13: Me encargaré de destruirte

Troyen

Toco la herida que ya se está curando. Me mantengo sentado en la silla de mi despacho y alzo mi mano a ver mis dedos. Los refriego entre ellos con el espesor de aquella sangre que los sigue manchando. Suspiro pensando en Anette y siento el picor en mis ojos. La tristeza me inunda, pero igual la detengo, no lloro.

¿Así te sentías cuando te mordía? Tan excitante. Juro que no te estoy engañando, no es romántico. Lo nuestro tampoco debió haberlo sido, la comida es para comer, la palabra lo dice. Aun así, siento culpa, como si te traicionara, como si me vieras con angustia. No es verdad, mi amor, no lo es.

Dejo de estar en mis cavilaciones cuando abren la puerta de mi despacho. Cubro la herida y miro con enfado al que acaba de ingresar.

—Macdrell, aprende a golpear antes de entrar —gruño.

Hace una reverencia.

—Mil disculpas. ¿Se hirió? —Ve la sangre en mi mano.

—Jugaba con mi mujer —digo con un gesto serio—. ¿Qué quieres?

—Justo de ella quería hablarle.

—Ya se están quejando otra vez. —Ruedo los ojos.

—En absoluto, pero sabe que soy el vocero del grupo y hay un poco de ruido en la situación, las opiniones se dividen.

—Quedó claro en la reunión, no sé qué más quieren que explique.

—Los que siguen a Cardeneil andan de quisquillosos, creo que desean aprovechar el asunto, piensan que está todo muy limpio por aquí.

—A Royal no le interesa provocarme, solo lo haría si me metiera con sus sombras, así que no estoy en su camino, y como se encuentra muy distraído, no les va a hacer caso a sus seguidores, ignóralos.

—¿Seguro? —insiste.

—Mucho, está en su limbo y vamos a dejar que siga ahí.

—¿Qué opina de Kireya?

—¿Por qué tantas preguntas? —contraataco.

—Solo digo que la señorita Roxellane, aunque sea su juguete, debería salir más de su cuarto, eso lo haría ver menos sexualizado el asunto.

Chasqueo la lengua.

—Tranquilo, ya va a caminar por cada rincón, tiene un entrenamiento que desempeñar. —Me levanto de mi silla, rodeo la mesa y me le acerco prepotente—. Aunque cuando lo termine, no solo verás un mordisco en mi cuello, quizás algunos queden sin cabeza, no olvides que eres su comida.

Traga saliva.

—No le tengo miedo a la alimentación de una chiquilla.

—Error fatal, nunca subestimes a tu enemigo —advierto.

—Debería tener cuidado con lo que dice, puede volvérsele en contra y se le puede cumplir a usted.

Sonrío.

—¿Mi mujer me va a matar? —consulto—. Ya veremos.

Roxellane

Me encuentro perdida en mis pensamientos. La situación de hace un momento fue intensa y extraña. Ya recuperé la compostura, pero creo que me estoy aferrando demasiado a Zijo. Nah, solo deliro. Cualquiera se sentiría protegida con un idiota como ese, o sea, está guapísimo, pero con la apariencia no te ganas el corazón de una chica. Vale, es el tipo de hombre que me gusta, todo carismático, pero hay que ser realistas, es insoportable, y sobre todo es un demonio.

Culpa de los malditos demonios que estoy aquí, alimentándome como uno, qué asco.

Me sobresalto cuando Troyen vuelve, abriendo de un portazo.

—¿Dónde está ZirRejon? —consulta.

—¿Zijo? —expreso con mis labios temblando—. En el baño.

Mira la habitación.

—Ya limpiaron esto, bien. —Asiente, luego cuando gira su vista hacia mí, me pongo nerviosa de nuevo—. Deja de tiritar como estúpida —me reprende.

Frunzo el ceño.

—Me obligaste a comer tu maldita carne.

—Y estás parada ahora —aclara.

—Sí, pero... —Mis ojos se humedecen y cierro la boca, refunfuño al cambiar la dirección del tema—. Pudiste esperar.

—¿A que murieras? Claro —dice con sarcasmo.

—Consultarme, habría sido amable. Invadiste todo mi espacio personal, espero una disculpa.

Entrecierra los ojos, así que me estremezco de nuevo, por mirarme de una manera tan intensa.

—No siento culpa por eso, así que no voy a pedir perdón —dictamina—. ¿De verdad le pides amabilidad a tu captor?

—No —pronuncio, tensa—. Solo espero un poco de respeto, ¿no lo merezco? Se supone que soy tu mujer, ¿o no?

Enarca una ceja, hace una pausa, tarda, pero al fin contesta.

—Lo lamento.

—¿En serio? —Quedo en shock.

—¿No era lo que querías? A veces soy un caballero, pero no te acostumbres, solo te lo ganaste porque tu argumento me pareció muy válido. Exprésate más seguido así y quizás obtengas más beneficios, sé inteligente.

—El problema con eso es que me cuesta mentir.

—Quedó demostrado en tus insinuaciones. —Se ríe, refiriéndose a la vez que intenté coquetearle—. Práctica más.

—No te preocupes —digo, seria y decidida—. Yo me encargo.

«Aunque de destruirte», pienso con odio.

Solo tengo que ser paciente para descubrir cómo hacerlo. 

¡¡Se viene la guerra!! Amo que esto se esté yendo al sentimiento de venganza 😂

Saludos, Vivi.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top