Capítulo 1
Charlotte
Hoy era el cumpleaños de Dick y quería darle una sorpresa. Era Fotógrafo de una prestante revista del Jet Set de la ciudad y reconocido por sorprender a figuras públicas en situaciones comprometedoras.
La gran mayoría lo odiaba por ello.
Miro la hora en mi reloj, ajusto mi falda antes de entrar y sonrío a Sonia, la recepcionista.
—¡Charlotte! —no puedo ignorar su sorpresa por verme allí y me encojo de hombros —me dijeron que fuiste despedida...
En realidad, renuncié, pero el detalle no venía al caso. El mundo del modelaje era demasiado frívolo y oscuro para alguien como yo. No tengo nada en contra de las personas que llegan lejos en ese mundo y no diré que todas hacen lo mismo.
Lo que sí puedo decirles es que a mí me dejaron claro que solo había una forma de avanzar en este ambiente. Estar con personas que me ayudaran a subir la imagen, actores, cantantes, políticos, etc.
Dejando a un lado no solo mi relación con Dick, sino mis valores y todo la educación de mis padres.
—Fue bueno mientras duró —ella sonríe — un capricho de Dick no era mi sueño en realidad. —confieso y Sonia asiente.
—Si, eso escuché.
Mira el paquete que sostengo en mis manos y luego a mi algo apenada. Una caja en madera, globos inflados de helio en forma de corazones y una tarjeta de feliz cumpleaños.
—¿No está? —me animo a preguntar al ver su rostro compungido y niega. —En ese caso, ¿puedes enviar a alguien y que lo deje en su oficina?
Sonia lo duda un instante, en su ovalado rostro empieza a revelarse el enojo e indignación. Digita algo en el teclado, escribe en un post it y acto seguido me entrega el papel rosa.
—Creo que estará feliz de que seas tu quien lo lleve —comenta.
Miro el papel sin tomar y luego a ella, notando cierto temblor en su mano. Ya no tengo dudas de la rabia que veo en sus ojos, curiosamente no es conmigo. Siempre nos hemos llevado bien y nunca he tenido algún altercado ella y yo.
—Este no es tu mundo Charlotte, desde la primera vez que te vi lo supe —paso saliva al sentir el nudo en mi garganta ante aquellas palabras —quiero que sepas que puedes contar conmigo.
—Retomaré mis estudios —confieso recibiendo la nota y ella se relaja —Empezaré a trabajar y a estudiar.
—Lo harás bien —comenta recogiendo varios documentos a su alrededor de forma nerviosa —entenderé si no te vuelvo a ver.
Sonrío dando media vuelta alejándome de allí, aunque no entienda ese comentario. Pido un taxi, le entrego la dirección y me ubico en el asiento trasero. Fueron veinticinco meses como modelo, la paga era buena y en general me la pasaba bastante bien.
Conocí a Dick en la universidad, él fue a hacer unas tomas para la graduación de la esposa de unos de los Frederick y yo cursaba el segundo año de derecho. Intercambiamos números, nos seguimos en redes.
Inicialmente se había acercado a mí por mi cuerpo y rostro, Dick había visto potencial para ser modelo. Vengo de una familia conservadora, mis papás eran bastantes exigentes. Ellos no veían con buenos ojos que me desviara del camino por algo tan frívolo.
A Dick le costó mucho trabajo convencerlos para que aceptaran y solo lo hicieron cuando le prometí no abandonar mis estudios. Una promesa que no pude cumplir este año. Los compromisos eran cada vez más grandes y mi escases de tiempo para estudiar menos. Me vi obligada a dejar la carrera atrás y eso tiene a mis padres enojados.
—¿Sabe en qué bloque es? —la voz del chofer me hace aterrizar y miro por la ventana.
Es un conjunto de tres edificios bastante lujosos, con jardines, zona verde y demás.
—Puede dejarme aquí, preguntaré donde hay algún evento —comento de forma distraía dándole el pago.
Abro como puedo la puerta y salgo, sin dejar de ver a mi alrededor. No recuerdo que Dick comentara algún evento de la revista; aunque, no era muy dado a hablar sobre su trabajo. El paso de amigos a novios me estaba costando, Dick era como amigo un apoyo y bastante divertido. Como novio por el contrario era celoso, controlador y odiaba que me excediera en comer de más.
Decido guiarme por el estacionamiento, al notar que cada bloque tiene el suyo. Una vez sepa donde esta, iré a recepción y dejaré el obsequio. Dick es bastante profesional y odia las interrupciones cuando trabaja.
Sin mencionar que podría estar en una reunión de negocios y si es asi, ya no sería bueno ese obsequio. Estoy por devolverme cuando un guardia sale del segundo estacionamiento.
—¿Es la prometida de Dick Murray? —me pregunta y afirmo contrariada porque él sepa —han llamado diciendo que usted vendría, entre por favor la está esperando.
Mi corazón se hincha emocionado al escuchar que me ha dado el título de prometida. Nuestra relación recién estaba empezando pese a conocernos por años.
—Al fondo encuentra los ascensores —señala una vez llegamos al vestíbulo. —octavo piso, 822.
Avanzo con seguridad por el largo pasillo de pisos relucientes, paredes en tono crudo y decorado sobrio, pero elegante. Una mujer rubia espera frente a los ascensores, ella lleva un paquete como el mío, más pequeño y sin globos, un segundo envuelto en papel dorado quizás del mismo tamaño. Sonríe amable y me pregunta el piso.
—Octavo.
—¿Un niño? —me pregunta señalando mi paquete y el decorado—¿Cinco o seis años?
—Mi novio —le aclaro —seria la edad que yo le pondría, se comporta como niño.
—Todos querida...llevo ocho meses de compromiso y doy fe de ello.
Ambas reímos y la examino al verla hacerlo. Rubia de rostro ovalado, ojos azules, alta y esbelta. Estoy segura de que he visto ese rostro en algún lugar ¿Revista o prensa? Se ve distinguida, sus joyas y vestimentas son de alguien que la rodea el lujo. Aquel rostro que no puedes olvidar por lo hermoso que es.
—Es hora de dar el siguiente paso—comenta acariciando su vientre y lo entiendo —estamos esperando bebé, ambos queremos que nazca dentro del matrimonio.
—Felicidades —hablo, aunque no se ve feliz por ese embarazo, su cuerpo está tenso, labios apretados y ojos brillantes—Disculpa si soy indiscreta —me excuso cuando ella se empieza a incomodar por mi escrutinio —pero siento que te he visto en algún lugar.
Sonríe con suficiencia y se ubica de frente, adquiriendo ese aire de superioridad de algunas mujeres famosas.
—Soy Aryana Hughes—se presenta. —antigua Aryana Frederick.
Sigo viendo su rostro hasta que llega a mí el sitio en que la he visto. Ella era la chica a la que le tomaban fotos el día de la graduación, la esposa de uno de los Frederick. Sonríe al darse cuenta ya la he ubicado y regresa la mirada a los números que se iluminan.
La volví a ver en la prensa hace meses y cuando se anunció el divorcio entre ella y su esposo. El ascensor abre sus puertas, ella también se baja en el mismo piso y la sorpresa es que avanza hacia el mismo lugar que yo voy.
Demasiadas coincidencias para dejarlas pasar, me detengo a pocos pasos de la habitación y la observo tocar la puerta. Ella parece ajena a que me he quedado en pie y solo lo hace cuando las puertas se abren. Si había alguna duda la disipé cuando Dick asomó la cabeza al verla a ella mirar en mi dirección.
—¡Feliz cumpleaños cielo!
—¿Cómo están las dos personas más importantes en mi vida?
No vi en él sentimiento de culpa, pena o nerviosismo. Ambos sonríen y se besan delante de mí, mientras yo intento hacer mi salida lo menos dolorosa y humillante posible.
Acabo de escucharla decir que llevan ocho meses de novios, tienen un hijo y están a punto de casarse. Dick y yo solo tenemos cinco de estar saliendo.
—¿Te sientes bien? —me pregunta al volver al mirada a mi —creo que se va a desmayar amor, será mejor si entras y tomas algo.
—No... —balbuceo sonriente —lo haré en el apartamento de mi novio.
Avanzo con la dignidad en alto y el alma destrozada. Si bien, solo llevamos meses siendo novio, pero en mí existía un sentimiento que ha ido creciendo con el tiempo. Mientras camino, puedo sentir las miradas de ambos en mí y me cuesta mantener el control.
Toco las puertas de un apartamento cualquiera y espero. Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos y el corazón en romperse en muchos pedazos.
—¿Qué...? —empieza a decir una voz.
—Por favor... solo déjeme entrar —le ruego a la voz masculina que me ha abierto —no soy un peligro, no estoy loca... solo intento recuperar mi dignidad —finalizo.
Tengo los ojos puestos en algún punto de su camisa azul celeste y su corbata gris. Suelto el aire cuando se hace a un lado y me permite entrar no sin antes recibirme el regalo.
(...)
—Esto le va a ayudar —me dice mostrándome la bebida.
Es un hombre alto de piel trigueña, su apartamento no tiene ningún decorado y los muebles parecen nuevos. Creo que nadie lo habita, no solo por lo limpio, es el aire a nuevo que desprende todo el lugar.
—¿Asi que era la novia de Dick? —comenta sentándose frente a mí con una taza humeante en sus manos. —¿Por qué no enfrentarlos?
Contar mi desventura fue un acto de desahogo y una forma de explicar mi proceder. Tocar la puerta de un desconocido y rogar entrar sin dar explicaciones, fue desesperado y arriesgado. Por fortuna, el hombre entendió mi contrariedad al ver que estaba a punto de llorar.
—Ella está embarazada.
—¿Embarazada? —me pregunta y afirmo sin verle —¿Está segura?
—Me lo dijo en el ascensor ... no se veía feliz.
—Lo imagino...
¿Qué hago dando detalles de mi vida a un desconocido? Yo solo quería que mi vergüenza no fuera más grande.
— No pasas mucho tiempo aquí ¿O sí?
Enarca una ceja ante mi comentario y lo veo a los ojos directamente. Luce tranquilo y despide un aire de tranquilidad que te permite relajarte. Deje de llorar cinco minutos después de decirle mi desventura y cuando me calmo con palabras tranquilizadora. Miro el vaso que me ha entregado y lo dejo a un lado. Entrar a la casa de un desconocido ha sido un riesgo, tomar algo dentro es suicida; aunque, la puerta del apartamento no tiene seguro.
—Mi trabajo me ocupa la mayor parte del tiempo —confiesa y afirmo viendo a mi alrededor —pero tienes razón, no vivo aquí. —comenta sonriente y sus ojos negros brillan divertidos.
—¿Qué es aquí exactamente? —insisto y sonríe.
—Se puede decir que es mi trabajo.
—Entiendo...
Aunque no y no importaba. Han pasado más de una hora y decido aventurarme a regresar a casa. Se levanta y me acompaña a la entrada de la puerta.
—Soy Oliver —se presenta estirando la mano hacia mi
—Charlotte. Gracias por ayudarme. —estrecho su mano y la sostiene por unos minutos.
Intento soltarme, pero las sostiene con fuerza. En sus manos sostiene un saco oscuro, lo detallo un poco más y puedo ver rastros de la funda de una pistola en sus hombros.
—No me haga daño —ruego retrocediendo y me mira sorprendido
—No le haré nada Charlotte —me responde sonriente —solo debemos esperar a que ellos salgan —señala algo detrás de mí y al mirar hacia allí veo a un reloj. —Lo harán a las diez, eso si no has dañado el idilio.
—¿Los conoce? —pregunto perpleja y sonríe.
Sus ojos oscuros brillan divertidos y asiente sin decir nada. Suelta mis manos y se calza el saco ante mí, abro los ojos sorprendida al ver la leyenda en su chaqueta. Bordado en hilo dorado está el nombre de una multinacional y en letras más pequeñas su nombre.
Ind. Frederick.
Oliver Page.
Jefe de seguridad.
—Usted estuvo a punto de dañar meses de investigación —me explica y parpadeo varias veces llevándome la mano a mi pecho —pero se lo valgo por el mal rato toda la información que pueda acabar de darme.
—¿Qué intenta decir exactamente...? —pregunto retrocediendo y él sonríe divertido por mi miedo.
—La sacaré de aquí —habla sin responder a mi pregunta —gracias por la información Charlotte.
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