Final
Charlotte
Hoy, miro atrás y me resulta un sueño todo lo vivido. Los altibajos están allí, los problemas también, no diré que mi mundo es color de rosa y fantástico. Antes contaba con mis padres, ahora se le sumaba Matthew y mis hijos.
Los cinco eran mi motor de vida, que impulsaban día a día a no rendirme. Jamás lo hice, siempre busqué una salida a mis problemas y creo que lo hice medianamente bien.
La diferencia entre el pasado y hoy, son mis tres nuevos acompañantes. De mis padres aprendí el sutil acto de no permitir que terceros marcaran mi destino y a no desistir en mi meta.
Nos casamos cuando los niños tenían dos meses de nacidos. Tal cual nuestros padres lo acordaron ese mismo día fue el bautizo de Jadeen y Joshua.
Los padrinos fueron Des y su esposo, ambos hermanos decidieron que uno serían los padrinos de los hijos del otro. No me molestó en lo absoluto, en realidad, hablaba del vínculo estrecho entre ellos. Ese que empezaba a notarse entre mis hijos que hoy cumplían ocho meses.
—¿Qué tal esta mamá? —pregunta Matthew entrando a la habitación en donde una mujer arregla mi peinado.
Sonríen abriendo los brazos y su padre los acomoda cada uno en una pierna. Era el día de mi grado y los tres estaban listo mucho antes que yo. No tengo idea de donde sacaron sus padrinos el traje de tres piezas idéntico al de su padre, solo que se veían hermosos.
Los peinaron igual, ayer fue su primera sección con el peluquero y su padre filmó el evento como si se tratase de una graduación. Hay miles de registros de ellos haciendo cosas que su orgulloso padre quiso perpetuar en un video.
Físicamente eran más Frederick que Yolis, aunque el tono de su cabello fuera más claro que el de su padre y sus ojos verdes no fueran esmeralda marca Frederick, sino aceitunas.
Aun con todas aquellas diferencias, su parecido con su progenitor era innegable. Sonríen intentando levantarse, al tiempo, impedírselo es una tarea imposible, por lo que su padre acaba por tomarlos en brazos y salir con ellos.
—Creo que olvidó porque no debía entrar —susurra la mujer con voz tosca y me excuso viendo su reflejo por el espejo.
—Si no me ven lloraran y le será difícil controlarlos. Lo mismo me ocurre a mí cuando es su padre el que esta en casa y no pueden verlo.
—Debe adaptarlos a su ausencia. Los están haciendo dependientes a ustedes.
¿Habla por ella? me pregunto al guardar silencio y no responder. ¿Qué tipo de padres seriamos si no acudimos a sus llamados? Ellos necesitan saber que estaremos allí cuando lo necesiten.
—Si Matt entró unos minutos era para que me vieran y poder controlarlos. —no puedo evitar decir y ella niega con aquel rostro de una madre que lo sabe todo.
—Siempre que quieran algo lloraran para que se lo entreguen.
Que equivocada está, tienen solo ocho meses y necesitan de sus padres. Sabían que estaba en casa, lloraban porque les impedían entrar. Lo que hizo su padre fue entrar unos minutos para que me vieran. Donde sea que estén están calmados y esperando por mí.
Cuando uno de los dos debe irse, ellos se despiden, le sonríen y hasta le lanzan besos. Se quedan tranquilos jugando o haciendo cualquier actividad con quien estén. Si estamos los dos en casa y solo ve a uno, harán rabietas por que exigirán verlo.
Llorar es la manera que tienen de comunicarse y en mi opinión está bien. Lo que sin duda estaría mal, es no poder controlarlos o hacer una rabieta más grande que la de ellos.
Decido guardar silencio en lo que resta en su labor, es claro que, a la hora de educar, cada uno lo hará dependiendo a lo que mejor le parezca. Matthew y yo lo hacemos en base a como fuimos educados por nuestros padres.
Tal como lo dije, los encontré sentados en un sillón frente a la habitación, en las piernas de su padre y vigilando la puerta. Sonríen al verme salir y abren los brazos para ser atendidos.
Aun no he retomado mis labores, me concentré en ser madre y en acabar mi carrera. Mamá cuida de ellos las veces que debo ir a la universidad o lo dejo en la mansión cuando sus abuelos están en la ciudad.
—¿Nos vamos? —pregunta Matt tras despedir a la mujer y afirmo entregándole a Jadeen.
Todo el que lo cuida aseguran que no dan guerra y suelen ser calmados siempre y cuando estén juntos. El problema es que nos vean y no le prestemos atención. ¿Quién no se enojaría? ¿Qué mensaje le estamos enviando si no acudimos cuando nos necesitan?
—¿Te sientes bien? —pregunta al notar mi silencio en el ascensor —estas muy callada.
Tomo la mano de mi pequeño y sonrío a su hermano antes de decir cualquier cosa. Matt pasa una mano por mis hombros y nos abraza a los tres sin problemas. Nuestros hijos ríen fuerte al verse atrapados en medio de ambos y los quedo viendo a ambos.
Tan hermosos y perfectos que me cuesta creer que fueran mis hijos o que su padre fuera un hombre como Matt.
—¿Lo haremos bien verdad?... educarlos —logro decir con el nudo aumentando en mi garganta y lo escucho sonreír.
Alzo la mirada hacia él y sonríe haciéndome un guiño dejando un beso en mi nariz, otro fugaz en mis labios. Mira a nuestros hijos y hace lo mismo escuchando la risa de ambos mientras son mimados por su padre.
—Tenemos un excelente ejemplo y a quien acudir cuando no sepamos que hacer —empieza a decir en un tono de voz que llega a ser una caricia. —Nada en el mundo me ha dado más paz y fuerza ... que ser padre y esposo. —sigue diciendo, alejándose un poco acomodando mi vestido — Fallaremos en algunos momentos, pero hasta del fracaso se aprende.
Ambos somos el reflejo vivo de esa frase.
La vibración en su cuerpo nos aleja y saca el móvil leyendo un mensaje. Sus ojos se ven preocupados al leer, guarda el móvil en su bolsillo y me mira preocupado.
—¿Qué sucede? —me atrevo a preguntar y niega.
—Jason será papa de un niño y una niña —me dice y afirmo.
No sabia que tenía pareja, lo que me han descrito de él me llegaba a pensar que nunca la tendría. Era según su madre y padre poseedor de un carácter difícil que le hacía imposible a cualquier femenina amarlo más de lo que se aman ellas mismas. Según detalles explícitos no es que fuera un mal ser humano, simplemente muy difícil en sus exigencias. Su vida militar contribuyó a ello, estoy segura de eso.
Me alegra que al fin encontrara el amor...
—¿Por qué no te hace feliz?
—Lo que él quiere... supera toda lógica, es absurdo —guarda silencio y apoyo la mano en su pecho al ver lo alterado que esta —no encuentro palabras para decirlo.
—Tiene novia y eso es bueno ¿No? —su hermano niega y junto las cejas.
—Él no tiene novia o algo que se le parezca... —corrige y sonríe a nuestros hijos que requieren nuestras atención —Quiere librarse de un acto como el que tengo en este instante, los cuatro juntos. Será papá, pero a través de un vientre de alquiler.
¿Qué? Mi amor enarca sus cejas como diciendo "Ahora si me entiendes lo difícil que es de definir."
—Excéntrico, increíble que piense asi —describo y su hermano sonríe —pensé que teniendo como ejemplo el matrimonio de sus padres, todos querían casarse y tener hijos.
Al parecer para el menor de los varones no aplicaban esas cosas.
—Papá es el más relajado de todos, asegura estará en primera fila para burlarse de él.
No lo dudo. Si hay alguien que goza mofándose de las estupideces de sus hijos es él.
(...)
Con mi titulo en manos recuerdo todo lo que tuvimos que pasar para obtenerlo y como la búsqueda de este develó tantas cosas ocultas. En el olvido quedaron Dick, Aryana, Beatriz, Mitch y todos aquellos los que de alguna forma quisieron dañarme.
A ellos les puedo dar las gracias, sin ellos no sería posible que hoy fuera tan fuerte. En casa de mis padres me esperaba una pequeña reunión, con un grupo de amigos cercanos. La señora Julia y su comitiva, Dorothy y Neal que ya habían fijado fecha de bodas, mis tíos y primos.
Mila estaba allí, aun había un enorme cráter que nos dividía, pero su presencia era cada vez menos incomoda. La tía Aaliyah estaba dando grandes avances en su enfermedad. Se negaba a decir que había vencido la enfermedad, sin dudas, estaba cada vez más cerca de su objetivo.
—Genéticamente hablando son sus abuelos —me dice Canden quien baila conmigo en ese instante señalando a mis hijos.
Papá tiene a Jadeen y el tío Audrey a Joshua, es difícil saber quien se ve más emocionado por los pequeños. Ambos sonríen y hacen muecas a nuestros hijos que dan un espectáculo de carcajadas ante el jubilo de los asistentes. Matt que baila con mamá lo busca en medio del grupo y al verlos sonríe.
—Nunca me disculpe por lo que sucedió.
—No tenías que porque, no era tu culpa. —apoyo mi mano en su espalda y mi cabeza reposa en su pecho.
—Julián y yo estábamos avergonzados, la actitud de nuestros padres fue injusta. —insiste —la de Mila no tiene nombre ...
—Si que los tiene... celos —susurro y su hermano sonríe.
—Creo que era más enviada—corrige. —no había un día en nuestros papás no te pusieran como un ejemplo a seguir.
Me dejo llevar por sus movimientos guardando silencio. ¿Qué podía envidiar en mí? antes de Matt acumulé un numero amplio de fracasos y derrotas.
—Pero jamás te rendiste. —insiste mi primo y niego.
—Yo envidiaba su salud, ella puede hacer lo que quiera sin miedo a ser lastimada.
Fue antes de que llegara a vivir con nosotros, cuando creí que tenía por fin a alguien con quien hablar. Desecho los malos pensamientos que no me llevan a ningún lado.
—Creo que nunca ha sido consciente de lo afortunada que es —me dice y afirmo —gracias por interceder por ella con tu esposo y su familia.
No lo hice por ella y no fui yo quien tuvo la última palabra. La señora Isabella acordó con Matthew en no levantar cargos. Lo hizo al saber el estado de salud de la tía Aaliyah. Mis tíos lo agradecieron e impusieron sus condiciones. Le exigieron ir a un centro para adictos y retomar sus estudios.
—¿Ha cumplido?
—La enfermedad de mi madre nos marcó a todos y nos hizo unirnos —no es lo que pregunté y lo nota al ver mi rostro confundido —ha cumplido y superado nuestras expectativas. Eso y la victoria de la enfermedad de mamá logró unirnos.
Mila estaba yendo a un centro para adictos y había seguido la universidad. Mi primo me da la sorpresa que mi madre recibirá esta noche. La tía Aaliyah había tenido su ultima quimio un mes atrás, sonrío feliz por esa confesión y mi primo se detiene cuando una figura conocida me pide una pieza.
—¿Se puede? —Canden sonríe asintiendo, dejándome en sus manos.
—¿Celos Frederick? —en respuesta ríe, pero el brillo de sus ojos lo delata.
—No puedo evitarlo.
—Obviando el hecho que es mi primo... —alejo mi cabeza de su pecho para verle antes de seguir —yo soy tu medio universo —sus ojos muestran un brillo único y suspiro enamorada como la primera vez, pueda que aun más —Tenerte como esposo y padre de mis hijos siempre será el mejor regalo del mundo.
—Si supieras todo la oscuridad que puede iluminar tu sonrisa me entenderías. —pierdo la concentración y acabo por tropezar una vez de sus labios salen aquellas palabras. La mano en su cintura evita que caiga de trasero y veo la burla en sus ojos verdes, pero al continuar no toca el tema de mi torpeza. —Te amo y no hay nada que me asegure que esto es para siempre, asi que viviré con el miedo eterno de perderte...
—No hay tal riesgo... tengo dos hermosos motivos para jamás irme y si esos no te son suficientes. —guardo silencio y ambos vemos a nuestros hijos abrazar cada uno a su tío y abuelo —faltan seis motivos más... siete si se tiene en cuenta el semental.
—Eres única mi pequeña bruja...
¿Han sentido que el abrazo de la persona amada te reinicia? Me pega a su pecho mientras sonríe en voz alta e ignoro las miradas curiosas y divertidas que nos dirigen los presentes.
—Si pudieras ver mi corazón, de la misma manera que lo cuidas, todos esos miedos se irían —le digo una vez ha dejado de reír y su respiración acaricia mi cuello. —TE amaré hasta el acoso...
—Ocaso —me corrige alejándose de mí y viéndome a los ojos.
—Eso también... ¿Cuánto crees que duré el hechizo?
—Se activa en el octavo niño —susurra atrayéndome a él y ambos reímos.
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