28. Final

Siento frio, es la primera vez en mi vida que siento frio. Estoy sola. Es como si flotara.

No recuerdo bien lo que hacía antes de cerrar los ojos, solo un llanto, no escuche un llano... sino dos. Eran las pataletas de unos bebés.

¿Bebés? No lo recuerdo.

Solo se me viene algo a la mente, Cristal y Kai, son nombre. ¿Serán sus nombres?

No lo sé.

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- ¡No! Elsa...

- Jack, por favor cálmate- esa era Anna pidiéndome algo imposible.

Había congelado toda la habitación, enloquecí.

Anna y Kristoff hicieron que se llevaran a los bebés a otro lado, a un lugar más seguro y calmado. Mérida e Hiccup están en camino. Y Rapunzel junto a Eugene tomaran un barco hacia Arendelle al amanecer.

Todo el reino es un completo caos, desde que la partera corrió con la noticia a las afueras del castillo se desato una turba —que no furiosa, eh— grita y aclama de dolor por su reina.

El cuerpo inerte de mi amada esta postrado en aquella cama, con las sabanas llenas de sangre y placenta babosa.

No, no mi Elsa. Esto no me puede estar pasando.

Sé que estoy siendo egoísta, todos están sufriendo por lo sucedido. Y yo, yo no me he dado el tiempo de conocer a nuestros hijos. Estoy cegado por el dolor, la nostalgia y la impotencia.

Agarro mi báculo y entro al cuarto, me acerco a ella, le acaricio la mejilla y me le acerco, deposito un beso en su frente y tomo rumbo a la guarida de los guardianes.

No me toma mucho tiempo llegar, siento las lagrimas en mi cara congeladas por el viento.

Apenas llego al taller de Norte activo la aurora boreal y grito el nombre del aludido. El llega corriendo a los pocos segundos en pose de defensa.

Observa la escena, a mí llorando a gritos y arcadas el nombre de Elsa suplicando una solución. No puedo perderla, perdí a mi familia, lo perdí todo; sin ella me sentiré vacio, claro que están Kai y Cristal... pero me sentiré peor al saber que ellos van a crecer y no la conocerán.

No sabrán lo tierna, cariñosa, bella, considerada y maravillosa que es Elsa Arendelle, ¡No!

- ¡Has algo! Por favor, ella no, no quiero que se vaya. ¡No se puede ir! No nos puede dejar.

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Me siento pesada ahora, veo mi reflejo, se siente vacio. Como si me faltara algo...

Mis ojos han perdido el brillo, ya no tienen ese color celeste que los caracteriza. Ahora esta opaco.

- Elsa...

- ¿Quién eres? ¿Qué quieres?

Esto asusta.

- ¿de verdad le vas a hacer caso? ¿Te vas a ir? ¿Vas a dejarlos solos...?

- ¿qué? ¿Por qué? ¿A quiénes?

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- yo, no puedo hacer nada Jack, es el estado natural de la vida. No lo podemos cambiar.

Caigo sobre mis rodillas y me hago bolita como un niño pequeño. Solo me quedo mirando al cielo con tristeza en los ojos.

- ¡LUNAAA! ¡Sé que me escuchas! ¡Has algo, por favor! No me la quites, ¡DEVUÉLVEMELA! Devuélvemela... - me acomodo y sigo sollozando su nombre.

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- si lo planteas así...

- sería muy duro.

- ¿tienes miedo?

- no, ya no más. Nunca más.

La luna se empezó a tornar más grande, logrando contraer mis pupilas, era algo hermoso. Cuando llego al punto de abarcar toda mi visión periférica cerré mis ojos nerviosa y espere lo que venía.

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Abrí mis ojos lentamente, un Santa Claus y un Meme me miraban desconcertados, a ellos dos se les unieron Tooth y Conejo.

Yo me voltee y ahí, sobre mis rodillas, vi como Elsa bajaba lentamente las escaleras. Era como un Déjà vu...

- ¡Elsa! – grite.

- tú... te conozco— me miro con el ceño fruncido.

- ¡pero claro que me conoces! Soy tu—

- ¡acosador! – cambio su ceño fruncido por un semblante horrorizado.

- ¿eh? ¡No! Yo— un momento... - ¿estás fingiendo?

Inmediatamente su cara de horror fue sustituida por un puchero.

- oh, ¡Jack! Me conoces tan bien.

Corrí hacia ella y la abrace, pude notar que tenía el mismo aspecto de antes, pero si te fijabas en sus ojos estos tenían un copo de nieve igual que los míos.

- yo, pero, ¿Cómo? Tú...

Fui interrumpido por su jocosa risa.

- yo morí mi amor, pero algo... mejor dicho alguien me ayudo.- y así como lo dijo, un brillo proveniente del cielo la ilumino. Eso quiere decir... - Luna me hizo un guardián, una.

Sigo abrazándola y dándole mimos y muchos más mimos, la alegría es interminable. Pero de repente recuerdo algo...

- Elsa, ¡Nuestros hijos! – sus ojos se iluminan y me da un beso en los labios.

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- ¿Elsa?

- ¿Hermana...?

- pero si—

- luego hablamos de mi, ahora quiero ver a mis bebés. ¡YA!

Y es como si lo dijera telepáticamente, porque casi de inmediato una de las criadas llega y los trae en brazos.

- Cristal Luna Frost Arendelle—susurre. —y Kai Allen Frost Arendelle... apenas los conozco y ya los amo.