yeol du / / 열두

"¿Qué quieres ser de grande?"

"El mejor violinista del mundo."

"¡Eso ya lo sé!"

"¿Qué más podría ser?"

Kiyoomi no pegó un ojo en toda la madrugada, se la pasó helado sobre su colchón, repiqueteando las uñas sobre la madera del cabezal mientras intentaba apaciguar a Atsumu que no podía hablar sin escupir insultos o que su voz sonará errática e insegura del miedo.

Su padre no entró a la casa, pero tampoco les permitió dormir, los golpes y gritos se turnaron hasta la madrugada hostigando a Azuka y sus hijos que buscaban la mejor manera de contenerla, la policía no hizo presencia sin importar los llamados, y Sunarin apenas a las siete de la mañana pudo llegar a Osaka, dándole fin a todo.

Pero ellos sabían muy bien que eso no pararía allí.

Kiyoomi no podía obviarlo, pero tampoco podía hacerlo el centro de su día, planchó su traje y afinó su violín, transcribió sus partituras y hasta práctico unos minutos antes de partir, todo mientras intentaba contener a Atsumu que estaba más cerca de un colapso nervioso que nunca.

No podía echarse atrás y no solo porque el día de hoy cumpliría un sueño, sino que también significaba una nueva puerta abierta, la que le otorgaría lo que nunca tuvo, y le faltaba para ser el ancla que deseaba ser para su novio.

Si hoy brillaba como esperaba, comenzaría a asegurar un futuro más brillante, un futuro dónde no importaba que hiciera o como, tendría los medios para protegerse a él y a quienes amaba, dónde nadie ni nada decidiría por ellos, donde sus vidas no dependerían de la opinión pública o un sistema educativo insostenible.

Se paró frente al público con un poco más de calma, en Osaka ya era la una de la tarde, y hacía pocos minutos Atsumu había conseguido conciliar el sueño luego de una pesadilla interminable, y a las ocho en punto de la noche en Sacramento, California, las manos de Kiyoomi dieron su mejor esfuerzo con tan solo dos cosas en su mente.

Sus padres y Miya Atsumu.

Inspiración, esfuerzo, esperanzas, miedo y amor.

Ellos otorgaban todo lo que Kiyoomi necesitaba para seguir adelante, para anhelar el estirar la mano unos centímetros más, ese empujón que toda persona necesita para tomar sus sueños seguro, para dar hasta su último respiro para gozarlos y no caer en un conformismo vacío.

Su cabello engomado hacía atrás, su cuerpo asfixiado por el traje de gala, el sudor recorriendo sus sienes y el dolor en todas sus extremidades, nada importó cuando la última nota sonó y todo el público luego de un silencio interminable aplaudió como si no hubiese mañana.

Los tragos de la reunión posterior al concierto, los directores tocando la espalda de Sakusa, que guardó todo su impulso de alejarlos, las recomendaciones y tarjetas de presentación.

Todo eso quedó en segundo plano cuando pudo oír pensamientos disparatados en su mente.

Atsumu seguía dormido, y estaba teniendo pesadillas como cuando era un niño.

"Atsumu."

No escuchó respuesta alguna, solo inclinó la cabeza ante el hombre que le hablaba de su orquesta en Florida.

Caminó hacía un rincón del salón antiguo, rebuscando su bolsillo por su teléfono. A final de cuentas el evento estaba por concluir y él tenía prioridades muy claras.

No quería que Atsumu pasará un mal momento.

"Amor."

Volvió a hablar, para luego enviar algunos mensajes y llamar, el teléfono estaba apagado.

"Atsumu."

''Tsumu, ¿Estas despierto?''

Se focalizó en decirlo más alto, como si quisiera gritarle.

''¿Que ocurre Omi-Omi? Nunca me llamas así.''

La voz dentro de su mente sonaba tranquila, pero no en el buen sentido.

''¿Te he despertado? No es la gran cosa, pero, te extraño.''

Lo hacía, lo hacía tanto que, aunque estuviera dónde soñó su mente solo pensaba en cualquier lugar, con la condición que el rubio estuviera a su lado.

Quería que Atsumu dejará de tener pesadillas, o al menos poder abrazarlo fuerte cuando lo hiciera, quería poder endulzar sus oídos con solo verdades para que todo el oscuro pasado que cargaba en su espalda desapareciera de una buena vez por todas.

"Yo te extraño a ti Omi."

"Espera, ¿Qué hora es allí?"

"Las once de la noche."

"Mierda."

"¿Cómo te fue? ¿Te han grabado? Lo siento, soy el peor novio del mun..."

"¡Cállate! Me ha ido genial y me han grabado, apenas tenga los archivos te los enviaré."

"No importa que no me hayas visto, solo prométeme que algún día estarás en primera fila en todos mis conciertos..."

"Y yo te prometeré que estaré en primera fila en todos tus partidos."

"Lo entiendo."

"Te amo Sakusa Kiyoomi."

"Yo a ti Miya Atsumu."

Cayó rendido en la cama, pero no pudo conciliar el sueño, a la una de la mañana llegó el primer video aún en crudo de su presentación, y le fue imposible no cumplir todo capricho de Atsumu, quien no paraba de pedir que estuvieran en videollamada mientras lo observaba, y luego quiso ver una película, y más tarde charlar hasta que Kiyoomi no pudiese mantener los ojos abiertos.

Los días pasaron y Sakusa fue invitado a la casa de Saori-san junto a Wakatoshi y Hajime a pasar el año nuevo, siete días completos pasaron ante sus ojos sin poder dejar de sentir la peor sensación del mundo.

Atsumu le ocultaban algo, con cada "Estoy bien" o pedido encaprichado podía notarlo más y más, cuando evitaba videollamadas algunos días, o simplemente hablaba sin parar de jugadas de vóley cuando Kiyoomi quería hablar de algo más sentimental.

Él sabía bien por qué ocurría, no había olvidado el día de Navidad, pero tampoco tenía que hacer.

Sunarin y Osamu estaban en medio de una mudanza repentina, habían decidido entre todos mover a Azuka a Tokio, lo que conllevaba que el último que quedaría en Osaka, y por lo tanto a una distancia mínima de Hyogo, era Atsumu.

Y Kiyoomi estaba a horas de vuelos en distancia, no podía hacer más que hablar y seguir la corriente, sabiendo que la mente de su pareja se estaba maltratando por vaya a saber quién.

Los días se hacían cada vez más largos, y las charlas más monótonas, Atsumu evitaba a toda costa hablar de sentimientos en general, ya no solo lo respectivo a su padre.

El receso de invierno fue un martirio para Kiyoomi, otra vez tenis dentro de su cuarto a Oikawa Tooru y su única escapada había vuelto por una emergencia familiar a Japón.

Deseaba tanto poder estar al lado de Atsumu, ya se cumplirían seis meses de la última vez que se habían visto.

"Omi."

"¿Sí?"

Se encontraba recostado, acaban de dar la media noche y se había cansado de ver películas de terror con la pareja que no paraba de lloriquear de miedo escondidos bajo una manta.

"¿Cuándo comienzas con el trabajo que me habías dicho?"

Kiyoomi luego de la presentación de Navidad había conseguido múltiples ofertas, desde un puesto fijo en orquestas y sinfónicas, hasta como profesor o tutor particular de violín de hijos de personas de élite, pero muy pocas habían llamado su atención como por la que optó.

Una oferta para ser sesionista para un pianista reconocido que grabaría una versión extendida de sus obras, la paga era inigualable y el trabajo mínimo ante las exigencias de los demás, aunque igualmente robaría una buena porción de su tiempo entre los entrenamientos por la temporada de primavera con el equipo y los ensayos generales y asignaciones escolares.

"Pues la primera semana de marzo, y serán dieciséis encuentros, uno por semana."

"¿Entonces terminarás para Julio?"

"Exacto, aunque el producto final estará para septiembre, apenas tenga mi copia te lo enviaré."

Kiyoomi siguió contestando las preguntas desvariadas de Atsumu, creyendo que era simplemente otra charla trivial que repetían una vez más para desviar los temas que actuaban de elefante en el cuarto, hasta que una pregunta iluminó la mente de Kiyoomi y su preocupación.

"¿Y si son tantas horas de ensayo no correrías riesgo con tus notas?"

¿Cuándo Atsumu había desconfiado de los esfuerzos y manejo de horarios de él?

"Pues no, sabes que no lo hubiese tomado si eso ocurriría."

"¿Estás seguro? Ya has perdido la primera entrega de historia renacentista de la música, por lo que deberás recursarla en el verano y eso conlleva que recurses dos materias más de último año, por lo que..."

"Atsumu."

"Deberías rendir ambas materias conjuntas, pero tampoco puedes descuidar tus entrenamientos ya que tú beca..."

"Atsumu."

"Eso significaría que deberías dejar las optativas, si es que no tomas otro trabajo ya que si no sería imposible hacerte tiempo para..."

"¡Atsumu cállate de una vez!"

"¿Puedes dejar de dar vueltas y decirme lo que sea que tú maldita cabeza está pensando?"

Respiró profundo, era la primera vez que oía a Atsumu hablar tan categóricamente de cosas de la universidad, como si hablara de sus cronogramas de entrenamiento o dietas hipercalóricas en época de campeonato, y comenzaba a preocupar a Kiyoomi.

"Un año y medio, no creo que llegue a ser tan solo un año y medio."

Soltó por fin.

"Espera un segundo."

Atsumu no reprochó, y cuando la pantalla de su teléfono comenzó a iluminarse en su mano, contestó sabiendo que era su novio.

- Ahora sí, - la voz de Kiyoomi a través del parlante sonaba cansada. - te prometí que para Julio del 2018 estaría allí, y lo haré, ¿Entiendes?

- Lo hago, pero...

- ¿Puedes decirme qué ocurre? - Suspiró casi harto. - Realmente estoy agotado y no quiero dormir con esto inconcluso, como todo.

Lo dijo sin pensar, el agotamiento de la soledad y su cabeza pensando todo tres veces más de lo normal estaban superando a Kiyoomi, no importa que tanto viera a su terapeuta, o que tanto corriera por las mañanas, su trastorno taladraba su mente y la inconsistencia de Atsumu al hablarle lo estaba llevando al borde.

- ¿Como todo? - La voz de Atsumu se afinó, con reproche en ella.

- Hablé sin pensar Atsumu, por favor dime qué ocurre con mis materias y trabajo.

Kiyoomi quería oírlo de él, podía entender el miedo y lo difícil que podía ser estar tan lejos, él mismo la atravesaba por el otro y pasaba sus días con eso como título principal.

- Siento que nunca volverás, y estoy harto de estar aquí solo, como todo en mis espaldas mientras tú estás aislado de todo.

Las palabras cayeron como agua fría en Kiyoomi, quién comenzó a repetir en su cabeza que no reaccionara, no era el Atsumu consciente el que hablaba, si no uno que seguía asustado y enterrando lo que verdaderamente era el problema.

- Lo entiendo, ¿Sí? Por eso tomé este trabajo, así puedo viajar hacia Japón a visitarte, y por eso estudio noche y día para terminar a tiempo y poder volver a tu lado. - Habló lo más tranquilo posible, con la mente punzando de furia.

- ¡Tú no entiendes! - gritó desaforado, escondiendo muchas palabras que quería decir. - Si tú vuelves como si nada a verme dos semanas será un caos, y luego volverás a tu dormitorio tranquilo a tomar cerveza con Iwaizumi como si nada.

Apartó el teléfono de su rostro, aguantando el impulso de cortar la llamada.

- ¡Y yo me quedaré aquí peleando con todo el equipo de marketing! Que salió tal foto de nosotros juntos, que te vieron en la misma ciudad que yo, - comenzó a enlistar, rompiendo los nervios del azabache. - que te vieron visitando a Ushijima, o que apareciste en tal lugar y me preguntan a mí.

- ¿Y a qué quieres llegar con esto Miya? - Sus dientes chocaban entre su conteniendo sus palabras. - Eso ocurrirá de igual manera cuando en un año y medio me mudé contigo, además sabes que daré lo mejor de mi para no fomentar rumores.

- ¡¿Entonces por qué hablaste en una entrevista de que eras homosexual?! Es imposible remover eso.

Sakusa Kiyoomi era paciente, comprensivo y todo lo que podían imaginar potenciado por mil cuando se trataba del volátil de su novio, realmente lo era, pero toda persona rebalsa luego de contener tantos deslices.

- ¿Y me dices todo esto por algo en especial o solo buscas problemas para que no te pregunte cómo te sientes respecto a lo de tu padre?

Lo dijo con todas las neuronas funcionando, sabiendo que había presionado ese gran botón rojo protegido por un cristal, consciente de que era tanto la realidad, como el único tópico prohibido en sus charlas últimamente.

- No puedes venir a cuestionarme todas las decisiones que tomamos juntos porque quieres liberar el estrés de un tema totalmente diferente. - La voz de Atsumu al otro lado de la línea intentaba hablar sobre él. - Te he dicho una y mil veces que conozco todo de ti, y puedes hablarlo conmigo, nunca he dicho que permitía que me ataques sin razón alguna.

La línea cayó en silencio por medio minuto, solo podían oírse las respiraciones de ambos y sus ruidos de fondo, gritos de la película y el movimiento de Osaka por la tarde.

¿Peleas de pareja?

El dolor de trasero más grande del universo.

Gritos por teléfono, alguien cortando luego de sentirse altamente ofendido y cerrando con dos personas con el orgullo en la nuca y lágrimas en sus ojos.

Al día siguiente un perdón nervioso y el tema que debería ser resuelto siendo enterrado veinte metros bajo tierra y haciendo las semanas siguientes los días más angustiantes de ambas partes.

Atsumu entrenaba tal cual zombie, no importaba que aún tuviera sus videollamadas dónde podía ver a Kiyoomi ensayar, podía ver las bolsas negras en sus ojos y se sentía culpable, aunque todas las mañanas y noches recibiera un saludo y un te amo, lo que hacía que peleará con sus sábanas pensando como sacar nuevamente el tema a flote y concluirlo, pero no se sentía capaz de hacerlo sin volver a fregarla.

Kiyoomi optó por otra alternativa, corría desesperado todas las mañanas y entrenaba con el violín durante horas interminables hasta que se escondía en el sofá entre Hajime y Tooru, quienes lo consolaban cuando sentía que la angustia de distanciarse de Atsumu calaba en su pecho, hasta que volvió a clases y el repatriado argentino se marchó.

Hajime pasaba todo el tiempo que concordaban en el mismo cuarto observando a Kiyoomi, sabiendo que en cualquier momento colapsaría y explicaría que venía hostigando su mente hacia ya casi seis semanas, ya que lo observaba y oía hablar por teléfono con Atsumu y a su parecer no estaba mal ni en los entrenamientos ni en la facultad.

Y encontró el momento perfecto cuando salió su clase de Anatomía avanzada y vió a Kiyoomi con la vista en el techo de una tienda de café.

- Llegó tu hora. - sentenció sentándose frente a él, ganando su atención.

Todas las veces que había intentado increparlo o le surgía una tarea de último momento o comenzaba a llorar haciendo que el cerebro de Hajime entrará en corto circuito. Por lo que sabía que ahora no lloraría, porque estaban en público, no le recordarían una tarea, porque tomó su teléfono, y al conocerse sus horarios sabía que estaba de parada en su camino al dormitorio.

- ¿Qué te ocurre? - Preguntó serio, jugando con la cucharilla de la taza. - Estoy ocupado.

- Oh sí, este techo rosado pastel si que toma tiempo, - dijo en chiste. - ¿Qué mierda ocurre entre Miya y tú?

- ¿Debería pasar algo? - Increpó, intentando ocultar cualquier rasgo que lo delatara. - Ya te dije que peleamos hace semanas, pero ya es pasado.

La orden de Hajime le regaló un minuto dónde agradeció a la mesera para pensar como ocultarla totalmente la tormenta que había dentro de su cabeza tal cual adolescente encaprichado.

- No soy idiota, he salido con Oikawa durante tantos años que aprendí a darme cuenta cuando un idiota orgulloso no quiere decir que mierda le pasa.

- ¿Me acabas de comparar con esa diva?

- Esa diva al menos me dice cuando quiere arrancar mis uñas una por una, no llora expontaneamente y luego alega demencia temporal.

- Tsh.

Iwaizumi soltó una carcajada, el ver a Sakusa tan naturalmente frustrado le otorgaba minutos de felicidad, pero al mismo tiempo atornillaba su mente a la necesidad de ayudarlo, sabía bien lo difícil que podía llegar a ser mantener una relación a distancia y más cuando tu pareja era un idiota que solo pensaba en un balón y sus manos.

- Si Atsumu está volviendo a ser un idiota puedo llamar...

- No. Solo... El problema nunca se cerró sabes, el evita el tema, y yo tan solo no puedo decirlo.

- ¿Por qué? Él te ha insultado sin razón, te acusósin sin sentido alguno sin pensar en cómo te sentirías. - Hajime tenía noción de lo ocurrió ese día.

Y aunque no conociera todo el contexto, no podía aceptar de ninguna manera que Atsumu dijera que Kiyoomi no cargaba ninguna responsabilidad y se la pasaba desligado de toda responsabilidad en la relación solo por estar lejos. Hajime lo veía todos los días dar todo de si por poder volver, y mucho más para no desatender a Atsumu y no se sintiera apartado de su vida.

- Tiene razón Haji, he sido irresponsable muchas veces sin pensar en él, mis problemas son del pasado y yo no tomo el valor de dejarlos atrás, el vive sus dolores ahora, y yo por mi capricho estoy lejos.

Las manos de Iwaizumi sé tensaron en la taza, sintiendo que una palabra más y la rompería de la furia.

¿Quien permitía que se degradará tanto el esfuerzo de Kiyoomi?

- No digas esa mierda, tu viniste a cumplir tu sueño, y si la persona que amas no puede aceptar eso, dista de merecer estar a tu lado. - Soltó. - ¿O acaso él no puede conseguir un contrato con un equipo aquí?

- Pero Atsumu...

- Atsumu nada, Tooru está en Argentina, cumpliendo el sueño que tuvo desde el día que lo conocí, y el sabe bien que yo no me mudaré allí con el cuando termine aquí e igualmente me ama, y ha aceptado permanecer a mi lado aunque tengamos 50 años y estemos en continentes separados. - Hajime perdió la cuerda de no tener tacto. - Ya ambos son adultos, pero si mentalmente son unos niños no deberían arriesgar su salud mental en una relación que no funcionará.

- ¿Qué estás diciendo? Nos amamos, y ha sido una pequeña pelea, Atsumu ya se calmara y podremos hablar, el no pensaba lo que dijo.

- No confundas la situación Kiyoomi, el no estaba mal por eso en ese momento, pero si lo dijo es porque en algún momento cruzó por su mente, puede amarte y puede ser tu alma gemela, pero sigue siendo un niño caprichoso que quiere que todo sea a su modo, y tú no puedes permitir eso.

La cafetería entera los observaba de reojo, podía sentirse en el apurado japonés que hablaban que la charla no era agradable.

- Cuando Oikawa era así conmigo lo dejé, ya sabes eso. Es mejor esperar a que sea el momento a desgastar tanto la relación que cuando ambos hayan crecido, sea imposible mantenerla por las cicatrices del pasado.

Marzo había llegado y todo seguís igual, o tal vez no tanto.

Atsumu entrenaba el doble al igual que Kiyoomi con sus ensayos y nuevo trabajo, no tenían respiro alguno ni para mantener las falsas charlas que mantenían una relación tan inestable como una rama flotando en mar turbio.

Y ambos lo sabían muy bien, como todos a su al rededor.

Se amaban, no era actuado cuando en las noches de uno y día del otro sobrellevado por el cansancio hablaban por videollamada con sonrisas y te amos, pero cuando no hablaban ambos en sus mentes recordaban que todo seguía allí, las palabras no se habían borrado y a ambos les pesaba, por culpa y por dolor.

Atsumu recibió más de un reproche por parte de Komori cuando se cruzaban por el trabajo, sin contar los que recibía de su hermano y Sunarin, como Kiyoomi cuando tenía videollamadas con ellos que lo alentaban a hablar, ya que todos conocían al rubio y sabían que el único que podía salvar la situación era el azabache.

Pero se negaba, se negaba tan profundo que los meses siguieron pasando y la pelea quedó en un extraño olvido, dónde los hechos del porque ambos estaban incómodos no eran claros, pero allí estaba el sentimiento de que algo mal hacían hacía el otro.

Se sentían como un matrimonio destartalado que necesitaba una chispa para resolver sus problemas.

Y julio se las otorgó.

Atsumu se encontraba el domingo por la tarde en su auto con Komori a su lado y Rintarō y Osamu en la parte trasera, mientras Kiyoomi veía a todos desde el teléfono suspendido del vidrio por un objeto de plástico.

Eran las vacaciones de todos, y mientras los cuatro viajaban a Sendai al haber sido invitados por algunos amigos a pasar una semana todos juntos en una casa de campo, mientras Kiyoomi tomaba esas vacaciones sin entrenamientos oficiales para adelantar todo el estudio atrasado por el trabajo, siendo integrado de vez en vez por el teléfono, como siempre.

- ¿No piensas descansar? - Motoya observaba atento a su primo, que les seguís la charla mientras trascribía resúmenes. - Ya hace una semana has entrado en receso.

- No lo creo, Hajime viajó a Argentina por estas semanas y Wakatoshi no hará presencia hasta mañana, e igualmente debe encargarse de cosas familiares.

- ¿No tienes más amigos? - Río Suna. - Me iré a hacerte compañía, me deprime tu soledad.

Kiyoomi levantó su dedo del medio, sin sentir mucha necesidad de contestar al ataque que recibía, a final de cuentas tampoco le importaba, era su decisión el no interactuar de más con ninguno de sus compañeros de los dos lugares que habitaba.

La charla siguió entre risas y bromas pesadas, ayudando a qué el viaje para los cuatro fuera más ameno, y al mismo tiempo el estudio para Kiyoomi, aunque yo lo hubiese dejado de lado ya que estaba próximo a dormir.

- ¿Has comprado el violín amor? - Preguntó Atsumu sin verlo. - Ya te han pagado.

Claro, por primera vez Kiyoomi dejaría el viejo violín de su padre, por uno más profesional, dejando el suyo para sí mismo, en el intento de cuidarlo más ahora que los años se le acumulaban.

- No, aún no me decido por cual, iré antes del comienzo de clases a las tiendas, pero... Ninguno me convence.

Todos sabían bien el porqué de eso, desde que ambos destaparon sus traumas más grandes se convirtió en algo que los cinco compartían el conocimiento, Motoya aprendió lo duro que fue la infancia de los Miya con un desagradable progenitor, y Rintarō y Osamu descubrieron en su totalidad por qué Kiyoomi fue adoptado por los Komori.

- Mira Omi, - Atsumu desvío unos segundos la vista del frente. - Se que es difícil, pero...

Kiyoomi sintió que su corazón se frenaba en ese instante, las palabras de Atsumu nunca terminaron de salir, y mientras observaba como decía las primeras los otros tres levantaron la vista asustados, seguidos de Atsumu, la imagen siendo distorsionada y por último cortada.

"La videollamada ha terminado."

Marco a Atsumu, el dueño del teléfono, desconectado.

Marco a Motoya, desconectado.

Marco a Osamu, desconectado.

Marco a Rintarō, desconectado.

Sus manos comenzaron a temblar con cada llamada fallida, más de diez a cada uno, su pulso se exaltaba y sentía por primera vez que deseaba demasiado que alguien contestará y se riera diciendo que era un chiste porque estaba lejos.

No supo en qué momento cambio su piyama por unas bermudas y una camisa de mangas cortas, caminando por todo el departamento, no serviría de nada, ya que tampoco es que podía tomar quince minutos en la autopista y teletransportarse a Japón.

"Atsumu."

Vacío, el silencio dentro de su mente se sentía como un vacío casi existencial.

"Tsumu no es gracioso, ¿Puedes hablarme?"

Miro la hora en su teléfono, las dos de la mañana, lo que decía que eran las siete de la tarde en Japón.

"Atsumu por favor contesta, me están asustando."

Kiyoomi estaba lejos de las cuatro personas que le importaban, sin saber que les estaba ocurriendo.

"Perdóname por no estar allí viajando con ustedes, ¿Sí?"

No sabía que decir para hacer que le contestará.

"¿Quieres asustarme para que vaya no?"

Estaba en pánico, maldijo en voz alta al saber que las personas que habían invitado a sus amigos a Miyagi no estaban en su lista de contacto.

"Amor, yo solo quiero estar a tu lado si, háblame."

¿Realmente les había ocurrido algo?

No había manera de que lo supiera, si era real tardarían horas en saberlo entre la lentitud de los medios y la poca gente que pasaba por la carretera que se encontraban, y si no lo era parecía que la broma era demasiado larga.

Su cuerpo frenó un taxi mientras en su mente seguís hablando con Atsumu sin respuesta alguna, revisó la mochila que había armado sin mucha conciencia y entendió que estaba a punto de hacer.

Corrió por el lugar, no había casi nadie, y apenas su tarjeta pasó, se desplomó en uno de los asientos de espera del aeropuerto.

Seis horas, debía esperar seis horas en las cuales el foro de noticias nacional de Japón se actualizaba cada minuto en su teléfono, esperando alguna señal.

No fue muy consciente cuando el inmenso lugar comenzó a poblarse de familias, parejas y oficinistas, tampoco le importó mucho los diversos llamados por el alto parlante que se oían que no nombrarán su destino.

Vio el reloj que marcaba las ocho, en cualquier momento abordaría y aún no podía oír a Atsumu, siendo consciente que en Japón los relojes marcaban la una de la madrugada.

"Pasajeros a Tokio, Japón vuelo JH27 abordar por puerta 09."

Se paró tan rápido como oyó el destino, y dio una última actualización al teléfono que estaba a minutos de apagarse.

Cuatro noticias nuevas, moda, deportes, política y... Policiales.

"Choque en cadena en la carretera que conecta el viejo Tokio con la prefectura de Miyagi."

Sus manos temblaron mientras entregaba su boleto y la noticia tardaba más de lo necesario en abrir, no podía ser cierto.

Maldijo en su mente a Atsumu, conteniendo las lágrimas de querer saber que era un muy mal chiste.

"Se vieron involucrados un total de siete autos y un autobús de pasajeros, se han rescatado un total de 10 personas en estado crítico y 20 cuerpos sin identificar, se desconoce el paradero de 5 pasajeros del autobús y el primer auto en impactar no se ha podido desacoplar del rodado mayor."

Sus manos fallaban en el intento de bajar la noticia más, el sudor que corría por sus dedos era abundante, y la fila al avión no avanzaba tanto como quería.

"Aún no se tiene permitido difundir nombres de los involucrados, en la mañana la fiscalía regional comenzará a hacer los llamados pertinentes."

Se desesperó al saberlo, y apenas se sentó en el asiento del avión con el corazón en la garganta y el servicio de mensajes de texto hacía su tío, no sabía que escribir.

La pantalla se apagó frente a sus ojos, recordándole que no había metido su cargador.

Nueve horas tenía que aguantar dentro de ese lugar comprimido sin poder pegar un ojo y sin nada más que hacer que hablar solo en sus pensamientos.

"Bebé, ¿Dónde estás? Motoya aún no despierta."

"En el mismo cuarto que Tsumu."

"¿Cómo está?"

"Rin... No puedo verlo así."

"Sácame de aquí."



Les amo, ¡Gracias por votar, comentar y seguir leyendo mis demencias!

Iwa-chan volviendo de sus vacaciones y viendo que Kiyoomi se rajó a Japón sin cerrar el dormitorio y se llenó de gatos callejeros

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