18: Sentimientos a mi favor

Roxellane

Zijo no está muy de acuerdo con mi decisión de quedarme para destruir a Troyen, pero no le queda otra que callar, pues no tiene muchas alternativas. Creo que intentará convencerme, no obstante, necesitaría un argumento muy fuerte para hacerme entrar en razón. Lo sé, es una locura, sin embargo, mi cordura no está muy bien desde que me encuentro aquí. Por lo menos, sacaré partido de esto y mientras esté en el clan, averiguaré lo indispensable.

Avanzo por un jardín. Hay una fuente, mi vista se gira a Troyen, que observa el agua caer, y me le acerco. Suspiro, miro hacia la puerta, luego hacia él. Frunzo el ceño.

—Te estaba buscando —aclaro—. Es como si tuviera que rastrear a una aguja en un pajar, quédate quieto.

—Ah, mi bella pareja —expresa, tranquilo, sin dejar de mirar la cascada—. Te has vuelto muy exigente y te tomas demasiadas libertades, eso parece peligroso.

Enarco una ceja.

—¿Estás de buen humor o te burlas de mí?

—¿Qué quieres? Arruinas mi descanso. Tengo mucho que hacer y me haces perder el tiempo.

—Se ve que no soy tu prioridad. ¿No tendrías que permanecer con tu mujer? Estoy pasando por un duro proceso de transición, ¿no deberías acompañarme?

—Es el inicio, ni siquiera has empezado a sufrir.

—¿Estás seguro? Ya he padecido mucho aquí —gruño.

—Tenemos conceptos muy diferentes de sufrir.

—No lo creo, tú también tienes emociones, las he notado.

Se ríe y al fin gira su rostro a mirarme.

—Das muchas vueltas para pedirme algo.

—La estatuilla —digo, directo—. Quiero averiguar sobre ella, así que necesito salir.

—Qué atrevida, pero valoro el intento.

Mantengo mi gesto sin expresión.

—¿Ves por qué di vueltas?

—No importa cómo lo pidas, la respuesta siempre será no.

—He tenido pesadillas, dijiste que me ayudarías.

—Puedes ir a la biblioteca del clan —sugiere.

—O sea que no sabes.

—Sé lo justo y necesario sobre el objeto.

—Investigas quién fui, pero no lo que seré, eres un muy mal compañero de vida.

Toca mi barbilla un momento.

—Relájate, yo te cuido.

Golpeo su mano y me alejo del jardín. Los custodios de las puertas cierran al yo pasar y, mientras avanzo, Zijo, que me esperaba, me sigue detrás.

—Cómo lo odio —gruño—. Vamos a la biblioteca.

Miro hacia atrás porque no me contesta. Está así desde que le dije que quiero destruir a Troyen. Aunque me haga ese berrinche y persista con esa postura, no me hará cambiar de opinión.

Llegamos a la biblioteca, la reviso de pies a cabeza, pero no hay nada. Me pregunto si la del pueblo tendrá más información o si puedo buscar una tienda de antigüedades, para hablar con alguien de más experiencia. Quizás revisar el museo en busca de algo que no haya visto.

Cierro un libro y me estiro en la silla.

—¿Vas a seguir ignorándome? —me quejo.

Zijo bufa, deja de cruzarse de brazos y se aleja de la pared. Se aproxima a mi mesa, luego se sienta a mi lado. Se ve muy molesto.

—Escúchame, estúpida, no tengo por qué ser tu amigo, mucho menos después de sentirme traicionado —me aclara.

Suspiro.

—Tómalo como algo que va a tardar más de lo esperado, no es tan grave.

—No quiero ser tu escolta para siempre, pero no te vas a liberar de Máster, mucho menos destruirlo. Estamos hablando del demonio más poderoso y temido en Norville. Lo que tú dices es una fantasía, un sueño, nunca se cumplirá. Hay más esperanzas de huir que para siquiera desafiarlo. Vamos a morir antes de que lo intentes, sobre todo yo.

—No seas cobarde. —Entrecierro los ojos.

—Soy realista, lo que tú quieres hacer es un suicidio.

—Zijo...

—No importa, sé que eres estúpida, debí haberlo supuesto de un principio.

—Tú querías que fuera su mujercita, te ofrecí un plan perfecto. Muerto el perro se acaba la rabia, ¿no? Solo debo deshacerme de él.

—Te cuesta comer carne, ¿y vas a matar a Máster? —Se ríe sin humor—. Yo no lo creo, y no me metas en este juego, porque eso sería sacrificarme. Apenas diga una sola palabra, me quedaré sin cabeza. No cuentes conmigo, me gusta mi cabeza en dónde está. Tu plan es imperfecto y horrible, no quiero ser parte, ¿para qué mierda me contaste? —Bufa.

—¡Agh! Eres desesperante, solo dame tiempo.

Entrecierra los ojos.

—No puedo darte tiempo, ni siquiera lo has conquistado, no tenemos ni esa ventaja, eres terrible actriz.

—Entonces debo dejar de actuar —expreso, determinada.

Zijo me mira como si hubiera dicho un disparate, pero si uso mis emociones, tal vez Troyen me crea. Lo que debo lograr es hacerlo notar la verdadera frustración, y así quizás al menos se compadezca de mí. Si eso es posible. Tiene que ser, sé que dentro de ese ser frío hay sentimientos. Puedo despertarlos, si se identifica con los míos propios.

Estoy pensando en mis celos, pero sin mencionarle por quién son. Supongo que ya es hora de admitirlos, aunque mi cerebro se niegue a aceptarlo. Silencio, no lo diré en voz alta, solo usaré el sentimiento a mi favor.  

Si yo camino dos pasos, Roxy camina diez 😂

Roxy no domina el mundo solo porque no quiere 😎

Saludos, Vivi.

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