Capítulo 3

Actualidad

Charlotte

Yo era consciente que la racha de buena suerte algún día acabaría por terminar. Dick salió de mi vida aquella mañana llevándose también mi buena suerte. Mi padre fue obligado a renunciar en medio de un supuesto desvío de fondos, algo completamente falso.

Me despidieron y tuve que abandonar mis estudios, la tesis de grado se estaba llenando de polvo. Me prometí que volvería a terminarla, varios profesores han llamado preguntando por mi salida y tuve que decir la verdad.

No tenía como seguir pagándola, el dolor más grande era que estaba a solo seis meses de graduarme. Me centré en cubrir los gastos de la casa.

Han sido días difíciles, sobre todo porque algunas puertas se nos han cerrado sin justa causa. Grandes amigos nos dieron la espalda y solo un par de ellos antes de negar ayuda nos narraron la verdad. No querían tener de enemigo al senador Hughes o a su hija.

Aquel descubrimiento lejos de deprimirme fue una revelación y me dio una idea clara de los lugares que no debía tocar. Trabajaba por horas en sitios pequeños, bares, cafés, restaurantes, etc. El exceso de trabajo y comidas a deshoras causó cambios en mi cuerpo. Conservaba mis curvas, pero no sería contratada como modelo, con esta talla.

Me he negado a que me invada la negatividad y los malos deseos de una mujer sin consciencia de las cosas. Yo nunca hubiera tenido algo con Dick de saber que tenía una relación y creí firmemente que mi comportamiento ese día era el correcto.

—Lo siento mucho Charly, pero sabes que la ventas no andan bien. —la señora Julia me entrega el sobre con mi salario y una bonificación —si las cosas mejoran te llamaré.

—Y si las mías lo hacen antes me negaré.

Ambas reímos y recibo el abrazo que la amable mujer me da. Tiene una modesta boutique en buena zona. Ropa tejida realizada por mujeres la gran mayoría cabeza de hogar. Cuando entré a trabajar no tenía idea absolutamente de nada. Fui acogida cuando supieron mi situación y adoptada como una hija, ya que la gran mayoría podría ser mi madre.

—No nos abandones y ven a vernos de vez en cuando —abrazo a la señora Sara la mayor de todas.

—Seguiré llegando hasta que encuentre trabajo—les prometo y todas me ven con ternura —ustedes no pueden pagarme, pero siguen necesitando de mí y no queda muy lejos de casa.

Me despido de todas y cuando ya no puedo soportar mis lagrimas decido salir de allí. Miro el sobre y su contenido suspirando sin saber que hacer o que camino tomar. Mis padres aseguran no estoy obligada a tener tantas obligaciones siendo tan joven.

No lo veo asi.

Todo lo que estamos pasando es por mi culpa, si hubiera seguido con mis estudios hoy estaría graduada y con un mejor empleo. De ambulo por varios aparadores y me detengo frente a una zona que llama mi atención. Es una tienda de crochet y el colorido inunda todo el sitio. Aprendí lo suficiente como para hacer mis propios modelos y repartirlas entre las amigas de mamá.

Sonriente y feliz por tener esa idea entró al lugar. La gran mayoría tienen nietos o nietas de diversos edades, hasta mi madre puede ayudarme y tener entretenimiento.

—¿En qué puedo ayudarla? —pregunta una mujer detrás de un mostrador bastante sonriente.

—¿Sabes que colores son populares en esta temporada?

—Depende —responde rápidamente saliendo detrás del mostrador —niña o niña, joven o adulto, el estilo de la prenda, etc.

—En realidad no sabría decirle —confieso.

Su rostro adquiere un tinte amable y le comento mi situación rápidamente. Me he quedado sin empleo y me quiero aventurar a la independencia. Media hora más tarde, recibo de parte de ella no solo rebaja por mi compra, sino también una revista con los últimos modelos.

No deseo llegar a casa con la mala noticia de mi despido y la aventura que tengo ante mí, asi que me detengo en un parque saco la revista y empiezo a buscar por qué modelo empezar.

—Si te hubieras fijado un poco más en las tejedoras y no en las números Charly —me reprendo a mí misma al no saber que escoger.

Una chica de cabello castaño llama mi atención al ver que se apoya en un árbol. Su rostro esta rojo sudoroso y respira con dificultad. Guardo todo rápidamente en la bolsa y avanzo hacia ella a pasos rápidos.

—¡Disculpe! ¿Se encuentra bien?

Ella solo niega mientras mueve sus manos dándose aire a ella misma. La tomo por la cintura, la siento en una banca y saco el termo te de mi bolsa.

—Esta mañana le dije a mi madre que era una exagerada cuando insistió en que lo llevara —comento intentando distraerla —ella me dijo que mi dieta me acabaría por descompensar en alguna ocasión y quería estar segura de que no me desmayaría por allí.

Sirvo el líquido en la tapa del recipiente no sin antes asegurarme que no esté tan caliente y se lo acerco a los labios de la pálida mujer. Mientras lo hago le susurro mi nombre y le aseguro no soy un peligro, solo me senté allí para empezar mi negocio.

—Tu mamá es sabia —dice luego del tercer sorbo y cuando el recipiente esta casi vacío. —y se preocupa por ti.

—En realidad ...temía no encontrara a nadie que me levantara del piso y acabaran llamando a los bomberos.

Ella sonríe y de la nada su sonrisa se convierte en una carcajada que le da color a su rostro. Tiene rasgos latinos, viste elegante, pero no hay en ella algo de valor salvo el diamante en su anillo de compromiso y su argolla matrimonial.

—Soy Desiré, pero mis familia me llama Des —se presenta extiendo su mano hacia mi —¿Tejes? —señala la revista y la bolsa con el crochet.

—Charlotte Joly May, mis amigos me dicen Charly —respondo recibiendo su mano —trabajaba en una boutique y fui despedida hace unas horas. Me dije que podía iniciar mi propia miniempresa —me encojo de hombros y ella sonríe.

—¡Des! —una estruendosa vos masculina me hace saltar y palidezco al ver al hombre frente a mí.

En traje negro, de tres piezas, gabardina del mismo color y envuelto en un aire que grita dinero tengo al CEO de industrias Frederick, a quien intuyo no le caigo bien a juzgar por cómo me ve.

—He dejado todo tirado cuando Page me llamó ¿Qué haces aquí? Y ¿Qué tomas? ¿Por qué hablas con extraños?

Las preguntas las hace de prisa mientras elimina distancia, la aleja de mi lado toma el recipiente y lo lanza a un costado de él con desprecio. Yo he tenido un mal día, con suficiente malas vibras para soportar tamaña patanería.

—Ella solo...

—Es usted un malagradecido —interrumpo levantándome y tomando lo que ha tirado.

—¿Qué dice?

Rojo por la rabia se acerca en mi dirección, su altura intimida, pero no lo suficiente para hacerme correr. Alzo el mentón, acomodo mi bolsa y le señalo molesta.

—Ella estaba a punto del desmayo, yo solo le ayudé —explico y decido no darle oportunidad de hablar —ese líquido que acaba de votar con tanto desprecio les dio color a sus mejillas y fue elaborado por las mejores manos ¡Mi madre!

Doy media vuelta sin mirar a ninguno de los dos dispuesta a alejarme de ambos lo más que pueda. ¿Qué mierdas comen los ricos? Si el dinero los hace menos humano, yo no lo quiero. Avanzo decidida por el césped y maldiciendo cuando mis zapatillas se incrustan en él.

—¿Charlotte? —me llama una voz y busco el lugar con curiosidad —¿Eres Charlotte verdad?

Observo al hombre trigueño que sonríe a pocos pasos de mi e intento ubicarlo en algún lugar. Esta justo al lado de olafo el amargado y el susurra algo que me hace verle con sospecha.

—Soy Oliver Page.

No tengo ni puta idea de quien es, solo tengo claro es el lameculos de ese imbécil y no quiero nada con él. Guardo mis comentarios soeces, mi madre no se sentiría orgullosa de mi sí sabe que he insultado a alguien tan poderoso. Y si meterme con el prometido de la ex de uno de ellos nos dejó en la ruina, no alcanzo ni a imaginar lo que me harían por insultar al gran jefe.

—Eras la novia de Dick y yo fui tu novio sustituto —sigue diciendo cuando me ve dar la vuelta e ignorarle. —nunca te agradecí por la torta, estaba deliciosa.

Me detengo al escuchar aquello y bajo los hombros ante los recuerdos. Giro lentamente hacia ellos, el amargado sigue teniendo el rostro, su esposa sonríe apenada y el tal Oliver solo guarda silencio.

—Asi que tú eres Charlotte Joly May —empieza a decir avanzando hacia mí y abrazo a mi bolso como protección. Ingreso una mano en su interior y me aferro con fuerza al termo de té de mi madre —Lamento por todo lo que has pasado por culpa de Aryana.

—No es su culpa.

—También el comportamiento de hace unos minutos—sigue diciendo, ignorando mi explicación y guardo silencio —Des, asegura que ese te es milagroso.

—Acepto sus excusas, lo libró de todo el karma que mentalmente le envié hace unos minutos, pero ahora tengo que ir a casa. —doy media vuelta intentando alejarme de él y aquella presencia imponente que llega a chocar.

Unas manos en mi brazo impiden mi avance, sus dedos al contacto con mi piel queman y mi reacción ante eso es encogerme. Escucho una disculpa inaudible como si hubiera sentido lo mismo que yo y al alzar el rostro a verle ya no veo arrogancia en ellos.

—Hospital Frederick, lunes a las diez de la mañana sin falta —ordena y junto las cejas intrigada por esa orden. —Des, dice que necesita un empleo y dado que no se sus virtudes, debe iniciar por allí. Si tuviera su currículo sería más fácil...—sigue diciendo y me muerdo la lengua —llevará el currículo a personal y en base a su capacidad se le asignara allí o en cualquier lugar acorde a su nivel de estudios.

—¿Me lo exige o lo sugiere? —me atrevo a preguntar.

Se cruza de brazos divertido y alzo el mentón con toda la dignidad que encuentro. No deja de sonreír mientras dice algo como que un tal Matt le pagará todo lo que le ha hecho y en ese punto no se si delira o dice la verdad.

Podría estar locos, muchos millonarios lo están y la gente lo normaliza diciendo que son "Excéntricos".

—¿Necesita un empleo sí o no? —pregunta al ver que no cambio mi actitud —Usted necesita un empleo y yo pagar la deuda con mi mujer. Usted la auxilió, le dio de beber y la hizo reír sin tener idea de quien era —insiste.

Miro a su esposa quien solo me muestra un pulgar mientras es sostenida por un hombre de seguridad y decido recibir la tarjeta. No puedo darme el lujo de ser digna ahora que mis padres necesitan de mi más que nunca.

—Gracias señor Frederick —le digo entre dientes, aunque me atragante y lo veo alzar una ceja divertido.

—No defraude a mi esposa —comenta viéndola sonriente —es gracias a ella que lo hago.

Afirmo sin decir más y avanzo por el sendero sin dejar de ver al tarjeta. En el reverso hay una firma e imagino es de él. Rumbo a casa me embarga la necesidad de tirarla y olvidarme de todo lo sucedido. La última vez que tropecé con alguien de esa familia no me fue nada bien.

Ingreso la llave en la ranura de la puerta de la casa y la abro, encuentro todo en silencio y me sorprende un poco.

—¿Mami? —la llamo desde el vestíbulo y la veo salir de la cocina limpiándose con el delantal.

Me basto ver como miraba la bolsa que traía con anhelo para entender que debía arriesgarme mis miedos. Mamá creía que llevaba comida a casa y la decepción fue evidente al ver solo crochet en la bolsa.

—Te tengo una buena noticia —le digo sonriente dejando lo que quedó de mi sueldo en sus manos —tuve que renunciar, el martes inicio en un trabajo formal.

—NO tienes que mentir cielo...

Le entrego la tarjeta que me dio el hombre y le doy un detalle mitad verdad, mitad mentira de mi encuentro en el parque con esa señora. La sonrisa que empieza a dibujarse en sus labios me da la certeza era lo correcto.

—Tu padre estará feliz —comenta abrazándome —no importa en qué lugar estes de esa empresa, trabajar con ellos es como ganarse la lotería nena.

Sonrío, aunque mi pecho se estruje y aquel sentimiento de no ir a ese lugar aumente con las horas.

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