il-gop / / 일곱

"Quiero volver al día que nos conocimos."

"Fue el peor encuentro del mundo Omi."

"Tenía todo de ti, y ahora no tengo nada Tsumu."

Enero, 2015.

El receso por las fiestas aún no terminaba, por lo que el dormitorio que compartía junto a Iwaizumi se había quedado a total cargo suyo, ya que este se encontraba en Argentina en unas vacaciones románticas, por así decirlo.

Y Kiyoomi lo agradecía, se levantaba todas las mañanas para salir a correr y luego volvía a limpiar todo el cuarto, seguido de sus ensayos sin freno alguno hasta altas horas de la noche, entremezclándolas con adelantos de trabajos pendientes para la vuelta a clases y una que otra charla con Motoya, Sunarin o Atsumu, si es que concordaban en horarios libres.

Las cosas seguían su ritmo natural, estaba cerca de cumplir un año en Estados Unidos y la vida había tomado un rumbo un tanto extraño, tal vez acertado, si se contemplaba las cosas que Kiyoomi deseaba en voz alta, y no muy dentro de su cabeza, en los lugares tan oscuros que ni Atsumu lograba oír.

El azabache había logrado casi por completo no anhelar el día que un rayo cayera y su vida cambiara por completo, había llegado a aceptar en su totalidad que su posible relación con Atsumu era más bien imposible, y que podía vivir con el sentimiento que lo amaba más que a nadie, pero serían por siempre amigos, como también tomó una decisión muy acertada algunos meses atrás, luego que la persona que menos esperaba fuera tan directa con una proposición de ese estilo, lo hiciera sin más.

Verano, 2014.

- Yo solo venía a felicitarte por el partido, pero... ¿Querrías invitarme a pasar?

Kiyoomi se quedó en total silencio, nunca en su vida se había imaginado que Ushijima Wakatoshi le hablaría de tal manera, y en un tono tan sugestivo, tal fue la vergüenza, que atinó a darle el paso con una seña, mientras se colocaba una playera de su alcance.

- ¿Qué necesitas Ushijima-san? - Preguntó tranquilo mientras le dejaba un agua frente a él. - Perdona, pero no tengo nada más.

- Realmente venía a felicitarte por el partido, he venido por el fin de semana largo que se avecina, pero... ¿Puedo plantear algo que puede llegar a sonar un tanto extraño?

Kiyoomi lo observó algunos segundos, intentando leer la situación, pero el semblante serio frente a él era tan difícil como adivinar la contraseña de la caja de seguridad de la Nación, por lo que simplemente se sentó frente a él y asintió.

- No soy bueno insinuando cosas, y mis amigos siempre me recomendaron ser directo así se me entiende, por lo que quería preguntarte, ¿Te gustaría acostarte conmigo?

Pobre la correspondencia de Iwaizumi, como también el rostro de Wakatoshi que fueron roseados por el agua que acababa de ingresar en la boca de Kiyoomi, quien luego de escupir todo de la vergüenza se quedó seco en el lugar.

- Si no quieres está bien, he terminado con mi pareja hace poco tiempo y no lo sé, te ves lo bastante apuesto para querer estar contigo de esa manera.

Enero, 2015.

Y así fue como para el día de hoy, y en intervalos poco concretos de viajes de Ushijima a Estados Unidos, Kiyoomi caminaba en ropa interior por su cuarto buscando una botella de agua, mientras Wakatoshi le cambiaba las sabanas.

No había podido negarse en el momento que el As se lo propuso, parecía tan tentadora manera de dejar a Atsumu en un segundo plano, y de alguna manera servía, al menos ahora no pensaba en sus abdominales cuando debía descargarse, pero de igual manera se le helaba la sangre cuando oía su voz en una llamada, o en su mente.

Ushijima se había sumado a la ajustada lista de amigos de Kiyoomi, y a la exclusiva de con quien compartía cama de vez en vez, y para suerte de ambos, ninguno tenía un interés mayor que poder dejar a sus enamoramientos un poco por detrás de sus pensamientos.

- Entonces, ¿Vendrás conmigo a Japón? - Preguntó Wakatoshi pasando por su lado. - Volaré la próxima semana.

- ¿Por qué iría a hacerlo? Será mi única semana sin entrenamientos ni clases...

- ¿Acaso Motoya no te llamó o envió una carta? Pensé que ya lo habría hecho, ya que me han pedido que sacara pasajes para ambos.

Kiyoomi se quedó algo extrañado, no había tocado el celular desde que Wakatoshi llegó hacía unas horas y el correo no lo revisaba hace ya cuatro días, Atsumu estaba en un entrenamiento intensivo por lo que hablaban poco tiempo y más que nada por pensamientos y realmente quería tomarse las vacaciones para entrenar y practicar.

Rápidamente se movió a la sala, tomando la pila de cartas tanto de Iwaizumi como propias, y cuando encontró una con el nombre de su primo en ella, la abrió sin más.

''Tenemos el agrado de invitarte el día 31 de enero a la boda de Komori Motoya y ..."

Ni se dicho a terminar de leerla que ya estaba marcando el teléfono, con la intención de tomar el avión directo a Japón, pero no para usar traje y felicitar a los novios, si no para asesinar a uno de ellos.

''-Primo querido, ¿Por fin lees tu invitación?''

''- ¿Quién mierda te dio permiso de casarte y avisarme siete días antes?''

''- Sabía que si te avisaba cuando pautamos la fecha, hace cinco meses, buscarías una excusa para no venir, y no puedo permitir que mi padrino de bodas desaparezca.''

'' -Motoya tu olvidas que tienes tan solo diecinueve años, ¿No?''

''- Kiyoomi, tú sabes bien que tengo una relación con Tatsuki hace ya más de diez años... Esto tan solo es una formalidad para hacer una fiesta de reventón.''

''- ¿Entonces para que me necesitas allí? Realmente tengo mucho que hacer aquí."

"-Ya sé que no tienes entrenamientos oficiales ni clases por las próximas tres semanas... Ponte tu mejor traje y ven a deslumbrar en el altar."

Kiyoomi se dispuso a regalar diez minutos más de su tiempo a Motoya, prestando un oído para escuchar como había pasado junto a sus amigos, excluyendo a Atsumu de la conversación, organizando una boda occidental durante 6 meses, sin decirle nada, los arreglos, la comida por un explotado Osamu que recién abría su negocio, los trajes y vestidos hechos por un conocido de su pareja, el pastel gigante, y el salón, regalo del tío, como lo ocultó de los medios, que la ceremonia fuera privada, todo estaba tan en marcha como Sakusa excluido de los planes.

Para cuando la llamada se cortó, volvió a su día normal, dónde se colocaría la ropa luego de un largo baño y despediría a Wakatoshi hasta que la noche cayera.

Algo le decía que ese día no corrió el doble de kilómetros ni tocó hasta que sus manos se entumecieran por simple pasión, pero no quería aceptar de ninguna manera lo que significaba la repentina vuelta a Japón que le había organizado su primo en secreto.

No era ninguna sorpresa por qué se lo ocultó, hasta el más idiota sabría que Kiyoomi buscaría la vuelta para evitar pisar la isla y tener que ver el rostro de Atsumu con tan poco tiempo separados, pero ninguno sabía todo lo que contraria ese encuentro, con tan solo once meses distanciados y muchos secretos enterrados en lo que había corrido del tiempo.

O tal vez solo una persona lo sabía.

Ushijima Wakatoshi se había convertido en el nuevo confidente de Kiyoomi, y con dos pedidos de ramen de la mejor y más impecable tienda japonesa de todo California, apareció en la puerta del dormitorio acompañado de algunas cervezas, que eran la llave a los pensamientos más ocultos del azabache.

- Sabes... Tendou también estará allí, e irán con Semi, me han dicho ellos mismos para que no ocurriera nada. - Habló Wakatoshi un tanto triste.

- Miya no tiene a alguien nuevo en su vida, me lo hubiese dicho, yo no podré verlo al rostro. - Masculló Kiyoomi. - Aún ni he podido decirle que volveré.

- ¿No crees que ya lo sabe? A final de cuentas es amigo de Komori. - dijo tranquilo. - Deberías hablar con él, no hará ningún bien que aparezcas frente a él sin más.

- Debería hablarle de ti, no puedo hacerlo Wakatoshi, ya lo he lastimado tanto.

- ¿Quien dijo que deberías?

Wakatoshi buscó su mano por el sofá permitiendo acariciarla, tenía razón y Sakusa no era ciego a eso, no eran más que muy buenos amigos que cuando se encontraban compartían una cama, a final de cuentas sus almas seguían encadenadas a otras personas con las cuáles no podían o debían estar.

Hacía cosas que era mejor ocultar, Kiyoomi prefería ser quien sufriera en silencio por una larga noche que tener que volver a ver cómo Atsumu se desarmaba frente a él por sus estúpidas decisiones egoístas.

El aeropuerto debía ser de los lugares bellos favoritos de Kiyoomi, y todos sabíamos las razones que respaldaban está situación, pero cada vez se hacía más y más tedioso el tener que pisar uno, más ahora que era acompañado por literalmente una estrella en ascenso del mundo deportivo nacional y una que otra cámara apuntaba a ellos.

Ni si tío ni primo pudieron ir por él, estaban ya en el lugar del evento preparando todo para el día siguiente y ante toda recomendación de su amigo, se negó a hablar con Atsumu de su llegada, no quería importunarlo en sus entrenamientos tan solo para buscarlo.

Apenas pisó la casa de su familia sintió que debía recostarse por lo menos unas diez horas, el jetlag le estaba taladrando la cabeza, pero el timbre no se quedaba por detrás.

Odio tener que volver sobre sus pies para abrir, aún no se había comunicado con Komori y sospechaba que tal vez fuera uno de los mil servicios necesarios para un casamiento, pero claro que no lo eran.

- Me sorprende que no te hayas bronceado ni un poco. - Escuchó al mismo tiempo que debía esquivar unos brazos que intentaban atraparlo.

Kiyoomi no podía descifrar si el sentimiento tenso en su pecho era por el hecho de la sorpresa de verlo tan radiante como siempre frente a él, o porque sintió asco de la mínima idea de que lo tocará. Él amaba a Atsumu, no podía negarse a la idea, pero ya no sentía la seguridad ni comodidad necesaria para permitir que nadie lo tocará sin no antes pasar por mil y un duchas, o siquiera hacerlo.

El gemelo lo entendió mejor de lo esperado, y con una mueca incómoda y rascando su nuca se permitió observar algunos minutos a Kiyoomi.

- ¿Qué haces aquí Miya? - preguntó Kiyoomi aún exaltado, mientras le daba paso al hogar.

- ¿Te piensas que no vendría en el segundo que mi alma gemela volviera?

- Tú... ¿Cómo...

- Me llegó la invitación al casamiento que todos sabían excepto yo hace una semana, y supuse que a ti también porque de la noche a la mañana ya no tenías tiempo para hablarme, aunque estuvieras de vacaciones. - dijo tranquilo guiándose a su mismo al sofá. - Apenas me baje del tren me llegó la alerta que uno de mis adversarios había bajado se un avión junto al As universitario de Sakusa Kiyoomi...

- Puedo explicarlo...

- No hay nada que explicar, claro que no me dirías que vendrías con lo fanático enamorado que he actuado antes Omi-Omi, pero debes estar tranquilo, respeto tu decisión. - Siguió hablando tranquilo. Kiyoomi sentía que estaba en una malla pesadilla. - ¿No es hora que nos pongamos al día?

Sakusa no sabía cómo actuar, terminó preparando té y asaltando la heladera en búsqueda de bocadillos mientras Atsumu actuaba como si nada relatando como era su nueva vida, aunque ya se lo hubiese hecho saber anteriormente, como si fueran viejos amigos que se ven luego de mucho tiempo. Kiyoomi se atrevió a continuar la charla en un modo normal, esperando el momento justo que todo perdiera sentido, realmente esperaba el momento que todo lo hiciera, porque estar en el mismo cuarto que Atsumu, solo a una mesa ratona de distancia le estaba calando la mente.

- Tengo una noticia que no me atreví a decirte, sentí que necesitaba decírtelo frente a frente. - Soltó de un momento al otro Miya.

- ¿Has asesinado a alguien? - Bromeó, no quería escuchar lo que fuese a venir a continuación.

- Eso te lo diría en un pensamiento fugaz, a ver si te la crees.... Pero no, es un poco más... Alocada la situación. - siguió hablando, Kiyoomi podía notar como Atsumu se comenzaba a tensar. - ¿Recuerdas la carta que te envié en verano?

Kiyoomi sintió un peso en su garganta, como si un nudo de formará a base de aire, ahogando poco a poco sus pulmones. Claro que la recordaba, esa carta lo había empujado a enterrar sin hacer superado todo sentimiento por Atsumu.

- Quería agradecerte, sin ti no hubiera descubierto que tan amplios pueden ser mis gustos, no como debía manejar todo... Me terminaron descubriendo.

Atsumu jugaba con la taza en sus manos, mientras Kiyoomi le buscaba sentido a todo lo que había oído. No quería imaginar porque no se lo había dicho antes, no mucho menos como nada había salido a la luz aún, mientras al mismo tiempo le quemaba, ya que a final de cuentas lo único que lo había hecho decidir que no podía permanecer al lado de Atsumu, había sido destapado con alguien más.

- Me obligan a salir con alguien... Ha ocurrido hace poco, por lo que "nos presentaremos" en la boda de Motoya, tan solo quería que lo supieras antes de que pase mañana.

Está bien, todo lo que Sakusa pensaba de Atsumu no era cierto, se veía con alguien más y nunca le dijo, y peor aún, ahora tendría una novia falsa y tampoco se lo había mencionado cuando ocurrió, y el saber todo eso no le restaba culpa de sus sentimientos oscuros.

Su mente no paraba de girar sobre las mismas tres preguntas, pero no tenía la fuerza ni el sentimiento de derecho alguno para preguntarlas. Pero claro está, su alma gemela no era cualquier persona, era alguien que podía leer sus pensamientos, aunque no se lo permitiera.

- Un paparazzi me encontró saliendo de mi departamento con Hinata Shōyo luego de un campeonato en Osaka... Y una amiga de él ha accedido a cubrirme, ya que no quieren que expongan a Shōyo.

Lo recordaba a la perfección, el joven tan deslumbrante de un equipo de Miyagi que perdió contra el Inarizaki en las últimas nacionales que compartieron el y Atsumu, no paraba de charlar con Atsumu, o con cada ser vivo que se cruzará, aunque recordaba a la perfección como ese pequeño vivía pegado a Kageyama Tobio, un colocador que había compartido concentraciones y campamentos con Sakusa.

- No debes explicarme nada, aunque somos amigos, siempre estaré para ti si necesitas hablar.

Atsumu decidió por cuenta propia prohibirle a Kiyoomi dormir, ya que debían probarse los trajes para el día siguiente como también le obligó a compartir la cena.

Todo era tan normal, como nunca lo había sido, charlaban en persona como antes de conocerse y todo fluía normal, aunque Kiyoomi no podía despegar de su cuerpo el pesado sentimiento de que algo estaba mal, demasiado. Tal vez fuera su corazón rompiéndose a cada segundo, o el amargo recuerdo de que al menos Atsumu había sido sincero, mientras que él paralizado por el rechazo, prefirió guardarse para sí mismo la relación vacía de amor que había mantenido por los últimos seis meses, dejando solo saber ante la curiosidad de Atsumu como Wakatoshi y él se habían hecho muy buenos amigos cuando el gigante de los Adlers aparecía por Estados Unidos.

Luego de que Atsumu lo dejase fuera de su casa Kiyoomi tuvo que encargarse de un ansioso Motoya, quien sentía que el mundo colapsaría en cualquier momento, como cualquier novio corroído por los nervios de un inminente enlace permanente y legal con alguien que uno amaba.

Se pusieron al día cómo debían, como también Kiyoomi se permitió arrebatarse contra su primo por ocultarle durante tanto tiempo sus planes, para luego terminar en el mismo cuarto, en un futón cara uno, cerrando la última noche hasta inciertos tiempos.

- Sunarin me ha dicho que has pasado el día con Tsumu. - habló Motoya entre las mantas. - ¿Ya han dejado el orgullo de lado?

- No hagas como si no supieras que se está revolcando con ese enano del Karasuno, no soy idiota, los tres me lo han ocultado.

- Para el momento que Osamu lo supo y nos contó, a ninguno le parecía correcto que fuésemos nosotros quienes te lo dijeran... Kiyoomi, lo siento.

- ¿Por qué? - Quería guardar el poco orgullo que aún conservaba. - Atsumu no es más que mi mejor amigo Motoya, ya no siento nada por él.

- Kiyoo...

No pudo seguir hablando, estaba harto de repetir esa misma mentira tanto a su mismo como a otros en tan solo un día, pero debía aceptar que era lo que él había buscado, lo que el tanto había esperado que Atsumu hiciera, y debía aprender a sobrellevarlo.

Miya Atsumu, su alma gemela, nunca sería la persona para él, no importa cuando lo deseara.

La corbata ajustaba demasiado, los zapatos incomodaban sus pies, realmente sentía que el gel en su cabello le hacía parecer diez veces más idiota que de costumbre y la joven a su lado demasiado nerviosa para tener 18 años le inquietaba, pero nada de eso era lo que arruinaba la emoción de Miya Atsumu en el día de hoy.

Realmente entendía que se veía asombroso, y eso tenía sus costos, como también que Yachi le estaba haciendo un gran favor al estar a su lado por la estupidez propia y de Hinata, porque si no ahora mismo estaría con alguna modelo wannabe colgada del brazo con la que no podría intercambiar idea alguna, y realmente anhelaba disfrutar el día tan especial de su amigo, lo hacía con mucha gana, porque no siempre uno era capaz de ver cómo alguien que apreciaba se casaba a tan corta edad con su alma gemela, con la que conectaban en todo sentido.

Pero no podía evitar sentir que cada bocado que daba le supiera amargo al ver a Kiyoomi en la mesa principal tan decaído, y siendo consolado por quien parecía mucho más que un amigo para él.

¡¿O acaso ayer no le había negado un abrazo?! Y ahora se encontraba discretamente sujetando la mano de Ushijima Wakatoshi.

Atsumu sentía que la colera lo estaba consumiendo, y al mismo tiempo luchaba en su interior por eso mismo, quería pararse en ese mismo instante y golpear al lateral de los Adlers, y aclararle que el único que podía tocar a Kiyoomi era él, pero había perdido la oportunidad en el momento que decidió entre la grandeza y él.

Amaba el vóley, no el renombre, podría haber sido feliz jugando en un equipo municipal y enseñando en alguna primaria, lo sabía, pero su hambre voraz de grandeza y escape le habían hecho decidir por sobre Sakusa, y cegado por el enojo y frustración, terminó de igual manera contra las cuerdas por culpa del capricho de dormir con alguien más para borrar a Kiyoomi por algunos momentos de su cabeza.

No es que hubiese usado a Hinata, claro que no, el pequeño hiperactivo del Karasuno le parecía apuesto, como también una buena persona, y ambos dos terminaron una noche enrollados por el hecho de cargar con los desamores propios en la espalda, lo que firmó una sentencia de muerte para Atsumu, y demasiada piernas para Shōyo, quien tuvo que ir el día siguiente a llorar por el perdón de su alma gemela, pero claro que el gemelo no era capaz de confesar eso frente a la suya.

No quería decir importunando a Kiyoomi con su estúpido amor y trabas, no quería obligar a Kiyoomi a tener que elegir entre esconderse, no mucho menos quería seguir lastimándolo, pero tampoco podía vivir con el hecho de que alguien más estuviera a su lado.

- Si no te calmas tú, llamaré a Osamu para que patee tu trasero. - Masculló Suna a su lado. - No pienso permitir que hagas una escena hoy.

Y también estaba eso, el fiel perro guardián de Kiyoomi, Suna Rintarō, que también terminaba por ser uno de sus mejores amigos, y también su cuñado. No importaba cuánto le hubiese intentado explicar semanas atrás, Suna se había encabronado demasiado la noche que Atsumu intentó llamar ebrio a Kiyoomi para decirle cómo lo amaba y como la había cagado con Hinata y el equipo lo que llevó a qué Osamu lo retuviera mientras Rintarō le explicaba cómo debía dejar que las cosas pasarán, ya que, si no Kiyoomi se encontraría a solas en la otra punta del mundo con el corazón roto, nuevamente.

Y tal vez tenían razón, Atsumu no tenía el derecho de perseguir a Sakusa con sus pesares, y seguir forzando un amor imposible, al menos no debía hacerlo hasta que sus vidas coincidieran.

Una copa tintineando llamó su atención, sacándolo a salvó de una discusión inminente con Sunarin y sus pensamientos.

- Buenas noches a todos. - comenzó hablando Ushijima. - Todos los que me conocen saben que no soy un hombre de mucha labia, pero hoy siendo el padrino de bodas de uno de mis mejores amigos, debo al menos decir una que otra palabra para ustedes, Tatsuki y Motoya.

Atsumu realmente no quería oírlo hablar, no lo odiaba, ayer Kiyoomi solo había hablado cosas buenas de él, y como además de Iwaizumi Hajime era su único otro amigo allí, pero no podía dejar de pensar como ese sujeto se atrevía a tomar la mano de Sakusa frente a él sin ninguna pena.

El discurso siguió su curso, y mientras Osamu aparecía luego de que el postre a cargo de Tendou Satori y él era servido frente a ellos lo liberaba, Atsumu se dedicó a charlar con Yachi y el grupo de egresados y aún alumnos del Karasuno que habían logrado entablar una amistad con Motoya o Tatsuki a lo largo de sus años de preparatoria.

- Miya-san, quiero salir un momento. - Murmuró la joven a su oído.

- Te acompaño. - Masculló al ver cómo ahora tomaría la palabra Kiyoomi, sentía que se derretiría si lo oía hablar de amor y unión.

Se dirigieron al pequeño patio interno con la joven, dónde tomaron asiento en un banco, dichandose a tal vez intercambiar una que otra palabra sin mucho sentido, de igual manera era la segunda vez que se veían desde que Hinata salió con esta idea.

- Yachi, no debes quedarte toda la noche si no quieres. - Le habló Atsumu, interrumpiendo una charla sobre los arreglos florales.

- Oh, no es problema para mí, Asahi-san y Daichi-san son buena compañía, y usted tampoco me desagrada. - Atsumu, si no tuviese ojos solo para Kiyoomi, hasta podría decir que la joven se veía bonita cuando dudaba tanto en hablar y se sonrojaba. - Además mi novia está aquí, me iré con ella para el final de la noche.

- ¿Novia? - preguntó extrañado, Shōyo no había mencionado nada. - Deberías decirle que se acerque a nuestra mesa, si no fuese por mi culpa de seguro estarían compartiendo la noche.

- Oh no, Hana es amiga de la infancia de Washio-san, y ha venido con sus padres, es imposible que nos vean juntas... Aunque le agradecería mucho si puedo pasar un tiempo con ella.

- Claro que si enana, puedes disfrutar tanto como quieras de esta noche, ya nos buitres nos han visto bajar del auto juntos, y yo tengo unos asuntos que resolver. - Atsumu infló su pecho, sabía que era mala idea lo que planeaba, pero estaba algo cansado de vivir aparentando.

O tal vez el tomar todo el champagne que le ofrecieran podría ser una gran influencia.

- ¿Irá a buscar a su gran amor? Porque eso suena como que irá a hacerlo.

- Puede ser... Aunque la he cagado.

- Shō también lo hizo, aunque Tobio también, y por lo ocurrido lograron perdonarse y arreglar todo... Por ahora.

Atsumu se permitió chismosear algunos minutos, mientras también planeaba que hacer, dentro ya se escuchaba como los discursos habían terminado y comenzaba la música, y escuchó como Yachi le contaba que había terminado por pasar con el extraño dúo del Karasuno, y cuáles eran esas extrañas trabas que sufría su relación.

Tal vez él no era el único que se veía afectado por las relaciones a distancia y el miedo al rechazo en el mundo profesional.

Cuando la charla terminó, y la rubia entro dando brincos hacía la joven de cabello castaño que la observaba desde la puerta, Atsumu se envalentó al interior del lugar, con la idea de abordar a Kiyoomi y pedirle una oportunidad de hablar, o al menos que lo escuchará decir la verdad.

Pero eso no fue lo que consiguió, tuvo que preguntar a tanta gente de si lo había visto, sacarse fotos y bailar antes de poder encontrarlo, discutiendo con Suna en un rincón del salón, y peor aún, en coreano.

- ¡No puedes vivir en un constante estado de Han Kiyoomi! - Atsumu no entendía nada de lo que oía, pero se metió entre medio de ambos.

No le agradaba la manera en la que Rintarō le gritaba a Sakusa, ni mucho menos como el rostro de este no se despegaba del suelo y parecía que estaba a punto de perderse a sí mismo.

- Dios mío, encárgate tú de él, yo tengo mis propios dramas para andar organizando ajenos. - Masculló Suna pasando al lado de Atsumu. - Me tienen harto, idiotas.

Para cuando Miya se volteó a ver a Kiyoomi este ya se encontraba seis pasos más adelante, tomando una botella por abrir de la bandeja de uno de los mozos y comenzando a beber indiscriminadamente, y Atsumu no pudo hacer más que seguirlo por todo el salón, tenía el impulso de tomarlo del brazo para frenarlo, pero sabía lo contraproducente que podía llegar a ser esa acción.

Así se pasó casi la próxima hora, siguiendo a Kiyoomi por el salón, e intentando que le hablará, pero lo único que conseguía era ver cómo el azabache hablaba entremezclando palabras con viejos compañeros de preparatoria, el mismo Komori o algún que otro desconocido que Atsumu pasaba por alto.

Sentía que no podía dejarlo ir, porque cuando lo hiciera, lo perdería de vista y este aparecería en Estados Unidos sin decir una palabra, y tampoco es que pudiera tirar su plan de confesar todo por la borda, debía esperar a que Kiyoomi estuviera sobrio y decirle todo.

- Omi-kun. - Le habló arrodillándose frente a él, que se encontraba en una silla aún pegado a una botella. - ¿Por qué no me hablas?

"Vomitaré si abro la boca."

- ¿Deberíamos ir hacia un baño?

"No pienso vomitar en un lugar donde todo el mundo pasó, y háblame por aquí, tus gritos me molestan."

"Yo no elijo que la música este tan fuerte."

"Podemos ir fuera, hasta sostendré tu cabello."

"No quiero que me toques."

"Ya lo sé Omi, no debes repetirlo..."

"Si me tocas, me siento culpable."

Atsumu tragó con fuerza, como si las palabras de Kiyoomi sonando en su mente necesitarán ser digeridas. ¿Por qué Sakusa debería sentir culpa alguna?

"Tú fuiste sincero conmigo, y yo no fui capaz de decirte que he estado durmiendo con alguien para no pensar en ti, soy tan patético, no merezco que me toques, estoy demasiado sucio."

"No me interesa nada de eso Omi-Omi, por favor, salgamos de aquí antes que vomites todo el lugar, así hablamos como es debido."

Ante todo, pronóstico, Kiyoomi volvió sobre sus pies y se encaminó fuera sin mediar otra palabra, Atsumu le seguía los pasos como un niño pequeño hasta que el azabache se frenó en un arbusto lejos de la gente que salía por un cigarrillo y en un rápido movimiento devolvió todo el alcohol y parte de la cena, para luego rebuscar en su bolsillo un pequeño enjuague bucal.

- Si que traes todo contigo eh... - Habló Atsumu entre risas.

No podía estar serio, ni mucho menos enojado con Kiyoomi, claro que la declaración de menos de tres minutos atrás le estaba hirviendo la sangre, pero sabía bien por qué lo había hecho, ya que él también lo hizo, y no tenía ninguna manera de no parecer todo un novio celoso si abría la boca.

- Claro que sí idiota, no aparecería en un lugar con tanta gente sin todos los desinfectantes posibles. - Gruñó Kiyoomi caminando hacia la zona donde había bancos.

Atsumu solo se dedicaba a seguirlo, sabía que no era el momento para nada, ni siquiera intentar entablar una mínima conversación, tan solo quería poder ver a Kiyoomi algunos minutos más, y corroborar que no se desmayaría o volviera a vomitar.

"¿Tan hermoso me encuentras que no dejas de mirarme?"

"Puede ser, pero corroboro que sigas respirando."    

"¿Y si mejor me llevas a mi casa?"    

Terminé replanteandome muchas cosas y decidí dejar la parte triste, buena, emocionante y destructiva para el próximo capítulo, porque siempre es mejor dilatar un poco las cosas, ¿No?

No me odien, pero tampoco me amen, porque el hecho de que Sunarin haya hablado del Han es la clave de la tormenta.

༎ຶ‿༎ຶ apartado para que me odien

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