía mucho no experimentaba. Su cara pareció emitir un destello de una pretérita y lozana belleza, como si alguien de pronto, sin querer, le exhumara lo que nunca imaginó que volvería salir a flote.
4:47pm. Cris había optado por tomarse el comodín de la siesta, aun cuando la sala principal era una cámara frigorífica de la que seguro cogías un catarro si te exponías a un brusco cambio de temperatura. Ante esto, Tenanye dejó la revista abierta y sobre la mesa. Acto seguido, caminó directo hacia un perchero de tres ejes ubicado a un costado de la puerta de entrada. Tomó un sobretodo que el Doctor ocupaba en noches gélidas y, regresó para colocarlo sobre el niño que comenzaba a acurrucarse.
5:37pm. Las hadas y el Doctor se congratulaban por un excelente trabajo.
5:48pm. El Doctor Cupido hizo su entrada victoriosa a la sala principal. Tenanye se puso de pie, expectante del resultado que, supuestamente, jugaría a su favor. Cristóbal, que recién despertaba, se preguntó quién lo había arropado. No podía ser la bruja, aunque ya comenzaba a imaginársela con actitudes más amables después de lo ocurrido en el bosque. Le dio las gracias, aún dubitativo. Como respuesta, la bruja volvió a propinarle una mirada asesina; pero esta vez el chico no sintió temor.
—¡La operación ha salido de maravillas! —exclamaba el Doctor Cupido— ¡Mejor de lo que pensábamos! ¡Es que ha quedado muy mono!
—¿Y también le agregó un cerebro a ese idiota? —preguntó Tenanye— Porque él es el epítome de la tontería.
—Tranquila, mi reina. Le aseguro que usted quedará conforme. ¿Están listos para conocer la versión dos y mejorada de Jerónimo?
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PALABRAS DEL AUTOR
¡Y hola otra vez! Espero que esta historia un tanto descabezada ya te haya conquistado.
Muchas gracias por leerme y... no olvides agregarme a tu lista de lectura. También es muy bienvenido tu voto y comentario.
Un abrazo. :)
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