yeol se / / 열세
23:58:31
El látex mezclado con el talco rozando sus manos, un doble cubrebocas que impedía que pudiera respirar como era debido en un día de cuarenta grados y el peor sonido que uno puede sentir en su consciente.
Silencio, pero no cualquier silencio como la falta de alguna voz o ruido de fondo, oh no.
El silencio que te hace sentir que te gritaban todos esos puntos débiles que te rompían, falta de sonido tan extenuante que uno sentía que perdería la cabeza, llevando a la persona a un estado de entre alerta y letargo gracias a la ansiedad.
23:59:13
Sus palpitaciones no eran normales, siempre había sido alguien de baja presión y el sentir su propio corazón chocar contra sus reforzadas costillas dolía, más que cada respiro que daba.
Daba asco, podía sentir como mil y un microorganismos se volaban a su sistema respiratorio, podía sentir como la sudorosa gente a la salida de sus trabajos de oscurecida ante manchas alucinadas.
23:59:59
Y como mucho tiempo atrás, él era el nicho de la infección.
Estaba tan sucio que sentía que sería el causante de un virus de escala mundial si alguien atrevía a posar sus manos sobre él.
Sakusa Kiyoomi había perdido el control de su trastorno obsesivo compulsivo, y todo había comenzado exactamente veinticuatro horas atrás.
00:00:00.
"Creo que ya perdí el control."
Sus manos temblaban sobre el picaporte para ingresar al pabellón de internaciones del hospital general del viejo Tokio, y su tío Ichigo a sus espaldas solo observaba.
Lo había hecho desde el minuto que lo pasó a recoger por el aeropuerto luego de que Kiyoomi lo llamara para avisarle que estaba allí y con menos de dos dólares en monedas en su bolsillo.
Ichigo nunca había sido de muchas palabras en los momentos difíciles, no eran su fuerte, y ante un Kiyoomi al borde del colapso y un hijo en el hospital no pudo hacer mucho más que susurrar al verlo un ''Todos están vivos.''
00:17:01
Le tomó más de lo esperado entrar, algunas personas pasaban por su lado con tanta facilidad, cuando el de ninguna manera podía avanzar ni un centímetro dentro de ese pabellón.
Al menos no pudo hacerlo por sí mismo, porque cuando la puerta se abrió desde el lado de adentro y unos ojos verdes lo observaron, recordó porque estaba allí.
- Rin. – Suna lo observaba pasmado.
Lo inspeccionó de pies a cabeza, su cabello estaba recogido en una desordenada coleta, y su flequillo estaba sostenido por pasadores, su rostro estaba repleto de moretones y cortes tapados por gasa, hasta su nariz se veía inmovilizada por cabestrillo. Una bata azul era lo único que cubría su cuerpo, y dejaba ver la gran extensión de raspones y cortes en sus brazos, al igual que su pierna izquierda, ya que la derecha estaba totalmente oculta en un yeso.
Mierda, ¿Tan grave había sido? Suna iba en la parte de atrás, lo que para el razonamiento a corto rasgo que tenía Kiyoomi a su momento significaba que no había recibido tanto daño.
— Mierda Rin. - Lo abrazó sin pensarlo, comenzando a soltar las lágrimas que retenía hacía ya horas.
No solo estaba preocupado por Atsumu, claro que no. En el instante que la comunicación se cortó no pudo dejar de pensar como todas las personas que le importaban viajaban en ese auto, Rintarō y Osamu, sus mejores amigos, Motoya, su primo, que pasaba más por hermano y Atsumu, la persona que más amaba.
— Estoy bien, tranquilo. - La huesuda mano de Rintarō acarició la espalda de Kiyoomi, quien dé un momento al otro se separó.
Ya no se sentía tan cómodo como siempre ante el tacto, no de ellos, algo no estaba bien.
— ¿Dónde están los demás? - Preguntó mientras Suna lo hacía caminar hasta una máquina expendedora.
Rintarō dejó de sonreír en el instante que lo oyó, frenándose en el pasillo. Su cara solo demostraba una cosa, y heló la sangre de Kiyoomi.
Los otros no se encontraban tan bien.
— Rin...
— Osamu está esperando en mi cuarto a qué le llevé un jugo, vamos.
Terminaron el tramo de ida y volvieron sobre sus pasos, Kiyoomi lo seguía por la espalda, inconsciente de la insistencia de su cuerpo a mantener la distancia, mientras que Suna solo callaba, ya había perdido la chispa de emoción por ver al azabache en Japón al instante que supo que debía comenzar a explicar la situación.
Sakusa pudo notar como en la puerta del cuarto señalaba el apellido "Suna" y por debajo "Komori", eso significaba que su primo estaría allí.
O al menos lo esperaba.
El cuarto no tenía más que una camilla dónde Osamu se encontraba con las piernas cruzadas, y el hueco de una que parecía haber sido retirada en algún momento.
— ¡Kiyoomi! - El gemelo Miya intentó pararse, pero su pareja lo devolvió a su lugar. — Que bueno que estás aquí.
Perdió la calma tan rápido, no es lo que esperaba, pero el rostro golpeado de Osamu y sus espasmos de dolor al intentar moverse le impresionaban, y más aún cuando no había sido capaz de ver a Atsumu, pero aún así tener la copia idéntica de su rostro frente a él.
"Me gustaría ver tu sonrisa cuando sepas que volví a casa."
Quería verlo ahora mismo, pero su cuerpo ya no obedecía a sus pedidos, se movía por inercia ante la situación desconocida, tal vez era por simple agotamiento, o realmente era un mecanismo de defensa para postergar lo inevitable.
— ¿Dónde está Motoya? - Preguntó mientras tomaba asiento en una silla.
La pareja estaba sentada en la cama en los brazos del otro, era una imagen cruda de ver, ninguno de los dos estaba en buen estado, y sus rostros cansados solo implicaban algo.
Nada estaba bien, y no querían abrir la boca al respecto.
— Díganlo de una vez por todas. - Kiyoomi apretó el puente de su nariz, ya quería terminar con todo. — Por favor.
Osamu abrió la boca para contestar, pero solo pudo oírse un jadeo quebrado, seguido de un mar de lágrimas. Suna tomó su mano y la responsabilidad de explicar.
— Toya recibió mucho daño... Llegó entrando en paró por el shock de dolor, entró al quirófano y... Han decidido dejarlo en un coma inducido por algunos días. - Soltó sin respirar entre palabras. — Es lo mejor para que no siga colapsando del dolor.
Kiyoomi apretó sus puños contra su regazo, no quería oír eso, no quería pensar en su primo herido, y mucho menos dormido sin saber que depararía. No quería darse a la idea de perder a alguien que amará tanto... De nuevo.
— Washio llegó hace tres horas de Kioto, y firmó para una segunda operación, si no lo hubiese hecho Toya podría llegar a perder la funcionabilidad de la rodilla. - Murmuró Osamu aún sobrellevado por las lágrimas.
Kiyoomi solo asintió, su mente seguís buscando la vuelta para darle sentido a todo lo que ocurría. No podía tomar por sentado todo lo que había pasado, se sentía como un mal sueño.
00:45:38
De la noche a la mañana sus vacaciones en su dormitorio de habían convertido en una crisis interminable en Tokio, el olor a desinfectante por primera vez no era suficiente y la idea de perder a quienes tanto amaba era real, ya no un signo de traumas pasados.
Y no solo eso, aunque no los perdiera, toda la vida de sus amigos había dado giros inesperados.
Suna y Komori habían recibido heridas tales que habían quebrado sus huesos, y aún no tenían respuesta alguna de cuánta funcionalidad permanecería en sus extremidades. Ellos, que vivían como deportistas profesionales.
Y Osamu, también con heridas mayores, parecía más afectado en todo lo contrario.
Lo mental.
El gemelo comenzaba a llorar cada cinco minutos, le era casi imposible mantener una conversación y la simple idea de que Sunarin se alejaba lo mantenía más alerta que nunca.
Pero nada de eso era la primera preocupación de Kiyoomi, y su poca paciencia y pérdida de control estaban disminuyendo más y más.
— Necesito ver a Atsumu, - se paró sin pensarlo mucho. — ¿Dónde está?
Osamu miró con desespero a Rintarō, quién rápidamente se paró de la cama en dirección a su amigo, pero la puerta le ganó.
— ¿Kiyoomi? - Washio entró confundido.
Llevaba un piyama, de seguro por conducir medio país por la noche, y ojeras decorando una vista que demostraba que había llorado más de lo pensado.
— ¿Cómo está Motoya? - La pregunta de Osamu obligó a Kiyoomi a permanecer algunos minutos más.
— La operación salió bien, pudieron salvar las articulaciones y no necesitaron colocar piezas de metal. - Dijo con una pequeña sonrisa. — Para mañana plantean despertarlo, él está tranquilo de igual manera.
Kiyoomi parpadeó reiteradas veces al oír eso, la brisa de calma ante la idea de que su primo estuviera bien desapareció en el minuto que comprendió las últimas palabras.
— ¿Cómo sabes eso? - Preguntó serio.
Las tres personas restantes en el cuarto lo miraron extrañado.
— Pues... ¿Soy su alma gemela? - Washio observaba a Kiyoomi perdido, sin comprender la desesperación que cruzaba por el rostro del azabache. - ¿Estás bien...
La mano de su cuñado se acercó a su hombro, y no pudo hacer más que darle una cachetada alejándola.
— Pero él está en coma... ¿Por qué puedes oírlo? - Su voz se comenzó a entre cortar con sus palabras.
— Kusa... - Suna a sus espaldas habló, mientras se acercaba cada vez más. — ¿Qué ocurre?
— ¡¿Por qué Tatsuki puede oír a Motoya si él está desmayado?! - El grito lleno el cuarto por completo.
Y tal vez así, todos lo entendieron.
— Podemos oírnos mientras dormimos, yo siempre oí a Rin, Kiyoomi... - Osamu habló esta vez. — ¿Acaso tú...
La mente de Kiyoomi se perdió por completo en ese instante, ¿Le estaban mintiendo?
¿Ichigo le había mentido cuando le habló en el camino en auto?
Desde el momento que se cruzó con Suna sintió como intentaban ocultarla algo, ya hace casi una hora se encontraba allí y parecía que evitaban de todas las maneras que se encontrará con Atsumu.
Osamu sufriendo.
Washio oyendo a Motoya.
— ¡¿Por qué yo no puedo oírlo?! - La ansiedad en su cuerpo era máxima, había perdido la cordura. — No me mientan, ¡¿Dónde está Atsumu?! No puede él no puede...
00:58:27
Osamu había perdido la voz al instante que Kiyoomi colapsó, y Washio solo se quedó inmóvil observando todo, por lo que fue Suna quien lo sacó al pasillo y comenzó a guiarlo.
— Yo no lo he visto aún. - Kiyoomi no contestaba a nada que él dijera. — Osamu no paraba de decir que no podía verlo así.
Lo único que podía oírse por fuera de la voz de Rintarō eran los pasos, como también pitidos de máquinas ajenas.
— Creo que no está inconsciente. Y por seguro muerto tampoco... - No sabía cómo dirigirse hacia él, la vista de Kiyoomi estaba tan fría como el suelo. — No sé qué puede estar ocurriendo.
Frenó en la puerta que marcaba el nombre de ambos gemelos, y Kiyoomi sin preguntar tomó el picaporte, dándose paso al interior.
01:00:00
Todo en el interior de Kiyoomi dio vueltas, al punto que sentía que en cualquier momento su corazón saldría disparado por su garganta.
"Mierda Atsumu, no puedes hacerme esto."
No hubo reacción, la persona frente a él seguía parado observando por la ventana, no lo había oído entrar, y parecía obviar sus pensamientos.
Sintió calma al notar que esa persona era rubia, tenía una espalda muy conocida para él y al parecer no llevaba ningún yeso ni cabestrillo en el cuerpo, pero...
"Deja de hacerte el estúpido, no sabes cuánto me he preocupado."
De nuevo nada, la presión en su pecho volvió, y Suna ya se encontraba observándolo algunos metros más lejos.
— Atsumu. - Murmuró, sentía que toda su vida prendía de ese nombre. — Atsumu. - Habló más fuerte.
Y en un instante sus ojos se llenaron de lágrimas cuando notaron unos ojos marrones observándolo con dolor.
Llevaba la misma bata hospitalaria que los otros, su rostro magullado, pero no mucho más que eso y un gesto de dolor muy profundo.
— ¡¿Qué mierda haces aquí?! - Kiyoomi retrocedió algunos pasos que había avanzado al oír ese grito. — ¿Quién te piensas que eres para aparecer aquí luego de que no me hablarás durante todo un maldito día?
— Atsumu, espera. - Intentó calmarlo, pero el rubio volvió a darle la espalda. — Te estoy hablando.
"Por favor."
"No lo estás haciendo."
— Me pase todo el tiempo hablándote. - Su voz se quebró, y sintió que las lágrimas reaparecían. — Todo el vuelo, la espera, no he parado ni un minuto.
"No he dormido, por favor escúchame."
El rubio se volteó lentamente, notando que Kiyoomi se encontraba a solo seis pasos suyos, los cuales acortó en un instante casi saltando a su pecho.
— ¿Por qué no puedo oírte Kiyoomi? - Dijo temblando.
Sakusa ya lo había abrazado a su pecho, y a duras penas se movía con él hacía la camilla.
— No puedo oírte, sentí tanto miedo y tú no me hablabas. - Comenzó a balbucear. — ¿Qué haces aquí?
— Desde que se desconectó la videollamada no paré de hablarte, creí lo peor. - Dijo generándose un escalofrío. — No podía quedarme allí, debía estar a tu lado ante cualquier circunstancia.
01:34:22
El cuarto de los Miya se vio invadido por un arsenal de personas luego del reencuentro de la pareja.
Suna y Osamu habían tomado asiento en su camilla, explicando que el gemelo se había negado a permanecer con su hermano luego de que se negara a hablarle.
Azuka había hecho presencia ante Kiyoomi por primera vez, explicando cómo horas atrás su hijo el hecho del cuarto entre gritos.
Y Tatsuki e Ichigo fueron los últimos en entrar, alegando que Motoya estaba pasando por algunas radiografías y preferían observar que Kiyoomi estuviera bien.
Y Kiyoomi bueno, se encontraba funcionando de sillón para Atsumu, que se escondía entre sus brazos aún desesperado por no poder oírlo.
Nadie comprendía por qué les ocurría eso, por lo que llamaron a un médico, y los jóvenes prefirieron que todos permanecieran allí con ellos.
01:53:07
— Por lo que me dicen nunca han tenido problemas de comunicación. - Un médico general comenzaba a explicar luego de interrogarlos. — Y hasta pueden conversar más fluidamente que lo normal en otras almas gemelas.
Ambos chicos asintieron, mientras tomaban sus manos con fuerza.
— Atsumu-san ha pasado por todos los estudios pertinentes, y no sufre de ningún derrame o contusión mayor... No creo que esto esté ocurriendo por algo físico. - Dijo pausado. — Aunque estas cosas ocurren, supongo que son pareja, ¿Han pasado por alguna pelea últimamente? - Ambos negaron. — A veces ocurre que problemas sin resolver inhiben nuestra actividad cerebral.
La columna de Kiyoomi se vio invadida por una corriente eléctrica, claro que no, tenían problemas, como cualquier otra pareja, pero no habían comenzado estos días.
— Las almas gemelas son algo incomprensible a nivel médico, por lo que no hay una respuesta concreta. Puede ser que estén atravesando por algún problema, o que simplemente el lazo se rompió.
Todos en el cuarto quedaron helados ante las palabras del doctor, observándolo casi al punto de furia, todos allí sabían muy bien lo destinados que estaban Atsumu y Kiyoomi a estar junto al otro.
— ¿Qué mierda está diciendo? Las almas gemelas no se separan, y yo y Atsumu nos amamos.
— Hay precedentes, los lazos no duran para siempre, y hasta existen personas con más de un alma gemela. - Dijo pausado. — No hay manera más que con tiempo de comprenderlo, pero pueden consultar con un psicólogo.
02:28:45
— Quiero descansar. - Habló Atsumu a todos en el lugar. — ¿Podrían dejarme un rato?
Todos se pararon, exceptuando a Kiyoomi que aún seguía a su lado.
— Tu también Omi, quiero charlar con Samu. - Dijo nervioso.
Kiyoomi no le dio muchas vueltas, sabía lo complejo de la situación que todos estaban atravesando y lo importante que era el cariño que los gemelos compartían.
Buscó su camino a la cafetería que Ichigo nombró a una cuadra y ya con un vaso en mano se acomodó en la mesa más alejada de la gente.
Todo era un maldito caos.
Osamu parecía sufrir el peor estrés postraumático.
Komori aún no despertaba y no se sabía que tanta movilidad tendría su cuerpo.
Suna tenía cuatro fracturas a lo largo de toda la pierna.
Atsumu sentía la culpa de mil demonios y no podía oírlo.
Kiyoomi no podía oír a Atsumu, no podía ayudar a nadie y peor aún, su mente comenzaba a caer en un oscuro silencio. Ese que conocía tan bien de cuando su vida era un descontrol emocional que ningún medicamento regulaba.
— ¿Sakusa-kun? - Una voz nerviosa lo devolvió al mundo real, dejándolo sorprendido. — ¿Puedo tomar asiento?
— Oh sí, por favor. - dijo luego de caer en cuenta. — Llámeme Kiyoomi, Azuka-san.
Su ansiedad había aumentado, pero no tan oscura como antes, la mujer frente a él era clave en la vida de su novio, como similar en apariencia.
— No quiero robarte mucho tiempo, seguro quieres volver lo antes posible con mi hijo.
— No es problema, necesita hablar con Osamu...
— Que considerado, ahora entiendo todo lo que Tsumu habla de ti. - La sonrisa de la mujer Lucia tan cansada como la de los demás. — Quiero agradecerte... Sin ti mi hijo... Tal vez ninguno de los dos podría haber hecho todo lo que hicieron por mí.
Kiyoomi estaba atónito, él nunca había tomado cartas en el asunto, ni mucho menos movido algo para ayudar, solo se sentó a oír a sus amigos cuando fuera necesario.
— Ellos te valoran mucho, como también q Rin... Y han sufrido tanto. Ustedes le dan toda la estabilidad que ellos no hallaron en mí.
— Te aman, y mucho. - Fue lo único que pudo decir.
— Lo sé, no podría tener mejores hijos. - Realmente sentía que hablaba con la versión femenina de los gemelos.
La charla siguió, evitando el tema del accidente, más bien centrándose en la vida de Kiyoomi en Estados Unidos, y cumplidos por parte de Azuka, quién buscaba conocer a fondo al chico que tanto había llegado a sus oídos y algunas veces ganado un saludo por videollamada.
— Espero que podamos compartir un café en una situación más normal. - Dijo Kiyoomi cuando decidieron que era momento de volver.
— Tranquilo que compartiremos familia Kiyoomi, Atsumu no se irá de tu vida.
03:58:21
Los hermanos Miya y Suna se encerraron en el cuarto durante hora y media, la cual Kiyoomi con ansiedad del porqué era excluido se dedicó a estar al lado de su tío y cuñado, rodeando la camilla dónde Motoya se encontraba.
Era desesperante el saber que no importaba que, no recibirían ninguna noticia positiva al menos hasta el día siguiente, y lo único que tenían para ellos era esperar.
— Kusa... - La voz de Sunarin llegó a sus oídos. — Atsumu ha dicho si puedes ir a verlo.
Estaba entrando por la puerta, con Osamu observando al suelo inexpresivo colgado de su mano, ninguno tenía buena cara en sí, lo que solo hacía picar el pecho del azabache.
No dio muchas vueltas y se marchó sin decir nada, pasando por una máquina expendedora por un jugo de cítricos que sabía el rubio amaba. Estaba ansioso.
Se había tomado el tiempo sin verlo para pensarlo una y mil veces, y la respuesta por fin apareció frente a sus ojos.
Lo observó sonriendo, no estaba feliz en ningún sentido, pero poder ver cómo se paseaba por el cuarto le daba algo de paz.
Quería abrazarlo, besarlo, quería sentir que el silencio en su mente se opacaba por el amor que se tenían.
Estiró sus brazos para tomarlo de la cintura, pero al instante Atsumu se volteó, enfrentándolo con el rostro neutro.
— Debemos hablar. - dijo guiándose a la camilla.
— Yo también tengo algo que decirte. - Dijo tomando asiento.
En su mente pensaba que tal vez Atsumu le pediría lo que él quería decir, o tal vez quería descargar un poco la mente del estrés que estaba sufriendo.
— Tu primero. - El rubio habló sin verlo, jugando con sus dedos.
Lo pensó una y mil veces en segundos nuevamente, tenía las palabras justas.
— Lo pensé bien y... Me quedaré este semestre aquí. - Soltó sin más.
— ¿Qué estás diciendo?
— Quiero estar a tu lado, el estudio puede esperar por mí, supongo que la universidad comprenderá la situación, y si no lo hacen puedo completar mis estudios aquí.
— Kiyoomi...
— Quiero poder cuidarte, y también acompañar a Motoya si es necesario... El vóley y el violín no pueden ser mi prioridad cuando te tengo a ti. - No paraba de hablar con una mezcla de emoción y miedo ante su situación. — Obtendré un trabajo en Osaka como tutor, así puedo permanecer a tu lado antes de volver y...
— Kiyoomi creo que debemos tomarnos un tiempo. - Sentenció cortando sus palabras.
De un momento al otro todo el cuarto perdió su luz, aroma y calidez. Helaba tanto y Kiyoomi no podía observar más allá de su mano al frente, sentía que estaba en un sueño.
Pestañeó múltiples veces, intentando entender porque Atsumu no lo veía, hasta que sus propias lágrimas opacaron su vista.
— Debes seguir con tus sueños... Y yo debo resolver muchas cosas aquí. - Siguió hablando. — Separarnos nos dará el tiempo necesario para...
— ¡Tú eres más importante! Puedo ayudarte, - No era un sueño, mucho menos una pesadilla. Era real. — te amo Atsumu, no necesito nada más que a ti, no puedes tomar esta decisión ahora... Sufriste un accidente terrible y no piensas en claro.
— Ya lo había pensado Kiyoomi. - Soltó sin más. — No estaba seguro, pero... No puedo seguir así.
— Solo estás cansado por el accidente Tsumu, - Kiyoomi temblaba al hablar, mientras volvía sobre sus pies. — Deberías descansar y hablaremos más tarde.
04:03:00
Salió del cuarto sin mirar atrás, no pensaba seguir discutiendo algo así con un Atsumu en shock y él mismo sin haber pegado un ojo el día entero, sin contar el cambio horario que cargaba a las espaldas.
Caminó casi perdido, ¿Realmente sentía lo que había dicho? ¿Lo dejaría? Miya Atsumu, que había movido cielo y tierra porque Kiyoomi lo aceptará a su lado.
No podía ser cierto, ellos se amaban, más allá de la conexión que compartían en el pasado, no solo por oír sus voces en sus mentes habrían compartido tanto, desde lo bueno hasta lo malo.
— ¡¿Qué mierda le han dicho?! - Su paciencia era inexistente, como también así la cordura. — ¡Estuvieron encerrados con él durante dos horas y ahora ocurre esto!
Las enfermeras y médicos que circulaban se quedaron helados viendo la escena, mientras Suna rápidamente colocaba a Osamu a sus espaldas.
— Hablemos en algún lugar más privado Kusa. - Quiso razonar, pero no serviría de nada.
— No pienso pasar tiempo innecesario frente a ustedes. - Masculló pasando por su lado. — Pero no aceptaré que Atsumu me deje por lo que le hayan dicho.
— No... nosotros nos pusimos. - Murmuró Osamu aferrado a la bata de Rin. — Antes fue nuestra idea, pero hoy le hemos dicho que no lo hiciera.
— ¿Qué has dicho? - Kiyoomi no gritó, pero su voz salió tan fría que ambos chicos retrocedieron.
— Hace algunos meses...
— Cállate Samu, no está pensando en claro. - Suna quiso silenciarlo.
— No, explíquense.
Kiyoomi había perdido la perspectiva de la situación, ya no los veía como sus amigos, si no como las personas que habían presionado desde el exterior lo que estaba ocurriendo.
— Cuando pelearon en el invierno... Le dijimos a Atsumu que lo mejor era que se tomarán un tiempo para ustedes, si no terminarían destruyéndose. - Suna soltó todo. — Nos ha venido con ese planteo ahora y le hemos dicho que la situación cambió, pero no quiere aceptarlo.
"Si no terminarían destruyéndose"
Era lo mismo que había planteado Hajime tiempo atrás, pero realmente ya no era lo mismo, no habían resuelto esa pelea, pero tampoco habían vuelto a tratarse de esa manera, y Kiyoomi estaba haciendo todo lo que Atsumu siempre pidió, no podía aceptarlo así.
— Malditos idiotas. - No quería hablar más, no quería pensar más.
Empujó las puertas en todo su camino de salida, siendo perseguido por su tío por todo el hospital hasta el auto.
05:30:17
— Duerme aquí, dejaré algo de dinero para que pidas comida y mañana vuelvas al hospital. - Su tío abrió la puerta de la casa donde se criaron. — He dejado un juego de sábanas nuevas en tu cuarto, como también una toalla y un cambio de ropa.
— Vale. - Kiyoomi solo podía mantenerse parado, observando al suelo. — ¿Puedes dejar para algunos productos de limpieza?
Ichigo solo podía descansar contra el marco de la puerta con mil y un cosas en su mente, sentía que los años ya le corrían en contra para esta cantidad de malos tragos.
— Ya compré hoy por la mañana, te diré dónde están si prometes que no limpiarás diez horas seguidas Kiyoomi. - dijo rebuscando en sus bolsillos. — Todo estará bien, ¿Sí? Mañana podrán hablar y todo volverá a la normalidad.
— Vale.
11:29:10
Impecable, al menos objetivamente.
El suelo brillaba, como también así todo mueble, vajilla y decorado que había en la casa. La ropa perfumada se secaba con el aire nocturno y la casa completa olía a nuevo.
Pero Kiyoomi no lo veía así, las manchas negras nublaban su vista, manchando sus lastimada manos por el frote con químicos, y así todo el lugar.
La orden de ramen sabía extraña, aun sabiendo que era el mismo lugar donde pedís comida antes, y las tres latas de cerveza bajaron por su garganta con sabor a tierra.
Nada era normal a estas alturas.
Luego de una prolongada ducha dónde todo su cuerpo se enrojeció por la fricción de la esponja, ni siquiera sentir ropa nueva y algodonada sobre su cuerpo frenó el caos que cada vez incrementaba más y más en su mente.
"No puedes hacerme esto Atsumu."
Rondó por el cuarto algo indeciso de que debería hacer, sabía que no podría pegar un ojo con tantas cosas en su mente, pero su cuerpo no podía dar un paso más sin sentir que se desintegraría.
Pero todo pareció más fácil cuando observó una nota autoadhesiva junto a un pequeño recipiente.
"para que puedas dormir."
Tal vez así podría descansar lo necesario para encontrar la manera de que Atsumu no lo dejara.
Ya arme toda la maqueta hasta el final 🛐 y me alegra comunicarles que quedan entre 5 y 8 capítulos.
Les amo mucho, y hago mi mejor esfuerzo para no preocuparme por sus comentarios depresivos suicida-tentativos porque se que son chiste ༎ຶ‿༎ຶ
Cómo siempre muchas gracias por votar, comentar y leer de por sí <3
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