Capítulo XXIX

"Sólo hay una fuerza motriz: el deseo"

Aristóteles

⁎⁎⁎

Cautivada.

Esa es la palabra correcta para definir este momento en que veo el mar a lo lejos mientras Demian conduce por las calles estrechas de Atenas en donde se puede ver el gran imperio greco desde su cultura tradicional hasta la elegancia y belleza que deslumbra la ciudad; el día se ha mantenido en movimiento por ser fechas vacacionales, añadiendo que el clima es fresco, nada comparado al de Croacia que en este tiempo se mantiene frío, bueno es de esperar cuando allá estamos en una altura alta mientras que aquí cerca del nivel del mar.

Pronto veo como dejamos la ciudad atrás para pasar por calles menos pobladas, llenas de casitas con colores suaves pero no pasteles y con flores de colores vivos que adornaban a su alrededor o enredaderas que cubren paredes de hogares con un color verde muy vivo; la verdad es que los detalles arquitectónicos son esquicitos y hermosos, llena de historia como de antigüedad.

Me siento extrañamente nerviosa, no por haber acompañado a mi jefe en una de las fechas más importantes del año sino porque es primera vez que conoceré un territorio muy... No, mejor dicho, demasiado privado que nadie traspasaría el límite a no ser que fuese su familia o alguna persona muy cercana a él. Sin embargo, aquí me encuentro en Atenas, Grecia, yendo al hogar de Demian y quedándome en ese lugar durante tres semanas que quisiera verlas como unas buenas vacaciones de las que disfrutare al máximo, lo malo de esto, es que tendré que conocer a su familia y también pasar con ellos la navidad y año nuevo, lo cual implica tener que ocultar la verdad del embarazo a pesar que la madre de mi jefe ya lo sabe.

Demian se detiene en frente de un portón de rejas negras que por encima tienen unas lindas enredaderas con flores de color fucsia que resaltan el verde mostrándose como si fueran una melena de cabello rizado. Las puertas se abren por sí solas para luego él manejar hacia dentro de su propiedad, apenas sube el auto en una pequeña colina para darme cuenta que no se trata de una mansión o una villa, más bien, se trata de una casa hogareña ni tan grande pero tampoco pequeña.

— ¿Has alquilado una casa? —Le pregunto antes que salgamos del auto.

—No... —Responde extrañado. — ¿Por qué?

—Es que... Esto no parece tu estilo —le muestro la casa, apuntándola con las manos.

— ¿Sabes de mis gustos? —Pregunto con dureza.

—Bien, quizás no, pero es... —Suspiro derrotada — ¡Compréndeme Demian! Eres serio en todo y está casa, parece de cuento, cálida y hermosa, algo de lo tú no eres así... Ay... Mejor cierro mi boca. —Salgo del auto.

No tengo las palabras adecuadas para expresarle que lo que estoy viendo no es usual en él, quisiera poder entenderlo pero es difícil, sé que Demian es alguien diferente cuando está conmigo que cuando nos encontramos en la empresa, pero a veces sigo sin poder creer aquello que lo deja ver como un auténtico hombre, sé que no puedo pedir más de lo que él no puede darme o aunque sea mostrarme, sin embargo, quisiera explorar si estos días mi querido jefe es diferente y si esa actitud dulce y tierna que mantiene conmigo solo de forma oculta, demuestra el verdadero hombre que es.

Escucho como empieza a sacar mi maleta de auto para entrarla a su casa, así que tomándola rápido antes que se la lleve, empiezo a caminar, pero sin pensarlo pronto él la agarra de mis manos para intentar quitármela, pero me esfuerzo a que no lo haga cuando no la suelto y lo asesino con la mirada para que pueda entender que también quiero ayudarlo.

— ¿Comenzamos? —Pregunta molesto.

Hago un puchero para que pueda darme la maleta, no creo que funcione, pero al menos quiero intentar ser útil en este viaje, no sólo quiero verme como una carga por estar embarazada mientras que él sigue pensando que todo objeto pesado pueda provocarme una nueva amenaza de aborto cuando sigo creyendo que eso no sucederá y no quiero verlo como una excusa para pasar sólo en cama.

—Demian... —Me detiene.

—Por favor no más palabras, ha sido suficiente por el momento. —Suelto la maleta mientras que él se la lleva.

Bien, creo que no medí bien mis palabras y lo he hecho enojar, al menos no dijo esa frase de «no me hagas cambiar de opinión de haberte traído acá». Eso me convenció para no sentirme mal y tirar la toalla de una sola vez, puede que haya sido sutil en decirme eso, pero no deja a un lado que su voz pareció sonar decepcionada al haberlo juzgado sin conocerlo muy bien.

Lo acompaño directo a casa en donde no tarda en abrir la puerta para dejarme entrar primero sin olvidar sus modales de caballero; apenas doy un paso cuando el olor a jazmín y gardenia se esparce por toda la casa, camino de forma lenta y puedo ver que todo desde los objetos, sillones y paredes combinan entre sí, dejándome atónita por la mezcla de calidez, pero seriedad que hay en todo el contenido de este hogar.

Café, azul, blanco y color hueso son los principales colores que adornan la casa, el lugar tiene su particularidad, está lleno de cultura, no necesariamente griega, sino que hay pinturas, libros, objetos antiguos, vinilos y discos, una chimenea clásica y los muebles, todos son de madera.

¿Esto es real?

— ¿Qué te pasa? —Me doy vuelta para ver a Demian.

—Tu casa... —Me quedo boca abierto.

— ¿Qué con ella? —Dice sin entender.

—Es... La casa de mis sueños. —Apreté una mano con la otra.

(...)

Después de un recorrido por toda la casa de Demian, finalmente llegamos a la parte final del momento, mi habitación temporal. Debería pensar que puedo llevarme otra sorpresa como el postre de una increíble cena, ya que cada sala que mi jefe me mostró de su hermoso hogar, logro que sacara varios gestos de admiración sin añadir de lo encantada y enamorada que estoy por este lugar, ya que además de vivir en una parte alta, se puede observar desde la dichosa altura no sólo el mar de donde proviene el Golfo de Sarónico, sino que también hay una increíble vista de casas por delante.

Demian abre la puerta y pronto entra en ella haciendo que me dé espacio para ver una habitación que doy gracias que no sea inmensa, sin embargo, al otro extremo hay una puerta de madera y vidrio que se habré por mitad dejando a los extremos ambas partes que la hacen una sola, la cual da con el jardín de la casa.

—Si no te parece... —Lo interrumpo.

—Guarda silencio y déjame admirar mi habitación. —Le puse mi dedo índice en frente.

Deja ir una risa mientras que me concentro observando la habitación que no tiene más que una cama con sábanas blancas y cojines verdes, una pequeña mesa con mantel blanco donde hay una lámpara de mesa color café claro mientras que, al otro lado, hay un pequeño mueble que parece un ropero con otra lámpara, una candela y un adorno redondo que parece ser una bola de cristal; y encima de la pared tres recuadros de lirios blancos que combinan con la pared color durazno.

— ¿Quieres almorzar? —Interrumpe el silencio.

—Claro, pero, ¿cómo haremos con los tiempos de comida? —Le pregunto.

— ¿Por qué? —Deja mi maleta en la cama para que pueda desempacar.

—Es que... No sé si también aquí habrá reglas. —Me acaricie el brazo.

—Siéntete libre, mi casa es tu casa. —Dejé ir una leve sonrisa al escuchar eso.

Al final, Demian se encargó de hacer el almuerzo mientras arreglaba mi ropa y la ponía en el pequeño ropero que se encuentra a un lado de la cama, al principio fue un poco chistoso saber que él haría la comida, ya que seguía sin creer que él puede cocinar, pero luego con el olor proveniente de la cocina, el cual ya había entrado a mi habitación, me di cuenta que en serio sabe cocinar y no me estaba mintiendo.

A veces me pregunto cómo las personas no buscan la forma de acostumbrarse a un lugar que para ellos o ellas suele ser perfecto; es decir, estoy en una casa soñada, casi en medio de un paraíso si no fuera porque intento quitarme de la cabeza toda ilusión que logre conmoverme y pensar que estos días no me sentiré dentro de un verdadero hogar, luego que mis expectativas fueran destruidas desde hace años.

— ¿Quieres que te sea sincero en una cosa? —Doy un pequeño salto al ver a Demian apoyado en el marco de la puerta.

—Tú dirás —le dejé la palabra.

—Cuando piensas mucho, me da la sensación que algo te ha tocado tanto el corazón... Y eso me da miedo —enarco la ceja ante su comentario.

— ¿Por qué te da miedo? —Encoje los brazos.

—Porque te acostumbras a amar o apreciar aquello que te hace sentir bien. —Bajo la mirada.

¿Debería tener miedo porque empieza a conocerme bien o porque en serio tiene razón y debería evitarme cualquier tipo de ilusión que podría destrozar mi corazón? Por lo menos, intentare no acostumbrarme mucho a este lugar cuando sé que pronto regresare a Croacia, sin decir que trataré de vivir estás vacaciones lo mejor que pueda para sentirme bien conmigo misma luego que tenga que volver a la realidad.

—Vamos al comedor.

Camino detrás de Demian para ir a almorzar, sigo diciendo que es muy extraño verlo en una nueva faceta que desconocía de él, pensé que él sería más de los hombres que les gusta vivir rodeado de lujos y personas que hacen las cosas por él, pero en cambio, es Demian que ha tomado la propia iniciativa de hacerme sentir en su casa, sin tener algún prejuicio o verse presionado al tener que haberme traído aquí para no dejarme sola en la finca. Además, el lugar es demasiado precioso para no sentirte en un hogar acogedor, si la finca Dionisio fue una maravilla, ahora creo que está casa se llevó el primer puesto al considerarla espectacular.

Llegamos al comedor donde veo que él agarra una silla y me hace una señal para que pueda sentarme, viendo la cortesía que usa al ser un caballero me acerco para sentarme hasta sentir como empuja la silla hacia delante logrando que mi vientre quede a cinco centímetros de lejanía para que no me golpeé. Pronto él se va a la cocina, pero no tarda mucho tiempo en salir de ella con dos platos de comida que increíblemente se ven deliciosos, creo que he conocido una nueva habilidad de mi propio jefe que desconocía y entre ella es que, sabe muy bien cómo utilizar esas manos además de hacer unos buenos masajes en la espalda.

— ¿Qué sucede? —Se da cuenta que aún no pruebo su comida.

—Eres sorprendente —una sonrisa sale de su rostro.

— ¿Por qué sé hacer comida? —Asiento. —No es algo del otro mundo.

—Para mí, sí. —Le digo agarrando los cubiertos. —Esto no me lo habías comentado.

—Me gusta reservarme ciertas cosas para luego impactar a los demás —menciona —, además, tú también hiciste eso conmigo cuando te encontré bailando en el salón de reuniones. —Ruedo los ojos con risa.

La verdad es que, de forma mutua ambos nos hemos llegado a sorprender con ciertas destrezas que hemos ocultado quizás no exactamente con el fin de impresionar a alguien más, sino porque a veces no permites que alguien te conozca del todo de una sola vez.

Parto un trozo del tomate relleno que ha hecho Demian para llevármelo a boca, apenas comienzo a masticar cuando dejo ir un gemido de lo deliciosa que está la comida, no sé si es el hambre o es que en serio mi jefe sabe cocinar, pero la mezcla del tomate relleno con los pimientos, arroz y carne picada hace que mi boca termine por llenarse de agua al degustarme con el sabor y la combinación de la comida.

—Demonios, está riquísimo. —Saboreo más la comida intentando no ser golosa al comerla rápido.

—Me agrada escuchar eso. —Dice con una cautivadora y preciosa sonrisa.

Bendito sean los genes de Demian para revolotear mi estómago con varios de sus gestos los cuales aprecio con mucho pavor y exquisitez. Creo que, hasta el momento, no me voy a llegar a arrepentir de haber aceptado a venir a Grecia, porque si el día ha comenzado así de bueno, espero que los siguientes sean así o mejores, ya que sería muy agradable poder sentirme a gusto en este paraíso.

—Demian —llame su atención.

— ¿Sí? —Alzo la mirada.

— ¿Por qué te fuiste a vivir a Croacia? —Le pregunto con interés.

—Pensé que ya lo sabías. —Dice luego de entrar un poco de comida en su boca.

Si se refiere porque la delegación de Croacia es más importante que la de Grecia al menos quisiera creerle que esa es la razón, sin embargo, no es una buena explicación para creer que se haya ido de acá cuando su país es de igual de hermoso y lleno de cultura que el mío, además aquí está su familia y su hogar, por lo que dejar ambas cosas no es sencillo.

—Siento que solo por irte a trabajar a Kavala's Industry no es una justificación que lo define del todo —enarca la ceja.

— ¿A qué te refieres? —Pregunta interesado.

—Que pudo haber una razón mayor para que dejaras Grecia. Nadie lo haría teniendo aquí su familia, su casa y al menos las costumbres de su país. —Le explico. —Ya que irte a vivir a un lugar donde todo te parece absolutamente extraño no es de cualquiera. —Le digo.

—Soy flexible cuando se trata de viajar y quedarte en otros lugares que no es tu país. Además, muchas veces fui a Croacia, antes de reemplazar a mi padre, ya que en los años anteriores viajaba cada cinco a siete veces al año para informarme sobre el manejo de la empresa. —Procuro no hacerle tantas preguntas al mismo tiempo al verlo receptivo.

— ¿Cuántos años tenías cuando te mudaste a Croacia? —Me a recuesto en el respaldo de la silla.

—Veinticinco años —responde.

—Wow, todavía eras muy joven —murmuro.

— ¿Era? Sigo siendo joven —presume.

—Solo porque te ejercitas, no tienes arrugas y cabellos blancos no manifiesta que seas joven, te recuerdo que eres adulto. —Cruzo los brazos.

—Sí, puede ser. —Encoje los hombros.

Realmente es asombroso ver como con treinta y cuatro años puede verse un poco más joven, hasta me quedo impactada de darme cuenta que él tiene un año menos que el difunto Rade quien en paz descanse. Aun así, creo que los años han favorecido a Demian en todo tipo de circunstancia, ya que no cualquier hombre puede mantenerse con una buena estructura física para esa edad.

—No quiero arruinar el almuerzo, pero debo discutir contigo el asunto de cuando te presente a mi familia a pesar que ya conoces a mi madre y mi hermana —dice terminando de comer.

— ¿Qué tienes en mente? —Le pregunto para averiguar su plan.

—Bueno, nos rotaremos durante los próximos días —empieza a decir —, habrá días que estaremos aquí y otros la pasaremos en la casa de mis padres —asiento comprendiendo eso —, mientras estemos acá, puedes hacer lo que desees, pero delante de ellos quiero que seas cautelosa en todo lo que digas y hagas. —Explica. —Por supuesto, ellos te harán ciertas preguntas que puedan parecerte incómodas, pero quiero que tomes en cuenta dos cosas, la primera que intentaré estar todo el tiempo a tu lado para ayudarte a responderlas y la segunda, asegurarte de lo vas a decir. —Me muerdo el labio con el tema principal.

— ¿Qué hay con el bebé? —Me toco la barriga.

—Debemos seguir con el plan sobre que somos amigos, te he ayudado en momentos difíciles y que estás aquí por invitación de mi madre. —Suspiro.

Si supiera que su madre ya sabe la verdad creo que el panorama de la situación cambiaría, pero aún sigo pensando que él no está preparado para decir la verdad en frente de las personas más importantes de su vida ya que sigue ocultando que llevo a su hijo en mi vientre. De igual forma, es de esperar que Demian quiera mantener todo en secreto no sólo para no crearle ilusiones a su familia, sino que también para que ellos no decidan por él al querer ponerle al bebé el apellido Thalassinos.

—Bien. —Respondo comprendiendo lo que debemos hacer.

No es de mi gusto tener que seguir con esta idea, pero tampoco me puse a pensar en esa posibilidad de que al invitarme a Grecia significaba darle la noticia a sus padres sobre el bebé que estoy esperando; realmente es algo triste pero ya tuviese que haberme acostumbrado a ello cuando no tengo que ignorar la idea de que al hablar del bebé siempre es el primero en romper la conversación o evitarla como si en serio no le gustara hablar del tema sabiendo a ciencia cierta que es su hijo o hija.

Antes de poder continuar hablando, su celular que se encuentra encima de la mesa empezó a sonar haciendo que diera unos extraños y cortos golpeteos al vibrar. Demian se disculpó conmigo para tener que levantarse e ir a contestar la llamada, por lo que me dejo sola en aquel lugar.

Hay muchas cosas que sigo sin entender y más, el motivo por el cual mencionó hace una semana la palabra "hijo o hija", quisiera pensar que lo dijo en broma, pero en sí, sonó tan real que no tengo duda que no lo imagine o al menos que al estar riendo solo fuese una forma de alegrar el ambiente al ser serio. La verdad, es que ese es el problema que tengo con mi jefe, en no saber muy bien cuando las cosas las dice con seriedad a pesar que me pueda crear dudas con sus propias emociones.

Me levanto a recoger los platos los cuales ya se encuentran vacíos para irlos a lavar, no tardó mucho en llegar a la cocina para ponerlos en el fregadero y así limpiarlos, mientras tanto, empiezo a recoger varios recipientes que Demian ha utilizado para hacer la comida y también en guardar ciertas verduras que se encuentran afuera. Abro la nevera para dejar a un lado varios tomates, pero un extraño olor llega a mi nariz y logra que me dé náuseas a punto de tener que cerrar la nevera de golpe para irme corriendo a vomitar al baño de mi habitación. Pensé que ya habían quedado atrás los vómitos, pero me doy cuenta que sigo sin superarlo, aunque no me extraña que a veces mi olfato se pueda poner sensible o que tenga nuevos disgustos en comida.

— ¿Te sientes mal?

Al elevar mi cabeza doy un salto al ver el rostro de Demian en el espejo logrando que me saque un buen susto, me cubro unos segundos el rostro e intento tranquilizarme luego de su inesperada llegada que me provocó que casi me diera un infarto.

—Demian, ¡me asustaste! —Le digo horrorizada.

—Lo siento es que te vi correr y dirigirte a tu habitación como si algo te hubiera asustado —niego con la cabeza mientras me limpio la boca.

—No, abrí la nevera y tuve náuseas al sentir un olor a pescado. —Comente.

Mientras me enjuago la boca, veo como él saca dos toallas, una me la entrega para limpiarme y la otra, veo como la moja un poco para quitar mi cabello de la nuca para pasarla en ese lugar relajando mi cuerpo. Cuando el malestar se me pasa, salimos del cuarto de baño para sentarme en la cama mientras que dejo la toalla húmeda en su lugar para ver como él abre las puertas que dan hacía el jardín para que ventile la habitación y pueda recibir aire.

—Pensé que las náuseas habían disminuido —comentó al sentarse en una esquina de la cama.

—Sí, pero a veces las embarazadas seguimos sensibles en algunas sentidos del cuerpo —me a recuesto entre todos los cojines verdes.

—Supongo que debe haber sido la taramosalata —hago un gesto de extrañez.

— ¿La qué? —Él se ríe con el gesto que hago.

—La taramosalata, es una ensalada preparada con huevas de pescado. —El estómago se me vuelve a revolver.

No sé porque tuve que hacerlo, pero con solo pensar en una gran cantidad de huevos de pescados molidos para hacerlos ensalada provoco que nuevamente tuviera un malestar en el estómago, logrando que no contuviera el impulso de ir a vomitar de nuevo luego de crear la imagen en mi cabeza la cual a la próxima no debería hacerlo para que esto no se vuelva a repetir.

—Será mejor que olvidemos esa ensalada. —Me termino por acostar en la cama.

—Lo siento, no me imagine que aún estarías sensible. —Dice mientras me cubro los ojos con las manos.

Los griegos son raros, quien demonios comería una ensalada de huevas de pescado, ni porque fuera una propuesta en el menú no estuviera tentada a probarlo, solo con pensar en comerme miles de huevos aplastados, la piel se me eriza y un sentimiento de melancolía crece en mí al recordar como murieron todos los hermanos de Nemo y como Marlin tuvo que lidiar con esa tragedia. No, jamás estará en mi lista comer ese plato, ni mi bebé tampoco lo llegará a hacer.

—Mis padres ya saben que hemos llegado a Grecia, así que mañana nos esperan en su casa. —Ay, otra cosa de la que no estoy preparada mentalmente.

Antes de responderle siento un golpecito en mi mano, que me hace creer que quizás Demian lo ha hecho para llamar mi atención, pero nuevamente al dejarla encima de mi barriga lo vuelvo a sentir, no es muy fuerte pero sí que me pone alertar a punto de poner mis dos manos para averiguar si estoy en lo correcto sobre si son las primeras pataditas que da mi bebé. Una enorme sonrisa se forma en mi boca al estar en lo correcto en el momento en que mi hijo o hija se mueve y empieza a golpear algunas partes de mi vientre como si estuviera jugando.

— ¿Danika? —La voz de Demian me interrumpe.

Sin pensarlo, tomo las manos de Demian para ponerlas sobre mi vientre a fin de que pueda sentir los movimientos del bebé; las dejo encima del lugar en donde sentí las pataditas esperando que mi pequeño o pequeña pueda volver a hacerlas pero cuando ya pasan varios segundos y de reojo veo como mi propio jefe no entiende lo que está sucediendo, estoy a punto de soltar sus manos cuando ambos sentimos un pequeño golpe que hace que lo vea al rostro para saber si ha percibido lo que intento mostrarle.

— ¿Es el bebé? —Pregunta asombrado.

—Sí. —Le respondo con lágrimas en los ojos.

—Oh cielos... —Deja ir una sonrisa. —Hola bebé. Hola, estás jugando futbol, ¿eh? —mi corazón se enternece al ver por primera vez como interactúa con nuestro hijo o hija.

Suelto sus manos para que estás puedan explotar mi barriga y puedan sentir las pataditas del bebé, varias de ellas las puedo llegar a sentir sin poner mis manos encima, pero siendo sincera, ese gesto de mi hijo o hija deja de sorprenderme un momento para luego ver como Demian es quien no deja de sonreír y ver como sus ojos también se llenan de lágrimas; le da unas caricias a vientre abultado para luego susurrar muy pero muy bajo unas palabras que hubiera intentado saber lo que decía.

(...)

Me despierto al sentir un sonido proveniente del jardín, mis ojos pesan demasiado que tengo dificultad para abrirlos, sin añadir de la pesadez que siento en mi cuerpo como si estuviera cargando una enorme bolsa de rocas. Tardo un momento en reaccionar hasta que de nuevo el sonido de un chapuceo me hace pensar sobre quién estaría nadando a medianoche en la piscina de la casa. Quizás por sentirme a un adormitada, mis sentidos no se han avivado para sentir temor a pesar que Demian me ha asegurado que en su casa hay alarmas y videos de vigilancia por si algo llega a pasar, sin embargo, eso no me quita la duda por si alguien ha entrado al lugar.

Me hago a un lado de la puerta y tomo un poco la cortina para hacerla a un lado a fin de que no todo mi rostro quede en descubierto; veo por los alrededores del jardín, pero no encuentro nada hasta que dejando de ver el cielo oscuro con estrellas y omitiendo el sonido de los grillos, mis ojos terminan por enfocarse en una cabellera oscura que sale de la piscina.

Estoy a punto de correr y llamar a Demian cuando me retracto para darme cuenta que no se trata más que él, quien se encuentra nadando en la piscina de noche, lo cual me hace preguntarme si no tendrá frío o qué es lo que estará pasando por su cabeza para que ahora mismo esté dándose un baño, realmente no debería ser de mi incumbencia cuando puede hacer lo que desee dentro de su hogar, pero siendo él, me extraña un poco.

Lo veo por unos minutos ir de un lado hacia el otro sin intentar hacer mucho ruido suponiendo la razón que es para no despertarme a pesar que ya lo ha hecho; me quedo ahí observándolo hasta que nada a una orilla de la piscina para terminar por caminar en las escaleras, logrando que me muestre todo su cuerpo tonificado y lleno de músculos. La boca se me seca al instante de ver como el agua de la piscina cae por todo su cuerpo mientras pasa sus manos sobre su cabello quitando todo rastro de agua que pueda haberlo absorbido. Su cuerpo se encuentra empapado que con los buenos ojos que tengo no dejo de ver como varias gotas pasan por su abdomen lleno de cuadritos y luego en su espalda llena de músculos.

Me muerdo el labio y siento un cosquilleo en mi parte baja, aprieto los ojos para respirar con más calma antes de que las hormonas se me alteren, añadiendo que siento como mis pezones ya se han puesto erectos y están rozando la tela del vestidito que me he puesto para dormir. Me giro y de nuevo veo hacia el jardín en donde se encuentra tomando una toalla que está en una silla para secarse la cabeza, pero es posible que haya sentido que alguien lo estaba vigilando porque lo primero que hizo fue mirar hacia la puerta en donde lo estoy observando, así que asustada, me quito de la puerta de vidrio transparente para ir directo a la cama.

El espectáculo por hoy ha terminado, ha sido muy... tentador ver a mi jefe solo con bermudas mientras que el agua le caía de forma sexy en su cuerpo. No debería estar teniendo este tipo de pensamientos, pero como siempre dije, Demian a pesar de que sea mi jefe es alguien atractivo que no se puede dejar de ver.

Me acuesto en la cama y me enrollo entre las sábanas mientras intento volver a dormir a pesar que será una dura tarea hacerlo al recordar todo lo que he visto hace cinco minutos. Dios, benditas hormonas que desearía que se calmaran, pero no lo harán si no dejo de recordar e imaginar en ese abdomen, en esos anchos hombros y en su espalda... ¡Mierda! ¡Gracias Demian! ¡Acabas de arruinar mi noche logrando que me excite por tu espectacular cuerpo!

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Continuará...

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