Cosas que contar
Empecemos con mi historia, ya que la tuya no tengo ningún derecho a contarla.
Crecí en una familia bien, al menos eso pareces creer aunque en realidad tuve una niñez afortunada, la verdad es que hay cosas que se quedaron grabadas en mi mente, es cierto que mi posición es acomodada, pero la verdad es que no nací en una cuna de oro.
Esto ni siquiera a ti me atrevo a contarlo. ¿Sabes? Me entra un condenado miedo a que me dejes de admirar, que me veas como solo tú lo haces, y a la vez quiero que dejes de hacerlo.
La verdad ya no se ni que quiero de ti, si te quiero en mi vida o la verdad te quiero tan pinche lejos, como para no respirar el mismo puto aire del mismo lugar.
Pero eso no es lo importante, sino lo que voy a confesar que a nadie he contado, y es que quizá si te cuento todo puedas terminar de descifrarme, y es que a pesar de que me conoces como nadie, y mejor que yo, aun tengo un par de secretos que no te he contado.
Y unos de ellos son mis memorias de la niñez. Fui feliz, pero también recuerdo a mi madre sacar de mi ropa, la poca que tenía la que podía venderse. ¿Captas? ¿Empiezas a comprender?
Así es, yo recuerdo ver mi ropa expuesta en la calle para ser vendida. A mi edad tan corta no alcanzaba a comprender porque debía deshacerme de algo que era mío.
Así que mi madre me mandaba por unas bolsas para meter mi ropa o juguetes y que algún extraño se las llevara.
Porque la verdad es que no era una niña rica ni mucho menos. Aunque llena de tierra fui feliz. Con cosas sencillas y con juguetes que le daban a mi papá que salían en las galletas o bolsas de papas fritas.
Claro que también había días en los que había más dinero y tuve mejores juguetes.
Pero no te equivoques al pensar que siempre he vivido rodeada de comodidad y lujo. Que no sé que es trabajar, que te mentí cuando dije que lo dejaría todo por ti, porque si bien sé que es vivir con lujos, también sé que es felicidad y cariño.
Algo que quise enseñarte y creo que fracasé, después de todo quién era yo para enseñarte de algo que no entendía, que creí entender, hasta que te conocí.
Tú, no sé si con propósito o no, me moviste el mundo, deja tu mi mundo, todos mis límites, por tratar de salvarte, en ese afán te llevaste algo mío, y no sé si pueda recuperarlo, es algo que tampoco sé si deba o quiera recuperar lo que es mío, porque al final, nadie me obligó, no me metí a esta historia a ciegas, es más lo peor de todo es que sabía en que iba a acabar, pero tentar a la suerte era mejor que solo quedarme sin hacer nada, quería saber si era capaz de cambiar el destino de una persona, quería la oportunidad de pagar mi pecado del pasado, enmendar errores.
Te di conscientemente parte de mi alma, y la peor parte, lo más jodido es que no supiste apreciarlo, lo aceptaste gustoso para seguir viviendo, pero a mí me dejaste a un lado, cuando te necesité, en mis momentos más oscuros, nunca estabas, ni estuviste.
Y es que el problema es que eras él mismo, siempre lo serás. Y siempre corrías a salvar a alguien más antes que a mí. ¿Por qué? No lo sé, tal vez porque te salvé y no necesitaba tu ayuda al parecer, según tú. O porque quizá simplemente tenías tanto miedo a lo que pudiera pasar si me salvabas, claro que lo más probable es que simplemente yo no te importé nunca un pepino.
Aquí te va otra confesión, yo que juraba ser fuerte, que juraba que no tenía nada que doliera en el pasado, resulta que al final tenía tanta mierda de la cual ser salvada. Y eso es lo único que quería de ti, que me salvaras, pero siempre salvabas a alguien más antes que a mí.
Te odié, no lo niego, y me enojé por confiar en ti, cuando varias veces me demostraste lo contrario.
Esta es una pieza del rompecabezas que te dejo, espero puedas descifrar porque razón me alejé de ti, porque razón maté todo lo que sentía por ti, o mejor dicho dejé que lo mataras. Al final era más fácil dejarte el trabajo sucio a ti, ya que tenías las manchas de mi alma en tus manos, que más daba dejar que las metieras más para acabar con lo que sentía por ti, además a ti no te disgustaba del todo la idea.
Siempre me dijiste que eso era lo mejor y te hice caso.
Ah pero como te jodió que al final hiciera lo que tanto querías.
¿Quién te entiende?
Yo no, aunque traté y eso solo empeoró todo.
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