24: Convertirse en obediente
Troyen
Un demonio se desmaya cuando poso mi mano en él, robo su habilidad cuando el otro corre y lo hago levitar, clavo su cuerpo en unas dagas hechas con material de garra demoniaca. Su cuerpo bestial permanece inerte ahí. El que se quedó en el piso, despierta y se arrastra, posiciono mi pie en su cabeza y se la aplasto, manchando todo el suelo.
Eso les enseñará a no reírse de mí a mis espaldas.
Me giro, dejando los cuerpos a su suerte, entonces me dirijo a mi habitación. Una vez allí, me encuentro con Roxellane, descansando en la cama. Duerme, apaciblemente, pero la fiebre no le ha bajado. Me siento a su lado y pongo la mano en su frente, cerciorándome. En efecto, todavía hierve. Deslizo mi mano a su mejilla, luego a sus labios. Veo como su respiración sube y baja.
—¿Quién es? —pregunto en voz alta—. ¿Quién es el cobarde que se atrevió a ocasionar todo esto?
Si no se hubiera acostado con él, no me hubiera enojado, no se hubieran burlado de mí, ni siquiera estaríamos en esta situación. Aunque, debería agradecerle, me favoreció todo este drama, no obstante, así no es como planeaba que sucedieran las cosas. Yo decido cuándo y cómo, nadie más.
—¿Cómo te atreves a desafiarme, Roxellane? —Agarro su barbilla y me aproximo a su boca—. Deja de ser tan imprudente y obedece.
Sus ojos se abren, pero no me muevo de donde estoy.
—¿Troyen? —dice mientras tiene esa palidez en sus párpados.
—Levántate —ordeno.
Bufa.
—Ni cuando me siento mal... —Su mandíbula se tensa—. Eres un sádico.
Sonrío.
—Levántate —repito.
Se inclina, así que retrocedo mi cara de la suya.
—¿Por qué?
—Tienes mi atención, te daré una oportunidad, así que debes levantarte, ¿de acuerdo?
—¿De qué estás hablando?
—Obedece —gruño.
Se levanta de la cama, despacio, así que la sigo en el movimiento, también permanezco parado, y cuando se tambalea, tomo su mano.
—Bien, ya me levanté. —Las piernas le tiemblan, así que se agarra de mi chaqueta y no le queda otra que apoyar su cabeza en mi pecho. Su respiración sube y baja, lento—. ¿Y ahora?
—Arrodíllate.
Se forma un silencio, tarda en responderme, ya que se lo piensa, más con la confusión que le genera la fiebre.
—¿Para qué? —Exhala aire caliente.
—Te estoy enseñando —respondo y hago una pausa antes de repetir—. Ahora arrodíllate, pon tus rodillas en el suelo.
—No entiendo y me duele la cabeza para pensar, si vas a cortármela, solo hazlo, no necesito de tus jueguitos.
—Primera falla en tu conquista, no sirve de nada que quieras ser dócil si no obedeces, así que arrodíllate.
Gruñe.
—¿Quién dice que quiero serlo?
—Nos encontramos practicando tu obediencia, así que arrodíllate.
—¿Practicar? ¿Ahora?
—Estás asesinando mi poca paciencia, Roxellane —dictamino.
Desciende mientras sostengo su mano, entonces sus rodillas al fin tocan el suelo.
—¿Y ahora? ¿Te bajo la bragueta? —bromea con una sonrisa llena de molestia—. ¿Preparo la lengua?
Sueltos sus dedos y ordeno.
—Levanta la vista.
Sus manos llegan a sus rodillas y alza la cabeza para mirarme.
—¿Ya? ¿Terminaste? ¿Qué clase de juego sexual es este?
Sonrío.
—Deberías callarte un poco, una mujer tímida no habla tanto.
—Me estás estresando, Troyen, entre tú y la fiebre, me volveré loca.
—Dime Máster —la corrijo—. A partir de ahora me llamarás así.
—¿Ahora? ¿Y qué está pasando ahora?
—Empezarás a ser obediente.
—¿Me vas a castigar si no te obedezco? —Enarca una ceja.
—No necesito castigar a alguien que quiere obedecerme.
Se carcajea.
—¿Yo? Creo que te equivocaste de mujer.
Mantengo la sonrisa ante su risa provocadora.
—Admítelo, Roxy, eres malísima actuando, así que debo enseñarte como conquistarme, y la mejor opción que tienes es obedecerme, así que, dime, ¿qué vas a hacer?
Traga saliva y sus mejillas se ruborizan por la vergüenza.
—Sí, Máster, voy a obedecer.
Jerarquías y demonios se volvió raro 😂
¿Alguien se pregunta dónde está Zijo? 🤣
Saludos, Vivi.
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