Capítulo XXIII

"Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable"

Marco Aurelio

⁎⁎⁎

Intento relajarme mientras hago ejercicios de respiración a fin de calmar la ansiedad y el nerviosismo que tengo desde la mañana, es demasiado extraño decir que a pesar que las náuseas y vómitos matutinos ya no los tenga constantemente, en está ocasión no suele ser por el mismo problema, más bien, ya no sé cómo controlar las emociones que no sólo han invadido todo mi cuerpo, sino que también, han ocasionado un efecto psicológico en mí al tener los mareos, dolores en la cabeza y el estómago.

Me quedo un instante sentada pero pronto me levanto para comenzar a caminar en círculos, de un lado hacia otro y mirando el techo; hace tiempo que no me había sentido igual y aún recuerdo la última vez que me sucedió esto, lo cual fue hace cuatro meses, en el baño de la casa de mi abuela en donde me hice la prueba de embarazo. Me muerdo los labios y me acaricio el cuello al sentir un pesor que me rodea de hombro a hombro, necesito un buen masaje que me relaje mi cuerpo, pero estoy muy segura que si me lo hago yo, no tendrá el mismo efecto que deseo.

— ¿Lista? —Aparece Tara en la cocina de la panadería.

Asiento con la cabeza para ver cómo que ella también se prepara junto con las demás para inaugurar nuestra panadería, no imagine que esté día hubiera llegado tan rápido con nuestro esfuerzo y dedicación; ni siquiera vi venir los días en que nos tomamos la delicadeza de arreglar el local, traer los instrumentos que ocuparíamos para elaborar el pan, los postres y por supuesto, elegir la carta del menú que tendríamos en nuestra pequeña tienda. Las manos me tiemblan y sudan que realmente hubiera sido de preocupar mis reacciones si no fuese porque me encuentro en un mar de nervios al no saber cómo será nuestro primer día en la panadería.

Siendo realista, no me espero que la panadería se llene hasta explotar, pero tampoco que se mantenga solitaria como si estuviera en medio de un desierto; al menos espero tener la suerte de que podamos vender algo, porque como desde un principio dejé claro, el dinero será tanto mío como el de mis amigas quienes aportaron en esto para que el local funcionara y por supuesto, tuviéramos ganancias en vez de pérdidas.

Salgo de la cocina para ir directo a la entrada principal en donde se encuentra mi grupo de amigas, cada una de ellas me espera para poder abrir las puertas del local y dar la bienvenida a los nuevos clientes; apenas me acerco a ellas cuando veo que han amarrado en las manecillas de las puertas de vidrio un pequeño listón rojo, les doy una mirada mientras dejo ir una risa al ver lo que han hecho, así que Nevenka dándome unas tijeras, escucho como Jelena dicen unas palabras antes de tomarlas.

—Haznos el honor, Dani. —Todas sonríen.

Suspiro logrando que mis hombros terminen por caer para luego darles una mirada final para agarrar las tijeras y pronto cortar el listón rojo a la mitad en donde mis amigas empezaron a aplaudir hasta que abrí las puertas de la panadería para empezar con las primeras ventas y clientes que llegaremos a tener.

Los primeros minutos fueron los más tensos y preocupantes que llegamos a tener ya que nadie se asomaba a la panadería, pero después de quince a veinte minutos luego de que las chicas ya se encontraban impacientes porque no había ni una señal de clientela, empezaron a llegar los primeros comensales, quienes no sólo se llegaron a impactar por el local, sino que también, al darles una prueba de ciertos panecillos o postres, se convencieron en llevar varios de estos para su familia.

Así que, para llamar más la atención de las personas, Tara y Tihana salieron de la panadería con dos bandejas llenas de panes y postres con el fin de que todo sujeto que se encuentren en la calle, pruebe nuestras delicias para luego pasar a nuestro local, no dudo que es una buena estrategia de marketing luego de que Alen haya sido quien nos asesoró para sacar adelante este negocio, así que espero que haya sido una buena opción hacer eso.

—Aquí tiene, vuelva pronto. —Nevenka le entrega una bolsa llena de Orahnjača y makovnjača[1] a una de nuestras primeras clientas.

—Muchas gracias. —Agradece la señora mientras se va con una sonrisa en su rostro.

—A pesar que es el primer día, nos está yendo muy bien —dice Nevenka guardando el dinero en la caja registradora.

—Tienes toda la razón. —Digo mientras veo a un nuevo cliente entrar.

Jelena aparece con otros postres más para dejarlos en el mostrador y otros en las bases de vidrio que están cerca de las ventanas del local para darle una atracción más a la panadería como también, para que las personas que caminan por el lugar, puedan admirar lo que se está vendiendo en la panadería; así que dejando que Jelena y Nevenka se encarguen de su puesto, me acerco a la clienta para poder atenderla y ayudarla con alguna compra que quiere hacer.

—Buenas tardes, bienvenida a la panadería Ibaiceta. ¿Le puedo ayudar en algo? —Me acerco hasta la señora mayor.

—Hola, hoy mis nietos llegaran a visitarme, ¿qué puede recomendarme para unos niños? —Miro el mostrador donde hay unos pasteles.

—Venga conmigo. —Ella me sigue.

Caminamos hacia una vitrina en forma de tubo donde se encuentran varios pasteles para mostrarle a ella una selección de varios de ellos que puedan ser que les gusten a sus nietos, sin embargo, sería mejor conocer los gustos de ellos y también si no tienen alguna alergia como el chocolate, las nueces, la leche por la lactosa, entre otros.

— ¿Algo en especial o de su preferencia que tenga en mente? —Le pregunto.

—De preferencia algo que no tenga crema y sea muy empalagoso —sugiere.

—Perfecto, entonces podríamos descartar el pastel de Kremšnita[2] y la tarta de Skradin[3]. —Le mencione.

—Que tal un kuchen de manzana[4], kuglof[5] o un gibanica de međimurje[6]. —Le recomendé.

La señora se quedó pensando un momento en las elecciones de pastel que le mencione, así que para motivarla a que compre uno y también conozca el sabor que tienen, le pedí a Jelena que si me podía dar una pequeña prueba de los tres postres que en está ocasión se venden por completo y no por porción. Le di a la señora una prueba de cada pastel para luego saber su opinión, pero ni siquiera es necesario saber lo que le pareció por que la reacción que mostró su rostro me hizo comprender que le gusto y se deleitó en cada postre.

—Me llevó el gibanica de međimurje. —Resalto encantada.

Saque el postre de la vitrina en forma de tubo para luego irla a empacar en una caja mientras que Nevenka hace el cobro del postre.

—Aquí tiene señora, muchas gracias por su compra. —Le entregue el paquete a ella.

—Muchas gracias señorita, es muy amable. —Dijo la señora.

—Esperamos que vuelva pronto. —Nevenka le entrego el ticket a la señora luego que ella pago.

—Claro que volveré, es un buen servicio y los postres no se quedan atrás. —Intenté no saltar de la emoción al escuchar eso.

Ni siquiera pude contenerme más cuando la señora todavía nos dejó una propina en uno de los vasos de vidrio que Nevenka ha dejado cerca de la caja registradora; cuando la señora se marchó, las chicas y yo dejamos ir varias gritillos llenos de emoción junto con varias sonrisas pero no pudimos seguir celebrando cuando Tihana y Tara aparecieron con siete clientes más que venían a comprar de preferencia los postres que ellas se llevaron para promocionar nuestra panadería; así que al final tuvimos que cortar nuestra pronta celebración para seguir atendiendo.

(...)

Dios, ha sido un día espectacular no atareado, pero sí cansado. Para ser el primer día me iré a dormir con una sonrisa en los labios al saber que nuestra panadería ha recibido buenas críticas tanto en el sabor de sus productos como de su ambiente; sé que aún no debería cantar victoria al pensar que todo saldrá a la perfección si vamos por el mismo camino, más bien, por el momento, debo de contenerme y ser paciente, apenas esto es el comienzo, pero con más esmero y dedicación, sé que la panadería puede llegar a ser un lugar lleno de éxito.

—Aquí está su té, señorita Danika. —Cyrene me entrega una taza.

—Gracias Cyrene, puedes irte a descansar —le aconsejo para que no se quedé a mi lado luego de ver que su rostro muestra signos de agotamiento.

—Si necesita algo... —La interrumpo.

—No dudaré en llamarte. —Ella ríe al darse cuenta que ya me aprendí su oración.

—Buenas noches, señorita Danika. —Se despide.

—Buenas noches Cyrene. —Le digo antes que se marche.

Me quedo en la sala haciendo unas cuentas de las ventas mientras que me pregunto qué día de estos llegará a aparecer Demian, ya casi será una semana que no he llegado a tener noticias suyas, añadiendo que no me ha llamado y el único contacto que ha mantenido es con la empresa y exactamente con su secretaria.

¿Cómo lo sé? Bueno, tengo a mi reportero estrella quien me informa de cosas que a veces requiero saberlas, aunque no sea de mi incumbencia. Pero hasta el momento, solo Cyrene fue quien mencionó que era probable que viniera está tarde pero ahora viendo las cosas, el día ya casi termina y no creo que se tome la molestia de visitarme por la noche cuando deseará irse directo a su casa.

Me a recuesto en el sofá para dejar a un lado las cuentas de la panadería mientras que me tomo un descanso para despejar mi cabeza, pero en vez de eso, mis ojos terminar por posicionarse en varios recibos que se encuentran a un lado de la mesa, será mejor que los deje en la oficina de Demian al darme cuenta que todos son de él, por una vez en los últimos cuatro meses me siento un poco aliviada de que ninguno sea mío.

Me levanto y tomo cada sobre para poder dejarlos en la oficina de mi jefe la cual no tardó mucho en llegar luego de que he empezado a conocer la ubicación de cada habitación y sala de la casa, abro la puerta, pero me parece increíble que no se encuentre con llave porque apenas giro el pomo cuando está se termina por abrir por sí sola, así que, pasando en aquella oscura oficina, busco el interruptor y al encontrarlo, las luces se encienden haciendo que todo el sitio sea iluminado.

Camino en dirección al escritorio de Demian para dejar los sobres, pero con sólo haber hecho eso, mis ojos empiezan a evaluar cada parte de la oficina, sin embargo, no encuentro nada nuevo de lo que pueda interesarme. Así que considero irme cuando una fuerte ventisca termina por azotar la ventana de la habitación logrando que varios de los sobres y otros papeles terminen por caer en el suelo. Con malhumor, me acerco a la ventana para poder cerrarla antes que de nuevo aparezca otra ventisca que logre desordenar más el lugar; empiezo a recoger cada uno los sobres como papeles para ponerlos en un mejor lugar en donde no vuelvan a caerse, por lo que pienso que en una de las gavetas del escritorio estarán más seguras.

Halo de la gaveta de en medio para abrirla y así dejar tanto los sobres como los papeles en ese lugar, pero antes de poder hacerlo, encuentro una fotografía que me hace quedarme paralizada y anonadada; la curiosidad es tan grande que en vez de terminar de hacer lo iba a hacer, al final dejo los sobre de nuevo sobre el escritorio para agarrar la fotografía y poder acercarla a mi rostro, la impresión es tan grande que ya no sé cómo reaccionar ante lo que veo y peor aún, en empezar a creerle a Vladimir con respecto a lo que dijo.

—Mierda.

Escucho el sonido de un motor de un auto lo cual hace que mi piel se erice y tenga que actuar rápido antes que venga hacia acá el individuo que creí que ya no vendría; así que, tirando la fotografía de nuevo en la gaveta, cierro está y salgo corriendo para ir nuevamente a la sala. Confirmo que todo se vea en su lugar para después apagar la luz y salir de la oficina pero cerrando la puerta con cuidado intentando no hacer ruido; me voy corriendo y exactamente en el momento en que estoy a punto de cruzar el umbral, veo como Demian entra a la casa, lo cual me detengo un momento para respirar con cautela y normalidad antes que me vea agitada y asustada.

Aparezco cruzando el umbral que me lleva hacia la sala y me permito no mostrar un rostro lleno de sorpresa al verlo aquí, simplemente mantengo esa impresión como si fuera normal que días aparezca y otros, nada más me ignore como si no existiera. Así que, caminando en dirección a la sala, me lo encuentro, logrando ver que tiene un rostro agotado y a la vez, con pocas señales de tener un buen humor.

—Hola. —Saluda.

—Hola. —Digo mientras arreglo la mesa y guardo todos mis papeles.

— ¿Trabajando? —Asiento.

Dios, dame la fortaleza para morderme la lengua y no preguntarle lo que tengo en mente ya que cada vez tengo más curiosidad por saber la verdad.

— ¿Qué haces aquí? —Le pregunto para quitar de mi memoria la fotografía.

—Es mi casa, ¿lo olvidas? —Suspiro.

—Sí, lo siento. Es que, nunca apareces a esta hora. —Intento remediar mi absurda pregunta.

—Lo sé. —Aprieto mis labios para luego dejar mis cosas a un lado e ir a la cocina.

Abro la nevera para sacar de ella un pastel de moras y frambuesas que he hecho el día de ayer, quizás sea pequeño y el detalle humilde pero no conozco muy bien los gustos de Demian agregando que tampoco quise comprar algo ostentoso como regalo ya que tampoco tengo idea si le podría gustar o al final terminaría devolviéndolo a la tienda que lo compré. Así que preferí hacerle un postre de cumpleaños para al menos sorprenderlo y darle una parte de las gracias por todo lo que me ha ayudado.

Antes de poder buscar una velita de cumpleaños entre las gavetas de una de las encimeras, escucho sus pasos logrando que ya no tenga mucho tiempo para sorprenderlo, teniendo que darme la vuelta y sacar una sonrisa nerviosa mientras digo un «¡Feliz cumpleaños!».

Se queda atónito que ni siquiera mueve un dedo, nuevamente no sé qué pensar de su actitud porque a estas alturas cuando Demian se sorprende como también se queda petrificado es sólo para mostrar una emoción a la cual llamo enojo. Tengo la sensación que no he hecho algo bien y no sé si todo se ve relacionado con la fotografía o simplemente, él no se esperaba que yo le preparara está sorpresa. Sin embargo, vuelve a parpadear y a mover su cuerpo, terminando por acariciarse la cabeza y dejar ir un suspiro que me hace entender que no está feliz.

— ¿Quién te dijo? —Hago una mueca.

— ¿Eso importa? —Dije decepcionada de no ver una buena reacción.

—No era necesario que lo hicieras, ni siquiera te lo pedí. —Me disgusto su actitud.

—Lo sé, pero quería darte una sorpresa... —Me interrumpe.

— ¿Sorpresa? Danika, ni siquiera nos conocemos bien y esto es ridículo. —Trago hondo.

— ¿Ridículo? ¿Hablas en serio? —Él cruza los brazos.

— ¡Claro que sí! ¿Qué tenías en mente al hacer esto? —Pregunta molesto.

—Nada, simplemente... Desapareces una semana, no das noticias de vida y me entero que estabas cumpliendo años. —Menciono aturdida.

—No tiene sentido. —Pongo los ojos en blanco ante lo que dice.

— ¡Claro que no tiene sentido! ¡Ni siquiera preguntas si el bebé está bien o qué! —Fue una estupidez reclamarle eso.

—Sí no te llame es porque sé que ambos están bien —elevé una ceja con incredulidad.

— ¿En serio? Y ¿cómo sabes? —Pongo mis manos en mis caderas.

—Cyrene y Lovro me dicen a detalle cómo estás... —Eso me ofende.

— ¿En serio Demian? En vez de llamarme a mí, le pides a tus empleados que te den un reporte del día sobre mí. —Le digo molesta.

Ahora entiendo porque no obtuve una llamada de él... ¡Demonios! Si sus propios empleados fueron los que le estuvieron informando sobre mi estado de salud; saber eso me enfurece porque cómo puede creer él que Cyrene y Lovro sabrán todo de mí cuando solo pasan una parte del día conmigo, no tienen idea si me encuentro bien o no cuando hasta puedo llegar a fingir mi estado de ánimo, a veces me pregunto por qué Demian es tan tonto, pero es de reconocer que si no ha querido llamarme es porque siempre quiere mantener esa distancia conmigo, lo cual me decepciona de su parte.

—Eres un idiota. —Le digo antes de marcharme de la cocina.

— ¿Qué? —Se desconcierta con mi reacción.

—Haz lo que quieras con el postre. Bótalo a la basura si así lo quieres.

Paso a su lado y me voy directo a mi habitación para no verlo más, realmente no me esperaba ese tipo de actitud de su parte solo por querer darle una pequeña sorpresa, si alguien me hubiera preparado para este evento pude haberme ahorrado ciertos disgustos, estoy cansada de querer hacer lo correcto con los demás y que estos no lo valoren como se merece.

Entro a mi habitación para quitarme los zapatos y luego acostarme. Le doy la espalda a la puerta mientras que de la gaveta de la mesita de noche saco el par de calcetines amarillos que le compre a mi bebé, los acaricio con tanto amor que me pregunto si él o ella heredaran el mal humor de su padre, espero que no por qué no creo poder lidiar con ello, es mejor que pueda parecerse a mí y así me ahorrare de no recordar la cara de mi jefe en mi hijo o hija.

Me quedo por varios minutos tocando lentamente la tela suave y calientita de los calcetines, pero el sonido de una puerta abrirse me hace levantarme de la cama para ver cómo Demian ha entrado sin mi consentimiento lo cual me hace enfadar más porque a pesar que está sea su casa, está invadiendo mi espacio y privacidad.

— ¡Vete de aquí! —Le señalo la puerta. —Se te está haciendo una costumbre entrar aquí sin pedir permiso. —Vuelvo a darme la vuelta para darle la espalda.

No dice ni una palabra sólo sé, que se me queda observando como si tratara de decirme algo, pero simplemente, suspira para sentarse en una esquina de la cama; estoy tentada a empujarlo con mis pies o llevarlo a la puerta para que salga de una vez de mi habitación pero cuando estoy a punto de hacerlo, él se da media vuelta para verme con mucha cautela, tristeza y nerviosismo. Pero pronto, de su bléiser saca una fotografía y me la entrega, la sorpresa nuevamente llega a mí y me quedo petrificada al imaginar si se dio cuenta que estuve tocando sus cosas.

—Él es Karsten, mi hermano gemelo.

Ay Diosito... Me quedo muy bien sentada en la cama para no caerme de ella y darme un buen golpe en la cabeza. No sé si escuche mal o qué, pero no creo que mis oídos me hayan fallado en el momento en que Demian acaba de mencionar que tiene un hermano gemelo y que esté se llama Karsten.

—Hace una semana cumplimos treinta y cuatro años, por eso me fui a Grecia. —Explica dejando en descubierto un poco de su vida privada.

Veo la fotografía para darme cuenta que son muy idénticos, nada de esos hermanos gemelos que tienen algo diferente en su físico, como un corte de cabello o una estatura diferente, ellos son como el prototipo ejemplar de gemelos de los que te podrías confundir con mucha facilidad.

— ¿Fuiste a verlo? —Le pregunto.

—Sí. —Dice rápido.

—Y, ¿cómo se la pasaron? —Espero no equivocarme en la idea que se lleven bien.

Veo como Demian juega un instante con sus dedos mientras le da una mirada a la ventana de mi habitación, su silencio me hace saber que algo no está bien, pero no me quiero apresurar a crear varias historias en mi mente cuando eso sólo logrará que tenga más curiosidad e insistencia de querer saber más.

—Karsten murió hace nueve años. —Suelta a lo que yo me sorprendo.

—Demian... Yo... —Niega antes que continué con la oración.

—No es necesario que me des las condolencias fue hace mucho tiempo. —Evita que le dé un discurso de disculpas. —Siempre en esta fecha me marchó sin decir nada, Danika. —Me explica. —Y me paso una semana en Grecia para poder seguir aceptando la idea de su muerte. —Bajo la mirada. —Por eso no te llame, porque necesitaba tiempo para estar solo. —Comprendí lo que me trata de decir.

— ¿Qué le sucedió? —Musite haciéndole la pregunta.

—Murió en un accidente, intento desviar otro auto que venía en sentido contrario, sin embargo, termino por perder el control de su vehículo, esté mismo volcó hasta que a los minutos estallo. —Trague hondo.

Tengo un nudo en la garganta en donde ya no sé qué debo de hacer, simplemente él está ahí, ocultando el dolor de la pérdida de su hermano gemelo, intentando ser fuerte y mostrar esa coraza dura que nunca lo deja liberarse y ser él mismo. No soy muy buena dando palabras de condolencia, pero al menos sé intentarlo; dejo la fotografía a un lado para acercarme a él e inesperadamente abrazarlo, tarda en responder mi acto, pero está vez, sus brazos me rodean logrando que me acorrale en su cuerpo a punto de verme como una muñeca en los brazos de su dueño.

El olor a cuero y canela no se encuentran muy presentes en este momento pero me distrae sentir como sus dedos me aprietan la piel mientras que tengo la impresión que también puede oler mi cabello; acaricio su espalda y cierro los ojos dándole un momento de paz y tranquilidad luego de revelarme ese suceso difícil, ahora comprendo mejor porque no desea que alguien le recuerde su cumpleaños, añadiendo que, ni siquiera mencionó porque se iría a Grecia, sé que él pudo haberme dado una explicación pero contarle esto a una persona que apenas empiezas a conocer no es fácil y más con esa inseguridad que Demian tiene al no confiar en los demás.

Me separo un poco de él e increíblemente, paso mi mano en su cabello castaño oscuro sintiendo como las puntas de sus cabellos cortos acarician la palma de mi mano haciendo que la textura sea suave, provocándome un cosquilleo que no hago más que repetir seguidamente la acción porque la sensación me gusta.

—Lamento mi actitud, yo... —me interrumpe.

—No tienes que disculparte. Que sabías tú de esto y mi reacción obtendría su consecuencia. —Suspiró. —Perdóname por ser un idiota, solo haces lo correcto y aunque supongo que tu amiguito metiche en todo te mencionó la noticia de mi cumpleaños, al menos está vez se lo perdonaré. —Dejo ir una risita.

—Demian... —Niega para sacar una sonrisa.

—Basta de recordar el pasado, mejor vamos a comer ese postre que me preparaste que se ve muy delicioso. —Su estado de ánimo cambia.

Y ¿por qué lo llamo bipolar? Ay, en serio Demian no tiene remedio, solo espero que no siga ocultando más su dolor porque, aunque sé que intenta despreocuparme con sus emociones, no tengo duda que aún por dentro debe de tener esa dura batalla de alzar la cabeza y seguir caminando hacia adelante.

— ¿Qué es eso?

Veo como señala los calcetines de bordado que compre hace una semana al irme de compras; me alejo un instante del cuerpo de Demian para agarrar la pequeña prenda y pronto mostrársela a él, sé que no será mucho de su interés, pero, al menos podrá descubrir lo que es.

—Los compre hace una semana, me parecieron muy lindos y... —encojo los hombros —quiero que el bebé los utilice cuando nazca.

Demian se queda admirando los pequeños calcetines para luego ver cómo su pulgar empieza a acariciarlos con mucha ternura; alza su mirada y puedo ver un extraño brillo en sus ojos azulados verdosos, algo como que si al ver esas diminutas prendas le haya ocasionado un efecto que, aunque no lo diga con palabras, su rostro si refleja una emoción llena de calidez y ¿amor?

—Son preciosos. —Menciona.

«Por favor Demian, dime que sientes algo por este bebé, aunque sea un cierto aprecio o cariño porque lleva tu sangre».

—Entonces, ¿me acompañas a comer? —Me regresa los calcetines.

Dios, «¿qué debo de hacer para que te acerques al bebé e intentes darle una oportunidad no por mí sino por él o ella?».

Quisiera tener el valor de preguntárselo, pero, tengo miedo de escuchar nuevamente su rechazo.

—Claro, vamos.

Me levanto de la cama y dejo los calcetines a un lado de la cama mientras que Demian se lleva la fotografía donde está él y su hermano gemelo Karsten. Caminamos hacia la puerta y decidimos bajar juntos, esa noche ambos nos quedamos conversando, comiendo y disfrutando de nuestra compañía. Demian dejó de estar tenso, molesto y agotado para revelar esa faceta agradable en él, pero sin dudarlo, antes de la media noche tuvo que marcharse como si fuera Cenicienta y yo quedándome en el castillo como si fuese el príncipe Encantador; hubiera querido aprovechar más el tiempo con él, pero me basto con saber que confió en mí para revelarme aquel secreto, al menos, dormiré tranquila al haber descubierto la verdad, aunque está, termino por ser una tragedia.

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[1] Pasteles con levadura, aromáticos y deliciosos. La orahnjača se prepara de las nueces, mientras que la pasta suave de la makovnjača se rellena de una mezcla a base de amapola. Ambos son preparados con azúcar, canela y leche.

[2] Es conocida por su crema amarilla ligera que se prepara de huevos, leche, azúcar y harina, y se encuentra entre dos capas de hojaldre, con una capa fina de nata montada por debajo de la capa de hojaldre superior. Antes de servirse el pastel se corta en grandes cubos y como el toque final, casa pieza se espolvorea de azúcar glas, que da un poco de dulzura a este pastel que habitualmente no es tan dulce.

[3] Se prepara con huevos domésticos, con azúcar o miel, con la corteza de limón o de naranja, una cucharita de ron o de licor de rosa, con vainilla y con las nueces y las almendras molidos. Cubierta de chocolate y decorada con unas piezas de almendra o las mitades de nueces

[4] Tarta de manzana de fruta elaborada con una masa recubierta de manzana. Existen muchas variantes y la manzana puede ser troceada o en compota

[5] Se trata de una especie de bizcocho cuya forma característica se asemeja a la de una montaña.

[6] Un pastel dulce muy sabroso que en vez de un relleno cuenta con cuatro rellenos. Nueces, amapola, manzanas y queso se unen en un pastel de varias capas

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Continuará...

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