se / / 세
"Kiyoomi, deberías por lo menos escucharme."
"Será la última vez."
"Te amo."
Los vestuarios fueron un silencio de penumbras, no importaba cuánto Kita se tomará por animar a sus compañeros para que no lo arrastren a él en el mar de depresión que los sumía la derrota, era imposible, nadie podía hilar más de tres palabras sin sentir que le habían robado a sus compañeros de tercero sus últimos partidos con sus errores y recaían en culparse en silencio.
Pero había siguen que destacaba en demostrar como sus sentimientos estaban hechos un desastre, y todos cargaban la culpa de no haberle dicho, ya que todo el plantel del Inarizaki, excepto Mitad Atsumu, sabían que el gran mencionado Kiyoomi estaba en las gradas.
Atsumu seguía con la toalla enroscada en la cadera observando al suelo con las manos entrelazadas con su cabello el cual parecía que arrancaría ante la falta de respuestas en su mente.
- Tsumu vístete de una vez por todas debemos irnos. - se atrevió Osamu a acercarsele.
- Me pidió perdón, como si fuera su culpa... - comenzó a mascullar. - Y no ha sido de nadie más que mía, al desconcentrarme los últimos minutos Samu... Perdónenme.
- No es culpa de nadie, - habló Kita quien estaba de camino de salida. - ya lo discutimos. Ahora deberías apurarte si no quieres que ese Sakusa espere tanto fuera.
- No me contesta, se debe haber ido a su casa, ¿Quien se quedaría a esperar a un idiota como yo?
- Kiyoomi, claramente. - acotó Suna. - ¿Piensas que viajaría una hora en un autobus en hora pico hasta aquí solo para verte lloriquear en una cancha, idiota?
- Ahora haste hombre y sal de aquí Atsumu, ¿Mira si hay muchas gente fuera y lo llenan de gérmenes?
No le importaba mucho que le decían, el realmente creía que la persona que había congelado sus sentidos ya no se encontraba fuera, y aunque lo hiciera, tampoco podía recordar su rostro, y recordar tan solo cabello negro hondulado y una chaqueta negra en un hueco de un metro noventa no era mucha pista para donde se abultaban jugadores de voley, y no sabía si las emociones volverían a ayudar a reconocerlo, lo que lo dejaba con pocas opciones de encontrar a Kiyoomi.
Todos siguieron instigandolo a salir, mientras ellos mismos hacían su camino hacia el exterior, poco a poco dejando a Atsumu solo con sus pensamientos que no guiaban a ningún buen lado.
Realmente sentía la culpa de que la derrota había sido casi por completo suya y de sus errores, como también así no podía olvidar como sintió la última palabra que Kiyoomi le dijo, y como sin importar cuánto le rogaba, no le contestaba a sus pedidos de que se vieran, sentía que perdería la cabeza.
Podía comprender que su alma gemela no fuera alguien muy sociable, odiara las multitudes y de que por seguro se encontraba culpándose por distraerlo, ¡Pero no podía robarle por segunda vez la posibilidad de verse cara a cara!
Lo enojaba, pero eso no podía tapar el mar de emociones que venía sintiendo desde casi una hora atrás, realmente aún sentía los brazos entumecidos, y una presión anormal en el pecho que no le permitía coordinar muchas palabras sin sentir que rompería en llanto en cualquier momento, tan solo quería tocar la almohada y notar que todo fue un mal sueño, llegar a la final y conocer a Kiyoomi en algo símil a una cita en su último día en Tokio.
Pero claramente nada de eso podía pasar ya que Miya Atsumu estaba maldito por todos los dioses.
Lo confirmo cuando vio a lo lejos a Suna y Osamu subir corriendo al colectivo que los devolvería al hotel, arrancando sin él.
Gemelo oloroso: Te tardas demasiado. Nos vemos en el hotel. [ Zorros con pelotas ; 19:18]
Cuñado: Me he encargado de tu taxi, deberías agradecerme más tarde ^_^ [ Zorros con pelotas ; 19:20]
Releyó los mensajes en el grupo del equipo mientras los maldecía en su interior, ¿Acaso lo harían caminar por calles que ni conocía? ¿Querían que se perdiera por sus errores en la cancha? ¿Tanto lo odiaban?
Si realmente Atsumu no fuese del tipo que intenta con todo su esfuerzo parecer alguien fuerte y desligado, estaría llorando de la frustración y sobrecarga que lo atravesaba.
- Oye idiota.
"¿Qué quieres? Ya dejaste en claro que no quieres hablarme."
- Atsumu, ¿Eres tarado te haces?
"Si quiera me has esperado para conocernos y tienes el tupé de insultarme, no estoy de humor Kiyoomi."
- Me han dicho que debo llevarlo a su hospedaje, pero no cargaré su bolso. - habló está vez mientras se colocaba enfrente a él.
Se podría agradecer que Miya Atsumu no padeciera problemas cardíacos, ya que en el instante que una masa de metro noventa habló frente a él, confirmando que nada de lo que oía provenía de su cabeza, sintió como su ritmo cardíaco se elevaba de una manera que no podía ser sano en ningún sentido. Nadie en plena salud física debería poder ayudar tantos litros fríos en segundos y mucho menos temblar de esa manera, y peor aún, cuestionando su salud mental, romperse de esa manera al tan solo ver un rostro.
Si le preguntaban, diría, luego de calmarse, que envidiaba a Suna y Osamu por haber podido ver esa obra de arte antes que él, no sabía que destacar, si la perfección de las proporciones de su quijada y pómulos, su nariz delicada que resaltaba por el cubre bocas, la mirada oscura tan tranquila y sería que lo estaba penetrando o los dos pequeños lunares moldeados por un bucle que caía a su lado.
Miya Atsumu no podía creer que su alma gemela fuera un Dios griego reencarnado.
Y usaría eso de excusa si Kiyoomi alguna vez le contaba a alguien que apenas lo vio, cayó de rodillas frente a él abrazándolo mientras rompía en llanto, tal vez no era la razón principal, pero de por seguro era algún desencadenante de que las emociones frente a la derrota salieran a flote.
- Está bien, - dijo Kiyoomi intentando no tocarlo. - estoy aquí.
Se estaba aguantando todos sus impulsos cultivados por años, no importaba cuánto quisiera a Atsumu, sentía que le explotaría una arteria del cuello ante un contacto tan repentino.
No podía negar que estuviera feliz de tenerlo a su lado, no por nada había entrado a ese asqueroso gimnasio con olor a fluidos ajenos y esperado casi media hora fuera dónde una que otra persona se acercaba demasiado a su burbuja de espacio personal.
Luego de casi dos minutos así, Atsumu también cayó en cuenta de lo que estaba haciendo y sintió su sangre helar, de por seguro apenas se parará un litro de lejía caería sobre el y Kiyoomi se metería a una ducha de esas de las agencias de seguridad e higiene que te desinfectan hasta el alma.
- Omi lo siento no quise tocarte de esa manera...
- Si lo dices de esa manera, suena tres veces peor. - contestó mientras se pasaba una toalla sanitizante por las manos. - Y si fueras otra persona te haría lavar mi chaqueta, la has llenado de lágrimas.
- Eres impredecible, ¿Qué haces aquí?
Atsumu estaba totalmente varado en sus pensamientos, Kiyoomi realmente lucía más apuesto de lo que podía imaginar frente a sus fantasías y hablaba tan calmo frente a él, como si ni un nervio de su cuerpo reaccionara al encuentro, que el gemelo se sentía como una niña hormonal conociendo a su cantante pop favorito.
- Mi primo jugó su primer partido hoy en la mañana, y cuando me crucé con Suna y sus insistencia, debía comprobar que no solo era bueno con el pincel.
Se quedó observando su forma de hablar, realmente parecía un súper modelo o algo por el estilo, no es que pudiera ver su rostro por completo, pero podía imaginar con el movimiento de sus ojos y mejillas los pequeños gestos que hacía al hablar.
- Y luego me pareció un buen plan disculpar mi intromisión con algo para cenar y devolver a ese sujeto a su hotel sano, salvo y tal vez más relajado.
- ¿Me llevarás a cenar? - volvió en si. - Pero... No traigo ni mi billetera conmigo.
- Te estoy invitando Miya, - lo codeo levemente. - realmente eres estúpido también a altas.
- ¡Oye! Que conozcas mis más profundos pensamientos no significa que sea así todo el tiempo.
- Lo dudo. - se rió entre palabras. - Pero daré un punto de confianza porque hueles a jabón y no a perro mojado como imaginaba.
Cómo si fuera predestinado el que se conocieran, los largos minutos que les tomó rondar por el centro japonés en busca de un lugar que entrará en las especificaciones de Kiyoomi fueron bañadas por charlas para nada incómodas. Ambos jóvenes sabían que decir, uno con muchas más palabras y otro con cortos y filosos chistes que abundarían el ambiente de caprichos de parte de Atsumu.
- Este no tiene ni una mancha en el suelo. - comenzó Atsumu pegado a la ventana del local de pizzas. - Las mesas están cada una a dos metros y no tiene más de dos clientes dentro...
- Pero...
- ¡Omi muero de hambre! - exclamó corriendo al interior. - ¿Quieres que muera?
Cuando ya se encontraron en una mesa con el pedido listo, Atsumu comenzó a notar como Kiyoomi procedía a algo parecido a un ritual dónde rebuscando en su bolso comenzaba a limpiar la mesa por completo, los vasos de ambos, las latas que habían sido entregadas de refrescos y los platos dónde colocarían la pizza.
- Si te atreves a reírte, me iré y deberás pagar con trabajo esclavo. - dijo comenzando a sacar un estuche del bolso.
- ¿Qué más puede sorprend...? ¡¿Traes tus propios cubiertos reutilizables a comer pizza?! Si que estás a otro nivel Omi-Omi.
- No es solo para la pizza, ¿Sabías que los cubiertos mal lavados albergan tantas bacterias bucales de quién los uso anteriormente?
- Pero comeremos pizza... Puedes usar tus manos y limpiarlas luego.
Sakusa gruñó, no gastaría su tiempo en explicarle a un cerdo del calibre de Atsumu de lo asqueroso que era tener las manos aceitosas y correr el riesgo que el queso caliente y la salsa tocarán sus manos, estaba a años de comprensión.
Mientras que Miya se dedicaba a observar como el mal humorado frente a él se servía tranquilamente una porción y la cortaba en pedazos casi iguales en cantidad, para comerlos delicadamente y poco a poco, el se tomaba la mínima de segundos en tragar los mordiscos más grande, importándole poco como la salsa caía por las comisuras de sus labios aterrizando en su playera ya gastada, podía apreciar de primera mano lo diferentes que eran.
Kiyoomi se veía magnifico, tenía las manos más delicadas tanto en apariencia como en movimientos hasta para tomar refresco de frambuesa, y cada que levantaba la vista hacia Atsumu arrugaba la nariz y miraba a otro lado, como si se ofendiera de la actitud de niño de cinco años para comer, no entendía el porqué, pero su mente no paraba de repetir como podría observar esto durante horas.
Luego de la comida, comenzó lo que Atsumu sentía como el fin de una noche demasiado estrambotica para encontrar un sentimiento a fin a la misma, el camino a la posada se abría frente a él y Kiyoomi ya se encontraba casi bostezando.
''No quiero que te vayas Omi.''
''¿Acaso no sabes hablar?''
''Hay cosas que me avergonzaría decir en voz alta.''
''Vale... Pero sabes que no dormiré en una posada llena de deportistas sudorosos y seguro que llorarán toda la noche, ¿No?''
''Lo sé, pero... ¿Te quedarías un rato aquí fuera conmigo?''
''Solo si me hablas en la cara.'' Lo observó por el costado, y Atsumu sonreía clavando su mirada en él.
El rubio se desplomó en la banca que se encontraba a la entrada del lugar, y sin mucho esfuerzo caso sus propios paños sanitizantes, que Osamu le había regalado sin razón aparente dos días antes, y limpio el espacio a su lado.
- Que considerado Miya. - Debería agradecerle a su hermano luego.
- Solo por ti Omi-Omi. - Lo observó y le llamó la atención como Kiyoomi observaba el suelo como si estuviera inquieto. - ¿Ocurre algo?
- Nada Miya... Solo disfruta los minutos que quedan.
- No digas eso como si morirás mañana, aún estaré dos días más aquí, y deberás venir a verme si no quieres que aparezca en tu casa y esparsa todas mis bacterias por tu cuarto.
- ¡¿Acaso quieres morir?! - comenzó a gritar. - Porque juro que si haces eso sería capaz de ensuciar mis manos con tu asqueroso cuello hasta que dejes de respirar.
- ¿Y si mejor lo haces con otra intención? - bromeó, viendo que tanto podía pisar el suelo inestable.
- Deja los chistes de ese palo si no te atreves a voltearte.
- ¿Qué quisiste decir ahí? - quedó descolocado frente a la contestación.
- Oh Miya, y tu que eras el de los acertijos. - Dijo comenzando a sacar un paño húmedo. - Deberás ver si sabes la respuesta para antes que me vaya de aquí.
El paño pasó por la mejilla de Atsumu, haciéndolo observar extrañado a Kiyoomi, quien en un rápido movimiento beso su mejilla, limpia, y se paró, dándose camino lejos de la posada.
''Nos vemos mañana, guardame un asiento en primera fila para el Itachiyama.''
Los días de campeonato restantes fueron una mina en el cerebro de cualquiera, los partidos que se debatían en las canchas rozaban un nivel profesional que dejaba impactado a quien estuviese entre las gradas y Atsumu y Kiyoomi no eran la excepción.
Ver al Karasuno perder fue uno de los momentos más de los momentos más difíciles para Atsumu, donde Kiyoomi tuvo que observarlo con tranquilidad y ofrecerle un pañuelo, ya que aunque negara estar lagrimeando, eso claramente no era sudor.
Pero la final había llegado, y Sakusa con toda su personalidad reservada y todo no perdió la oportunidad de aclamar por las grandes jugadas que realizaba su primo y pedir explicación de una que otra jugada un tanto avanzada para sus conocimientos al mayor de los Miyas, aunque Suna y Osamu no se hubiesen alejado mucho de ellos, más especificando, aún estaban a sus espaldas e intentaban explicarles las jugadas a Kiyoomi.
- Debo irme Atsumu. - Habló Kiyoomi durante el primer entretiempo. - ¿A qué hora te irás?
- ¡¿Qué, por qué?! - exclamó Atsumu volteandose. - ¡Aún queda mucho partido por ver a tu primo!
- Tengo ensayo, ya no es fin de semana y el deber llama.
- Nos han dicho que partiríamos apenas termine la final... Lo siento.
- Esta bien, las vacaciones de primavera se acercan y cualquiera de nosotros puede viajar, además Suna me ha invitado a pasar por su casa si es que tengo el tiempo, ha dicho que ese tan Kita lo ayudará a limpiar y no me pareció mala idea.
- Esta bien, esto es un adiós Omi-Omi, cuídate. - dijo sin más, soltándose en el asiento.
- Un hasta pronto Tsumu, viaja seguro.
Sakusa desapareció entre la multitud, y mientras Atsumu lo veía perdido, como si no quisiera frente a ninguna situación que se alejara de él, los pasos de Kiyoomi solapaban sus pensamientos cada vez más profundo.
Habían sido días buenos, aún ni recordaba la última vez que había conocido a alguien nuevo y pasado tanto tiempo a su lado, claro estaba Suna, pero estaban obligados a convivir en un cuarto, no tenía mucho que hacer y a final de cuentas terminaron siendo dos astillas del mismo palo que podían sobrellevar su antisocialidad con el otro.
Pero Atsumu estos tres días había estado a su lado siendo la típica persona que el no dudaría ni dos segundos en rociar con alcohol puro en los ojos, y no le había molestado en lo más mínimo, habían cenado el primer día y compartido todas las comidas en los últimos dos y no se le movió ni un pelo que fuera un cerdo en este acto, como también así hasta podía reírse de sus chistes malos sin hartarse y escuchar sus mil y un acertijos que terminaban en respuestas sin sentido y alagos para un a veces sonrojado Kiyoomi.
Todo había tomado un sentido extraño para Sakusa, el realmente no quería que esto ocurriera pero sabía que tarde o temprano pasaría.
- ¡Kiyoomi, postura!
Y aunque enderezó su espalda su mente seguía fuera del ensayo, odiaba el ser una persona tan meticulosa con cada aspecto de su vida ya que frente a situaciones como estás, aunque las hubiese previsto, colapsaba todo lo que debía pensar tranquilo.
Pero debía acomodar sus ideas, primero que nada, el tenía muy en claro y es que al menos una crisis evitaba, el era homosexual admitido desde hace mucho tiempo, y desde hace cuatro años su mente vagaba en la idea de que tal vez su alma gemela sería la persona de la que se enamoraría, y ahora ya no era una suposición, de ninguna manera lo seguía siendo. Todo lo ocurrido lo confirmaba, no podía ser que sus problemas de ansiedad tan arraigados se minimizaran tanto con una persona tan desprolija y mugrienta como él.
Kiyoomi no podía dejar de pensar en eso y algo mucho más importante, el que hacer, porque realmente no había chance de que Miya Atsumu, amante de toda mujer de televisión con grandes curvas y caras femeninas, le diera una oportunidad a él, su mejor amigo, alto como una puerta y delgado como escoba, con cara de pocos amigos y barba de puberto en nacimiento.
- Ya te liberas Kiyoomi, por favor toca en serio lo que ensayamos y libera tu cabeza.
Debía hacerlo, debía liberar la cabeza de toda molestia, debía realmente sacar de su sistema la idea de Atsumu como algo más que lo que era, un muy buen amigo, no debía de ninguna manera permitirse sonreír la próxima vez que se encontrarán ni mucho menos frenarse más de dos segundos a observar su rostro cuando hablaba ni mucho menos cuando hacía gestos irritantes que lo hacía caer cada vez más bajo.
"Omi-Omi!"
Las palabras resonaron en su cabeza, como un mal trago, una vez que se terminaba plantear el que hacer, comenzaba a imaginar ese estúpido apodo que Atsumu había tomado.
"Kiyooooomi, voltéate."
Y aunque creyera que todo estaba dentro de su mente se volteó de igual manera, haciendo que una sonrisa se armara bajo el cubrebocas y sintió como sus mejillas se teñían de rojo.
- ¿Qué haces aquí idiota?
Habló sin pensar, pero entró en pánico cuando notó que su cuerpo había reaccionado de la manera que no debía frente a Miya sonriendo con un balón de voley en una mano y una bolsa de supermercado en la otra lo impacto un poco cuando pensaba que este debería estar de camino a Hyogō.
- Pues hice un trato con Samu, y me prestó dinero para volver en el último tren, creí que me faltaba hacer algo muy importante antes de partir.
- ¿Y como entra eso en tu plan?
- No quería irme sin haber jugado por lo menos un rato contigo al voley...
- No pienso...
- Y de camino aquí, tu primo me repitió lo imposible que sería que tocaras un balón nuevamente ya que te daría sida o alguna cosa extraña, por lo que tomé un pequeño desvió y... - Mientras hablaba rebuscaba en la bolsa de su mano. - ¡Tadam! Un par para cada uno.
Ya con la pelota en el suelo mostraba entre sus manos dos pares de guantes de latex, una mascarilla y un litro de alcohol en gel, con una sonrisa propia de un niño de cinco años que buscaba las felicitaciones de sus padres. Y Kiyoomi más que felicitarlo quería patearle el rostro, ya que sentía como un infarto se avecinaba.
- No tengo ropa deportiva.
- ¿Ya mencione a tu primo? Komori me ha hecho el gran favor de alcanzarme tu conjunto deportivo sanitizado y dentro de una bolsa particular para que te vistas.
- Te odio Atsumu, eres insoportable. - Habló mientras le quitaba la ropa y volvía devuelta al instituto.
O más bien, se odiaba a si mismo, ya que todo el proceso de cambiarse la ropa se lo dedicó a maldecirse a sus adentros, mientras en su consciente no paraba de oír a Atsumu apurarlo, le era imposible no pensar en todo lo que se había planteado las cuatro horas de practica, y peor aún, como segundo a segundo dudaba más de su fuerza de voluntad para cumplirlo.
Ya en un parque Atsumu sufrió los largos minutos en los que Kiyoomi desinfectó la pelota, se colocó los guantes y obligó al gemelo a hacer lo mismo, explicandole como si el balón tocaba el suelo tendrían que parar a desinfectarlo y tambien sus manos enguantadas, ya que si no no pensaba colaborar en la idea de jugar.
Pero todo valió la pena para él, ya que ya emocionado por las cosas que Rintarou le había contado de como Kiyoomi jugaba, el poder colocar para el y observarlo jugar con tanta emoción que no parecía propia de alguien tan pausado como él, le llenaba el alma y mente de emociones que nunca pensó que podrían ser más vividas de lo que ya eran al ver jugar a su hermano y compañeros.
''Ya serán las nueve Miya, perderás el tren.''
''Eres un aburrido Omi-kun, aquí deberías invitarme a pasar la noche.''
''Mañana tengo que ir al colegio, ya que hoy me ausente solo por ti, pero como quieras.''
''¡Debes ser más romántico con esas cosas!''
Y la pelota paró en el rostro de Atsumu, haciendo que uno a otro insulto parara en la mente de Kiyoomi, quien aguantaba la risa.
''Deja ya esos chistes Atsumu, eres muy hetero para esto.''
''Entonces si solo la gente homosexual puede, ¿Por qué tu no me los haces?''
''Ya verás.''
La charla siguió todo el camino que les tomó llegar a la estación, la cual tuvieron que correr el último tramo ya que la hora se acercaba y realmente ambos debían volver el día siguiente a sus responsabilidades sin importar cuanto quisieran seguir compartiendo sus minutos junto al otro.
- Entonces, es un hasta pronto. - dijo Atsumu ante el llamado del parlante para su tren.
- Espera Tsumu... - dijo Kiyoomi envalentonado.
- ¿Qué pasa Omi-Omi?
- Me falta algo. - dijo nervioso, alertando a Atsumu.
- ¡¿Acaso te han robado?! Ya mismo buscaremos a ese desgraciado y... - Comenzó a gritar, mientras soltaba su bolso en el suelo.
- Atsumu, tu número de teléfono me falta. Idiota. - Toda su intención de hacer comentarios 'de ligue' fue arruinada por el estúpido gemelo.
- ¡Omi-kun abrazame! - pero solo recibió un teléfono parando en su rostro para frenar sus brazos.
Un viaje de cinco horas era todo lo que Miya Atsumu necesitaba para dejar sus ideas el claro, pisó Tokio unos días atrás con las ansias del final del campeonato para poder ver a Kiyoomi y conocerse, pero por suerte, en algún sentido, perdió a su primer partido y pudo compartir más de lo esperado al lado de su alma gemela.
Descubrió que era el hombre más apuesto del mundo, realmente, nunca había sido de ese tipo de personas que observaba a otros de su mismo sexo, pero sabía bien que Brad Pitt o Robert Redford de jóvenes eran apuestos, como también el y su hermano no eran mal parecidos pero... Sakusa Kiyoomi estaba a un nivel totalmente diferente, verlo, re verlo y observarlo durante tantas horas le recordó a cuando por primera vez vio a Uma Thurman en televisión, lo que lo llevó a ver una y otra vez todas las películas de su estantería en la cual ella aparecería y Dios, nunca creyó que vería la misma foto de perfil de WeChat tantas veces en cinco horas, era ilegal que le atrajera tanto un sujeto con cubrebocas.
¡Claro, eran sus ojos!, tranquilos, lo pensó un momento y lo cubrió con la parte de su mano, pero hasta el cubrebocas y la parte baja de sus orejas le parecían perfiladas por los mas magníficos artistas griegos.
Era imposible, no importaba cuanto lo pensara e intentará aceptarlo, no creía poder decirlo en voz alta.
Pero no diría nada, se lo guardaría en el fondo de su mente, ya que no importaba que tan bien le había ido a su hermano en la vida, Miya Atsumu era el gemelo meado por un elefante y siempre tenía mala suerte.
Fue al que sus velas de cumpleaños nunca se mantenían encendidas, o las sorpresas en los dulces le salían repetidas las mismas horribles y siempre su ropa se enrredaba en algún alambre rompiéndose.
El no tendría la suerte de película de comedia romántica, si no más bien esa que veía tanto en sus dramas románticos dónde nadie era correspondido y morían de soledad o terminaban asesinando gente al azar por el trastorno que desarrollaban frente al rechazo.
- ¿Y? ¿Como fue la visita? - preguntó Osamu desde el banco al frente de la casa.
- ¡Samu! - Corrió a abrazarlo. - Me he enamorado de Kiyoomi. - gritó, hasta notar a su padre a espaldas de su hermano.
Muy, muy feliz año nuevo y... ¡Los jueves va a ser día de actualización!
Aunque nunca respeto días de actualizaciones voy a hacer mi esfuerzo, estoy pensando en buscar unx lectorx beta para correcciones y consejos pero bueno, no es tan fácil encontrar, aunque me ayudaría más sobrellevar un día fijo de publicación.
En fin, mucho texto, demasiado, nos vemos <3.
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